2. El planeamiento de las ciudades griegas se remonta no más allá de la mitad del siglo V A. C. La fama de ‘la Atenas de amplias avenidas” basose más bien en la vía Panatenaica, una calle de unos 4 m de ancho, suficiente para que caminaran libremente cinco o seis hombres y que facilitó las procesiones a la acrópolis y el tránsito a teatros y mercados Por lo demás, las calles de Atenas eran callejones estrechos por los que apenas podía pasar un hombre con un carro tirado con un borrico. Se basaron en la aplicación de un plano geométrico inflexible que no tomó en consideración las irregularidades del terreno, o si lo hizo, fue en grado mínimo Las casas de los ciudadanos acomodados estaban en promontorios, lejos de las calles principales, en que se dominaba el panorama de la ciudad. A los pies de la acrópolis se extendía otra plaza, en la que se enseñoreaba una gran fuente y se contemplaba un panorama bellísimo
3. En un sitio impresionante a más de 300 m sobre la campiña vecina estaba asentada la acrópolis de Pérgamo, una ciudadela majestuosa considerada como una de las más imponentes del mundo griego. En las faldas de la colina, en altas terrazas sostenidas por muros y fortificaciones de retén estaban los edificios y obras de arte que dieron a la ciudad su fama de segunda Atenas. Por la utilización ingeniosa de los contornos naturales del terreno, los arquitectos de Pérgamo pudieron contar con escenarios para cimentar diversos edificios que no solamente eran extraordinarios en sí, sino que, por medio de rampas y calzadas de unión y atrios abiertos, estaban dispuestos en un todo armonioso. En ese sitio, en una sucesión de desniveles ascendentes estaban gimnasios, campos deportivos, templos, edificios de reunión, plazas públicas, alamedas arboladas y un anfiteatro. Por encima de todos ellos, flanqueada por torres de vigía, cuarteles, arsenales, almacenes y jardines espaciosos, se enseñoreaba la residencia real.