Retomar la iniciativa estratégica frente al fiasco del «progresismo» y el ret...Robinson Salazar Pèrez
Reflexiones en torno al libro de Teitelbaum, Alejandro (2017). El colapso del progresismo y el desvarío de las izquierdas. Medellín: Editorial La Carreta Política.
Con el declive de las corrientes revolucionarias de inspiración marxista leninista y el paso a la influencia del anarquismo insurrecionalista italiano en la teoría y la praxis revolucionaria actual, los movimientos anticapitalistas han entrado a un momento de reestructuración de sus lógicas político-organizativas. Nuevas tensiones aparecen y otras viejas resurgen dentro de las dinámicas de la lucha social. Frente a la atomización interna del movimiento revolucionario, surge la posibilidad de establecer vínculos solidarios entre los luchadores sociales de todo el mundo a través del uso de las nuevas tecnologías. Conceptos como “identidad de clases” o “sujeto popular”, se diluyen erosionados por el devenir de la historia, y han perdido su validez en términos de su aplicación a una propuesta organizativa. La mayoría de las veces son sólo utilizados como parte de un discurso panfletista, que no es capaz de adecuarse a los tiempos, a la compl
Retomar la iniciativa estratégica frente al fiasco del «progresismo» y el ret...Robinson Salazar Pèrez
Reflexiones en torno al libro de Teitelbaum, Alejandro (2017). El colapso del progresismo y el desvarío de las izquierdas. Medellín: Editorial La Carreta Política.
Con el declive de las corrientes revolucionarias de inspiración marxista leninista y el paso a la influencia del anarquismo insurrecionalista italiano en la teoría y la praxis revolucionaria actual, los movimientos anticapitalistas han entrado a un momento de reestructuración de sus lógicas político-organizativas. Nuevas tensiones aparecen y otras viejas resurgen dentro de las dinámicas de la lucha social. Frente a la atomización interna del movimiento revolucionario, surge la posibilidad de establecer vínculos solidarios entre los luchadores sociales de todo el mundo a través del uso de las nuevas tecnologías. Conceptos como “identidad de clases” o “sujeto popular”, se diluyen erosionados por el devenir de la historia, y han perdido su validez en términos de su aplicación a una propuesta organizativa. La mayoría de las veces son sólo utilizados como parte de un discurso panfletista, que no es capaz de adecuarse a los tiempos, a la compl
Las líneas siguientes pretenden ser una reflexión acerca de estas cuestiones, tal y como han sido abordadas en el último arte político occidental. ¿De qué modo el cues-tionamiento del concepto de clase afecta a la Representación que hace el rea-lismo social de los agentes de la historia? ¿Cómo incide la crítica del
apara-to productivo en programas modernos, tales como el productivismo, que incitan a su transformación cultural? Y ¿De qué modo, si aceptamos que lo cultural domina
lo social, afecta esta invasión a la posición estratégica del arte político? Es decir, si éste ya no se puede concebir como representativo de una clase, ni como materialmente productivo, ni como culturalmente vanguardista ¿cómo y dónde puede situarse el arte político?
Entrevista realizada por la Lic. Silvina Pantanali y el Lic. Ramiro Avinceta en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata en septiembre de 2010.
Las líneas siguientes pretenden ser una reflexión acerca de estas cuestiones, tal y como han sido abordadas en el último arte político occidental. ¿De qué modo el cues-tionamiento del concepto de clase afecta a la Representación que hace el rea-lismo social de los agentes de la historia? ¿Cómo incide la crítica del
apara-to productivo en programas modernos, tales como el productivismo, que incitan a su transformación cultural? Y ¿De qué modo, si aceptamos que lo cultural domina
lo social, afecta esta invasión a la posición estratégica del arte político? Es decir, si éste ya no se puede concebir como representativo de una clase, ni como materialmente productivo, ni como culturalmente vanguardista ¿cómo y dónde puede situarse el arte político?
Entrevista realizada por la Lic. Silvina Pantanali y el Lic. Ramiro Avinceta en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata en septiembre de 2010.
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3. ÍNDICE
9 El arte de decir no.
PRÓLOGO DE AGUSTÍN LUCAS PRESTIFILIPPO
15 Introducción
19 Marcel Duchamp y el rechazo del trabajo
23 El rechazo del trabajo, la "Gran Pereza"
27 El Moulin à café, entre el movimiento (futurista) y la estática (cubista)
35 La doble producción.
39 La producción como proceso de subjetivación.
45 Miseria de la sociología: Menger, Boltanski y Chiapello.
4. — 7 —
EL ARTE DE DECIR NO
—
PRÓLOGO DE AGUSTÍN LUCAS PRESTIFILIPPO
¿En qué consisten las recientes formas de explotación y opresión que caracterizan
al actual capitalismo en tiempos de su crisis? ¿Quiénes son aquellos y aquellas que
las padecen? ¿Cómo rechazar con eficacia los sutiles mecanismos del poder del
capital? ¿Cuáles son los contraataques que se avizoran en las prácticas colectivas
contemporáneas? ¿Qué futuros son imaginables a partir de su existencia?
Los saberes comprometidos con la crítica y con las luchas sociales por la
emancipación se confrontan una y otra vez con estas cuestiones de crucial ur-
gencia. Las intervenciones recientes de Maurizio Lazzarato no son la excepción.
Aun cuando sus escritos revelen una familiaridad con las perspectivas de la filo-
sofía política contemporánea –en cuya estela aparecen nombres como Giorgio
Agamben, Roberto Esposito o Toni Negri–, la composición de heterogeneidades
desde la que lanza sus indagaciones, su método y objeto, hace del pensamiento de
Lazzarato una potente y extraña conjunción para nuestro presente.
I
Se trata, en efecto, de una conceptualidad singular, que comparte con otras ex-
perimentaciones materialistas como las Judith Butler, Nancy Fraser o Wendy
Brown, y que parte del reconocimiento de los requerimientos de la hora, aten-
dibles por una perspectiva capaz de pensar a la vez desde la filosofía política y la
teoría social los problemas fundamentales de la dominación y de la explotación.
Pensar las mutaciones recientes del capitalismo exige una mirada capaz de en-
tender el presente no según una cerrazón banal al “tiempo vacío” (Benjamin),
eso que los mass media llaman “agenda”, y que se limita obstinadamente a repetir
circularmente aquello que el poder económico impone como decible y pensable
en cada momento, sino la compleja estructura de palimpsesto que revelan las ac-
tuales confrontaciones sociales.
5. — 8 —
Lazzarato encuentra aquí una inspiración ineludible en los estudios pione-
ros de Michel Foucault, toda vez que éste ha permitido pensar al neoliberalismo
como una “política de sociedad”,1
vale decir, como una forma de gobierno de las
conductas humanas cuya racionalidad ha permitido traspasar su identificación
reduccionista a una forma de acumulación económica o con un conjunto de po-
líticas implementadas desde la cúspide de los organismos estatales. Foucault, dice
Lazzarato, nos ha permitido otorgarle al neoliberalismo el rango de objeto, faci-
litando así una comprensión precisa de una lógica de opresión que se ha vuelto
dominante desde los sucesos del ´68. Su dinámica ha consistido en la generaliza-
ción social de nociones hasta entonces marginales en la escena pública, como las
de “capital humano”, “competencia”, o “empresa”.
Sin embargo, la última gran crisis del capitalismo ha sacudido el mundo de un
modo que ha manifestado las insuficiencias de la filosofía biopolítica. Según La-
zzarato, en las antinomias en las que ha recaído su discurso es posible reconocer
problemas que no sólo atañen a la lectura de los sucesos recientes sino también,
en un sentido acaso más dramático, al modo en que el “pensamiento del ´68” ha
concebido en general a la formación social capitalista.
En efecto, considerando el derrotero filosófico de los últimos decenios, es po-
sible reconocer una paradoja que ha pautado el devenir neoliberal desde finales
de la Guerra Fría: mientras que, como se ha estudiado en detalle,2
gran parte de
aquella izquierda protagonista de los sucesos del ´68 ha contribuido, a su pesar,
a la inspiración conceptual de reformas estructurales del capitalismo –reformas
que han puesto en entredicho los acuerdos sociales que nutrieron las treguas entre
capital y trabajo en la posguerra–; a su vez, el despertar de nuevos movimientos
sociales neofascistas de este y del otro lado del mundo, neofascismos que han
hecho de la movilización belicosa de prejuicios racistas, xenófobos, misóginos y
homofóbicos el motivo fundamental de su crecimiento político, ha demostrado
la necesidad de reponer aquello que la biopolítica había subestimado; a saber:
la naturaleza negativa, reactiva y destructiva del poder que acompaña como su
sombra a la “modernización” emprendida por el capitalismo en sus distintas fases
de acumulación.
La radicalidad de la escena contemporánea, la reciente conjunción con la que
el neoliberalismo politiza la crueldad y el odio hacia quienes más sufren la crisis,
obliga a revisar la narración histórica que ofrece el genealogista, replicando las
caracterizaciones que no han hecho suficiente hincapié en el funcionamiento real
del poder, sobre la violencia que ejerce éste sobre las personas y las cosas, y que
sólo es posible de reconocer desde una mirada ampliada por el punto de vista del
mercado mundial, en el que la realidad existente del poder incluye necesariamen-
te la existencia de las economías de la periferia como parte central del desarrollo
desigual y combinado del imperialismo.
1 Michel Foucault, Nacimiento de la biopolítica, Trad. de Horacio Pons, Buenos Aires: FCE,
2007, p. 155 y ss.
2 Luc Boltanski y Ève Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Trad. de Alberto Riesco Sanz
et al., Madrid: Akal, 2002.
6. — 9 —
Pero para ello es necesario asumir una perspectiva que vuelva a reconectar a
la filosofía con una teoría de la sociedad informada por la crítica de la economía
política, vale decir, que vuelva a identificar en el capital al gran sujeto del sistema
social global, entablando así ineludiblemente un camino de regreso hacia el pen-
samiento de Marx (y Lenin) que el propio Lazzarato no dudará en reclamar.
La sociología contemporánea ha reconocido las mutaciones recientes del ca-
pitalismo, atendiendo correctamente a los movimientos del capital no ya como
sustancia sino como sujeto, vale decir: como agencia; pero en ese movimiento sin
embargo ha perdido aquello más punzante de marxismo, a saber: la articulación
de sus diagnósticos y prognosis con una perspectiva comprometida con los mo-
vimientos revolucionarios de lucha por la liberación y la transformación social.
La principal objeción aquí es que en el reconocimiento del poder del capital, el
discurso sociológico ha quedado fascinado positivistamente con su evidencia. Ese
discurso no ha podido diferenciar, al interior de las confrontaciones que pautan
la presente crisis, aquellas tendencias de rechazo del orden de aquellas deseosas
de obedecer a sus mandatos. Como si en el afán de dar cuenta del “desarme de la
crítica” (Boltanski y Chiapello), la sociología hubiese tomado demasiado en serio,
peor aún, como si se hubiese hecho eco sin distancia de aquello que el neolibera-
lismo no ha cesado de ofrecer de sí mismo: una imagen de inmanencia desdife-
renciada e ilimitada, en donde las escisiones y divisiones de todo tipo no parecen
tener ya más lugar. De esta forma, al desconocer no sólo las nuevas formas de
explotación de la fuerza de trabajo sino también las nuevas formas de resistencia
que han movilizado aquellos sujetos empobrecidos y precarizados, la sociología
opera una contribución a la destrucción de la memoria del legado subversivo y
transgresor que inspiró el pensamiento del ´68, y que a juicio de Lazzarato se
vuelve a hacer necesario para pensar los dilemas de la praxis hoy.
Las intervenciones de Lazzarato trazan así un bucle que no desiste de recu-
perar legados teóricos y políticos heterogéneos, orientados todos ellos a formar
lo que el autor llamará un pensamiento estratégico, que no teme ni en concebir el
presente de la dominación y la explotación a partir del modelo de la guerra, ni
tampoco en revisitar las figuras de un pensamiento de la revolución convocado
por las emergentes manifestaciones colectivas de rechazo de lo existente que se
divisan tanto en el Sur como en el Norte globales. Bucle y no círculo, diferencia
en la repetición, pues el pensamiento traslada ese espíritu, lo mueve de sí, hacia la
construcción de potenciaciones mutuas entre actores en lucha y saberes rebeldes.
II
La lectura no sólo descubre las cegueras de los discursos filosóficos y socioló-
gicos contemporáneos que bloquean un conocimiento materialista de la reali-
dad social, sino que también reconoce en ellas prácticas efectivas que deben ser
combatidas. En nuestro presente astillado por la crisis inaugurada por 2008, las
colisiones desatadas llevan o bien a la reproducción del orden social vigente, o a
7. — 10 —
su transformación radical. De allí que la oposición al poder del capital no pueda
cejar en su intransigencia.
En tanto motivo privilegiado de la lectura estratégica de Lazzarato, las prác-
ticas cognitivas de la filosofía y la sociología pueden ser objetadas por su “mise-
ria”, vale decir, por su contribución a la formación de una subjetividad sumisa, la
cual mantiene con el mundo una mera relación de contemplación. Miseria de la
filosofía / miseria de la sociología: he aquí las caras de una realidad que para La-
zzarato testimonia sobre la necesidad de una crítica cada vez más perentoria. Ella
tiene que referir a esos discursos como obstáculos no sólo epistemológicos sino
fundamentalmente políticos a una respuesta emancipatoria al oprobio neoliberal.
La crítica identifica con sensibilidad tensiones entre tendencias opuestas que des-
mienten la univocidad y transparencia con la que los discursos vigentes buscan
presentarse. Cuando los discursos intentar borrar las marcas de sus fricciones,
aquellas que precisamente desmienten sus intenciones manifiestas, funcionan
efectivamente como reproductores de actitudes y disposiciones serviles ante la
realidad de la dominación. Siguiendo una terminología clásica, podríamos deno-
minar a este funcionamiento ideológico.
Por el contrario, la crítica de Lazzarato relaciona diferentes, pero a diferen-
cia de la ideología contemporánea, su pensamiento hace de las confrontaciones
y quiebres entre opuestos impulsos para la vitalidad del pensamiento. De esta
manera, son evocados nombres propios (a las figuras ya mencionadas de Foucault
y Marx se irán agregando también Deleuze y Benjamin, Guattari y Althusser) que
ayudan a pensar mejor dimensiones enigmáticas de la actualidad, sin que ningu-
no de ellos lo logre por sí sólo. Precisamente por estos anudamientos en los que el
concepto cobra nueva vida es que su incisiva lectura criticará los dualismos en los
que recae la filosofía y la sociología contemporáneas. Ellas han quedado presas de
esta lógica incapaz de pensar en simultáneo términos mutuamente opuestos pero
requeridos entre sí. El efecto de esta incapacidad es el establecimiento recurrente
de falsas dicotomías.
Esto lo observa Lazzarato en la imposibilidad de entender los términos en los
que se despliegan las luchas de los movimientos sociales contestatarios del capi-
talismo neoliberal. Un ejemplo notable en este sentido es el tipo de análisis que
ha ofrecido la sociología del colectivo francés llamado “Intermitentes del espec-
táculo”. Forma de organización de artistas de distintos medios y trabajadores de
la cultura, las acciones colectivas de los Intermitentes han permitido discutir la
condición de empleabilidad precaria que padecen los y las trabajadores/as en el
capitalismo contemporáneo.
Sin embargo, mientras que este colectivo de trabajadores del arte y la cultura
han revelado una voluntad de rechazo que no sólo se ha expresado en las estra-
tegias de resistencia a las nuevas formas de explotación sino también en la in-
tención de discutir los mismos supuestos en los que se erige el orden actual, la
sociología contemporánea insiste “miserablemente” en una diferenciación ajena
a los tiempos presentes entre trabajo formal y trabajo informal, diferenciación
que obtura la posibilidad de reconocer la tendencia hacia la precarización y la
pauperización del trabajo en general que opera el devenir neoliberal de las socie-
8. — 11 —
dades contemporáneas; y, a su vez, plantea falsas separaciones entre economía y
sociedad, mercado y moral, política y cultura, cuyo efecto es la incapacidad para
entender las estrategias de acción de quienes son vulnerados por la guerra desa-
tada por el capital.
El genitivo “miseria de la sociología” nombra primero una operación ideoló-
gica de fragmentación teórica en la conceptualización del movimiento obrero,
en la que se reproduce una imagen segmentada del universo social del trabajo, y
se produce así una inhibición de categorías adecuadas para pensar la construc-
ción de lazos de solidaridad entre distintas categorías de trabajadores. A su vez,
el genitivo nombra también la reproducción de la fantasía liberal de separación
entre esferas de valor, que borra la recuperación por parte del movimiento de los
Intermitentes de la transgresión representada por Mayo del ´68. Esa transgresión
queda reflejada tanto en la subversión de la diferenciación de arte y vida, como en
la construcción de alianzas entre obreros e intelectuales. En ambos casos, la mise-
ria de la sociología se expresa en su contribución ideológica a la desmovilización
y la aceptación resignada de la derrota.
La crítica se detiene en los efectos reales del pensamiento y el discurso, leyendo
estratégicamente su función en el mundo social. Por ello el problema no reside
para Lazzarato en la noción de ideología en abstracto, sino en aquellos usos me-
tafísicos que presuponen como un dato una conciencia anterior a la coacción,
a la que el crítico estaría en condiciones de apelar como un espacio de libertad
resguardado, garantizado siempre y en todo lugar, y a la que se podría apelar para
sopesar los argumentos de un discurso, o reflexionar en las razones que legitiman
una pretensión de dominación en un intercambio comunicativo que, desde la
expoliación y genocidio colonial en el “nuevo mundo”, pasando por las distin-
tas dictaduras sangrientas en América Latina, hasta la emergencia reciente de los
nuevos fascismos, jamás ha tenido lugar.
III
La respuesta a la postulación metafísica de un espacio libre de coacciones tiene que
ser para Lazzarato el conocimiento informado por las luchas emergentes situadas
contra el capitalismo. Atender conceptualmente a las dificultades con las que se tro-
piezan quienes resisten y combaten, cuida al materialista de su tentación liberal.
Pero ante la pluralidad heterogénea de colectivos en lucha el riesgo consiste en la
dispersión. La teoría intenta en el pensamiento ofrecer elementos que cuiden de la
fragmentación, fortaleciendo las articulaciones que fortalezcan un poder común en
vías de formación. Para ello la teoría debe moverse cuidadosamente entre la ideali-
dad de los conceptos y la materialidad de las existencias singulares.
Aquí es donde aparece el caso ejemplar que representa para Lazzarato el arte
de Marcel Duchamp. En su interpretación Duchamp aparece como emblema de
una negatividad artística que suena a extemporáneo. De su ejemplo las prácticas
actuales, aquellas que con intransigencia y nutridas del legado revolucionario no
quieren conceder ni un ápice en su rechazo del mundo actual, aprenden también
9. — 12 —
que su confrontación jamás se plantea en los términos de una lógica de contra-
dicción simple. La experiencia de la lucha revela que las posiciones no quedan
resguardadas de hibridaciones producto de su ubicación en un espacio espeso
signado por temporalidades y subjetividades heterogéneas.
Lo que la vida y obra de Duchamp viene a representar para nuestro presente es
según Lazzarato la complejidad irreductible que pauta los ensayos de liberación
de lo existente. Su rechazo del trabajo, su pereza, lo aleja de otras modalidades de
relación entre arte y capitalismo, como la convivencia pacífica o la conciliación
expresa –que Lazzarato observa en algunas expresiones del arte contemporáneo–,
y lo acercan a figuras de una conflictividad radical como las que han expresado las
vidas de Hölderlin, Rimbaud o Artaud. Pero ese acercamiento no es sinónimo de
garantía alguna, sino por el contrario, invitación a mirar de frente las contradic-
ciones irresolubles de la praxis. Precisamente porque el acto de la negación siem-
pre se encuentra situada en un mundo, del que procede, y contra el que pretende
desplegarse. Ese carácter determinado de su movimiento, la aporía de una rela-
ción infinita con aquello de lo que pretende emanciparse, es la lección que deja
para las luchas sociales de los colectivos que los análisis de Lazzarato acompañan
de cerca, como los distintos feminismos, los chalecos amarillos, los movimientos
antirracistas.
Para Lazzarato por lo tanto decir no, el acto de rechazar, no aparece como una
oportunidad para fortalecer la autocomplacencia de aquel que, al no ensuciarse
las manos con la prosa del mundo, se mantiene incólume frente a los dramas de
los que se es contemporáneo, ni de aquel que sostiene sus principios independien-
temente de las determinaciones de la coyuntura en la que aquellos deberían reali-
zarse. Decir no, oponerse, no exonera de la decisión de actuar, ni de la afección de
ser compelido a la praxis transformadora.
Pero decir no tampoco exime de las contradicciones y las aporías que hacen
de toda acción colectiva un proceso nunca acabado, abierto y carente de sos-
tenimientos. Decir no es así un “arte” porque, como en las técnicas del espíritu
de los ready-mades, su acto no sólo pretende resistir sino también contraatacar,
crear ordenes distintos, fundar lo nuevo; pero ese acto siempre ya se encuentra
determinado por la sedimentación de aspectos antagónicos que, al modo de un
palimpsesto, se arrastran como la piedra prometeica, colocando a la negación en
el borde de su abismo. Entendidos como procesos, arte y política se cruzan en sus
revitalizaciones del pensamiento y la acción de la revolución.