El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia subsiguiente a la salvación que se caracteriza por hablar en lenguas y puede recibirse de dos formas: mediante la imposición de manos de los apóstoles o al creer, como ocurrió en Éfeso. Las Escrituras muestran que al recibir el Espíritu Santo, los creyentes hablan y alaban a Dios en lenguas desconocidas como evidencia de haber sido llenos del Espíritu.