El primer ensanche de Pamplona en el siglo XIX se vio limitado por las murallas que protegían la ciudad desde el siglo XVI, pero tras una visita del rey en 1884 se permitió suavizar estas normas y derribar parte de la Ciudadela. El segundo ensanche a principios del siglo XX fue posible cuando los militares cedieron y permitieron expandir la ciudad y derribar parte de las murallas, resultando en un nuevo barrio con un trazado ordenado en forma de malla diseñado por el arquitecto municipal Serapio Esparza en