El documento discute cómo la promesa de Dios e inclusión en Cristo se extendió a los gentiles (naciones) desde el principio, según las Escrituras. Abraham fue considerado justo por su fe antes de la circuncisión, e Isaías profetizó que los gentiles esperarían en la raíz de Isaí (Jesús). Finalmente, en Cristo no hay diferencia entre judíos y gentiles, formando un solo nuevo hombre y pueblo de Dios.