1. 1. La axiología (del griego άξιος ['valioso'] y λόγος ['tratado']) o filosofía de los valores, es la
rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos. El
término axiología fue empleado por primera vez por Paul Lapie en 1902 y posteriormente
por Eduard von Hartmann en 1908.
La axiología no sólo trata en su mayoría intelectual y moral de los valores positivos, sino también
de los valores negativos, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no
valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores
ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de
valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max
Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores.
En este sentido, puede hablarse de una ‘ética axiológica’, que fue desarrollada, principalmente, por
el propio Scheler y Nicolai Hartmann.
Desde el punto de vista ético, la axiología es una de las dos principales fundamentaciones de
la Ética junto con la deontología.
El estudio griego culmina con el desarrollo de un sistema de valores. Los valores pueden ser
objetivos o subjetivos. Ejemplos de valores objetivos incluyen el bien, la verdad o la belleza, siendo
finalidades ellos mismos. Se consideran valores subjetivos, en cambio, cuando estos representan
un medio para llegar a un fin (en la mayoría de los casos caracterizados por un deseo personal).
Además, los valores pueden ser fijos (permanentes) o dinámicos (cambiantes). Los valores
también pueden diferenciarse a base de su grado de importancia y pueden ser conceptualizados
en términos de una jerarquía, en cuyo caso algunos poseerán una posición más alta que otros. El
problema fundamental que se desarrolla desde los orígenes mismos de la axiología, hacia fines
del siglo XIX, es el de la objetividad o subjetividad de la totalidad de los valores. Max Scheler se
ubicará en la primera de las dos posiciones. El subjetivismo se opondrá, desde el principio, a este
enfoque. Y entenderá -a la antigua manera de Protágoras- que lo estrictamente humano es la
medida de todas las cosas, de lo que vale y de lo que no vale, y de la misma escala de valores, sin
sustento en la realidad exterior. Alfred Jules Ayer mismo, en "Lenguaje, verdad y lógica", su obra
temprana, dejará los juicios de valor fuera de toda cuestión, en virtud de que no cumplen con el
principio de verificación empírica. De esta manera, lo ético y lo estético no son más que
"expresiones" de la vida espiritual del sujeto. No una captación comprobable del mundo externo.
Ejemplo: Axiología como filosofía para el crecimiento personal-empresarial
Dentro del pensamiento filosófico existe un punto central que es cómo queremos llegar a ser en el
futuro, en un estado mejor. Para poder pasar de un estado actual a un mejor estado es necesario
que se comprenda primero que para hacer mejoras tenemos que fundarlas en ciertos puntos
claves. En el pensamiento los hemos llamado siempre la axiología filosófica o axiología existencial,
es decir los valores, que son aquellos fundamentados de la acción que nos pueden llevar a un
estado mejor el dia de mañana, esto se debe a que los valores dan sentido y coherencia a
nuestras acciones.
2. Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función
de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir,
apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro.
2. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos.
Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.
Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y
aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo,
aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el
bienestar o la felicidad.
Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo
que representan, y no por lo que se opine de ellos.
Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de
actitud nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con
nuestras creencias, sentimientos y valores.
Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más
apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es
alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus
valores y la manera cómo los vive.
Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las
demás personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una
convivencia armoniosa.
Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de
comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una
manera y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor.
Decidimos creer en eso y estimarlo de manera especial.
Al llegar a una organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos
aceptarlos y ponerlos en práctica. Es lo que los demás miembros de la organización
esperan de nosotros.
En una organización los valores son el marco del comportamiento que deben tener sus
integrantes, y dependen de la naturaleza de la organización (su razón de ser); del
propósito para el cual fue creada (sus objetivos); y de su proyección en el futuro (su
visión). Para ello, deberían inspirar las actitudes
y acciones necesarias para lograr sus objetivos.
Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de
lo que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en
sus enunciados generales.
3. Si esto no ocurre, la organización debe revisar la manera de trabajar sus valores.