Cada ser humano siente la necesidad de transmitir a sus descendientes la cultura heredada, incluyendo modos de vida, historias, costumbres y creencias tangibles e intangibles. La ética de transmitir la memoria está profundamente arraigada en cada persona, que sitúa su trayectoria individual en función de lo que le fue transmitido, dando forma a su identidad y sentido de pertenencia. La cultura, identidad, memoria y patrimonio están profundamente interrelacionados y son indispensables para el desarrollo de la conciencia social.