La lealtad de marca existe más en los deseos del marketero que en la conducta real del público. Si se quiere ganar, es en las etapas iniciales del consumer journey, no en las finales, donde debe darse la batalla.
La acción no debe asfixiar a la reflexión. Ni la ansiedad por tener una solución puede ser más fuerte que la conveniencia de hallar una que realmente sirva.
La lealtad de marca existe más en los deseos del marketero que en la conducta real del público. Si se quiere ganar, es en las etapas iniciales del consumer journey, no en las finales, donde debe darse la batalla.
La acción no debe asfixiar a la reflexión. Ni la ansiedad por tener una solución puede ser más fuerte que la conveniencia de hallar una que realmente sirva.
La acción no debe asfixiar a la reflexión. Ni la ansiedad por tener una solución puede ser más fuerte que la conveniencia de hallar una que realmente sirva.
Como dijo la Reina Roja en Alicia A Través del Espejo: "[A]quí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido."
La estrategia es más desorden que orden. Más incierta que cierta. Más fluida que estructurada. Y sin importar cuan buena sea, jamás sobrevive intacta al contacto con el mercado.
Dejar de mirar al consumidor directamente, observándolo solo a través de un espejo, es reemplazar realidad por estereotipo, conocimiento por prejuicio.
Si resulta que hasta los peces prestan más atención que los consumidores, no es hora de que la publicidad y el marketing cambien al fin sus paradigmas?
La acción no debe asfixiar a la reflexión. Ni la ansiedad por tener una solución puede ser más fuerte que la conveniencia de hallar una que realmente sirva.
Como dijo la Reina Roja en Alicia A Través del Espejo: "[A]quí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido."
La estrategia es más desorden que orden. Más incierta que cierta. Más fluida que estructurada. Y sin importar cuan buena sea, jamás sobrevive intacta al contacto con el mercado.
Dejar de mirar al consumidor directamente, observándolo solo a través de un espejo, es reemplazar realidad por estereotipo, conocimiento por prejuicio.
Si resulta que hasta los peces prestan más atención que los consumidores, no es hora de que la publicidad y el marketing cambien al fin sus paradigmas?