El vecino compró un conejo para sus hijos, mientras que el otro vecino compró un cachorro pastor alemán para los suyos. El cachorro y el conejo crecieron juntos y se hicieron amigos. Un día, cuando el dueño del conejo se fue de viaje, el perro encontró al conejo muerto y enterrado en el jardín y lo llevó a sus dueños, pensando que podían revivirlo. Para evitar problemas, los dueños limpiaron y arreglaron al conejo muerto para engañar al vecino y hacerle creer que