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Entre hormigueos
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ENTRE HORMIGUEOS
(Novela)
Santiago Martín Moreno
Entre hormigueos
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PRÓLOGO
Cuando comencé a releer, y a su vez corregir ésta,
al que más de un lector o lectora considerará una
"extraña" o en su defecto, fantástica novela, lo primero
que se me ocurrió, fue pensar: ¿cuánta gente creerá en
este argumento? ¿Cuántos seres humanos, dada su
condición de racionalidad, le otorgará un mínimo de
crédito en la absurda creencia de que su reino es el único
que impera en este planeta llamado tierra? Un cuerpo
espacial que debería llamarse agua, es decir, agua
debido a que ésta cubre, el 70%, del globo, y por
consiguiente, tan sólo el 30% restante, corresponde a la
masa continental. Sin embargo, a la Tierra se la conoce
como el planeta azul.
Extrañas combinaciones nos deberían de llevar a una
reflexión filosófica acerca de razonamientos más
fuertes que aquellos que se apoyan en el negativismo
como es la ciencia, o el bajo nivel sensorial humano, en
razón de una incapacidad interesada tan sólo en lo que ve
y oye.
La pretensión de alcanzar niveles superiores en el
marco de la percepción extrasensorial debería ser la
meta. Y créanme, no es nada fácil, sin embargo, a mi
juicio, no es tan difícil, y mucho menos imposible.
Entre hormigueos
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No hay que profundizar mucho para apreciar la
virtud y el amor que surte efecto, cuando la sensibilidad
de algunos, intentan conectar con seres de otros reinos
diferentes al suyo.
Alcanzar un grado superior en el orden espiritual, es
conseguir que la flor se vuelva, o se agite cuando sobre
ella se derrama con dulzura todo un conjunto de frases
envueltas en la calidez de sus propias vibraciones. Ella
nos habla, pero no la escuchamos, sin embargo no cabe la
menor duda de que algún ser humano en esta tierra
puede mantener, o tal vez ya mantenga, una mínima
conexión con ella. Por supuesto que será paranormal.
No obstante, no dejará de ser producto de la
Naturaleza naturante, Dios, el Sumo Hacedor, en tanto
que sustancia infinita y causa libre.
En ese contexto del reino animal, y en lo que se
refiere a la aún no desarrollada evolución, podemos
asegurar que existen seres que, aunque no los
escuchemos, nos hablan. Por supuesto que carecen de
mente, sin embargo, su inteligencia intuitiva y natural,
hace que respondan a nuestras preguntas y demandas
que, en cierta medida sí somos capaces de captar. Si
dejamos nuestra mente en blanco, seguro que nos
encontraremos con la sorpresa de escuchar y entender
sus lenguajes mediante la concentración, hasta el
extremo, a veces, de que ello se pueda convertir en
rutina. Y este es el caso confirmado a través de nuestra
protagonista Choly. Una hormiga que nos llenará de un
Entre hormigueos
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placer diferente con sus desplantes, cotilleos y sobre
todo con una inteligencia y sabiduría ignotus.
s.m.m.
Entre hormigueos
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DEDICATORIA
A mi Madre Naturaleza que se viste con los
colores de mi respeto y amor hacia ella, y que
en ocasiones, vincula las lenguas de los
diferentes reinos.
¡Ojalá! algún día, los seres humanos escuchemos
cuanto nos dice continuamente…
Entre hormigueos
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I
Hola, escuché que alguien saludaba cerca de mí y
del maravilloso, y resplandeciente seto verdeante. Miré
a un lado y a otro pero, no vi a nadie a este de aquella
barrera de hermosas y bien cuidadas tuyas no muy altas,
apenas dos metros, con lo cual pensé que la idea habría
sido tan sólo una separación entre parcelas de las otras
casas residenciales, o simplemente una manera de que el
terreno o lugar quedara protegido aunque, en un primer
momento, ya sabía yo perfectamente que se trataba de
una separación entre lo público y lo privado.
Me levanté del banco en el que me encontraba
sentada e intenté mirar a través de aquella apretada
urdimbre de ramas enlazadas y convertidas en una pared
ideada cual pintura al natural; nada, imposible ver algo a
través de él.
Di la vuelta y volví a sentarme a la espera de oír de
nuevo aquel saludo. Hubo un momento en el que me quedé
extasiada contemplando un gracioso velero que en ese
momento se deslizaba orgullosamente por las tranquilas
aguas de aquel maravilloso y azulado lago, y cuya salida a
otro mayor, permitía desde donde me encontraba la bella
observación de como el brillante disco solar bajaba poco
a poco para, entre colores cárdenos y anaranjados, ir
quedando oculto tras una línea vibrante que parecía
dividir el inmenso cielo de la tierra, cuando de nuevo
Entre hormigueos
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volví a oír el saludo, por lo que sin realizar el más mínimo
de aquellos gestos que a veces delatan una cierta
inquietud, pregunté al refrescante aire del atardecer.
- ¿Es para mí el saludo?
- Sí, para ti…
- Pues entonces !hola, quien quiera que seas, aunque
no he podido ver a nadie!
- Comprendo, ¡soy tan pequeña al lado tuyo! y
además, estoy a tus pies; mira hacia ellos y me verás
arrastrando con dificultad un buen trozo de cáscara de
avellana, y ten cuidado no me pises.
- Ya te veo, y no eres tan pequeña - le dije
dedicándole una sonrisa al tiempo que depositaba mi
guitarra sobre la superficie de madera del banco, pero
dime: ¿cómo vas tirando de una carga que es de mayor
tamaño que tú, y para que la quieres?
- Las hormigas nos pasamos todo el día llevando
diferentes tipos de materia orgánica hacia el
hormiguero: hojas, semillas, otros insectos muertos… Sin
embargo, muchas no nos alimentamos de lo que cogemos,
sino que algunas somos agricultoras o, incluso, y aunque
te sorprenda, hasta ganaderas.
- Ahí, ya me pierdo - le dije verdaderamente
sorprendida.
- Entiendo que te sorprendas, ya que, al parecer, te
pasas el día con tu guitarra.
- No, no te creas, es que hoy me he sentido
bastante triste, y cuando me ocurre esto me vengo a
este banco y rasgueo un poco la guitarra contemplando el
lago y así me siento menos sola.
Entre hormigueos
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- Tienes razón: a veces tan sólo basta un sólo
momento de felicidad para que tomemos consciencia de
que realmente somos unos privilegiados - y continuó.
Claro que cada uno a su forma de vida.
- Es muy cierto eso que dices. Sin embargo, me
gustaría que me hablaras acerca de que algunas sois
incluso ganaderas ¿cómo puede ser eso...? - le insistí ya
que me comía la curiosidad.
- Bien, te diré que tenemos nuestros rebaños de
pulgones. Mira, un ejemplo de mutualismo se da entre los
pulgones y nosotras. Algunas actuamos como granjeras,
"ordeñando" a los pulgones y protegiéndolos de
depredadores como son las mariquitas. Ya sabes, esos
otros insectos de cuerpo redondeado y con lunares,
también conocidos como vaquitas de san Antonio o
catarinas.
- ¡Qué curioso! Pero dime: ¿para qué necesitas esa
cáscara de avellana, aunque es de suponer que cuando
cargáis algo con tanto afán, alguna razón de peso debe
de haber - le dije.
A lo que ella respondió:
- Aunque te vuelva a sorprender, hay un equipo que
se encarga de triturar todos estos productos que
conseguimos fuera del nido, y que una vez mezclados con
los líquidos acuosos y algo viscosos que segregan
nuestras glándulas, los humedecen y así la membrana
mucosa los deja dispuestos como nutrientes para nuestra
alimentación.
- ¡Sorprendente!
- Pues no debería sorprenderte tanto, ten en cuenta
que durante todo el tiempo necesitamos estar buscando
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qué poder aportar a la comunidad. Y es que somos
muchísimos miembros, y no te puedes imaginar lo que
comen las crías.
- Pero, tú estás sola o sólo porque no sé si eres
macho o hembra, y además siempre os he visto en
hileras.
- Se nota que no nos has observado mucho. Te diré
que en lo que a mí se refiere, es que soy muy
independiente, en cuanto a mi sexo, soy una hembra;
observa que mi color no es del todo negro como los
machos, sino que mi tono es un poco marrón tirando a
rojizo, además ellos son un poco más pequeños aunque
con los ojos y el tórax más grande.
- ¡Así que tú también eres de las independientes! - le
dije.
- Sí, pero ya está bien de hablar de mi; ¿por qué no
hablamos un poco de ti - me insinuó directamente, al
tiempo que abandonando la cáscara comenzó a trepar por
mi pierna hasta llegar a colocarse sobre la palma de la
mano que, gentilmente y a modo de amistad le ofrecí en
el momento que consideré oportuno.
- Vale. ¿Y qué te gustaría saber de mí? - le pregunté
ahora cuando, casi por decirlo de alguna manera,
estábamos las dos cara a cara.
- Sobre todo ¿qué haces aquí tan sola, y qué
canturreabas mientras rasgueabas las cuerdas de esa
guitarra tan bonita?
- Es curioso lo que son las coincidencias. Pues mira
estaba canturreando un bolero que dice: Mirando al mar
soñé que estaba junto a ti; claro que no se refería a ti
sino que recordaba a un chico estupendo que conocí el
Entre hormigueos
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pasado verano, con quien pasé unos maravillosos días y
nos despedimos aquí mismo, en este banco, dejando atrás
una buena amistad. Y es que aquí estoy pasando las
vacaciones en la casa de mis abuelos maternos donde lo
paso muy bien con ellos, pero a veces cuando dejo de
estudiar los temas de una asignatura que me quedó
pendiente, pues ya sabes, cojo la guitarra y me vengo
aquí, y es que esto es muy tranquilo.
- Entonces ¿tú vives en la casa que tiene este seto
tan bonito, y tan alto? - dijo interrumpiendo el relato.
- Sí, es el jardín de los abuelos.
- Perdona, pero ¿no estarías más a gusto al otro lado
y sobre el frescor que debe ofrecer el césped?
- Algunas veces lo hago balanceándome en el
balancín, pero cuando me detengo y cojo la guitarra, el
seto no me inspira nada, él me impide ver el lago y las
barquitas de velas de colores que a veces forman
regatas, y es muy bonito; imagino que tú también lo
habrás visto alguna vez.
- No, nosotras no tenemos tiempo para eso, estamos
condenadas por alguna razón que desconozco, a estar
continuamente trabajando, si no es en una cosa en otra,
el caso es que no paramos, somos como los relojes
eléctricos, el día que se acaba la pila, ya sabes...
- Disculpa que te interrumpa, pero es que en una
ocasión estuve observando un rato como una compañera
tuya estaba intentando introducir en el hormiguero una
plumita, al parecer, de un gorrioncillo, y me quedé
pensando para que la querría.
- No te extrañes; siempre que hay oportunidad de
hacernos de alguna nos la llevamos. En el interior hay
Entre hormigueos
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algunas compañeras muy habilidosas: las cogen y las
deshacen, el palito central que se llama raquís es muy
ligero a la vez que ofrece mucha rigidez para fortalecer
las paredes, el resto tiene diferentes usos: uno de ellos
es el aprovechamiento de la queratina, esta es como una
proteína muy rica en azufre y con ello evitan que haya
sarna en diferentes partes del nido.
- Me estás dejando absolutamente anonadada.
- Qué te creías, que sólo los humanos existís; no
amiga mía. Hay muchos que aún continúan en la creencia
de que nuestro planeta es único en el universo y por
añadidura, que vosotros sois el centro de este planeta,
pero estáis muy equivocados: por la superficie y por el
subsuelo existen infinidad de criaturas que conforman
tantas colonias que el hombre tardaría mil años en
descubrirlas todas, estudiarlas, analizarlas y
catalogarlas.
- Pues sí que eres un libro abierto, vamos que ya
quisieran muchos tener tus conocimientos.
- ¡Mujer, creo que tampoco es para tanto! aunque he
de reconocer, en lo que a mi especie se refiere, la verdad
es que me he movido bastante, y que ya tengo mis añitos.
Por cierto, me cuentas que aquí estás pasando tus
vacaciones de verano, en la casa de tus abuelos pero, ¿de
dónde eres, y cómo te llamas, si no te importa, claro? -
se interesó cual buena cotilla.
- No hay ningún problema; me encanta hacer
amistades, y para ello lo principal es la comunicación
mediante el nombre. Me llamo Dolores aunque desde los
primeros días de mi nacimiento todos comenzaron a
llamarme Dolita, y no es que me haga mucho chiste, la
Entre hormigueos
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verdad, pero la vida es así, y no creas que no he
intentado convencerlos a todos, pero, al parecer les
gusta y así sigo - le dije, apreciando en su mirada y
asentimiento cierto signo de tristeza y comprensión.
- Pues a mí no me disgusta - A ver qué te parece el
mío, porque aunque sólo sea una hormiga también tengo
mi nombre, pero no quiero que te rías; lo cierto es que no
sé si es un nombre o no, pero en la comunidad me llaman
Cabezota, no sé si será porque tengo una cabeza más
grande de lo normal, a juicio de la reina, o porque soy
Tauro, que también nosotras tenemos nuestro horóscopo;
y que quieres que te diga, esto es lo que hay - me dijo
mirándome fijamente y esperando algún gesto.
- Pues yo, si no te molesta y dado que recuerdo que
de pequeña era reacia a cuando me mandaban a hacer
algo que no me gustaba, siempre me decían ¡qué cabezota
eres, o tienes cabeza de chorlito! Así que yo, abreviando,
te llamaré Choly, de chorlito, ¿qué te parece?
Entre hormigueos
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II
No hubo ningún comentario ni gesto, sin embargo,
pasados unos segundos ambas, al parecer, ya amigas se
echaron a reír al mismo tiempo.
- Vale, y ahora ¿dime de dónde eres, dónde vives,
que estudias, si tienes hermanos o hermanas…? Perdona,
pero es que quiero saber muchas cosas de ti, todo cuanto
sea posible; comprende que humanos veo todos los días, y
muchos, pero no tengo relación ninguna con ellos a
excepción de largarle algún improperio a aquellos
despistados que en ocasiones por poco me pisan - me dijo
poniendo cara de impaciente atención.
- Te cuento: Nací en un pueblo de Córdoba llamado
Almodóvar del río, y está ubicado en la comarca del Valle
Medio del Guadalquivir. No es muy grande pero es muy
bonito, tiene un magnífico y muy bien cuidado Castillo
llamado de La Floresta, que está situado en el monte
llamado "El Redondo"; es una Fortaleza Andalusí que
anteriormente fue Castro romano, o lo que es lo mismo
una Fortificación militar, y la edificación actual tiene
definitivamente origen bereber.
La gente es muy hospitalaria y amable, y ahora si
que te vas a reír porque a la gente de mi pueblo la llaman
"Cuco o Cuca”.
-Qué gracioso - dijo cuando se tranquilizó - y
continuó ¿y sigues viviendo allí?
Entre hormigueos
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- No, mi padre que es militar fue trasladado a
Sevilla, y en ella vivimos desde que yo tenía siete años.
Mi pueblo me encanta y allí volvemos siempre que
tenemos oportunidad, y es que tanto mi padre como mi
madre aún tienen allí familia, hermanos y hermanas por
ambas partes, además mis padres siguen conservando la
casita que se hicieron cuando se casaron, porque mi
padre no quería vivir acuartelado. Él, pertenece al Cuerpo
de Aviación por eso lo destinaron a un lugar de Sevilla
que se llama Tablada. Y el barrio donde vivimos se llama
el barrio León que se levantó sobre un Caserío conocido
como “La Torrecilla”, que por cierto, el propietario
también era de Córdoba, de Palma del río. El barrio es
muy bonito, y en el comenzaron a vivir muchos miembros
del ejército después de la guerra civil.
Ahora tengo veintitrés años, y estudio en la
Facultad de Ciencias. Seguro que te gustaría ver los
trabajos y prácticas que se realizan allí.
También me preguntabas si tengo hermanos; no, soy
hija única. Tan sólo tengo una afición, la música clásica y
la lectura, y coger de vez en cuando la guitarra; en
cuanto al deporte, el único que practico es el remo en el
Club Náutico que está en el río Guadalquivir, frente a la
Torre del Oro.
Ahora, estoy pasando las vacaciones aquí en Iznájar,
un lugar que me encanta aunque no puedo practicar el
remo porque no tengo mi piragua; mis padres se han ido
a realizar un viaje por Europa. Y eso es cuanto te puedo
contar. Oye, sabes que me haces cosquillas en la palma de
la mano, me encanta.
Entre hormigueos
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- Y tú, venga, cuéntame algo de ti, y aunque ya
conozco tu saber y tus conocimientos, no me vayas a
largar aquello de que sois animales súper fascinantes,
que estáis extendidos por todo el planeta, exceptuando
las zonas del Ártico y la Antártida. Y que aún siendo
especialmente frecuentes en todo tipo de bosques,
donde podéis conformar hasta la mitad de los insectos
habitantes del lugar, se os puede encontrar en zonas
residenciales y hasta industriales, que todo eso ya lo he
estudiado - le dije con una amistosa y socarrona sonrisa.
- Cómo me gustaría que me llevaras en un bolsillo a
algunas de tus clases. Pero, ¿qué te puedo contar de mi,
un pobre insecto que todo su afán es ser independiente?
- Bueno, pero ahora lo eres, al menos eso es lo que
me dijiste - le recordé.
- Sí, pero, lo hice abandonando a mi gente,
afortunadamente, a excepción de mis deberes dentro de
la comunidad, ya no me ataba nada sentimental, nunca
pude tener pareja, te cuento: en nuestras sociedades
estamos divididas en castas. Generalmente se distinguen
tres: relacionadas con el sexo y la capacidad
reproductora: Hembras fecundas (que desempeñan la
función de reinas); hembras estériles (obreras) y los
machos fértiles, y el no haber alcanzado el grado de
Reina he creído siempre en que ello era debido a mi
carácter tan dominante y fuerte como temperamental,
pero nunca mostré frialdad si había una entrega y un
sincero cariño que hiciera posible y perdurable una
futura amistad; tampoco me quedaba familia, así que un
buen día cogí mi hatillo, y escondida tras unos sacos de
patatas y otros géneros de un vendedor ambulante de
Entre hormigueos
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aquellos que viven de pueblo en pueblo, visitando cada día
un mercadillo donde ofrecer su mercancía, pues así fue
cómo cansada del vocerío de aquél hombre pregonando,
que después de ver a través de las ventanillas de la
furgoneta algunos pueblos, que decidí quedarme aquí.
- Pues acertaste, y es verdad lo que me cuentas, hay
que ver lo pesados que son algunos, y lo que chillan tan
temprano. Y me alegra que decidieras quedarte en este
bellísimo pueblo. Y dime ¿dónde vives ahora, porque
supongo que habrás encontrado alguna colonia, y que te
haya aceptado sin más…?
- No, sin más no, que algunas tienen unas reinas que
ponen muchas y serias dificultades, sin embargo en esta
he caído muy bien; ya llevo algún tiempo con ellas y no
hemos tenido ningún tropiezo aun conociendo y
aceptando mi carácter independiente.
- Está muy lejos - le pregunté al tiempo que pensaba
que había cometido una imbecilidad ¿cómo iba a estar
lejos, qué pensaba que tenía medio de transporte?
Ella discurría los mismos pensamientos mientras
mirando hacia la derecha y hacia abajo le daba a
entender que su lugar de residencia se encontraba a
menos de un metro de donde ella tenía plantadas sus
deportivas.
- Perdona, ha sido un lapsus de lo más tonto,- le dije
con toda humildad.
- No tienes que disculparte, eso le puede pasar a
cualquiera, además podría estar al tanto de a dónde vas
después de estar aquí un rato, engancharme a tus
deportivas y bajarme donde me conviniera. Claro que el
problema sería la cascara de avellana.
Entre hormigueos
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- Muy graciosa, ¿todas tenéis esa gracia? - le
comenté viendo como alargaba su sonrisa hasta que,
contagiándome, acabamos riéndonos.
- Supongo que aparte de salir al exterior, a la
búsqueda de posibles alimentos, algo habrá que te
entretenga en tu tiempo libre si es que lo tienes, ya que
según nos enseñan en la Facultad sobre la naturaleza
animal no tenéis tiempo para nada más.
- Pues lamento que tus profesores estén
equivocados; hay muchas formas de combinar un trabajo
con un juego para los pequeños.
- ¿Cómo es eso de combinar un trabajo con una
diversión en tu especie?
- ¿Recuerdas el naranjo que hay en la esquina del
jardín de tus abuelos y que se encuentra no muy lejos del
balancín en el que te meces algunas tardes, y en el que,
por cierto, en ocasiones, te pegas unas siestecitas que
para mí la quisiera yo?
- Sí, perfectamente; en más de una ocasión he
cogido algunas naranjas para preparar zumos, y están
buenísimas, y es que son naranjas de zumos, no como las
otras cuyo nombre no recuerdo.
- Posiblemente debes referirte a las que se conocen
aquí como la variedad guasintonas, aunque desconozco de
dónde le viene el nombre, porque de Wuashington no
creo que sea teniendo la riqueza que tenemos en
Andalucía.
- Bueno, el caso es que cuando se cae una y se abre
por el golpe, me traigo a las crías, las enseño a entrar
por la abertura de la cáscara, cosa que les encanta, y se
nutren de su caldito, luego venimos las adultas, por
Entre hormigueos
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turno, y no te puedes imaginar como la dejamos por
dentro absolutamente limpia, vacía, hasta el extremo de
que cuando se seca parece una bola de madera
completamente hueca.
- No sabía que os gustara las naranjas hasta ese
extremo - le dije sin dejar de mostrar mi extrañeza
acompañada de una leve sonrisa.
- Para nosotras que estamos tan cerca, una naranja
caída en un manjar, y en cuanto la sentimos ya estamos
organizando la salida, aunque no en todas las ocasiones
tenemos resultados positivos.
- ¿Y eso por qué? - quise saber muy interesada.
- ¿No has oído nunca que los jardineros en su afán
de exterminarnos, uno de los medios es la utilización de
naranjas podridas?
- No, no sabía de esa técnica.
- Pues sí, recogen algunas, al parecer, la tienen en
alguna maceta interior, y cuando la naranja se pudre la
colocan bajo el árbol, pero como es natural, al igual que
otros insectos y avecillas, todos esos trucos ya nos lo
sabemos de memoria, es como pasa en las viñas con los
espantapájaros; al día siguiente ya se posan sobre los
brazos del muñeco de paja.
Dicho esto, Choly se rió con cierta ironía, y quedose
un momento pensando si ello no había podido molestar a
su amiga, al fin y al cabo se trataba de la propiedad de
sus abuelos a los que, en cierta medida, una colonia de
hormigas podrían estar haciéndole daño a las plantas, así
que le pregunté si se sentía molesta por el comentario
que yo había hecho acerca de ello.
Entre hormigueos
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- Para nada, yo sólo estoy pasando aquí las
vacaciones, por lo que cuando me vaya la semana que
viene, en lo único que voy a pensar es en si este rato que
estoy pasando contigo no habrá sido un sueño debido al
calor de la soledad, y al de esta tarde veraniega del mes
de Agosto.
- Qué lástima que te vayas tan pronto, y por otro
lado, esa soledad bien pudiera ser el producto de que tu
amigo, el del pasado año no haya podido venir a verte, y
yo no quiero que ello se convierta en tristeza.
- Si, la verdad es que lo echo de menos; aún
recuerdo una mañana en la que se fueron los abuelos a
ver una pequeña embarcación que unos amigos de mi
abuelo le estaban construyendo en un pequeño Astillero
que hay cerca de casa, al lado del embarcadero, y es que
mi abuelo había sido Ingeniero naval, así que
aprovechando que yo me había quedado repasando unos
temas pendientes, lo llamé; tardó en venir un suspiro, y el
tiempo que estuvimos juntos consolidó nuestra más
íntima amistad, no duró mucho aquel rato pues los
abuelos vinieron a la hora de almorzar, y como quiera que
no tuve más remedio que presentarles a Raúl, que así se
llama pues como que se vieron obligados a invitarlo a
comer, detalle éste que, como es natural, a mi me
encantó, como le encantó al abuelo, cuando le comentó
que al haber nacido en san Fernando, y al ser
Universitario, su deseo era ingresar en la Marina y hacer
carrera en la Escuela de la Armada, y que ello se
realizará en el siguiente curso ya que tiene cumplidos y
aceptados todos los tramites.
Entre hormigueos
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El haber tenido notas muy altas en todos los cursos
de una especialidad como la Biología marina, y la ayuda de
su padre que en la actualidad es proveedor del Arsenal
de la Marina, que está en la Bazán y a cuya Comisión de
Defensa, su fábrica le suministra todo tipo de materiales
navales, como pueden ser desde cordajes de todas las
medidas, hasta aceites y grasas especiales para la
lubricación de máquinas como molinetes y cabrestantes,
motores auxiliares etc.
Entre hormigueos
Página 22
III
Recuerdo como un día estando de visita con su padre
en uno de los remolcadores de la Marina, y en el que, al
parecer, había un cordaje defectuoso, por
desconocimiento de la rutina de a bordo, en una maniobra
de emergencia le pidieron que sostuviera, una palanca;
como quiera que no lo hizo bien toda vez que era la
primera vez que se encontraba en semejante situación, el
caso es que el enganche se desactivó con lo que la
maniobra falló, y aunque el Contramaestre no le reprochó
nada, ello hizo el que sus pensamientos se volcaran aún
con más fuerza por seguir la carrera en las Fuerzas
navales.
- ¿Qué edad tiene ahora Raúl? - preguntó Choly,
interrumpiéndola.
- Acaba de cumplir veintitrés años, igual que yo,
aunque hay unos meses de diferencia en los que resulta
él mayor. El próximo curso yo estaré en la Facultad, y él
lo hará en la Marina como futuro Especialista.
- Entonces la cosa está bastante clara, vas a tener
de pareja un marinerito - dijo esbozando una graciosa
sonrisa - y continuó: ¡ojalá! el próximo verano vuelvas, y
con él me invitéis los dos a dar un paseíto en la barquita
de tu abuelo que seguro ya estará terminada.
- ¡Huy, huy! Amiga mía eso está muy lejos, aunque de
ser posible, el llevarte sería el menor de los problemas -
Entre hormigueos
Página 23
le dije correspondiendo a su buen humor.
Entre charla y charla, Dolita oyó como la abuela,
desde lo alto del magnífico porche que, a modo de un
bello mirador sobre el lago poseía la casa, la llamaba por
si quería merendar.
- ¡Ya voy, abuela! - respondió Dolita, al tiempo que
pensaba en que debería dejar a su amiga, en cuya mirada
observó el dulce y mágico deseo de unas pastas, por lo
que sin pensárselo dos veces, se metió la mano, sobre la
que se encontraba su amiga, en el bolsillo y se dirigió
subiendo hacia el porche.
- Ya estoy aquí, abuela ¿te importa que me siente a
tomar el té abajo en la mesita del césped? - le dijo de
forma un tanto zalamera.
- Estás de vacaciones, así puedes hacer lo que
quieras - le respondió la abuela.
Aprovechando el ofrecimiento y el que la abuela no
tuviera interés en aquel deseo de su nieta, Dolita tomó
su taza con el té y un platillo con algunas pastas, y
bajando los escalones se acomodó en un silloncito blanco
de hierro forjado, al tiempo que sobre la mesita del
mismo material y a juego, depositó tacita y el
correspondiente platito.
Un instante después hizo salir a su amiga quedando
ésta sobre la mesita, y a la que se le notaba a todas luces
cuánto le gustaba lo que estaba viendo, por lo que,
consciente Dolita, de aquellos pensares, ni corta ni
perezosa, como se suele parafrasear en semejantes
momentos, le ofreció aquel, para ella, un verdadero
manjar.
Entre hormigueos
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- Dolita, te importaría que compartiera esto con mi
gente - dijo de forma muy recatada.
- Ya había pensado en ello, y si te parece podría
acercarle a la entrada del nido una pasta entera y así no
tendríais que realizar el trabajo de tenerla que llevar
previo desmenuzamiento - dijo Dolita sin convencerle lo
que acababa de ofrecer, y que obligaba a su amiga a
mostrarle el lugar donde se hallaba la entrada de su
hogar.
- Pero eso sería una barbaridad, ahí no sólo
tendríamos comida para mucho tiempo sino que
llamaríamos la atención de otros grupos, y eso que la
entrada está protegida por un cuerpo de soldados que
realizan funciones fundamentales para la seguridad de la
colonia, protegen a la Reina, que es su primera obligación,
ten en cuenta que las reinas son las únicas hembras
fértiles de las colonias; de ellas nacen todos los demás
miembros. Su función más importante es transmitir su
importante material genético a sus descendientes, con el
fin de asegurar que la especie permanezca fuerte y apta
para sobrevivir. Ellas defienden la comunidad, forman
ejércitos que matan a las presas, atacan otras colonias
enemigas en busca de alimento o nidación e incluso toman
de rehenes a los huevos de las otras colonias, además de
aportar materia orgánica en descomposición, por lo que
ayudan a limpiar y a aprovechar los residuos orgánicos.
- Tienes toda la razón - dijo Dolita - e insistió: pues
como hoy libra el jardinero podrías avisar, y una vez que
se desmenuce la pasta y la dejemos caer bajo la mesa
que vengan a llevársela, así mientras tanto, subo este
Entre hormigueos
Página 25
servicio a la cocina y luego nos vamos a dar un paseo
hasta la orilla del lago.
- Creo que será mejor que me quede con ellas hasta
que terminen, que para estos menesteres soy muy
eficiente, además he de terminar la faena pendiente
¿recuerdas? - dijo la amiga sonriendo.
- ¿Faena, cuál faena? - preguntó Dolita extrañada.
- ¿Ya no te acuerdas que dejé una importantísima
cáscara de avellana a medio camino?
- Es verdad, chica se me había olvidado por
completo. Bueno pues entonces, si quieres y tienes
tiempo, mañana nos vemos en el mismo banco y a la misma
hora, ya me oirás cuando rasguee mi guitarra -dijo Dolita
al tiempo que bajaba la mano hasta el césped y de ella
saltaba Choly.
- Vale, hasta mañana, anda que vamos a dejar el
césped más limpio que la espalda de tu guitarra - esto lo
dijo de forma que las dos amigas se echaron a reír.
Un instante después, Choly veía a su amiga
atravesar la puerta de salida de la casa.
Sonaban las campanas de la torre anunciando el
mediodía, cuando Choly corrió hacia el banco en el que
sabía que ya esperaba Dolita, pues a la par que sonaban
las campanas anunciando a su vez el Ángelus, ya
escuchaba los acordes de una canción:
"Te esperaré, nos sentaremos juntos frente al mar,
y de tu mano podré siempre caminar, y aunque pase toda
mi vida aquí sentada, yo te esperaré, pues sé que en tus
ojos tendré siempre tu amor, como tú lo tendrás en los
míos."
Entre hormigueos
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- Hola Dolita, que canción más bonita, seguro que te
la acabas de inventar - dijo Choly, al tiempo que trepaba
por las estampadas bermudas hasta alcanzar la palma de
la mano que la muchacha le ofrecía una vez más.
- Hola, amiga, y sí, me la acabo de inventar
recordando algo acerca de un antiguo bolero en el que, al
parecer, alguien de forma incansable se pasó la vida
esperando un amor prometido pero que jamás regresó.
- Pero ese no es tu caso por lo que estoy sintiendo a
través de las señales que me transmiten mis antenas, las
cuales captan que algo te ha sucedido en estas últimas
horas.
- ¡Pero qué lista eres! ¿Y de dónde sacas tú eso de
que has captado que algo me ha debido ocurrir
últimamente? - dijo la joven mostrando un gesto de
extrañeza de forma empática.
- Será que esta mañana he visto al cartero que
echaba un sobre en el buzón - dijo Choly sin poder
aguantar la risa.
- Pues sí, amiga. He recibido una carta de Raúl, en la
que me dice que pronto vendrá a verme.
- ¡Cómo me gustaría que me la leyeras - se interesó
poniendo cara de circunstancias!
- No tengo ningún inconveniente - dijo Dolita
mostrándose amable, escucha:
Entre hormigueos
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IV
“Queridísima Dolita: Casi seguro que el día veintidós
podré ir a verte, y es que ya no puedo pensar en nada que
no seas tú, tu rostro y tu sonrisa ocupan cada segundo de
mi tiempo, hasta el extremo en que no me concentro en
el estudio del plan que recibí de la escuela de la Armada
para mi ingreso. Y es que desde el momento que
apareciste en mi vida fuiste como un rayo de luz entre
las tinieblas que producen las dudas, pero te conocí e
iluminaste mi camino dándole otro sentido que me hizo
entender que el amor puede ser real cuando se encuentra
a la persona con la que la conexión es diferente, y aunque
me oigas decir lo mismo mil veces, confieso que cada día
que pasa ya te amo con locura, y agradezco a la vida que
me diera la oportunidad de elegir el amor de mi vida y
sobre todo que la elegida fueras tú, sin pensarlo; ¡te vi
tan hermosa, aquella tarde en la casa de tus abuelos! Allí
encontré mi verdadera felicidad, mi razón de ser y mis
fuerzas para continuar. Sé que a partir de aquel día mi
sueño se convirtió en realidad, y es que eres lo que
siempre había soñado. Te quiero, Dolita linda. Te veré
muy pronto. Tuyo siempre, Raúl.”
- Que bonita carta, y que cosas más lindas te dice
¡cómo me gustaría que alguien me escribiera y me dijera
estas cosas, pero ya ves nosotras las obreras estamos
condenada a no poder tener relaciones, tan sólo la reina
Entre hormigueos
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puede! - esto lo dijo lanzando al aire un amargo y largo
suspiro.
- Chica, está claro que te ha gustado y llenado de
melancolía. Lamento que vivamos en mundos tan
diferentes, pero que le vamos a hacer la vida que nos
toca es así - dijo la muchacha a modo de consuelo.
Durante un periodo de tiempo indeterminado, ambas
amigas guardaron silencio.
- Discúlpame, amiga, pero he de dejarte. Voy a
aprovechar que tengo la dirección de donde se encuentra
Raúl, y voy a ir a la oficina de correos para enviarle un
telegrama en el que le ponga el número de teléfono de los
abuelos y que me llame confirmándome cuando vendrá y
así poder ir a esperarle, caso que viniera en algún medio
de transporte. Igual el padre le deja su coche ya que
Raúl tiene permiso de conducir desde hace poco tiempo,
pero no lo creo. Él estuvo a punto, según me dijo, de
comprarse uno de segunda mano para ir a la Universidad,
pero descartó la idea ya que en la misma puerta de su
casa tenía una parada de bus que lo dejaba al lado de la
entrada del campo universitario
- Vale, Dolita, a ver si tienes suerte y te dice que
podéis estar juntos unos días, al menos hasta que te
vayas la semana próxima - dijo animándola en la medida
de lo posible.
- Gracias, amiga, luego nos veremos a la espera de
que me llame.
Momentos después, Choly veía como Dolita con su
bolso de verano al hombro atravesaba la puerta enrejada
y salía a la calle, camino de la Estafeta de Correos.
Entre hormigueos
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Cumplida la misión que le llevo allí, caminaba de
vuelta pensando en las ganas que tenía de ver a Raúl,
cuando de repente vino hacia ella, llevada por la brisa,
una diminuta y bellísima plumita que debía haber
pertenecido a un jilguero o tal vez a un canario que
estuviese espelechando.
Los ojos y el corazón le saltaron de un hermoso
brinco, y es que lo que se le acababa de ocurrir bien
merecía la manifestación que avalaba tal signo de alegría
interna, pues su primer pensamiento fue el ver la alegría
que a su amiga le produciría, no sólo que alguien humano
pensara en ella hasta ese extremo, sino que tuviera el
detalle de regalarle aquella plumita, tal vez, para que
alegrara su rinconcito si es que pudiera disfrutar de él
porque la Reina le tuviera asignado uno a cada una de las
obreras, como así lo tenía dispuesto para cada uno de los
miembros de la guardia.
Y con estos pensamientos, y disfrutando de cómo su
amiga recibiría el tan inesperado como sorpresivo regalo,
siguió avanzando alegre hasta llegar a la cancela que
daba acceso, a través del hermosísimo jardín a la
escalinata por donde se llegaba a la puerta principal de la
mansión.
Apenas había pisado los dos primeros escalones
cuando, desde la parte inferior de estos y a ras de
césped, escuchó un siseo...
- ¡Eh! que estoy aquí, esperándote, y tú en Babia,
cosa que por otro lado se entiende. ¿Qué pasa contigo,
acaso te crees que el teléfono va a sonar tan rápido?
Entre hormigueos
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Venga, baja y cuéntame cómo fue todo, ¿qué le
pusiste, porque supongo que el telegrama lo pondrías
urgente? - dijo mostrando un nerviosismo inhabitual.
- Pero que cotilla eres; ahora bajo que voy a subir a
soltar el bolso y decirle a mi abuela que espero una
llamada de Raúl, y que haga el favor de darme una voz
por la ventana del salón.
- ¡Ea! Ya estoy aquí - dijo cuando pisaba el último
escalón, y notó como la amiga, sin esperar, ya trepaba
por el pantalón vaquero hacia arriba, pues no había caído
en la cuenta de habérselo cambiado por las bermudas que
usaba siempre cuando se encontraba en la casa.
- ¿Y qué, qué le has puesto? – dijo sin poder evitar
el nerviosismo que la embargaba.
- Tan sólo que me llame al número de teléfono de los
abuelos, que estoy deseando escuchar su voz, verle, y
que me diga cuándo va a venir: si lo hará en el coche de
su padre o en otro medio. ¿Estás satisfecha, so cotilla? -
dijo, sin dejar de mostrar un semblante de lo más
empático.
- Ves, pues ya me quedo más tranquila, que
últimamente estás, pero parece que no estás - dijo de
forma un tanto enigmática.
- No sé de dónde sacas esas ideas, tú sí que estás
últimamente con tanto intento de sonsacarme algo, que
más pareces una avispa con tanto revoloteo y picoteo,
anda, anda.
- Será debido a eso que he escuchado alguna vez de
que son cosas de mujeres, por cierto, ¿qué es eso que
escondes en la mano que tienes tras la espalda con tanto
misterio? - dijo sin abandonar una sonrisa socarrona.
Entre hormigueos
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- Mira, venía caminando por la acera de la Estafeta de
correos y al entrar por la avenida que tiene tanta
arboleda, con una brisa de aire me ha llegado esto como
diciendo: toma y llévasela de regalo para tu amiga - esto
lo dijo mostrándole la plumita.
Choly, sorprendida, se quedó unos minutos en
silencio sin quitarle la vista a la plumita, y sin poder
manifestar, al parecer, lo que estaba viviendo en esos
momentos, era como si se le hubiesen olvidado las
palabras.
- ¡Oh! Dolita, que cosita más linda. Que recuerdos voy
a tener de este momento cuando te marches; espero que
la Reina me la deje colocar en mi rincón preferido,
aunque lo más probable es que decida colocarla en la
guardería, ya sabes, donde se encuentran las que acaban
de nacer, pero es que es tan bonita que se me acaba de
ocurrir viendo a algunas de las señoras que pasean por la
avenida, que si yo fuera humana me haría un sombrerito
y me la colocaría, seguro que estaría tan mona como ellas.
¿Tú qué crees Dolita? - dijo a modo de comentario
aunque con una carita un tanto circunspecta.
- Pues no te digo que no, que te imagino con tu
gracioso sombrerito y luciéndote cual bella damisela por
la avenida de las acacias, y los soldados de otras colonias
diciéndote piropos al pasar.
- Qué imaginación tienes, ahora me explico la
facilidad tuya para hacer esas letras de canciones tan
bonitas.
- ¡Anda ya! si la mitad de las letras son de otras
canciones, lo que yo hago es adaptarlas a mi manera.
Entre hormigueos
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V
Estaba cayendo la tarde cuando Dolita, oyó a la
abuela que la avisaba desde la ventana, diciéndole que la
llamaban por teléfono, y que subiera rápidamente, que
era Raúl por conferencia desde Cartagena.
Con tan sólo un hasta mañana, se despidió de su
amiga a la cual tan sólo le dio tiempo a decirle ¡corre,
corre! Y eso hizo subiendo la escalera y saltando los
peldaños de dos en dos, por lo que cuando llegó y agarró
el auricular, estaba medio ahogada y sin poder articular
palabra. No obstante, tuvo fuerzas para decir:
- Hola, Raúl, ¿cómo estás?
- Hola, Dolita, bien, estoy bien, pero te noto como
asfixiada. ¿Estás bien?
- Sí, ahora mejor que nunca, es que he subido
corriendo cuando la abuela me llamó diciendo que tenía
conferencia; tengo tantas ganas de escucharte, y tantos
deseos de poder verte y abrazarte como aquella última
tarde, vamos que ya estoy poniéndome nerviosa - dijo sin
poder evitar el ahogo y que le temblara la voz.
- Tranquilízate Dolita, que a mí me pasa lo mismo, y
es que para mí todo este tiempo lo he pasado muy mal,
tan sólo me consolaban tus cartas, gracias a ella y lo que
me contabas acerca de tus prácticas de remo hacían que
me mantuviese entretenido, aunque siempre buscando
una escusa para poder ir a verte a Sevilla, pero es que mi
Entre hormigueos
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padre es un jefe un poquito inquisidor, aunque he de
comprender que la labor que desarrolla para la Armada
es muy importante, aunque parezca que fabricar y
suministrar grandes materiales para los arsenales y los
astilleros sea una labor de menor importancia.
Ahora aún estando un tiempo de vacaciones en que
la Fábrica y los almacenes están cerrados, a mi padre no
se le ocurrió otro lugar para descansar con mi madre, que
la playa de Calblanque en Cartagena; claro que el lugar no
fue por casualidad sino porque salieron a subasta hacer
negocios con el Arsenal de Cartagena y los Astilleros, y
allí me arrastra siempre como si yo fuera a heredar el
negocio, que eso ya lo tiene adjudicado mi hermano, pero
ya está bien de hablar de mí, y que además aún no te he
dicho lo mucho que te quiero.
- No importa, Raúl, esto último lo compensa todo;
por mi parte, y aunque no tengo mucho que contar, si que
he de decirte que yo también, desde aquel primer día ya
comenzaste a entrar en mi corazón, habrá quién no crea
en el flechazo, pero yo lo tuve muy claro, pues lo primero
que pensé al verte con tus pantalones blancos, tu polo de
corte veraniego tus deportivas, y sobre todo aquella
carita risueña y llena de bondad, de la que emanaba un
sin fin de ilusiones frente a la dureza de momentos tan
inciertos, me dije que eras el chico con el que había
soñado siempre, por eso desde ese mismo instante ya
comencé a quererte.
- Pues puedes estar segura de que fue lo mismo que
me pasó a mí, además he de admitir que me llamó mucho
la atención tu seguridad cuando hablabas del futuro aún
siendo tan joven, y esa atracción mutua fue el toque final
Entre hormigueos
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que cerraba el círculo con respecto a una, para mi, firme
relación que me uniera a ti para siempre, y es que cuando
leía tus cartas una y otra vez no paraba de decirme que
no cambiaras, que si todo hubiera sido el sueño de una
siesta de verano, te buscaría entre la realidad y no
pararía hasta encontrarte pues toda tú estás grabada en
mi de tal manera que si me pusieran ante un millón y
ocultas, mi corazón trabajaría cual zahorí desesperado.
- Te quiero, Raúl, ahora deberíamos dejar esto para
cuando nos veamos pues te tengo que seguir contando
cosas y la conferencia te va a costar una pasta. No
obstante, sí necesito que me digas cuando vienes, que eso
es lo más importante ahora.
- Mira, el miércoles sale por la mañana, desde
Cartagena un autobús de línea regular que va a Granada,
y desde ahí, he de tomar el que va a Córdoba, cuando
llegue, desde la estación, y antes de que salga el que va a
Iznájar, iré a una cabina y te llamaré porque ya al estar
tan cerca te podré decir a la hora exacta de mi llegada
que será sobre la una. La compañía es Alsa.
Qué ganas tengo de verte de nuevo y poner en tus
labios un beso que tengo guardado desde aquella tarde
en la que desde el autobús te envié por la calidez de un
aire ya envuelto en amor, y del que te pudo llegar al
menos un pedacito. Te quiero Dolita. Hasta dentro de un
rato aunque sea un poco más largo de lo que quisiera.
- Hasta entonces, te esperaré impaciente, te quiero
con toda mi alma.
No había terminado de colgar el auricular, y un poco
aturdida por la amorosa expresividad demostrada por
Raúl, ya estaba pensando que se iba a poner ese día para
Entre hormigueos
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ir a recibirlo. Una y otra vez se decía "tranquila Dolita,
que aún falta, que hoy es lunes y viene el jueves". Y
aunque le había dicho que estaría sólo el fin de semana
no le comentó dónde se quedaría, pero todo eso ya no le
importaba, lo único que deseaba era que el tiempo volara,
que volara como aquél Pegaso de Zeus, dios máximo, y
envuelta en la nube de las esperas recordó este tema de
la mitología griega, y en el que el nacimiento del caballo
fue el fruto de la sangre de Medusa cuando Perseo le
cortó la cabeza.
Se sacudió la cabeza para apartar pensamientos que
no le interesaban, y se fue al cuarto de baño donde se
refrescó, y poniéndose las zapatillas pues por el parqué
le gustaba andar descalza, le dijo a la abuela que se iba a
dar una vuelta y que volvería pronto.
Cuando salió al porche dispuesta a descender por la
escalinata, una voz se dejó oír apenas había tocado el
primer escalón...
- Pero bueno, ¿dónde vas con tanta prisa? - dijo
Choly, erguida la cabeza sobre su abdomen y empinado
éste sobre la blanca superficie de la balaustrada.
- Tiene gracia, se supone que eres una obrera, sin
embargo, desde aquel día, vamos que no te veo darle un
palo al agua, me pregunto ¿tú cuando trabajas, Cabezota
obrera y cotilla? - dijo Dolita mostrando una sonrisa a
través de la que se podían apreciar una hileras de
dientes bien cuidados.
- A ver si te enteras que yo a mi manera trabajo
más que muchas, por eso cuando lo necesito me tomo
unos descansillos atendiendo a mi poder mental; gracias a
él sé positivamente donde debo de estar en cada uno de
Entre hormigueos
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los momentos que a mi me interesan, y como desde hace
un buen rato me interesa estar al corriente de lo que ahí
dentro se cuece, pos eso - dijo poniendo todo el énfasis
posible en su argumentación.
- Vale, pero tienes que reconocer que tu poder está
un poquito inquieto, y no tiene porqué, ya que yo le tengo
al corriente de todo.
Dicho esto, Dolita puso su mano sobre la baranda y
Choly saltó sobre la palma al estar ésta hacia arriba,
como otras veces y, al parecer, en señal de cariño le dio
unos mordisquitos a los que la muchacha respondió con un
empático, zalamera.
- ¡Sí! Pues aún estoy esperando a que me digas
cuando viene ese muchachote que hace que se te vea
ahora mismo con ese semblante tan luminoso, y tan
radiante que está eclipsando la luz que viene del lago.
- De acuerdo, pesada, me ha dicho que vendrá el
jueves, y que estará hasta el fin de semana, día en que
nos iremos los dos hasta que nos podamos ver en una
próxima escapada y que podría ser posible en un par de
meses y durante las fechas de Navidad; ya me inventaré
alguna excusa para visitar a los abuelos con motivo de las
fiestas - dijo la muchacha sintiéndose muy convencida de
cuanto le comentaba a su amiga.
- ¡Vaya! pues van a ser tres días para que disfrutéis
de lo lindo hasta que llegue el domingo y tengáis que
separaros, y que ambos esperéis un nuevo encuentro,
luego las tan esperadas próximas vacaciones navideñas -
dijo poniéndose una pata sobre la barbilla a modo de
parecer ejercer una reflexión sobre lo expuesto.
Entre hormigueos
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- Así es, mi querida amiga, pero que le vamos a
hacer. De todas formas, habremos de consolarnos a
través de conferencias telefónicas y el correo postal, y a
la espera de una oportunidad en la que podamos vernos,
bien en Sevilla o en San Fernando.
- Estaba pensando, qué estupendo sería que durante
estos días que faltan y hasta el domingo, tus abuelos
tuvieran ya la barquita terminada y decidieran probarla
yéndose durante ese tiempo a casa de la hermana de tu
abuelo que vive en la otra punta del lago - dijo Choly, en
un intento de animar a Dolita.
Entre hormigueos
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VI
En esos momentos lo que menos estaba la muchacha
era desanimada, pues no pensaba en otra cosa que la
llegada del jueves.
Dolita, se preguntaba mentalmente, ¿cómo Choly
estaba al corriente de todo o casi todo de lo que sucedía
en la casa? Dejó de pensar en ello.
- Eso sería perfecto, y él allí podría presumir de su
embarcación y recordar a un tiempo aquellos años cuando
trabajando para la Compañía Astilleros del
Mediterráneo, y en la que como Jefe del Departamento
de prototipos, realizaba proyectos para la construcción
de balandros y todo tipo de embarcaciones de recreo.
¡Qué buena idea! Esta noche durante la cena le
preguntaré al abuelo si ya está terminada la barca y lista
para probar como recibe el viento, frase muy popular
cuando habla de velas, mesanas y botavaras.
- Pues procura que el argumento sea convincente, y
que tu abuela no se dé cuenta de la estratagema, que ya
sabes que es muy perspicaz y es capaz de adivinarte el
pensamiento sabiendo como sabe que Raúl viene el
jueves, y a mí me da en la nariz que no le quedó muy claro
el haberos encontrado la otra vez los dos juntos en el
salón, aunque estuvierais comentando acerca de la
colección de discos de aquellos de pizarra que tiene tu
abuelo, y de lo que está refunfuñando siempre de que no
Entre hormigueos
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puede oírlo porque no encuentra a nadie que le pueda
arreglar su gramola, o gramófono como a él le gusta
llamarlo - dijo poniendo cara de circunstancias.
- Tienes razón amiga, voy a tener que andar con
mucho tiento porque a mí las mentirijillas se me notan a
leguas; vamos a ver cómo me lo organizo y que no se me
note porque es verdad lo que tú dices la abuela es muy
avispada, no es como el abuelo que nada más va a lo suyo,
y más ahora que sólo piensa en su barquita ¡ojalá ya se la
hayan terminado porque la última vez que yo fui a verla
ya se la estaban pintando!
- ¡Cómo me gustaría poder verla, pero para mi está
tan lejos!
- No te preocupes que mañana te llevo para que la
veas, y de paso a ver como está y según la veamos
estudiamos el asunto, igual si está terminada podría
camelarlo.
- ¡Ay! sí, que afortunada sería yo si eso fuera
posible, con las ganas que tengo de echar una ojeadita
por aquel embarcadero, aunque tengo entendido que por
allí no tratan bien a otras familias parecidas a las mías
por aquello de que atacan a las maderas en los almacenes,
y yo reconozco que eso no está bien, pero es
comprensible que si es su natural en razón de su medio
de vida, pues yo, al menos, no soy nadie para mandar en la
naturaleza, allá cada cual, y si los humanos tienen que
tomar sus medidas utilizando cuantos medios estén a su
alcance, pues eso, pero que a mi no quiero que me vean o
me lleguen sus fumigaciones porque qué horror y que
final más malo, total por una curiosidad más o menos y
que tampoco por ello se va a acabar el mundo - dijo
Entre hormigueos
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encogiéndose de hombros y tratando de encontrar en la
muchacha un poco de aquiescencia.
- Por eso no te preocupes, amiga, que conmigo
estarás bien protegida y lejos de eso que supone un
peligro para ti; así que tranquilízate que verás como todo
saldrá bien y tú cumplirás tus deseos, además cuando
vayamos procuraré hacerlo a la hora en la que en el
pequeño Astillero hayan dado de mano a la jornada, al fin
y al cabo para ver la barquita no necesitamos permiso ni
que nadie nos pueda poner objeción alguna que para eso
todos me conocen, además que la barquita es de mi
abuelo ¡qué caramba! - dijo dándole a Choly un golpecito
con un dedo sobre aquella grande y rojiza cabeza.
- ¿Y ya has pensado como me llevarás? - dijo aún a
pesar de los argumentos de la joven.
- Ya te he dicho que no tienes que preocuparte, te
voy a llevar como no te puedes imaginar, y es que me he
acordado de la estratagema que montó una compañera
mía en un examen.
Ella se llama Elisa María, y lo que hizo fue que
detrás de las solapas de su camisa se cogió con unos
alfileres dos pequeñas chuletas que con letras muy
pequeñas escribió unas cuantas referencias, pero ¿qué
pasó? pues que el examinador se dio cuenta de las veces
que Elisa María se miraba las solapas y en una de estas la
cogió infraganti, vamos que la pilló con una de las solapas
completamente levantada, y como estaba tan absorta y
concentrada en intentar leer correctamente aquellas
letritas tan pequeñas pues no se dio cuenta de que el
examinador lo tenía a su lado, así que te puede imaginar
el respingo que pegó sobre el asiento de aquel pupitre
Entre hormigueos
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que como era de los nuevos que habían traído hechos de
aluminio, pues el ruido que resultó hizo que todos los que
nos estábamos examinando en el aula, levantáramos la
cabeza a ver que era aquello con lo cual Elisa María, no
solo fue expulsada, sino que además le bajaron cinco
puntos en el expediente académico por copiar y alterar
el orden durante aquel examen.
- ¿Y, entonces qué fue de ella? porque supongo que
perdería la oportunidad de seguir con la idea de estudiar
Biología igual que tú.
- No, lo que ocurrió es que tuvo que esperar un año
para presentarse de nuevo; ahora ya está conmigo en la
Facultad, y no te vayas a creer que por aquello va
atrasada, nada de eso; Elisa María, es muy inteligente y
recuperó mucho en el curso siguiente por lo que ahora
casi estamos emparejadas en muchas de las prácticas
que realizamos fuera de la Facultad, principalmente en
algunos laboratorios públicos; lo que nunca entenderé es
del por qué tuvo que recurrir a semejante añagaza, en fin
que la pobre perdió una oportunidad, pero ya está
recuperada.
- ¿Y esa compañera tuya Elisa María, también vive
en Sevilla?- preguntó Choly recurriendo a su especialidad
de cotilla.
- Sí, unas veces con su madre que tiene un piso en la
Resolana, allí en la Macarena, y otras con su padre y su
hermana, en santa Lucía, en la misma calle donde nació
sor Ángela de la Cruz, por la Ronda de Capuchinos, es que
sus padres están separados.
- ¿Y la hermana vive con el padre - siguió muy
interesada.
Entre hormigueos
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- Si, casi siempre, es que el padre está impedido
debido a un accidente de automóvil por culpa de ciertos
excesos - dijo Dolita, pero dejemos ese tema que me
entristece, así que volvamos a lo nuestro.
- Vale, entonces ¿ya has pensado en lo de la solapa
para llevarme al embarcadero? - dijo frunciendo el
entrecejo y a la expectativa de la decisión.
- No, se me acaba de ocurrir que el mejor lugar va a
ser sobre la visera de la gorrita de cuadritos que a veces
uso durante el verano, y como tiene algunos escuditos
cogidos con pequeños imperdibles pues entre ellos
pasarás completamente desapercibida.
-¡Huy, sí, sí! Así parecerá que estoy en una torre de
vigilancia o conduciendo un aparato - dijo mostrándose
muy contenta con la idea.
- Ahora lo que hay que hacer es esperar a ver cómo
planteo el asunto, que no dejo de pensar en lo crudo que
lo tengo por mi forma de ser...
- Creo que te estás subestimando, que tú eres lo
suficientemente despierta como para urdir un plan que
tenga éxito - dijo Choly poniendo parte de sus
extremidades en jarra, y añadiendo - venga no seas tan
pesimista.
- Chica, qué quieres que te diga, pero es que tengo
tantas ganas de ver a Raúl y estar con él.
- No, si eso lo entiendo perfectamente ¿te crees
que yo no tengo ganas de conocerlo?
- No me cabe la menor duda; hasta estoy pensando
que tienes más ganas de verlo que yo.
- Pues sí, no voy a negarlo, pero más que tú,
imposible.
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Y allí seguían las dos amigas charla que te charla y
sin percatarse de que asomada a la ventana que está más
cerca de donde se encontraba Dolita sentada en el
balancín, pero sin darle importancia al observar que su
nieta, al parecer, hablaba sola por lo que llegaría a la
conclusión de que estaría tratando de componer la letra
de alguna de sus canciones...
Eran las dos de la tarde cuando el reloj de la
Estación de autobuses hacía sonar la hora en punto de
salida de algunos buses con diferentes destinos.
Dolita, armada tanto de paciencia como de un amor
que tan sólo algunas personas privilegiadas de las que
pasaban ante ella podía ser apreciado dada la feliz
luminosidad que irradiaba su joven y agraciado rostro, no
paraba de mirar el tablero en que previamente se
anunciaban las próximas llegadas de los diferentes buses
provenientes de distintos lugares y entre los que se
encontraba, como no podía ser de otra manera, uno que,
según el cartelón, decía: "próximamente tendrá entrada
en el andén número siete, el bus de la Compañía Alsa,
procedente de Córdoba".
Minutos más tarde y a través de la megafonía
interior de la Estación, Dolita, cual auténtico manojo de
nervios, apenas pudo oír el aviso de la entrada del bus
procedente de Córdoba en el andén número siete, porque
ella ya bien retirada del altavoz, se encontraba al final
de los andenes y al pié del que verdaderamente le
interesaba.
Cuando el gran bus de detuvo y abrió sus puertas,
Dolita, se lanzó cual vendaval hacia la puerta de atrás;
estaba claro que ya lo había visto a través de una de las
Entre hormigueos
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ventanillas que daban al costado donde se encontraba
ella esperando ansiosa.
A partir de ese momento, y ya él, descendiendo, un
caudal de pasiones se desató de tal forma que las aguas
de la pasión no encontraron calma hasta que oyeron a
alguien decir: "disculpen, me permite pasar." con todo y
con eso tan sólo pudieron realizar un amago de
desplazamiento, pues de forma consciente el abrazo era
tan estrecho que difícilmente podría meterse un hilo
entre ambos cuerpos, valga el símil de, como cuando un
alfarero utiliza su hilo para separar la pieza que modela
de la nueva base.
Aquella nueva base se sucedería como consecuencia
del calor desprendido por ambos cuerpos, y que daría
lugar a un apasionado e inconsciente entrechocar de
bocas, cuya unión no sabía de la más elemental necesidad
de que ambos corazones llegaría un momento en el que no
tendrían más remedio que tomar un poco de oxigeno
aunque sólo fuero eso, un poco.
No hubo necesidad de un hola, ni otro tipo de
saludo, tan sólo recurrirían al...
- ¿Cómo estás, Dolita? Te veo radiantemente
preciosa, y encantadora con ese mismo conjunto que
llevabas el día que nos despedimos - dijo Raúl en un nuevo
intento de besarla, y el cual no llegó a feliz término al
observar por encima del hombro, como en ese preciso
momento descendía su primo Juan de Dios.
Entre hormigueos
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VII
Detenido el primo en el último escalón, se quedó
extasiado observando a la pareja pero, por encima de
ésta, su dedicación fue directamente a contemplar la
grácil belleza de la joven, que en ese momento recurría al
típico saludo de cortesía.
- ¿Y tú como estás, y que tal el viaje? - dijo sin
prestar atención al muchacho de ojos marrones, y unos
centímetros más alto que Raúl, y que, discretamente, se
colocaba a su lado.
- Bien, estoy muy bien, y ahora junto a ti estoy
feliz, Dios mío, que feliz me siento - dijo, y atrayendo a
la muchacha por la cintura, y estrechándola contra su
pecho joven y bien formado, volvió su boca a buscar
aquellos labios que ya se ofrecían deliciosos y que en
ningún momento mostraron el más mínimo gesto de
mojatería, muy al contrario, y esto lo avalaba la mirada
de Dolita, que no le quitaba ojo a aquella atrayente boca
de labios carnosos, y que a su vez, cuando sonreían,
dejaban ver una batería de dientes tan perfectos como
piezas de blanco marfil tallado.
- ¡Hola!, me llamo Juan de Dios, y soy primo de éste
que te tiene acaparada de tal forma que no dispone ni de
un segundo para presentarnos - dijo poniéndole una mano
a Raúl, sobre el hombro al tiempo que, mostrando una
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deslumbradora sonrisa, intentaba captar la mirada de
Dolita.
- ¿Juan de Dios? - dijo la muchacha mostrando un
interés un tanto anodino, pero que en su fuero interno no
pasaron desapercibidos ni aquellos ojos marrones, ni la
finura de su labio superior haciendo de balcón a un bien
recortado bigotito, ni a una nariz fina y elegante, ni a
aquella frente sobre cuyo lateral descansaba una bien
agrupada parte de un cabello bien cortado y del color del
bronce recién caldeado, como tampoco su atuendo tan
informal como selecto al conjuntar mochila espaldera y
botines tipo zapato.
- Si, joven, Juan de Dios, el primo de Raúl, que
también vive aquí; ¿acaso él no te ha hablado nunca de
mi? - dijo mostrándose de la forma más empática.
- Creo recordar acerca de que me contó que tenía un
primo que, por cierto, vivía aquí en Iznájar, pero que
trabaja fuera - dijo ahora con una sonrisa no forzada.
- Juan de Dios es catalán - intercedió Raúl, y tiene
dos años más que yo. Sus padres son de Almería pero
emigraron a Cataluña y se afincaron en Santa Coloma de
Gramanet, donde nació él, y su padre montó su taller de
pintura y dorados. Te digo esto porque el hermano de mi
madre se casó con una mujer bellísima, mi tía Adelita
muy arraigada a la iglesia. Su marido Alberto, mi tío, era
Ebanista, Tallista y Pinto,r y cobró mucha fama cuando
realizó uno de los retablos más hermosos que se hayan
realizado en España; en los corrillos artístico se dice que
bien pudiera ser el sucesor del maravilloso Pedro de
Campaña, por su estilo, aunque su nombre era Pieter
Kempeneer, hasta que se castellanizó tras realizar sus
Entre hormigueos
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grandes trabajos, algunos de ellos en Sevilla y en Triana.
En Triana, por cierto, realizó el retablo mayor de Santa
Ana, la de por siempre conocida como Catedral de Triana,
que fuera mandada construís por el Rey Alfonso X, el
Sabio, y en cuya escenografía se narra la vida de la
santa, junto a San Joaquín y la Virgen María. Y otras
obras entre la que destaca la tabla de San Antonio y San
Pablo que se halla en la Iglesia de San Isidoro.
- Disculpa, pero mira qué casualidad, Triana, donde
yo vivo, bueno, en un barrio de Triana - dijo Dolita,
interrumpiéndolo.
- Bien, continúo: Actualmente y de forma provisional
se encuentra en Valencia, aunque él vive en Santa Coloma.
También estuvieron viviendo aquí en Iznájar unos años
para realizar unos trabajos, y de nuevo a Barcelona de
donde ya no se movieron.
Éste es el tercero de varios hermanos, y cuanto me
gustaría que pudieras conocer a su hermana, mi prima
María Engracia que es la mayor y se metió a monja de la
Orden de las Esclavas Concepcionistas como misionera;
ahora anda por tierras de la Argentina. Y no creas que
aquello fue vocacional influida por mi tía, no, aquello fue
más una huída por culpa de los sentimientos encontrados
entre ella y un inexplicable cabeza perdida para el amor,
pero que la desengañó tras unos malos o enfermos
tratos. No te puedes imaginar aquel rostro guardado por
una toca marrón; un rostro tan bello como lleno de una
sensualidad que a la vez rayaba la más pura santidad. Así
la vi la última vez, un día antes de marcharse, y aún la
tengo grabada en mi mente.
Entre hormigueos
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Lástima que aquello no tuviera feliz término, y es
que aquél hombre me gustaba; tan sólo lo traté dos veces
y ambas en su estudio de Barcelona; un excelente
escultor de temas religiosos, principalmente, ya con
varias exposiciones a nivel nacional y con una magnífica
proyección cara a salir de España, o sería mejor decir de
la península, toda vez que ya había expuesto en Lisboa.
Pero toda aquella inteligencia y buen hacer como artista
se venía abajo en cuanto, en lugar de una gubia asía uno
de los botellines de alcohol que guardaba entre sus
herramientas, y que era tal cantidad la ingesta que
cuando estaba con mi prima, detalles que un día contara
ella, parecía enloquecer hasta el extremo de no saber
con quién estaba tratando ya que aquel estado de fiebre
y confusión parecía desatar en él al demonio, un leviatán
que en un momento determinado hizo salir, y volcando
todo aquel enloquecido furor saltó sobre mi prima
violándola hasta dejarla con lesiones múltiples y sin
conocimiento.
Más tarde, aseguraba que cuando recuperó la
consciencia, él se encontraba prácticamente en parecido
estado al de ella, momento que aprovechó para salir del
estudio y tomando un taxi volver a casa.
Pero, sigo con lo que estaba comentando sobre éste
primo mío, y al que nunca le oirás hablar de sí mismo;
está Doctorado por la Facultad de Filosofía y letras en
Madrid, y en la Universidad Complutense obtuvo cátedra
en Ciencias de la información eclesiástica, y que combina
con sus conocimientos de Parapsicología y otros
movimientos y estudios cercanos al comportamiento
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humano en su relación con la compleja naturaleza
primigenia.
Cuando aún no había terminado la licenciatura, le
ofrecieron colaborar en una cadena de televisión
americana, cuyo principal tema es el dedicado a la
religiosidad, sin embargo, tan magnífica y soberbia
oferta, retribución incluida, fue rechazada; según me
comentó eran demasiados los compromisos en los que,
verdaderamente, no tenía interés por ser demasiado
afines a la causa evangelizadora, eso sin contar que el
contrato por varios años contemplaba el tener que irse a
vivir a California.
Actualmente, tiene una Escuela de Espiritualidad
avanzada de la que es, como no podría ser de otra
manera Director de la misma, un trabajo que también
combina como colaborador en una revista de informativos
relacionados con la pobreza de países subdesarrollados
de habla hispana. ¡Todo un personaje!
¿Qué te parece el muchacho? Y otra cosa, no lo
dejes hablar porque como empieces una conversación, a
la que te descuides mete baza y tú ya no entras más a
menos que éste estornude. Recuerdo que hará un par de
años asistí a una conferencia suya en el paraninfo de la
Universidad de Sevilla; se llevó el tío hablando sobre la
Espiritualidad, la Ética y la Moral del ser humano durante
más de dos horas, y el caso es que allí nadie se movía;
menos mal que no había turno de preguntas porque si
alguien hubiera preguntado no me hubiera extrañado que
aquello acabara de madrugada.
- Pues ya me gustaría tener una conversación con él,
dijo Dolita dedicándole ahora una sonrisa más cercana.
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- Eso está hecho, cuando quieras hablamos, le
respondió el muchacho devolviéndole la sonrisa.
- Bueno, ¿nos vamos o vamos a estar en el andén
todo el día? - dijo Raúl tomando a Dolita por la cintura y
ella pasándole la mano por detrás.
Momentos después los tres se ponían en marcha
hacia la salida de la estación. Ya en la puerta.
- Oye Raúl, aún no me has dicho dónde te vas a
quedar estos tres días - se interesó Dolita, que era una
preocupación que la traía a mal traer.
- Pues verás, yo traía la idea de quedarme en casa
de tus abuelos, que sé que tienen varias habitaciones de
sobra - dijo Raúl mirándola, y de forma socarrona
ocultando la sonrisa.
- ¡Si, hombre! que los abuelos iban a acceder, no te
lo crees ni tu - dijo la muchacha echándose a reír al
tiempo que le daba un pellizco en el costado haciendo que
el muchacho se encogiera y se echara a reír también,
cosa que hizo que Juan de Dios se contagiara y ahora
fueran los tres los que reían al mismo tiempo.
- No, tontina, como iba yo a hacerle a tus abuelos
semejante petición, sería un error por mi parte tirar por
la borda el aprecio que ya me tienen.
- ¿Entonces...? - insistió la muchacha poniendo cara
de extrañeza.
- Va a quedarse conmigo, en mi casa, aunque
tendremos que hacer un poco de limpieza; tened en
cuenta que lleva cerrada todo el año, y aunque es una no
muy grande casa de pueblo, alguna que otra faenilla
habrá que realizar - dijo Juan de Dios, como el que da
por zanjado el asunto.
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- Vale, pues ya me diréis cuando lo hacemos porque
yo voy con vosotros - dijo Dolita muy resuelta y mirando
a ambos de forma contundente.
Ello estaba motivado, en razón de que eran unos
años en los que la mujer, en general, comenzaba a
labrarse una igualdad con respecto al hombre. Habían
empezado a salir al aire tras muchas décadas de vivir,
bajo la protección del marido por leyes afines al régimen,
o de necesitar su consentimiento para realizar cualquier
gestión aunque ésta estuviera simplemente relacionada
con asuntos de colegio o abrir una cuenta de ahorros, y
ello sin contar con aquellas necesidades de índole
personal, como darse el capricho de una vestimenta de
moda o un peinado cualquiera a menos que fuera del
gusto del marido.
- De eso nada - la cortó de pleno Raúl, quien
continuó diciendo que en los pueblos, o en cualquier otro
lugar, no estaría bien visto que en una casa que no se ha
abierto en todo un año vieran entrar a una mujer joven
con dos hombres, a saber de las pretensiones que se
perseguirían.
- Entiendo lo que dice mi primo, y aunque me cueste
creer que a estas alturas existan tantas trabas y tantos
tabúes, no tengo más remedio que darle la razón. Yo he
vivido tantos y diferentes episodios motivados por mi
trabajo y mi dedicación, que podría escribir un tratado
acerca de la evolución de la mujer, y no sólo con lo
relacionado con leyes o costumbres, sino con lo más
elemental del comportamiento de la naturaleza humana.
Aún recuerdo una tarde en la que celebrando una
reunión informal y cuyo tema principal era, precisamente,
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sobre este tipo de comportamientos, que llegó una mujer,
asistente asidua a mis clases de enseñanza, manifestando
que su marido al llegar del trabajo y ver que había ido a
la peluquería, peinado que, al parecer, no fue de su
agrado o posiblemente un poco ebrio, la agarró por el
cuello y le metió la cabeza en una palangana echando a
perder todo el trabajo que realizó la peluquera, y
destrozando a un tiempo aquella ilusión que un día diera
vida.
- ¡Por Dios! ¿Cómo podéis ser tan antiguos? Aunque
detesto estos comportamientos absurdos en algunas
personas - dijo Dolita sin cierto enfado, pero
identificándose con la labor que realizaba Juan de Dios y
del que comenzó a tener otra opinión.
- Dolita, no se trata de negarnos a aceptar la que,
sin dudar, sería un magnífica ayuda, pues como mujer y
mucho mejor que nosotros sabrías comprar lo necesario
para un lavado de cara y conseguir un mínimo
adecentamiento, pero es que lo que intentamos evitar es
que sirvamos de alcahueteo y corre ve y dile en una
vecindad que aún sigue chapada a la antigua, por lo que
estas actitudes no están bien vistas - dijo Raúl, sin dejar
de mirarla cariñosamente.
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VIII
Aunque desde la Estación de autobuses hasta la
casa de los abuelos apenas dictaban un par de kilómetros
por calles y un trozo de carretera, los tres abandonaron
juntos el lugar y decidieron a modo de paseo regresar a
la casa.
Por el camino, y al pasar por la venta "Los cuñados",
con especialidad el cochinillo frito, pareció que, dada la
hora, se despertaron los sentidos a aquellos estómagos
por lo que, sin dudar, Juan de Dios propuso detenerse y
almorzar, detalle este que cayó muy bien. No obstante,
Dolita lo encontró inconveniente.
- Creo que, aunque lo considero muy buena idea,
principalmente, en el sentido de que nos daría una buena
oportunidad de conocernos mejor, y no es que yo quiera
meter la pata, lo que ocurre es que mis abuelos me
esperan para comer con ellos como cada día, y si tardo
estarán intranquilos - dijo la muchacha.
- Bueno, pues eso tiene fácil solución, los llamas por
teléfono desde aquí, y como ellos saben que has venido a
esperarme, le dices que te he invitado a comer en esta
venta, que ellos conocen, y que además ha venido mi
primo Juan de Dios, por lo que no deben preocuparse, que
estás bien acompañada - le comentó Raúl al que se le
hacía la boca agua pensando en una buena ensalada y una
ración de cochinillo.
Entre hormigueos
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Así, Dolita aceptó la sugerencia y se dirigió al
teléfono que colgaba en la pared de un lateral del
establecimiento. Una vez dada las explicaciones
oportunas y dejando tranquilos a los abuelos volvió con
Raúl y su primo, que ya ocupaban una mesa al lado de la
ventana desde la que se podía ver gran parte de la sierra
que da vida al gran pantano.
Seguidamente, estuvo de acuerdo con la idea de
Raúl que sugirió una ensalada, unas raciones de cochinillo
frito, y acompañado todo de unas jarras de cerveza bien
frías.
El almuerzo, como no podía ser de otra manera,
estuvo amenizado con la exposición por parte de cada
uno, de proyectos para la vuelta a la rutina de las
asistencias a las clases, las ilusiones depositadas en las
futuras prácticas. Pero sería Juan de Dios,
supuestamente por ser el más mayor, el que haciendo un
inciso quiso contar algo que, por ridículo o gracioso, le
pareció un buen ingrediente dentro del marco de las
conversaciones.
- El sábado pasado estuve en un restaurante a
comer. Pasado un buen rato, llegaron cuatro amigos
también a comer, conocidos míos pero que, al parecer no
me reconocieron, o yo tal vez los confundí. Tomaron una
mesa, no lejos de la entrada y cerca de una ventana con
muy buena iluminación. Piden la carta y eligen el menú del
día.
La conversación entre ellos es inexistente, tienen
las caras pegadas a unas revistas, leyendo sin parar,
hasta que llega la comida. En ese instante comienza, a mi
juicio, un espectáculo inaudito: se ponen de pie, empiezan
Entre hormigueos
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a reordenar la mesa y montan una especie de collage o
bodegón digno de una sesión de fotos profesional.
Cuando todo fue considerado listo y perfecto, dos
de ellos comienzan a cambiarse las chaquetas y a realizar
fotos con sus cámaras mientras otro, con un dispositivo
en cada mano, los iluminaba mediante los dos flash, y el
cuarto sujetando en equilibrio algunos adornos. Se ríen y
cambian impresiones hasta que el diálogo sube de tono y
el resto del restaurante no podemos evitar mirar hacia
esa escena considerada de lo más absurdo, mientras
tanto desde una de las mesas y a continuación las de los
demás se ríen y aplauden las escenas que se concatenan,
que, al parecer, entretiene al resto de los comensales.
Los camareros, también atónitos, intentan seguir a
lo suyo, pero no pueden dejar de sonreír contemplando el
circo montado alrededor de esa comida que, aunque no se
come, absurdamente va cobrando cada vez más
importancia.
Y yo, ya pendiente de esperar el cortado que tenía
pedido, no dejaba de intentar encontrarle una
justificación al comportamiento extravagante de aquellos
jóvenes. Yo me devanaba los sesos intentando encontrar
de que los conocía, sin embargo, salí del restaurante
pensando en la visita que esa tarde tenía pendiente con
un colega de Filosofía. Fue en ese momento en el que
pensando en aquellos chicos que había dejado en el
restaurante con sus locas monerías, que se me ocurrió la
frase: vive y deja vivir. De dónde me vino no lo sé...
- Y digo yo ¿No serían estudiantes de la Facultad de
Ciencias de la Información que estuvieran preparando
una maqueta o una sesión de fotos, o posiblemente, un
Entre hormigueos
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video-clic para alguna empresa o Compañía de publicidad,
y ellos se lo estaban guisando todo? - apuntó Dolita, la
más despierta en supuestos temas creativos.
- Eres muy observadora. Y te comento que, como
quiera que más tarde conseguí recordar a aquellos cuatro
chicos, me vino a la memoria que se trataban de un grupo
de entretenimiento que hará un par de años colaboraron
en una velada que habíamos organizado para celebrar la
boda de dos nonagenarios, residentes en un Geriátrico de
Ripollet, población cercana a Santa Coloma, y a petición
de sus nietos, estudiantes de nuestra Escuela.
- Desde luego que no cabe la menor duda de que hay
gente de lo más extravagante, como esos cuatro jóvenes,
que igual resultan, con el tiempo, ser unos verdaderos
líderes en sus profesiones.
Por el otro lado, ¿cómo con noventa años dos
personas deciden contraer matrimonio? - apuntó Dolita,
pinchando un trozo del, al parecer, sabroso cochinillo.
- Pues en lo que se refiere a aquellos dos nonagenarios
que tanto te ha llamado la atención, te diré que con esa
edad, a veces, nos sorprendemos con la inteligencia de
algunos muy mayores. ¿Por qué de esta unión, y en este
caso tan tardío, aunque también se hace con menos
edades? Pues muy sencillo: dos personas solas, en el caso
del Geriátrico, si se unen ocuparán una sola habitación
con lo cual ganan en el contacto y el calor humano, y de
paso se ahorran una pasta, y si a ello le añades que han
unido las dos pagas de que disfrutan, pues miel sobre
hojuelas. ¿Qué te parece? En cuanto a las
extravagancias o locuras de los jóvenes, no hay más que
tomar conciencia de lo que se entiende por juventud. Si
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te fijas, por ponerte un ejemplo, en el signo zodiacal de
uno cualquiera de esos jóvenes y resulta que es Leo, éste
será puro fuego por lo que ante cualquier idea u
ocurrencia, saldrá lanzado al encuentro con la victoria.
En cambio si fuera un Virgo, esa misma idea u ocurrencia
la pensará y madurará hasta que, en ocasiones, perdieron
la oportunidad de alcanzar el éxito deseado. Por eso yo
digo siempre "más vale una mala decisión que una
indeterminación". ¿Qué, cómo se te ha quedado el
cuerpo?
- Pues que me he quedado no anonadada, porque me
ha encantado cuanto has dicho; creo que no he soltado el
tenedor con el cochinillo en todo el tiempo - esto lo dijo
Dolita con tal gracia que los tres se echaron a reír.
De nuevo se hizo presente el Camarero para pedir si
deseaban algún postre. Al parecer, Juan de Dios, más
puesto en el tema y ante las dudas de Dolita y Raúl para
decidir, recomendó una porción de tarta de limón la cual
haría al cochinillo más digestivo.
Ahora y tras degustar el postre, con un café de
sobremesa y un sorbito de Brandy que Raúl había pedido
para acompañar el delicioso “cortado” que en aquella
venta servían, y del cual daba testimonio el abuelo en
cada una de las ocasiones que se presentaban en lo
tocante al sabor que dejaba semejante combinación, y
que él conocía desde aquel día en que los abuelos, por
cortesía, lo invitaron a almorzar, sería Dolita la que
rompiendo el encantamiento del momento y dirigiéndose
a Juan de Dios...
- Cómo me gustaría expresarme como tú, con esa
seguridad, y sobre todo con esa claridad y profundidad,
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y además la soltura y la facilidad con que mantienes viva
la conversación.
- No es tan difícil, Dolita; llegar a conocer bien a
una persona e ir entablando amistad tanto con ella de
forma individual como con los demás en un sentido de
colectividad, son vertientes de la vida que, en ocasiones,
cuestan.
Contar con la necesaria habilidad social ayuda a
conocer a personas, pero, además de eso, resulta
altamente positivo tener trabajados mentalmente
algunos temas de conversación predeterminados para
según qué caso.
En ocasiones, una buena parte de los problemas que
experimentamos cada día, tienen que ver con las
dificultades que entraña la falta de preparación, cuando
se intenta conectar con los demás.
El sentimiento de soledad, el aburrimiento, o bien el
de la incomprensión por parte de los demás se puede
combatir simplemente mejorando el modo de mantener
viva una determinada conversación que, aparentemente,
está a punto de morir. Para ello, repito, resulta muy útil
contar con temas de conversación idóneos para cada caso
si del mismo se tiene conocimiento con anterioridad.
Esto que, aparentemente, parecía ser una
combinación de comentario y enseñanza directa hacia la
mirada expectante que Dolita le mantenía a Juan de
Dios; éste también la mantuvo hasta el extremo en el
que, es de suponer, por cortesía desvió la suya
dirigiéndola hacia Raúl, y el cual también se encontraba
cual extraño espectador ante semejante situación.
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Por ello esta última exposición hizo que a Raúl se le
viera un poco desfasado ante esta manifestación, sobre
todo cuando Dolita al principio de conocerlo no las tenía
todas consigo, mostrando solapadamente una reacción de
rechazo bajo las influencias de un no fundamentado acto
reflejo.
Acabada la sobremesa, Raúl pidió la cuenta, justo en
el momento que su primo sacaba su billetera para abonar
la nota; un pequeño y típico, en semejantes situaciones,
tira y afloja afloró una vez más para ver quien al final se
llevaría el gato al agua; un juego que los muchachos han
practicado en todos los lugares de la España rural.
Finalmente, y abonada la cuenta, según pacto, por
los dos primos, a requerimiento de Dolita con el fin de
que no llegara la sangre al río, entre risas y otros
refranes parecidos y propios de los lugares conocidos
por cada uno de ellos, se levantaron y saliendo al
exterior abandonaron el lugar.
Así como tres colegas de toda la vida, y entre los
que juega un papel importante una pareja, Raúl con una
mano en el hombro de Dolita y ésta cogiéndole por la
cintura, ambos, junto a Juan de Dios, caminaban sin
parar de charlar acerca de los temas más triviales.
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IX
Llegados a la casa, Dolita dijo que iría antes que
nada a avisar a sus abuelos de que ya estaba de vuelta;
tras traspasar la cancela de entrada, atravesó el jardín
y subió llamando a la puerta; recibida por la abuela le
dijo que ya había comido en "Los cuñados" y que lo había
pasado muy bien con Raúl y su primo.
- Y ¿qué tal ese primo de Raúl?- quiso saber la
abuela.
- Es un chico muy simpático y agradable; es un poco
más alto que Raúl y tiene dos años más, pero sabe lo que
no te puedes imaginar, te quieres creer que tiene varias
carreras y una Escuela de enseñanza de la Filosofía, y del
comportamiento humano en la que ayuda también
colaborando en revistas de carácter religioso dirigida a
países subdesarrollados, en fin todo personaje.
- Y ¿qué hace aquí, en el pueblo, acaso viene a algún
asunto de su profesión, o va a dar una conferencia?- dijo
mostrando sumo interés.
- No, viene a descansar unos días, él conserva una
casita no lejos de aquí que le dejaron sus padres, pero ya
te contaré esta noche muchas más cosas. Por cierto,
estás muy guapa ¿vas a salir?
- Si, voy a ir al Dentista con tu abuelo que dice que
tiene problemas con la prótesis dental, y yo voy a
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aprovechar para que me eche un vistazo, que siempre es
bueno.
- Eso es verdad, abuela. Yo voy a quedarme un rato
abajo con Raúl y su primo. Si no te importa, y como van a
ir a ver la casa donde también se quedará Raúl estos tres
días, me gustaría ir con ellos, pues dice el primo que al
tener la casa cerrada todo el año, tendrá que hacer un
poco de limpieza y organizarlo todo, y yo he pensado
ayudarlos yendo con ellos a la Droguería para comprar lo
necesario, y es que en estos asuntos se encuentran
perdidos.
- Está bien, pero tú en la casa sola con ellos, ni
hablar aunque se trate de Raúl y su primo.
- No te preocupes abuela que así lo haré. Luego
cuando bajes, como seguramente estaremos sentados en
el conjunto del césped, si quieres y tienes tiempo,
puedes acercarte a saludar a Raúl y te presento a Juan
de Dios que así se llama el primo.
- De acuerdo, pero ya sabes lo que te he dicho.
- Que si, abuela, no te preocupes que esas cosas las
tengo muy claras.
De vuelta al banco donde había dejado a los dos
muchachos...
- ¡Hola! Se dejó oír una vocecita cerca de los
jóvenes.
Juan de Dios se quedó atónito y mirando a un lado y
a otro sorprendido y sin decir ni media palabra.
En principio creyó que se trataba de una broma por
parte de Dolita, que se habría quedado escondida al otro
lado del seto.
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- ¡Hoola! Se volvió a oír de nuevo la vocecilla, pero
esta vez con el saludo más alargado.
- ¿Ese saludo es tal vez para nosotros? – preguntó
una vez más Juan de Dios.
- Claro ¿hay alguien más? - dijo la vocecilla a la que
ahora se le oyó que reía abiertamente.
- ¿Qué te pasa primo, que te noto raro? ¿A quién le
hablas? - dijo Raúl sin dejar de mirarlo, y un tanto
extrañado.
- ¿Tú no la oyes, no oyes esa vocecilla?
- ¿A quién, primo? No me asustes, joder ¡qué voy a
oír, ni oír, si aquí no hay nadie!
- ¿Cómo que no hay nadie? Pues vaya que tendré que
deshacer este entuerto - se oyó de nuevo la vocecilla,
ahora con cierto tono enfadado.
- ¡Caramba! ¿Quién eres, y dónde estás? - preguntó
cómo mirando de nuevo a ambos lados.
- Primo me estás poniendo de los nervios - dijo Raúl,
verdaderamente mosqueado.
- ¿De verdad que tú no la oyes - insistió una vez más
y poniendo ahora cara de extrañeza.
- ¿A quién, lechuga, a quién tengo que oír? ¿No será
que la jarra de cerveza y el cochinillo te están sorbiendo
la sesera - dijo ya fuera de sí.
- Te juro primo que hay alguien con una vocecita de
ángel que nos ha saludado.
- ¡Hombre, eso me ha gustado! Pero mira hacia
abajo, estoy en la punta de tu zapatilla izquierda, y ten
cuidado no me vayas a pisar pues aunque me veas pequeña
tengo uno de los cuerpos más exuberantes de mi colonia.
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“Justo durante la conversación a la que Juan de Dios
seguía con especial atención, su mente también se
encontraba a muchos kilómetros de distancia, y
recordando otra situación semejante, y que ya le
ocurriera en un lugar del Parque Wells en Barcelona,
cuando se encontraba descansando en uno de aquellos
maravillosos bancos que proyectara el gran Arquitecto
Antonio Gaudí, máximo representante del leguaje
modernista catalán.
Fueron segundos, sin embargo, por su mente pasó la
película de su ayuda a aquel Vencejo que, por razones
desconocidas, se encontró a sus pies, y pidiéndole que
por favor lo cogiera y lo pusiera en vuelo. Tomó a la
avecilla entre sus manos, y elevándolas lo empujó
amorosamente haciendo que el animalito emprendiera el
vuelo. Un momento después, el vencejo tras un par de
pasadas, se posó en el hombro de Juan de Dios, y
acercándose a su oído le dio las gracias por su gesto. A
continuación, le pidió que se pusiera de pie, cosa que hizo
de inmediato, observando como la avecilla en ese
momento y como dejándose caer, apenas lo hizo,
remontaba de nuevo el vuelo.
Por razones obvias en razón de sus conocimientos,
era consciente de que aquello en ningún momento le
cogería de sorpresa. Sabía perfectamente que algún día
ese episodio lo viviría en primera persona.”
<<Como nota al margen, habría que decir que el
Vencejo, dado que sus patitas son muy cortas, si se caen
al suelo, ya no pueden remontar el vuelo, por eso siempre
están volando o posados en altura>>
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- ¡Madre del Amor hermoso! No me lo puedo creer,
pero si eres hermosísima - exclamó el muchacho, no sin
hacer temblar al primo.
- ¡Verdad que si! – dijo la hormiga desde la atalaya
de la zapatilla.
Justo en ese momento se hizo presente Dolita, que
había estado escondida en la esquina del seto y
escuchando la conversación mantenida entre Juan de
Dios y Choly, mientras que Raúl, al que se le veía cada vez
más enfadado no acertaba a comprender lo que estaba
sucediendo.
- Ya estoy aquí - dijo Dolita saliendo del jardín y
dirigiéndose al banco en el que los dos muchachos
continuaban sentados.
- ¿Qué ha dicho tu abuela? - preguntó Raúl
adelantándose a Choly que estaba a punto de decir algo.
- Que sí, que no hay ningún problema en que vaya con
vosotros, y añadió: ¡Hola Choly.
- Ya era hora, muchacha, que te dejaras ver - dijo
Choly con las manos levantadas como haciendo
aspavientos.
- Vale, vale, tampoco hay que exagerar, por cierto,
¿qué es eso acerca de una discusión que oí cuando me
acercaba? – dijo Dolita haciéndose la nueva.
- No te lo vas a creer Dolita, pues no me dice mi
primo que está hablando tan ricamente con una hormiga,
y además escucha esto, que la ve hermosísima. Yo no sé,
de verdad, de que va este numerito. Y para mi, lo más
importante, es saber que se esconde detrás de ello. Una
hormiga que habla, y yo aquí como un pasmarote de la
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baba sin enterarse de nada. Es menester ver. Y encima
resulta que tú también hablas con ella.
- Si, si, explícaselo porque ha llegado un momento en
el que para mi también es un lío - dijo Choly desde la
rodilla de Juan de Dios, mientras que Raúl pensaba que
se estaba volviendo mochales.
Y es que Choly sin que, Juan de Dios pusiera ninguna
intención para una escalada semejante a las que hacía con
Dolita, se había subido por la pierna, sin objeción ninguna
en lo que a cosquillas se refiere, y a través del pernil del
pantalón corto, llegar a subirse en la palma de su mano
dando un saltito tan espectacular que hizo que hasta el
mismo Raúl, que había seguido pasmado toda la subida,
por un acto reflejo estuvo a punto de tocar las palmas
ante aquella acción digna de un espectáculo circense.
- Creo que deberíamos entrar, y en el jardín
estaríamos más cómodos sentados en el conjunto de
forja que hay sobre el césped, además podemos arrimar
la sombrilla que está al lado del balancín, que hace mucho
calor - dijo Dolita, siendo la primera en levantarse, y
seguida por los demás incluida Choly que seguía en la
palma de la mano de Juan de Dios.
Ya acomodados en los confortables silloncitos, sería
Raúl, el primero en retomar la conversación e
insistiéndole a la muchacha que de que iba todo aquello
que a él le tenía tan confundido como fuera de lugar.
Iba Dolita, a comenzar a explicarle todo el asunto
cuando vieron acercarse a los abuelos.
- Buenas tardes - dijeron los dos abuelos casi al
unísono, y con una sonrisa en los labios que demostraban
a todas luces la bondad de dos personas hechas a la
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medida de cualquier situación por delicada que esta
fuera.
-Buenas tardes - respondieron los dos muchachos
levantándose al momento.
-Bien, a Raúl, ya le conocemos de sobra - dijo esto el
abuelo tendiéndole una mano. ¿Qué tal estás?
- Muy bien, don Héctor, a usted ni le pregunto pues
le veo formidable.
- Muchas gracias, hombre, yo a usted le veo también
muy bien.
- Hola Raúl. Tenemos que hablar, y celebro verte de
nuevo - le dijo doña Aurora, a modo de saludo.
- Cuando a usted le venga bien. Yo también la veo
cada vez más joven - este comentario cual empático
saludo hizo sonreír a la abuela que ya rondaba los
ochenta años, y era verdad porque dicho esto dijo Dolita:
- A que si, a que cada vez se ven más jóvenes mi
abuelos.
- Ni que lo dudes - dijo el abuelo, el cual aprovechó
para que le presentaran al otro chico que, al igual que
todos, seguía de pie y con la mano izquierda semi-
cerrada, y es que Choly seguía en ella, no sin dejar de
rascar la piel del muchacho como queriendo llamar la
atención con el fin de poder estar en el meollo.
- Éste es Juan de Dios, el primo de Raúl, y que a ti
te encantaría escucharlo pues es un estudioso de aquí te
espero, ya te contaré.
- Mucho gusto - dijo tendiéndole la mano.
- Es para mí un placer conocer a los abuelos de
Dolita, aunque ya sé muchas cosas de ustedes en razón
Entre hormigueos
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de que no para de hablar de su abuelo, y en particular de
sus aficiones.
- Bueno, pues terminados los correspondientes
saludos nos vamos para un martirio. Al Dentista, por
cierto, mañana es mi santo, San Héctor Mártir.
- Disculpe que lo interrumpa, y es que creo recordar
que san Héctor fue un argentino, del Instituto de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas; creo que
religioso de La Salle, y que murió en España durante la
revolución de Asturias - dicho esto volvió a disculparse.
- ¡Si señor! No le ha faltado ni una coma. Usted y yo
tenemos que tener un rato de charla. Bien, continúo con
lo que decía: con motivo de mi santo, mañana
celebraremos una cena a la que, por supuesto, y con todo
placer están ustedes invitados, y ahora si nos disculpan
nos vamos al dentista.
- Será un placer don Héctor. Que le sea leve, no
queremos más mártires - dicho esto que cayó en gracia,
todos se echaron a reír.
Tal cual se suele decir, un instante después los
abuelos cruzaban la cancela de entrada, mientras el
pequeño grupo seguía, entre bromas, comentando
aquellos agradables momentos, hasta que Raúl que era
persona de buena memoria...
- ¿Dónde nos habíamos quedado antes de que
llegaran mis abuelos? - preguntó la joven.
- En que me ibais, entre todos, a explicar este
enigma que no acabo de descifrar - saltó raudo Raúl.
- Vale - dijo Dolita.
Entre hormigueos
Página 68
- Parad, parad el carro, y ¿qué pasa conmigo?
muchachos, - dijo Choly mostrando una carita que era un
poema.
Al decir eso, tanto Dolita como Juan de Dios, se
miraron al tiempo que escuchando a Choly, cayeron en la
cuenta de que tan sólo ellos la oían, momento este en el
que, adelantándose a una posible reacción de Raúl, le
dijeron a éste que ahora le explicarían, que tuviera
paciencia, que el tema no era tan fácil.
Entre hormigueos
Página 69
X
Mientras pensaban de qué forma le darían a Raúl,
una explicación que le convenciera, veían a Choly que
inquieta no dejaba de moverse y hacer gestos que a
ambos le parecieron raros, por lo que le preguntaron que
le ocurría.
- Choly, que te pasa que te vemos un poco rara.
- Nada, que me estoy temiendo que a mi no me vais a
llevar a la cena de los abuelos, con la ilusión que me haría
estar en todo el acontecimiento.
- Choly, tú debes de comprender que no puedes
venir - le dijo Dolita, intentando tranquilizarla.
- Eso, yo de migajas. ¿A qué eso es lo que me ibas a
decir los dos?
- No, Choly, no era eso, pero, seguro que a tu gente
le gustaría que le llevaras algo de dulce, o ¿acaso no os
gusta lo dulce, como unos terrones de azúcar? - le dijo,
Dolita, que también se iba enfadando con el
comportamiento de Choly.
- Vale, vale, no te enfades conmigo, pero es que me
gustaría tanto estar en esa cena.
- Ya lo sabemos Choly, pero tienes que entender que
no eres una persona, y eso tienes que metértelo en tu
cabezota - le dijo cariñosamente Juan de Dios.
- Bueno, qué le vamos a hacer, me conformaré con lo
que buenamente traigáis; sea lo que sea ya nos gustará.
Entre hormigueos
Página 70
- ¿Supongo que habréis acabado ya? Porque estoy
impacientándome - dijo Raúl.
- Pon mucha atención a lo que te vamos a decir, y no
elucubres mentalmente sobre ello porque ni siquiera
nosotros dos sabemos las razones que nos llevan a
encontrarnos en esta situación; una situación que por un
lado resulta divertida, pero que por otro nos llena de
incomodidad, de una ansiedad inconsciente ante lo
antinatural del caso, y yo no sé si Juan de Dios estará de
acuerdo conmigo, pero, a mi me parece que es como si
estuviera viviendo todo esto como si fuera un ensueño
del que por un lado quisiera despertar pero por otro no,
en el sentido que me creo que todo cuanto me está
ocurriendo es porque yo soy alguien especial. - Dicho
esto levantó la mirada dirigiéndola hacia Juan de Dios,
buscando su aprobación, y seguidamente hacia Raúl a la
búsqueda de alguna posible reacción a la forma de
explicar el fenómeno que él no estaba viviendo.
- Estoy de acuerdo contigo Dolita, porque es como
tú lo llamas un fenómeno que yo amplío a paranormal,
dado que situaciones parecidas las conozco por una
situación directa, así como por referencias de estudios y
prácticas aunque escasas, pero que nunca llegaron hasta
este extremo, por lo que ello me lleva a pensar que
ambos disfrutamos de un sentido extra, pero del que
desconozco su duración, igual dentro de unas horas o
minutos desaparece - dijo Juan de Dios guardando
silencio y mirándose la palma de la mano donde aún se
encontraba Choly escuchando atentamente.
- Pues a mi esta situación me encanta, será rara y
todo lo que queráis, pero pensad por un momento que voy
Entre hormigueos
Página 71
a hacer yo cuando todos os vayáis a vuestros respectivos
trabajos y estudios – dijo Choly mostrando un tono de
tristeza.
- Pues tendrás que resignarte, y lo harás como
nosotros, no te creas que no vamos a echar de menos
estos ratos, es más, estoy seguro de que cuando me
encuentre a alguna de vosotras entre mis prácticas
intentaré saludarla - dijo Juan de Dios.
Como quiera que Raúl sin pestañear no dejaba de
seguir cuanto se decía, pero que tampoco abandonaba la
idea de que todo lo vertido en las diferentes
explicaciones tampoco le convencían, decidió terminar
con las cavilaciones y empezar a pensar en que tenían que
ir a la Droguería para comprar cuanto hiciera falta para
la limpieza de la casa.
Así que todos de acuerdo, y viendo la hora que era,
se levantaron. Entonces Dolita, haciendo que Choly
pasara de la palma de la mano de Juan de Dios a la suya
con un tierno movimiento, le dijo que ya se verían al día
siguiente. Como es natural, esto no le agradaría mucho,
pero resignada dio un saltito al césped cuando su amiga
bajo su mano hasta él.
Entonces vieron todos como Choly corría entre la
grama hacía un extremo del seto para entrar
directamente a su colonia, siendo reprendida por uno de
los soldados, el cual y durante bastante rato le estuvo
recriminando el que llevaba fuera mucho tiempo, y
anunciándole que la reina demandaba que acudiera a su
presencia.
Puestos en camino y llegados a la Droguería,
compraron lo necesario y ya con la bolsa se dirigieron
Entre hormigueos
Página 72
hasta la casa. Al llegar a la puerta, Juan de Dios sacó una
llave bastante grande, encontrándose al abrirla un
montón de sobres postales que los diferentes carteros
fueron deslizando bajo ella a lo largo de muchos meses.
Abierta del todo y ya en su interior, lo primero que
visitaron sería una sala a modo de salón-comedor y que
estaba vestida por todos los rincones y techo de una
gran cantidad de telarañas debido a la humedad
Llegado este momento, Dolita, abrió la bolsa
sacando todas las cosas. Y dando las instrucciones y
recomendaciones oportunas, no sin desearle buena
suerte y que ya se verían al día siguiente por la mañana,
entonces se acercó a Raúl depositando en sus labios un
amoroso beso a modo de despedida, y sacándole al
muchacho la única sonrisa que había llenado su rostro a lo
largo de toda la tarde.
Alegre y feliz, Dolita, regresaba a su casa, bueno, la
casa de sus abuelos donde ella pasaba parte de sus
vacaciones tras haber concertado con sus padres, en
razón de que quería aprovechar la ocasión de
encontrarse con Raúl, dato este del que sus padres
tenían conocimiento y sobre el que, en varias ocasiones,
ya su madre, viendo los derroteros de aquel entusiasmo
le había dicho que a ver cuando los iba a visitar con el fin
de conocerlo y poder sacar una opinión.
Alegre y feliz regresaba; el sol ya declinaba cuando
le pareció apreciar que alguien la seguía, volvió la cabeza
y no vio a nadie, tan sólo contempló la imagen de un
hermoso gato azulado que, agazapado en un portalón,
parecía estar al acecho de una posible presa. En ese
momento recordó, sin una razón aparente, la noche
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  • 3. Entre hormigueos Página 3 PRÓLOGO Cuando comencé a releer, y a su vez corregir ésta, al que más de un lector o lectora considerará una "extraña" o en su defecto, fantástica novela, lo primero que se me ocurrió, fue pensar: ¿cuánta gente creerá en este argumento? ¿Cuántos seres humanos, dada su condición de racionalidad, le otorgará un mínimo de crédito en la absurda creencia de que su reino es el único que impera en este planeta llamado tierra? Un cuerpo espacial que debería llamarse agua, es decir, agua debido a que ésta cubre, el 70%, del globo, y por consiguiente, tan sólo el 30% restante, corresponde a la masa continental. Sin embargo, a la Tierra se la conoce como el planeta azul. Extrañas combinaciones nos deberían de llevar a una reflexión filosófica acerca de razonamientos más fuertes que aquellos que se apoyan en el negativismo como es la ciencia, o el bajo nivel sensorial humano, en razón de una incapacidad interesada tan sólo en lo que ve y oye. La pretensión de alcanzar niveles superiores en el marco de la percepción extrasensorial debería ser la meta. Y créanme, no es nada fácil, sin embargo, a mi juicio, no es tan difícil, y mucho menos imposible.
  • 4. Entre hormigueos Página 4 No hay que profundizar mucho para apreciar la virtud y el amor que surte efecto, cuando la sensibilidad de algunos, intentan conectar con seres de otros reinos diferentes al suyo. Alcanzar un grado superior en el orden espiritual, es conseguir que la flor se vuelva, o se agite cuando sobre ella se derrama con dulzura todo un conjunto de frases envueltas en la calidez de sus propias vibraciones. Ella nos habla, pero no la escuchamos, sin embargo no cabe la menor duda de que algún ser humano en esta tierra puede mantener, o tal vez ya mantenga, una mínima conexión con ella. Por supuesto que será paranormal. No obstante, no dejará de ser producto de la Naturaleza naturante, Dios, el Sumo Hacedor, en tanto que sustancia infinita y causa libre. En ese contexto del reino animal, y en lo que se refiere a la aún no desarrollada evolución, podemos asegurar que existen seres que, aunque no los escuchemos, nos hablan. Por supuesto que carecen de mente, sin embargo, su inteligencia intuitiva y natural, hace que respondan a nuestras preguntas y demandas que, en cierta medida sí somos capaces de captar. Si dejamos nuestra mente en blanco, seguro que nos encontraremos con la sorpresa de escuchar y entender sus lenguajes mediante la concentración, hasta el extremo, a veces, de que ello se pueda convertir en rutina. Y este es el caso confirmado a través de nuestra protagonista Choly. Una hormiga que nos llenará de un
  • 5. Entre hormigueos Página 5 placer diferente con sus desplantes, cotilleos y sobre todo con una inteligencia y sabiduría ignotus. s.m.m.
  • 6. Entre hormigueos Página 6 DEDICATORIA A mi Madre Naturaleza que se viste con los colores de mi respeto y amor hacia ella, y que en ocasiones, vincula las lenguas de los diferentes reinos. ¡Ojalá! algún día, los seres humanos escuchemos cuanto nos dice continuamente…
  • 7. Entre hormigueos Página 7 I Hola, escuché que alguien saludaba cerca de mí y del maravilloso, y resplandeciente seto verdeante. Miré a un lado y a otro pero, no vi a nadie a este de aquella barrera de hermosas y bien cuidadas tuyas no muy altas, apenas dos metros, con lo cual pensé que la idea habría sido tan sólo una separación entre parcelas de las otras casas residenciales, o simplemente una manera de que el terreno o lugar quedara protegido aunque, en un primer momento, ya sabía yo perfectamente que se trataba de una separación entre lo público y lo privado. Me levanté del banco en el que me encontraba sentada e intenté mirar a través de aquella apretada urdimbre de ramas enlazadas y convertidas en una pared ideada cual pintura al natural; nada, imposible ver algo a través de él. Di la vuelta y volví a sentarme a la espera de oír de nuevo aquel saludo. Hubo un momento en el que me quedé extasiada contemplando un gracioso velero que en ese momento se deslizaba orgullosamente por las tranquilas aguas de aquel maravilloso y azulado lago, y cuya salida a otro mayor, permitía desde donde me encontraba la bella observación de como el brillante disco solar bajaba poco a poco para, entre colores cárdenos y anaranjados, ir quedando oculto tras una línea vibrante que parecía dividir el inmenso cielo de la tierra, cuando de nuevo
  • 8. Entre hormigueos Página 8 volví a oír el saludo, por lo que sin realizar el más mínimo de aquellos gestos que a veces delatan una cierta inquietud, pregunté al refrescante aire del atardecer. - ¿Es para mí el saludo? - Sí, para ti… - Pues entonces !hola, quien quiera que seas, aunque no he podido ver a nadie! - Comprendo, ¡soy tan pequeña al lado tuyo! y además, estoy a tus pies; mira hacia ellos y me verás arrastrando con dificultad un buen trozo de cáscara de avellana, y ten cuidado no me pises. - Ya te veo, y no eres tan pequeña - le dije dedicándole una sonrisa al tiempo que depositaba mi guitarra sobre la superficie de madera del banco, pero dime: ¿cómo vas tirando de una carga que es de mayor tamaño que tú, y para que la quieres? - Las hormigas nos pasamos todo el día llevando diferentes tipos de materia orgánica hacia el hormiguero: hojas, semillas, otros insectos muertos… Sin embargo, muchas no nos alimentamos de lo que cogemos, sino que algunas somos agricultoras o, incluso, y aunque te sorprenda, hasta ganaderas. - Ahí, ya me pierdo - le dije verdaderamente sorprendida. - Entiendo que te sorprendas, ya que, al parecer, te pasas el día con tu guitarra. - No, no te creas, es que hoy me he sentido bastante triste, y cuando me ocurre esto me vengo a este banco y rasgueo un poco la guitarra contemplando el lago y así me siento menos sola.
  • 9. Entre hormigueos Página 9 - Tienes razón: a veces tan sólo basta un sólo momento de felicidad para que tomemos consciencia de que realmente somos unos privilegiados - y continuó. Claro que cada uno a su forma de vida. - Es muy cierto eso que dices. Sin embargo, me gustaría que me hablaras acerca de que algunas sois incluso ganaderas ¿cómo puede ser eso...? - le insistí ya que me comía la curiosidad. - Bien, te diré que tenemos nuestros rebaños de pulgones. Mira, un ejemplo de mutualismo se da entre los pulgones y nosotras. Algunas actuamos como granjeras, "ordeñando" a los pulgones y protegiéndolos de depredadores como son las mariquitas. Ya sabes, esos otros insectos de cuerpo redondeado y con lunares, también conocidos como vaquitas de san Antonio o catarinas. - ¡Qué curioso! Pero dime: ¿para qué necesitas esa cáscara de avellana, aunque es de suponer que cuando cargáis algo con tanto afán, alguna razón de peso debe de haber - le dije. A lo que ella respondió: - Aunque te vuelva a sorprender, hay un equipo que se encarga de triturar todos estos productos que conseguimos fuera del nido, y que una vez mezclados con los líquidos acuosos y algo viscosos que segregan nuestras glándulas, los humedecen y así la membrana mucosa los deja dispuestos como nutrientes para nuestra alimentación. - ¡Sorprendente! - Pues no debería sorprenderte tanto, ten en cuenta que durante todo el tiempo necesitamos estar buscando
  • 10. Entre hormigueos Página 10 qué poder aportar a la comunidad. Y es que somos muchísimos miembros, y no te puedes imaginar lo que comen las crías. - Pero, tú estás sola o sólo porque no sé si eres macho o hembra, y además siempre os he visto en hileras. - Se nota que no nos has observado mucho. Te diré que en lo que a mí se refiere, es que soy muy independiente, en cuanto a mi sexo, soy una hembra; observa que mi color no es del todo negro como los machos, sino que mi tono es un poco marrón tirando a rojizo, además ellos son un poco más pequeños aunque con los ojos y el tórax más grande. - ¡Así que tú también eres de las independientes! - le dije. - Sí, pero ya está bien de hablar de mi; ¿por qué no hablamos un poco de ti - me insinuó directamente, al tiempo que abandonando la cáscara comenzó a trepar por mi pierna hasta llegar a colocarse sobre la palma de la mano que, gentilmente y a modo de amistad le ofrecí en el momento que consideré oportuno. - Vale. ¿Y qué te gustaría saber de mí? - le pregunté ahora cuando, casi por decirlo de alguna manera, estábamos las dos cara a cara. - Sobre todo ¿qué haces aquí tan sola, y qué canturreabas mientras rasgueabas las cuerdas de esa guitarra tan bonita? - Es curioso lo que son las coincidencias. Pues mira estaba canturreando un bolero que dice: Mirando al mar soñé que estaba junto a ti; claro que no se refería a ti sino que recordaba a un chico estupendo que conocí el
  • 11. Entre hormigueos Página 11 pasado verano, con quien pasé unos maravillosos días y nos despedimos aquí mismo, en este banco, dejando atrás una buena amistad. Y es que aquí estoy pasando las vacaciones en la casa de mis abuelos maternos donde lo paso muy bien con ellos, pero a veces cuando dejo de estudiar los temas de una asignatura que me quedó pendiente, pues ya sabes, cojo la guitarra y me vengo aquí, y es que esto es muy tranquilo. - Entonces ¿tú vives en la casa que tiene este seto tan bonito, y tan alto? - dijo interrumpiendo el relato. - Sí, es el jardín de los abuelos. - Perdona, pero ¿no estarías más a gusto al otro lado y sobre el frescor que debe ofrecer el césped? - Algunas veces lo hago balanceándome en el balancín, pero cuando me detengo y cojo la guitarra, el seto no me inspira nada, él me impide ver el lago y las barquitas de velas de colores que a veces forman regatas, y es muy bonito; imagino que tú también lo habrás visto alguna vez. - No, nosotras no tenemos tiempo para eso, estamos condenadas por alguna razón que desconozco, a estar continuamente trabajando, si no es en una cosa en otra, el caso es que no paramos, somos como los relojes eléctricos, el día que se acaba la pila, ya sabes... - Disculpa que te interrumpa, pero es que en una ocasión estuve observando un rato como una compañera tuya estaba intentando introducir en el hormiguero una plumita, al parecer, de un gorrioncillo, y me quedé pensando para que la querría. - No te extrañes; siempre que hay oportunidad de hacernos de alguna nos la llevamos. En el interior hay
  • 12. Entre hormigueos Página 12 algunas compañeras muy habilidosas: las cogen y las deshacen, el palito central que se llama raquís es muy ligero a la vez que ofrece mucha rigidez para fortalecer las paredes, el resto tiene diferentes usos: uno de ellos es el aprovechamiento de la queratina, esta es como una proteína muy rica en azufre y con ello evitan que haya sarna en diferentes partes del nido. - Me estás dejando absolutamente anonadada. - Qué te creías, que sólo los humanos existís; no amiga mía. Hay muchos que aún continúan en la creencia de que nuestro planeta es único en el universo y por añadidura, que vosotros sois el centro de este planeta, pero estáis muy equivocados: por la superficie y por el subsuelo existen infinidad de criaturas que conforman tantas colonias que el hombre tardaría mil años en descubrirlas todas, estudiarlas, analizarlas y catalogarlas. - Pues sí que eres un libro abierto, vamos que ya quisieran muchos tener tus conocimientos. - ¡Mujer, creo que tampoco es para tanto! aunque he de reconocer, en lo que a mi especie se refiere, la verdad es que me he movido bastante, y que ya tengo mis añitos. Por cierto, me cuentas que aquí estás pasando tus vacaciones de verano, en la casa de tus abuelos pero, ¿de dónde eres, y cómo te llamas, si no te importa, claro? - se interesó cual buena cotilla. - No hay ningún problema; me encanta hacer amistades, y para ello lo principal es la comunicación mediante el nombre. Me llamo Dolores aunque desde los primeros días de mi nacimiento todos comenzaron a llamarme Dolita, y no es que me haga mucho chiste, la
  • 13. Entre hormigueos Página 13 verdad, pero la vida es así, y no creas que no he intentado convencerlos a todos, pero, al parecer les gusta y así sigo - le dije, apreciando en su mirada y asentimiento cierto signo de tristeza y comprensión. - Pues a mí no me disgusta - A ver qué te parece el mío, porque aunque sólo sea una hormiga también tengo mi nombre, pero no quiero que te rías; lo cierto es que no sé si es un nombre o no, pero en la comunidad me llaman Cabezota, no sé si será porque tengo una cabeza más grande de lo normal, a juicio de la reina, o porque soy Tauro, que también nosotras tenemos nuestro horóscopo; y que quieres que te diga, esto es lo que hay - me dijo mirándome fijamente y esperando algún gesto. - Pues yo, si no te molesta y dado que recuerdo que de pequeña era reacia a cuando me mandaban a hacer algo que no me gustaba, siempre me decían ¡qué cabezota eres, o tienes cabeza de chorlito! Así que yo, abreviando, te llamaré Choly, de chorlito, ¿qué te parece?
  • 14. Entre hormigueos Página 14 II No hubo ningún comentario ni gesto, sin embargo, pasados unos segundos ambas, al parecer, ya amigas se echaron a reír al mismo tiempo. - Vale, y ahora ¿dime de dónde eres, dónde vives, que estudias, si tienes hermanos o hermanas…? Perdona, pero es que quiero saber muchas cosas de ti, todo cuanto sea posible; comprende que humanos veo todos los días, y muchos, pero no tengo relación ninguna con ellos a excepción de largarle algún improperio a aquellos despistados que en ocasiones por poco me pisan - me dijo poniendo cara de impaciente atención. - Te cuento: Nací en un pueblo de Córdoba llamado Almodóvar del río, y está ubicado en la comarca del Valle Medio del Guadalquivir. No es muy grande pero es muy bonito, tiene un magnífico y muy bien cuidado Castillo llamado de La Floresta, que está situado en el monte llamado "El Redondo"; es una Fortaleza Andalusí que anteriormente fue Castro romano, o lo que es lo mismo una Fortificación militar, y la edificación actual tiene definitivamente origen bereber. La gente es muy hospitalaria y amable, y ahora si que te vas a reír porque a la gente de mi pueblo la llaman "Cuco o Cuca”. -Qué gracioso - dijo cuando se tranquilizó - y continuó ¿y sigues viviendo allí?
  • 15. Entre hormigueos Página 15 - No, mi padre que es militar fue trasladado a Sevilla, y en ella vivimos desde que yo tenía siete años. Mi pueblo me encanta y allí volvemos siempre que tenemos oportunidad, y es que tanto mi padre como mi madre aún tienen allí familia, hermanos y hermanas por ambas partes, además mis padres siguen conservando la casita que se hicieron cuando se casaron, porque mi padre no quería vivir acuartelado. Él, pertenece al Cuerpo de Aviación por eso lo destinaron a un lugar de Sevilla que se llama Tablada. Y el barrio donde vivimos se llama el barrio León que se levantó sobre un Caserío conocido como “La Torrecilla”, que por cierto, el propietario también era de Córdoba, de Palma del río. El barrio es muy bonito, y en el comenzaron a vivir muchos miembros del ejército después de la guerra civil. Ahora tengo veintitrés años, y estudio en la Facultad de Ciencias. Seguro que te gustaría ver los trabajos y prácticas que se realizan allí. También me preguntabas si tengo hermanos; no, soy hija única. Tan sólo tengo una afición, la música clásica y la lectura, y coger de vez en cuando la guitarra; en cuanto al deporte, el único que practico es el remo en el Club Náutico que está en el río Guadalquivir, frente a la Torre del Oro. Ahora, estoy pasando las vacaciones aquí en Iznájar, un lugar que me encanta aunque no puedo practicar el remo porque no tengo mi piragua; mis padres se han ido a realizar un viaje por Europa. Y eso es cuanto te puedo contar. Oye, sabes que me haces cosquillas en la palma de la mano, me encanta.
  • 16. Entre hormigueos Página 16 - Y tú, venga, cuéntame algo de ti, y aunque ya conozco tu saber y tus conocimientos, no me vayas a largar aquello de que sois animales súper fascinantes, que estáis extendidos por todo el planeta, exceptuando las zonas del Ártico y la Antártida. Y que aún siendo especialmente frecuentes en todo tipo de bosques, donde podéis conformar hasta la mitad de los insectos habitantes del lugar, se os puede encontrar en zonas residenciales y hasta industriales, que todo eso ya lo he estudiado - le dije con una amistosa y socarrona sonrisa. - Cómo me gustaría que me llevaras en un bolsillo a algunas de tus clases. Pero, ¿qué te puedo contar de mi, un pobre insecto que todo su afán es ser independiente? - Bueno, pero ahora lo eres, al menos eso es lo que me dijiste - le recordé. - Sí, pero, lo hice abandonando a mi gente, afortunadamente, a excepción de mis deberes dentro de la comunidad, ya no me ataba nada sentimental, nunca pude tener pareja, te cuento: en nuestras sociedades estamos divididas en castas. Generalmente se distinguen tres: relacionadas con el sexo y la capacidad reproductora: Hembras fecundas (que desempeñan la función de reinas); hembras estériles (obreras) y los machos fértiles, y el no haber alcanzado el grado de Reina he creído siempre en que ello era debido a mi carácter tan dominante y fuerte como temperamental, pero nunca mostré frialdad si había una entrega y un sincero cariño que hiciera posible y perdurable una futura amistad; tampoco me quedaba familia, así que un buen día cogí mi hatillo, y escondida tras unos sacos de patatas y otros géneros de un vendedor ambulante de
  • 17. Entre hormigueos Página 17 aquellos que viven de pueblo en pueblo, visitando cada día un mercadillo donde ofrecer su mercancía, pues así fue cómo cansada del vocerío de aquél hombre pregonando, que después de ver a través de las ventanillas de la furgoneta algunos pueblos, que decidí quedarme aquí. - Pues acertaste, y es verdad lo que me cuentas, hay que ver lo pesados que son algunos, y lo que chillan tan temprano. Y me alegra que decidieras quedarte en este bellísimo pueblo. Y dime ¿dónde vives ahora, porque supongo que habrás encontrado alguna colonia, y que te haya aceptado sin más…? - No, sin más no, que algunas tienen unas reinas que ponen muchas y serias dificultades, sin embargo en esta he caído muy bien; ya llevo algún tiempo con ellas y no hemos tenido ningún tropiezo aun conociendo y aceptando mi carácter independiente. - Está muy lejos - le pregunté al tiempo que pensaba que había cometido una imbecilidad ¿cómo iba a estar lejos, qué pensaba que tenía medio de transporte? Ella discurría los mismos pensamientos mientras mirando hacia la derecha y hacia abajo le daba a entender que su lugar de residencia se encontraba a menos de un metro de donde ella tenía plantadas sus deportivas. - Perdona, ha sido un lapsus de lo más tonto,- le dije con toda humildad. - No tienes que disculparte, eso le puede pasar a cualquiera, además podría estar al tanto de a dónde vas después de estar aquí un rato, engancharme a tus deportivas y bajarme donde me conviniera. Claro que el problema sería la cascara de avellana.
  • 18. Entre hormigueos Página 18 - Muy graciosa, ¿todas tenéis esa gracia? - le comenté viendo como alargaba su sonrisa hasta que, contagiándome, acabamos riéndonos. - Supongo que aparte de salir al exterior, a la búsqueda de posibles alimentos, algo habrá que te entretenga en tu tiempo libre si es que lo tienes, ya que según nos enseñan en la Facultad sobre la naturaleza animal no tenéis tiempo para nada más. - Pues lamento que tus profesores estén equivocados; hay muchas formas de combinar un trabajo con un juego para los pequeños. - ¿Cómo es eso de combinar un trabajo con una diversión en tu especie? - ¿Recuerdas el naranjo que hay en la esquina del jardín de tus abuelos y que se encuentra no muy lejos del balancín en el que te meces algunas tardes, y en el que, por cierto, en ocasiones, te pegas unas siestecitas que para mí la quisiera yo? - Sí, perfectamente; en más de una ocasión he cogido algunas naranjas para preparar zumos, y están buenísimas, y es que son naranjas de zumos, no como las otras cuyo nombre no recuerdo. - Posiblemente debes referirte a las que se conocen aquí como la variedad guasintonas, aunque desconozco de dónde le viene el nombre, porque de Wuashington no creo que sea teniendo la riqueza que tenemos en Andalucía. - Bueno, el caso es que cuando se cae una y se abre por el golpe, me traigo a las crías, las enseño a entrar por la abertura de la cáscara, cosa que les encanta, y se nutren de su caldito, luego venimos las adultas, por
  • 19. Entre hormigueos Página 19 turno, y no te puedes imaginar como la dejamos por dentro absolutamente limpia, vacía, hasta el extremo de que cuando se seca parece una bola de madera completamente hueca. - No sabía que os gustara las naranjas hasta ese extremo - le dije sin dejar de mostrar mi extrañeza acompañada de una leve sonrisa. - Para nosotras que estamos tan cerca, una naranja caída en un manjar, y en cuanto la sentimos ya estamos organizando la salida, aunque no en todas las ocasiones tenemos resultados positivos. - ¿Y eso por qué? - quise saber muy interesada. - ¿No has oído nunca que los jardineros en su afán de exterminarnos, uno de los medios es la utilización de naranjas podridas? - No, no sabía de esa técnica. - Pues sí, recogen algunas, al parecer, la tienen en alguna maceta interior, y cuando la naranja se pudre la colocan bajo el árbol, pero como es natural, al igual que otros insectos y avecillas, todos esos trucos ya nos lo sabemos de memoria, es como pasa en las viñas con los espantapájaros; al día siguiente ya se posan sobre los brazos del muñeco de paja. Dicho esto, Choly se rió con cierta ironía, y quedose un momento pensando si ello no había podido molestar a su amiga, al fin y al cabo se trataba de la propiedad de sus abuelos a los que, en cierta medida, una colonia de hormigas podrían estar haciéndole daño a las plantas, así que le pregunté si se sentía molesta por el comentario que yo había hecho acerca de ello.
  • 20. Entre hormigueos Página 20 - Para nada, yo sólo estoy pasando aquí las vacaciones, por lo que cuando me vaya la semana que viene, en lo único que voy a pensar es en si este rato que estoy pasando contigo no habrá sido un sueño debido al calor de la soledad, y al de esta tarde veraniega del mes de Agosto. - Qué lástima que te vayas tan pronto, y por otro lado, esa soledad bien pudiera ser el producto de que tu amigo, el del pasado año no haya podido venir a verte, y yo no quiero que ello se convierta en tristeza. - Si, la verdad es que lo echo de menos; aún recuerdo una mañana en la que se fueron los abuelos a ver una pequeña embarcación que unos amigos de mi abuelo le estaban construyendo en un pequeño Astillero que hay cerca de casa, al lado del embarcadero, y es que mi abuelo había sido Ingeniero naval, así que aprovechando que yo me había quedado repasando unos temas pendientes, lo llamé; tardó en venir un suspiro, y el tiempo que estuvimos juntos consolidó nuestra más íntima amistad, no duró mucho aquel rato pues los abuelos vinieron a la hora de almorzar, y como quiera que no tuve más remedio que presentarles a Raúl, que así se llama pues como que se vieron obligados a invitarlo a comer, detalle éste que, como es natural, a mi me encantó, como le encantó al abuelo, cuando le comentó que al haber nacido en san Fernando, y al ser Universitario, su deseo era ingresar en la Marina y hacer carrera en la Escuela de la Armada, y que ello se realizará en el siguiente curso ya que tiene cumplidos y aceptados todos los tramites.
  • 21. Entre hormigueos Página 21 El haber tenido notas muy altas en todos los cursos de una especialidad como la Biología marina, y la ayuda de su padre que en la actualidad es proveedor del Arsenal de la Marina, que está en la Bazán y a cuya Comisión de Defensa, su fábrica le suministra todo tipo de materiales navales, como pueden ser desde cordajes de todas las medidas, hasta aceites y grasas especiales para la lubricación de máquinas como molinetes y cabrestantes, motores auxiliares etc.
  • 22. Entre hormigueos Página 22 III Recuerdo como un día estando de visita con su padre en uno de los remolcadores de la Marina, y en el que, al parecer, había un cordaje defectuoso, por desconocimiento de la rutina de a bordo, en una maniobra de emergencia le pidieron que sostuviera, una palanca; como quiera que no lo hizo bien toda vez que era la primera vez que se encontraba en semejante situación, el caso es que el enganche se desactivó con lo que la maniobra falló, y aunque el Contramaestre no le reprochó nada, ello hizo el que sus pensamientos se volcaran aún con más fuerza por seguir la carrera en las Fuerzas navales. - ¿Qué edad tiene ahora Raúl? - preguntó Choly, interrumpiéndola. - Acaba de cumplir veintitrés años, igual que yo, aunque hay unos meses de diferencia en los que resulta él mayor. El próximo curso yo estaré en la Facultad, y él lo hará en la Marina como futuro Especialista. - Entonces la cosa está bastante clara, vas a tener de pareja un marinerito - dijo esbozando una graciosa sonrisa - y continuó: ¡ojalá! el próximo verano vuelvas, y con él me invitéis los dos a dar un paseíto en la barquita de tu abuelo que seguro ya estará terminada. - ¡Huy, huy! Amiga mía eso está muy lejos, aunque de ser posible, el llevarte sería el menor de los problemas -
  • 23. Entre hormigueos Página 23 le dije correspondiendo a su buen humor. Entre charla y charla, Dolita oyó como la abuela, desde lo alto del magnífico porche que, a modo de un bello mirador sobre el lago poseía la casa, la llamaba por si quería merendar. - ¡Ya voy, abuela! - respondió Dolita, al tiempo que pensaba en que debería dejar a su amiga, en cuya mirada observó el dulce y mágico deseo de unas pastas, por lo que sin pensárselo dos veces, se metió la mano, sobre la que se encontraba su amiga, en el bolsillo y se dirigió subiendo hacia el porche. - Ya estoy aquí, abuela ¿te importa que me siente a tomar el té abajo en la mesita del césped? - le dijo de forma un tanto zalamera. - Estás de vacaciones, así puedes hacer lo que quieras - le respondió la abuela. Aprovechando el ofrecimiento y el que la abuela no tuviera interés en aquel deseo de su nieta, Dolita tomó su taza con el té y un platillo con algunas pastas, y bajando los escalones se acomodó en un silloncito blanco de hierro forjado, al tiempo que sobre la mesita del mismo material y a juego, depositó tacita y el correspondiente platito. Un instante después hizo salir a su amiga quedando ésta sobre la mesita, y a la que se le notaba a todas luces cuánto le gustaba lo que estaba viendo, por lo que, consciente Dolita, de aquellos pensares, ni corta ni perezosa, como se suele parafrasear en semejantes momentos, le ofreció aquel, para ella, un verdadero manjar.
  • 24. Entre hormigueos Página 24 - Dolita, te importaría que compartiera esto con mi gente - dijo de forma muy recatada. - Ya había pensado en ello, y si te parece podría acercarle a la entrada del nido una pasta entera y así no tendríais que realizar el trabajo de tenerla que llevar previo desmenuzamiento - dijo Dolita sin convencerle lo que acababa de ofrecer, y que obligaba a su amiga a mostrarle el lugar donde se hallaba la entrada de su hogar. - Pero eso sería una barbaridad, ahí no sólo tendríamos comida para mucho tiempo sino que llamaríamos la atención de otros grupos, y eso que la entrada está protegida por un cuerpo de soldados que realizan funciones fundamentales para la seguridad de la colonia, protegen a la Reina, que es su primera obligación, ten en cuenta que las reinas son las únicas hembras fértiles de las colonias; de ellas nacen todos los demás miembros. Su función más importante es transmitir su importante material genético a sus descendientes, con el fin de asegurar que la especie permanezca fuerte y apta para sobrevivir. Ellas defienden la comunidad, forman ejércitos que matan a las presas, atacan otras colonias enemigas en busca de alimento o nidación e incluso toman de rehenes a los huevos de las otras colonias, además de aportar materia orgánica en descomposición, por lo que ayudan a limpiar y a aprovechar los residuos orgánicos. - Tienes toda la razón - dijo Dolita - e insistió: pues como hoy libra el jardinero podrías avisar, y una vez que se desmenuce la pasta y la dejemos caer bajo la mesa que vengan a llevársela, así mientras tanto, subo este
  • 25. Entre hormigueos Página 25 servicio a la cocina y luego nos vamos a dar un paseo hasta la orilla del lago. - Creo que será mejor que me quede con ellas hasta que terminen, que para estos menesteres soy muy eficiente, además he de terminar la faena pendiente ¿recuerdas? - dijo la amiga sonriendo. - ¿Faena, cuál faena? - preguntó Dolita extrañada. - ¿Ya no te acuerdas que dejé una importantísima cáscara de avellana a medio camino? - Es verdad, chica se me había olvidado por completo. Bueno pues entonces, si quieres y tienes tiempo, mañana nos vemos en el mismo banco y a la misma hora, ya me oirás cuando rasguee mi guitarra -dijo Dolita al tiempo que bajaba la mano hasta el césped y de ella saltaba Choly. - Vale, hasta mañana, anda que vamos a dejar el césped más limpio que la espalda de tu guitarra - esto lo dijo de forma que las dos amigas se echaron a reír. Un instante después, Choly veía a su amiga atravesar la puerta de salida de la casa. Sonaban las campanas de la torre anunciando el mediodía, cuando Choly corrió hacia el banco en el que sabía que ya esperaba Dolita, pues a la par que sonaban las campanas anunciando a su vez el Ángelus, ya escuchaba los acordes de una canción: "Te esperaré, nos sentaremos juntos frente al mar, y de tu mano podré siempre caminar, y aunque pase toda mi vida aquí sentada, yo te esperaré, pues sé que en tus ojos tendré siempre tu amor, como tú lo tendrás en los míos."
  • 26. Entre hormigueos Página 26 - Hola Dolita, que canción más bonita, seguro que te la acabas de inventar - dijo Choly, al tiempo que trepaba por las estampadas bermudas hasta alcanzar la palma de la mano que la muchacha le ofrecía una vez más. - Hola, amiga, y sí, me la acabo de inventar recordando algo acerca de un antiguo bolero en el que, al parecer, alguien de forma incansable se pasó la vida esperando un amor prometido pero que jamás regresó. - Pero ese no es tu caso por lo que estoy sintiendo a través de las señales que me transmiten mis antenas, las cuales captan que algo te ha sucedido en estas últimas horas. - ¡Pero qué lista eres! ¿Y de dónde sacas tú eso de que has captado que algo me ha debido ocurrir últimamente? - dijo la joven mostrando un gesto de extrañeza de forma empática. - Será que esta mañana he visto al cartero que echaba un sobre en el buzón - dijo Choly sin poder aguantar la risa. - Pues sí, amiga. He recibido una carta de Raúl, en la que me dice que pronto vendrá a verme. - ¡Cómo me gustaría que me la leyeras - se interesó poniendo cara de circunstancias! - No tengo ningún inconveniente - dijo Dolita mostrándose amable, escucha:
  • 27. Entre hormigueos Página 27 IV “Queridísima Dolita: Casi seguro que el día veintidós podré ir a verte, y es que ya no puedo pensar en nada que no seas tú, tu rostro y tu sonrisa ocupan cada segundo de mi tiempo, hasta el extremo en que no me concentro en el estudio del plan que recibí de la escuela de la Armada para mi ingreso. Y es que desde el momento que apareciste en mi vida fuiste como un rayo de luz entre las tinieblas que producen las dudas, pero te conocí e iluminaste mi camino dándole otro sentido que me hizo entender que el amor puede ser real cuando se encuentra a la persona con la que la conexión es diferente, y aunque me oigas decir lo mismo mil veces, confieso que cada día que pasa ya te amo con locura, y agradezco a la vida que me diera la oportunidad de elegir el amor de mi vida y sobre todo que la elegida fueras tú, sin pensarlo; ¡te vi tan hermosa, aquella tarde en la casa de tus abuelos! Allí encontré mi verdadera felicidad, mi razón de ser y mis fuerzas para continuar. Sé que a partir de aquel día mi sueño se convirtió en realidad, y es que eres lo que siempre había soñado. Te quiero, Dolita linda. Te veré muy pronto. Tuyo siempre, Raúl.” - Que bonita carta, y que cosas más lindas te dice ¡cómo me gustaría que alguien me escribiera y me dijera estas cosas, pero ya ves nosotras las obreras estamos condenada a no poder tener relaciones, tan sólo la reina
  • 28. Entre hormigueos Página 28 puede! - esto lo dijo lanzando al aire un amargo y largo suspiro. - Chica, está claro que te ha gustado y llenado de melancolía. Lamento que vivamos en mundos tan diferentes, pero que le vamos a hacer la vida que nos toca es así - dijo la muchacha a modo de consuelo. Durante un periodo de tiempo indeterminado, ambas amigas guardaron silencio. - Discúlpame, amiga, pero he de dejarte. Voy a aprovechar que tengo la dirección de donde se encuentra Raúl, y voy a ir a la oficina de correos para enviarle un telegrama en el que le ponga el número de teléfono de los abuelos y que me llame confirmándome cuando vendrá y así poder ir a esperarle, caso que viniera en algún medio de transporte. Igual el padre le deja su coche ya que Raúl tiene permiso de conducir desde hace poco tiempo, pero no lo creo. Él estuvo a punto, según me dijo, de comprarse uno de segunda mano para ir a la Universidad, pero descartó la idea ya que en la misma puerta de su casa tenía una parada de bus que lo dejaba al lado de la entrada del campo universitario - Vale, Dolita, a ver si tienes suerte y te dice que podéis estar juntos unos días, al menos hasta que te vayas la semana próxima - dijo animándola en la medida de lo posible. - Gracias, amiga, luego nos veremos a la espera de que me llame. Momentos después, Choly veía como Dolita con su bolso de verano al hombro atravesaba la puerta enrejada y salía a la calle, camino de la Estafeta de Correos.
  • 29. Entre hormigueos Página 29 Cumplida la misión que le llevo allí, caminaba de vuelta pensando en las ganas que tenía de ver a Raúl, cuando de repente vino hacia ella, llevada por la brisa, una diminuta y bellísima plumita que debía haber pertenecido a un jilguero o tal vez a un canario que estuviese espelechando. Los ojos y el corazón le saltaron de un hermoso brinco, y es que lo que se le acababa de ocurrir bien merecía la manifestación que avalaba tal signo de alegría interna, pues su primer pensamiento fue el ver la alegría que a su amiga le produciría, no sólo que alguien humano pensara en ella hasta ese extremo, sino que tuviera el detalle de regalarle aquella plumita, tal vez, para que alegrara su rinconcito si es que pudiera disfrutar de él porque la Reina le tuviera asignado uno a cada una de las obreras, como así lo tenía dispuesto para cada uno de los miembros de la guardia. Y con estos pensamientos, y disfrutando de cómo su amiga recibiría el tan inesperado como sorpresivo regalo, siguió avanzando alegre hasta llegar a la cancela que daba acceso, a través del hermosísimo jardín a la escalinata por donde se llegaba a la puerta principal de la mansión. Apenas había pisado los dos primeros escalones cuando, desde la parte inferior de estos y a ras de césped, escuchó un siseo... - ¡Eh! que estoy aquí, esperándote, y tú en Babia, cosa que por otro lado se entiende. ¿Qué pasa contigo, acaso te crees que el teléfono va a sonar tan rápido?
  • 30. Entre hormigueos Página 30 Venga, baja y cuéntame cómo fue todo, ¿qué le pusiste, porque supongo que el telegrama lo pondrías urgente? - dijo mostrando un nerviosismo inhabitual. - Pero que cotilla eres; ahora bajo que voy a subir a soltar el bolso y decirle a mi abuela que espero una llamada de Raúl, y que haga el favor de darme una voz por la ventana del salón. - ¡Ea! Ya estoy aquí - dijo cuando pisaba el último escalón, y notó como la amiga, sin esperar, ya trepaba por el pantalón vaquero hacia arriba, pues no había caído en la cuenta de habérselo cambiado por las bermudas que usaba siempre cuando se encontraba en la casa. - ¿Y qué, qué le has puesto? – dijo sin poder evitar el nerviosismo que la embargaba. - Tan sólo que me llame al número de teléfono de los abuelos, que estoy deseando escuchar su voz, verle, y que me diga cuándo va a venir: si lo hará en el coche de su padre o en otro medio. ¿Estás satisfecha, so cotilla? - dijo, sin dejar de mostrar un semblante de lo más empático. - Ves, pues ya me quedo más tranquila, que últimamente estás, pero parece que no estás - dijo de forma un tanto enigmática. - No sé de dónde sacas esas ideas, tú sí que estás últimamente con tanto intento de sonsacarme algo, que más pareces una avispa con tanto revoloteo y picoteo, anda, anda. - Será debido a eso que he escuchado alguna vez de que son cosas de mujeres, por cierto, ¿qué es eso que escondes en la mano que tienes tras la espalda con tanto misterio? - dijo sin abandonar una sonrisa socarrona.
  • 31. Entre hormigueos Página 31 - Mira, venía caminando por la acera de la Estafeta de correos y al entrar por la avenida que tiene tanta arboleda, con una brisa de aire me ha llegado esto como diciendo: toma y llévasela de regalo para tu amiga - esto lo dijo mostrándole la plumita. Choly, sorprendida, se quedó unos minutos en silencio sin quitarle la vista a la plumita, y sin poder manifestar, al parecer, lo que estaba viviendo en esos momentos, era como si se le hubiesen olvidado las palabras. - ¡Oh! Dolita, que cosita más linda. Que recuerdos voy a tener de este momento cuando te marches; espero que la Reina me la deje colocar en mi rincón preferido, aunque lo más probable es que decida colocarla en la guardería, ya sabes, donde se encuentran las que acaban de nacer, pero es que es tan bonita que se me acaba de ocurrir viendo a algunas de las señoras que pasean por la avenida, que si yo fuera humana me haría un sombrerito y me la colocaría, seguro que estaría tan mona como ellas. ¿Tú qué crees Dolita? - dijo a modo de comentario aunque con una carita un tanto circunspecta. - Pues no te digo que no, que te imagino con tu gracioso sombrerito y luciéndote cual bella damisela por la avenida de las acacias, y los soldados de otras colonias diciéndote piropos al pasar. - Qué imaginación tienes, ahora me explico la facilidad tuya para hacer esas letras de canciones tan bonitas. - ¡Anda ya! si la mitad de las letras son de otras canciones, lo que yo hago es adaptarlas a mi manera.
  • 32. Entre hormigueos Página 32 V Estaba cayendo la tarde cuando Dolita, oyó a la abuela que la avisaba desde la ventana, diciéndole que la llamaban por teléfono, y que subiera rápidamente, que era Raúl por conferencia desde Cartagena. Con tan sólo un hasta mañana, se despidió de su amiga a la cual tan sólo le dio tiempo a decirle ¡corre, corre! Y eso hizo subiendo la escalera y saltando los peldaños de dos en dos, por lo que cuando llegó y agarró el auricular, estaba medio ahogada y sin poder articular palabra. No obstante, tuvo fuerzas para decir: - Hola, Raúl, ¿cómo estás? - Hola, Dolita, bien, estoy bien, pero te noto como asfixiada. ¿Estás bien? - Sí, ahora mejor que nunca, es que he subido corriendo cuando la abuela me llamó diciendo que tenía conferencia; tengo tantas ganas de escucharte, y tantos deseos de poder verte y abrazarte como aquella última tarde, vamos que ya estoy poniéndome nerviosa - dijo sin poder evitar el ahogo y que le temblara la voz. - Tranquilízate Dolita, que a mí me pasa lo mismo, y es que para mí todo este tiempo lo he pasado muy mal, tan sólo me consolaban tus cartas, gracias a ella y lo que me contabas acerca de tus prácticas de remo hacían que me mantuviese entretenido, aunque siempre buscando una escusa para poder ir a verte a Sevilla, pero es que mi
  • 33. Entre hormigueos Página 33 padre es un jefe un poquito inquisidor, aunque he de comprender que la labor que desarrolla para la Armada es muy importante, aunque parezca que fabricar y suministrar grandes materiales para los arsenales y los astilleros sea una labor de menor importancia. Ahora aún estando un tiempo de vacaciones en que la Fábrica y los almacenes están cerrados, a mi padre no se le ocurrió otro lugar para descansar con mi madre, que la playa de Calblanque en Cartagena; claro que el lugar no fue por casualidad sino porque salieron a subasta hacer negocios con el Arsenal de Cartagena y los Astilleros, y allí me arrastra siempre como si yo fuera a heredar el negocio, que eso ya lo tiene adjudicado mi hermano, pero ya está bien de hablar de mí, y que además aún no te he dicho lo mucho que te quiero. - No importa, Raúl, esto último lo compensa todo; por mi parte, y aunque no tengo mucho que contar, si que he de decirte que yo también, desde aquel primer día ya comenzaste a entrar en mi corazón, habrá quién no crea en el flechazo, pero yo lo tuve muy claro, pues lo primero que pensé al verte con tus pantalones blancos, tu polo de corte veraniego tus deportivas, y sobre todo aquella carita risueña y llena de bondad, de la que emanaba un sin fin de ilusiones frente a la dureza de momentos tan inciertos, me dije que eras el chico con el que había soñado siempre, por eso desde ese mismo instante ya comencé a quererte. - Pues puedes estar segura de que fue lo mismo que me pasó a mí, además he de admitir que me llamó mucho la atención tu seguridad cuando hablabas del futuro aún siendo tan joven, y esa atracción mutua fue el toque final
  • 34. Entre hormigueos Página 34 que cerraba el círculo con respecto a una, para mi, firme relación que me uniera a ti para siempre, y es que cuando leía tus cartas una y otra vez no paraba de decirme que no cambiaras, que si todo hubiera sido el sueño de una siesta de verano, te buscaría entre la realidad y no pararía hasta encontrarte pues toda tú estás grabada en mi de tal manera que si me pusieran ante un millón y ocultas, mi corazón trabajaría cual zahorí desesperado. - Te quiero, Raúl, ahora deberíamos dejar esto para cuando nos veamos pues te tengo que seguir contando cosas y la conferencia te va a costar una pasta. No obstante, sí necesito que me digas cuando vienes, que eso es lo más importante ahora. - Mira, el miércoles sale por la mañana, desde Cartagena un autobús de línea regular que va a Granada, y desde ahí, he de tomar el que va a Córdoba, cuando llegue, desde la estación, y antes de que salga el que va a Iznájar, iré a una cabina y te llamaré porque ya al estar tan cerca te podré decir a la hora exacta de mi llegada que será sobre la una. La compañía es Alsa. Qué ganas tengo de verte de nuevo y poner en tus labios un beso que tengo guardado desde aquella tarde en la que desde el autobús te envié por la calidez de un aire ya envuelto en amor, y del que te pudo llegar al menos un pedacito. Te quiero Dolita. Hasta dentro de un rato aunque sea un poco más largo de lo que quisiera. - Hasta entonces, te esperaré impaciente, te quiero con toda mi alma. No había terminado de colgar el auricular, y un poco aturdida por la amorosa expresividad demostrada por Raúl, ya estaba pensando que se iba a poner ese día para
  • 35. Entre hormigueos Página 35 ir a recibirlo. Una y otra vez se decía "tranquila Dolita, que aún falta, que hoy es lunes y viene el jueves". Y aunque le había dicho que estaría sólo el fin de semana no le comentó dónde se quedaría, pero todo eso ya no le importaba, lo único que deseaba era que el tiempo volara, que volara como aquél Pegaso de Zeus, dios máximo, y envuelta en la nube de las esperas recordó este tema de la mitología griega, y en el que el nacimiento del caballo fue el fruto de la sangre de Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. Se sacudió la cabeza para apartar pensamientos que no le interesaban, y se fue al cuarto de baño donde se refrescó, y poniéndose las zapatillas pues por el parqué le gustaba andar descalza, le dijo a la abuela que se iba a dar una vuelta y que volvería pronto. Cuando salió al porche dispuesta a descender por la escalinata, una voz se dejó oír apenas había tocado el primer escalón... - Pero bueno, ¿dónde vas con tanta prisa? - dijo Choly, erguida la cabeza sobre su abdomen y empinado éste sobre la blanca superficie de la balaustrada. - Tiene gracia, se supone que eres una obrera, sin embargo, desde aquel día, vamos que no te veo darle un palo al agua, me pregunto ¿tú cuando trabajas, Cabezota obrera y cotilla? - dijo Dolita mostrando una sonrisa a través de la que se podían apreciar una hileras de dientes bien cuidados. - A ver si te enteras que yo a mi manera trabajo más que muchas, por eso cuando lo necesito me tomo unos descansillos atendiendo a mi poder mental; gracias a él sé positivamente donde debo de estar en cada uno de
  • 36. Entre hormigueos Página 36 los momentos que a mi me interesan, y como desde hace un buen rato me interesa estar al corriente de lo que ahí dentro se cuece, pos eso - dijo poniendo todo el énfasis posible en su argumentación. - Vale, pero tienes que reconocer que tu poder está un poquito inquieto, y no tiene porqué, ya que yo le tengo al corriente de todo. Dicho esto, Dolita puso su mano sobre la baranda y Choly saltó sobre la palma al estar ésta hacia arriba, como otras veces y, al parecer, en señal de cariño le dio unos mordisquitos a los que la muchacha respondió con un empático, zalamera. - ¡Sí! Pues aún estoy esperando a que me digas cuando viene ese muchachote que hace que se te vea ahora mismo con ese semblante tan luminoso, y tan radiante que está eclipsando la luz que viene del lago. - De acuerdo, pesada, me ha dicho que vendrá el jueves, y que estará hasta el fin de semana, día en que nos iremos los dos hasta que nos podamos ver en una próxima escapada y que podría ser posible en un par de meses y durante las fechas de Navidad; ya me inventaré alguna excusa para visitar a los abuelos con motivo de las fiestas - dijo la muchacha sintiéndose muy convencida de cuanto le comentaba a su amiga. - ¡Vaya! pues van a ser tres días para que disfrutéis de lo lindo hasta que llegue el domingo y tengáis que separaros, y que ambos esperéis un nuevo encuentro, luego las tan esperadas próximas vacaciones navideñas - dijo poniéndose una pata sobre la barbilla a modo de parecer ejercer una reflexión sobre lo expuesto.
  • 37. Entre hormigueos Página 37 - Así es, mi querida amiga, pero que le vamos a hacer. De todas formas, habremos de consolarnos a través de conferencias telefónicas y el correo postal, y a la espera de una oportunidad en la que podamos vernos, bien en Sevilla o en San Fernando. - Estaba pensando, qué estupendo sería que durante estos días que faltan y hasta el domingo, tus abuelos tuvieran ya la barquita terminada y decidieran probarla yéndose durante ese tiempo a casa de la hermana de tu abuelo que vive en la otra punta del lago - dijo Choly, en un intento de animar a Dolita.
  • 38. Entre hormigueos Página 38 VI En esos momentos lo que menos estaba la muchacha era desanimada, pues no pensaba en otra cosa que la llegada del jueves. Dolita, se preguntaba mentalmente, ¿cómo Choly estaba al corriente de todo o casi todo de lo que sucedía en la casa? Dejó de pensar en ello. - Eso sería perfecto, y él allí podría presumir de su embarcación y recordar a un tiempo aquellos años cuando trabajando para la Compañía Astilleros del Mediterráneo, y en la que como Jefe del Departamento de prototipos, realizaba proyectos para la construcción de balandros y todo tipo de embarcaciones de recreo. ¡Qué buena idea! Esta noche durante la cena le preguntaré al abuelo si ya está terminada la barca y lista para probar como recibe el viento, frase muy popular cuando habla de velas, mesanas y botavaras. - Pues procura que el argumento sea convincente, y que tu abuela no se dé cuenta de la estratagema, que ya sabes que es muy perspicaz y es capaz de adivinarte el pensamiento sabiendo como sabe que Raúl viene el jueves, y a mí me da en la nariz que no le quedó muy claro el haberos encontrado la otra vez los dos juntos en el salón, aunque estuvierais comentando acerca de la colección de discos de aquellos de pizarra que tiene tu abuelo, y de lo que está refunfuñando siempre de que no
  • 39. Entre hormigueos Página 39 puede oírlo porque no encuentra a nadie que le pueda arreglar su gramola, o gramófono como a él le gusta llamarlo - dijo poniendo cara de circunstancias. - Tienes razón amiga, voy a tener que andar con mucho tiento porque a mí las mentirijillas se me notan a leguas; vamos a ver cómo me lo organizo y que no se me note porque es verdad lo que tú dices la abuela es muy avispada, no es como el abuelo que nada más va a lo suyo, y más ahora que sólo piensa en su barquita ¡ojalá ya se la hayan terminado porque la última vez que yo fui a verla ya se la estaban pintando! - ¡Cómo me gustaría poder verla, pero para mi está tan lejos! - No te preocupes que mañana te llevo para que la veas, y de paso a ver como está y según la veamos estudiamos el asunto, igual si está terminada podría camelarlo. - ¡Ay! sí, que afortunada sería yo si eso fuera posible, con las ganas que tengo de echar una ojeadita por aquel embarcadero, aunque tengo entendido que por allí no tratan bien a otras familias parecidas a las mías por aquello de que atacan a las maderas en los almacenes, y yo reconozco que eso no está bien, pero es comprensible que si es su natural en razón de su medio de vida, pues yo, al menos, no soy nadie para mandar en la naturaleza, allá cada cual, y si los humanos tienen que tomar sus medidas utilizando cuantos medios estén a su alcance, pues eso, pero que a mi no quiero que me vean o me lleguen sus fumigaciones porque qué horror y que final más malo, total por una curiosidad más o menos y que tampoco por ello se va a acabar el mundo - dijo
  • 40. Entre hormigueos Página 40 encogiéndose de hombros y tratando de encontrar en la muchacha un poco de aquiescencia. - Por eso no te preocupes, amiga, que conmigo estarás bien protegida y lejos de eso que supone un peligro para ti; así que tranquilízate que verás como todo saldrá bien y tú cumplirás tus deseos, además cuando vayamos procuraré hacerlo a la hora en la que en el pequeño Astillero hayan dado de mano a la jornada, al fin y al cabo para ver la barquita no necesitamos permiso ni que nadie nos pueda poner objeción alguna que para eso todos me conocen, además que la barquita es de mi abuelo ¡qué caramba! - dijo dándole a Choly un golpecito con un dedo sobre aquella grande y rojiza cabeza. - ¿Y ya has pensado como me llevarás? - dijo aún a pesar de los argumentos de la joven. - Ya te he dicho que no tienes que preocuparte, te voy a llevar como no te puedes imaginar, y es que me he acordado de la estratagema que montó una compañera mía en un examen. Ella se llama Elisa María, y lo que hizo fue que detrás de las solapas de su camisa se cogió con unos alfileres dos pequeñas chuletas que con letras muy pequeñas escribió unas cuantas referencias, pero ¿qué pasó? pues que el examinador se dio cuenta de las veces que Elisa María se miraba las solapas y en una de estas la cogió infraganti, vamos que la pilló con una de las solapas completamente levantada, y como estaba tan absorta y concentrada en intentar leer correctamente aquellas letritas tan pequeñas pues no se dio cuenta de que el examinador lo tenía a su lado, así que te puede imaginar el respingo que pegó sobre el asiento de aquel pupitre
  • 41. Entre hormigueos Página 41 que como era de los nuevos que habían traído hechos de aluminio, pues el ruido que resultó hizo que todos los que nos estábamos examinando en el aula, levantáramos la cabeza a ver que era aquello con lo cual Elisa María, no solo fue expulsada, sino que además le bajaron cinco puntos en el expediente académico por copiar y alterar el orden durante aquel examen. - ¿Y, entonces qué fue de ella? porque supongo que perdería la oportunidad de seguir con la idea de estudiar Biología igual que tú. - No, lo que ocurrió es que tuvo que esperar un año para presentarse de nuevo; ahora ya está conmigo en la Facultad, y no te vayas a creer que por aquello va atrasada, nada de eso; Elisa María, es muy inteligente y recuperó mucho en el curso siguiente por lo que ahora casi estamos emparejadas en muchas de las prácticas que realizamos fuera de la Facultad, principalmente en algunos laboratorios públicos; lo que nunca entenderé es del por qué tuvo que recurrir a semejante añagaza, en fin que la pobre perdió una oportunidad, pero ya está recuperada. - ¿Y esa compañera tuya Elisa María, también vive en Sevilla?- preguntó Choly recurriendo a su especialidad de cotilla. - Sí, unas veces con su madre que tiene un piso en la Resolana, allí en la Macarena, y otras con su padre y su hermana, en santa Lucía, en la misma calle donde nació sor Ángela de la Cruz, por la Ronda de Capuchinos, es que sus padres están separados. - ¿Y la hermana vive con el padre - siguió muy interesada.
  • 42. Entre hormigueos Página 42 - Si, casi siempre, es que el padre está impedido debido a un accidente de automóvil por culpa de ciertos excesos - dijo Dolita, pero dejemos ese tema que me entristece, así que volvamos a lo nuestro. - Vale, entonces ¿ya has pensado en lo de la solapa para llevarme al embarcadero? - dijo frunciendo el entrecejo y a la expectativa de la decisión. - No, se me acaba de ocurrir que el mejor lugar va a ser sobre la visera de la gorrita de cuadritos que a veces uso durante el verano, y como tiene algunos escuditos cogidos con pequeños imperdibles pues entre ellos pasarás completamente desapercibida. -¡Huy, sí, sí! Así parecerá que estoy en una torre de vigilancia o conduciendo un aparato - dijo mostrándose muy contenta con la idea. - Ahora lo que hay que hacer es esperar a ver cómo planteo el asunto, que no dejo de pensar en lo crudo que lo tengo por mi forma de ser... - Creo que te estás subestimando, que tú eres lo suficientemente despierta como para urdir un plan que tenga éxito - dijo Choly poniendo parte de sus extremidades en jarra, y añadiendo - venga no seas tan pesimista. - Chica, qué quieres que te diga, pero es que tengo tantas ganas de ver a Raúl y estar con él. - No, si eso lo entiendo perfectamente ¿te crees que yo no tengo ganas de conocerlo? - No me cabe la menor duda; hasta estoy pensando que tienes más ganas de verlo que yo. - Pues sí, no voy a negarlo, pero más que tú, imposible.
  • 43. Entre hormigueos Página 43 Y allí seguían las dos amigas charla que te charla y sin percatarse de que asomada a la ventana que está más cerca de donde se encontraba Dolita sentada en el balancín, pero sin darle importancia al observar que su nieta, al parecer, hablaba sola por lo que llegaría a la conclusión de que estaría tratando de componer la letra de alguna de sus canciones... Eran las dos de la tarde cuando el reloj de la Estación de autobuses hacía sonar la hora en punto de salida de algunos buses con diferentes destinos. Dolita, armada tanto de paciencia como de un amor que tan sólo algunas personas privilegiadas de las que pasaban ante ella podía ser apreciado dada la feliz luminosidad que irradiaba su joven y agraciado rostro, no paraba de mirar el tablero en que previamente se anunciaban las próximas llegadas de los diferentes buses provenientes de distintos lugares y entre los que se encontraba, como no podía ser de otra manera, uno que, según el cartelón, decía: "próximamente tendrá entrada en el andén número siete, el bus de la Compañía Alsa, procedente de Córdoba". Minutos más tarde y a través de la megafonía interior de la Estación, Dolita, cual auténtico manojo de nervios, apenas pudo oír el aviso de la entrada del bus procedente de Córdoba en el andén número siete, porque ella ya bien retirada del altavoz, se encontraba al final de los andenes y al pié del que verdaderamente le interesaba. Cuando el gran bus de detuvo y abrió sus puertas, Dolita, se lanzó cual vendaval hacia la puerta de atrás; estaba claro que ya lo había visto a través de una de las
  • 44. Entre hormigueos Página 44 ventanillas que daban al costado donde se encontraba ella esperando ansiosa. A partir de ese momento, y ya él, descendiendo, un caudal de pasiones se desató de tal forma que las aguas de la pasión no encontraron calma hasta que oyeron a alguien decir: "disculpen, me permite pasar." con todo y con eso tan sólo pudieron realizar un amago de desplazamiento, pues de forma consciente el abrazo era tan estrecho que difícilmente podría meterse un hilo entre ambos cuerpos, valga el símil de, como cuando un alfarero utiliza su hilo para separar la pieza que modela de la nueva base. Aquella nueva base se sucedería como consecuencia del calor desprendido por ambos cuerpos, y que daría lugar a un apasionado e inconsciente entrechocar de bocas, cuya unión no sabía de la más elemental necesidad de que ambos corazones llegaría un momento en el que no tendrían más remedio que tomar un poco de oxigeno aunque sólo fuero eso, un poco. No hubo necesidad de un hola, ni otro tipo de saludo, tan sólo recurrirían al... - ¿Cómo estás, Dolita? Te veo radiantemente preciosa, y encantadora con ese mismo conjunto que llevabas el día que nos despedimos - dijo Raúl en un nuevo intento de besarla, y el cual no llegó a feliz término al observar por encima del hombro, como en ese preciso momento descendía su primo Juan de Dios.
  • 45. Entre hormigueos Página 45 VII Detenido el primo en el último escalón, se quedó extasiado observando a la pareja pero, por encima de ésta, su dedicación fue directamente a contemplar la grácil belleza de la joven, que en ese momento recurría al típico saludo de cortesía. - ¿Y tú como estás, y que tal el viaje? - dijo sin prestar atención al muchacho de ojos marrones, y unos centímetros más alto que Raúl, y que, discretamente, se colocaba a su lado. - Bien, estoy muy bien, y ahora junto a ti estoy feliz, Dios mío, que feliz me siento - dijo, y atrayendo a la muchacha por la cintura, y estrechándola contra su pecho joven y bien formado, volvió su boca a buscar aquellos labios que ya se ofrecían deliciosos y que en ningún momento mostraron el más mínimo gesto de mojatería, muy al contrario, y esto lo avalaba la mirada de Dolita, que no le quitaba ojo a aquella atrayente boca de labios carnosos, y que a su vez, cuando sonreían, dejaban ver una batería de dientes tan perfectos como piezas de blanco marfil tallado. - ¡Hola!, me llamo Juan de Dios, y soy primo de éste que te tiene acaparada de tal forma que no dispone ni de un segundo para presentarnos - dijo poniéndole una mano a Raúl, sobre el hombro al tiempo que, mostrando una
  • 46. Entre hormigueos Página 46 deslumbradora sonrisa, intentaba captar la mirada de Dolita. - ¿Juan de Dios? - dijo la muchacha mostrando un interés un tanto anodino, pero que en su fuero interno no pasaron desapercibidos ni aquellos ojos marrones, ni la finura de su labio superior haciendo de balcón a un bien recortado bigotito, ni a una nariz fina y elegante, ni a aquella frente sobre cuyo lateral descansaba una bien agrupada parte de un cabello bien cortado y del color del bronce recién caldeado, como tampoco su atuendo tan informal como selecto al conjuntar mochila espaldera y botines tipo zapato. - Si, joven, Juan de Dios, el primo de Raúl, que también vive aquí; ¿acaso él no te ha hablado nunca de mi? - dijo mostrándose de la forma más empática. - Creo recordar acerca de que me contó que tenía un primo que, por cierto, vivía aquí en Iznájar, pero que trabaja fuera - dijo ahora con una sonrisa no forzada. - Juan de Dios es catalán - intercedió Raúl, y tiene dos años más que yo. Sus padres son de Almería pero emigraron a Cataluña y se afincaron en Santa Coloma de Gramanet, donde nació él, y su padre montó su taller de pintura y dorados. Te digo esto porque el hermano de mi madre se casó con una mujer bellísima, mi tía Adelita muy arraigada a la iglesia. Su marido Alberto, mi tío, era Ebanista, Tallista y Pinto,r y cobró mucha fama cuando realizó uno de los retablos más hermosos que se hayan realizado en España; en los corrillos artístico se dice que bien pudiera ser el sucesor del maravilloso Pedro de Campaña, por su estilo, aunque su nombre era Pieter Kempeneer, hasta que se castellanizó tras realizar sus
  • 47. Entre hormigueos Página 47 grandes trabajos, algunos de ellos en Sevilla y en Triana. En Triana, por cierto, realizó el retablo mayor de Santa Ana, la de por siempre conocida como Catedral de Triana, que fuera mandada construís por el Rey Alfonso X, el Sabio, y en cuya escenografía se narra la vida de la santa, junto a San Joaquín y la Virgen María. Y otras obras entre la que destaca la tabla de San Antonio y San Pablo que se halla en la Iglesia de San Isidoro. - Disculpa, pero mira qué casualidad, Triana, donde yo vivo, bueno, en un barrio de Triana - dijo Dolita, interrumpiéndolo. - Bien, continúo: Actualmente y de forma provisional se encuentra en Valencia, aunque él vive en Santa Coloma. También estuvieron viviendo aquí en Iznájar unos años para realizar unos trabajos, y de nuevo a Barcelona de donde ya no se movieron. Éste es el tercero de varios hermanos, y cuanto me gustaría que pudieras conocer a su hermana, mi prima María Engracia que es la mayor y se metió a monja de la Orden de las Esclavas Concepcionistas como misionera; ahora anda por tierras de la Argentina. Y no creas que aquello fue vocacional influida por mi tía, no, aquello fue más una huída por culpa de los sentimientos encontrados entre ella y un inexplicable cabeza perdida para el amor, pero que la desengañó tras unos malos o enfermos tratos. No te puedes imaginar aquel rostro guardado por una toca marrón; un rostro tan bello como lleno de una sensualidad que a la vez rayaba la más pura santidad. Así la vi la última vez, un día antes de marcharse, y aún la tengo grabada en mi mente.
  • 48. Entre hormigueos Página 48 Lástima que aquello no tuviera feliz término, y es que aquél hombre me gustaba; tan sólo lo traté dos veces y ambas en su estudio de Barcelona; un excelente escultor de temas religiosos, principalmente, ya con varias exposiciones a nivel nacional y con una magnífica proyección cara a salir de España, o sería mejor decir de la península, toda vez que ya había expuesto en Lisboa. Pero toda aquella inteligencia y buen hacer como artista se venía abajo en cuanto, en lugar de una gubia asía uno de los botellines de alcohol que guardaba entre sus herramientas, y que era tal cantidad la ingesta que cuando estaba con mi prima, detalles que un día contara ella, parecía enloquecer hasta el extremo de no saber con quién estaba tratando ya que aquel estado de fiebre y confusión parecía desatar en él al demonio, un leviatán que en un momento determinado hizo salir, y volcando todo aquel enloquecido furor saltó sobre mi prima violándola hasta dejarla con lesiones múltiples y sin conocimiento. Más tarde, aseguraba que cuando recuperó la consciencia, él se encontraba prácticamente en parecido estado al de ella, momento que aprovechó para salir del estudio y tomando un taxi volver a casa. Pero, sigo con lo que estaba comentando sobre éste primo mío, y al que nunca le oirás hablar de sí mismo; está Doctorado por la Facultad de Filosofía y letras en Madrid, y en la Universidad Complutense obtuvo cátedra en Ciencias de la información eclesiástica, y que combina con sus conocimientos de Parapsicología y otros movimientos y estudios cercanos al comportamiento
  • 49. Entre hormigueos Página 49 humano en su relación con la compleja naturaleza primigenia. Cuando aún no había terminado la licenciatura, le ofrecieron colaborar en una cadena de televisión americana, cuyo principal tema es el dedicado a la religiosidad, sin embargo, tan magnífica y soberbia oferta, retribución incluida, fue rechazada; según me comentó eran demasiados los compromisos en los que, verdaderamente, no tenía interés por ser demasiado afines a la causa evangelizadora, eso sin contar que el contrato por varios años contemplaba el tener que irse a vivir a California. Actualmente, tiene una Escuela de Espiritualidad avanzada de la que es, como no podría ser de otra manera Director de la misma, un trabajo que también combina como colaborador en una revista de informativos relacionados con la pobreza de países subdesarrollados de habla hispana. ¡Todo un personaje! ¿Qué te parece el muchacho? Y otra cosa, no lo dejes hablar porque como empieces una conversación, a la que te descuides mete baza y tú ya no entras más a menos que éste estornude. Recuerdo que hará un par de años asistí a una conferencia suya en el paraninfo de la Universidad de Sevilla; se llevó el tío hablando sobre la Espiritualidad, la Ética y la Moral del ser humano durante más de dos horas, y el caso es que allí nadie se movía; menos mal que no había turno de preguntas porque si alguien hubiera preguntado no me hubiera extrañado que aquello acabara de madrugada. - Pues ya me gustaría tener una conversación con él, dijo Dolita dedicándole ahora una sonrisa más cercana.
  • 50. Entre hormigueos Página 50 - Eso está hecho, cuando quieras hablamos, le respondió el muchacho devolviéndole la sonrisa. - Bueno, ¿nos vamos o vamos a estar en el andén todo el día? - dijo Raúl tomando a Dolita por la cintura y ella pasándole la mano por detrás. Momentos después los tres se ponían en marcha hacia la salida de la estación. Ya en la puerta. - Oye Raúl, aún no me has dicho dónde te vas a quedar estos tres días - se interesó Dolita, que era una preocupación que la traía a mal traer. - Pues verás, yo traía la idea de quedarme en casa de tus abuelos, que sé que tienen varias habitaciones de sobra - dijo Raúl mirándola, y de forma socarrona ocultando la sonrisa. - ¡Si, hombre! que los abuelos iban a acceder, no te lo crees ni tu - dijo la muchacha echándose a reír al tiempo que le daba un pellizco en el costado haciendo que el muchacho se encogiera y se echara a reír también, cosa que hizo que Juan de Dios se contagiara y ahora fueran los tres los que reían al mismo tiempo. - No, tontina, como iba yo a hacerle a tus abuelos semejante petición, sería un error por mi parte tirar por la borda el aprecio que ya me tienen. - ¿Entonces...? - insistió la muchacha poniendo cara de extrañeza. - Va a quedarse conmigo, en mi casa, aunque tendremos que hacer un poco de limpieza; tened en cuenta que lleva cerrada todo el año, y aunque es una no muy grande casa de pueblo, alguna que otra faenilla habrá que realizar - dijo Juan de Dios, como el que da por zanjado el asunto.
  • 51. Entre hormigueos Página 51 - Vale, pues ya me diréis cuando lo hacemos porque yo voy con vosotros - dijo Dolita muy resuelta y mirando a ambos de forma contundente. Ello estaba motivado, en razón de que eran unos años en los que la mujer, en general, comenzaba a labrarse una igualdad con respecto al hombre. Habían empezado a salir al aire tras muchas décadas de vivir, bajo la protección del marido por leyes afines al régimen, o de necesitar su consentimiento para realizar cualquier gestión aunque ésta estuviera simplemente relacionada con asuntos de colegio o abrir una cuenta de ahorros, y ello sin contar con aquellas necesidades de índole personal, como darse el capricho de una vestimenta de moda o un peinado cualquiera a menos que fuera del gusto del marido. - De eso nada - la cortó de pleno Raúl, quien continuó diciendo que en los pueblos, o en cualquier otro lugar, no estaría bien visto que en una casa que no se ha abierto en todo un año vieran entrar a una mujer joven con dos hombres, a saber de las pretensiones que se perseguirían. - Entiendo lo que dice mi primo, y aunque me cueste creer que a estas alturas existan tantas trabas y tantos tabúes, no tengo más remedio que darle la razón. Yo he vivido tantos y diferentes episodios motivados por mi trabajo y mi dedicación, que podría escribir un tratado acerca de la evolución de la mujer, y no sólo con lo relacionado con leyes o costumbres, sino con lo más elemental del comportamiento de la naturaleza humana. Aún recuerdo una tarde en la que celebrando una reunión informal y cuyo tema principal era, precisamente,
  • 52. Entre hormigueos Página 52 sobre este tipo de comportamientos, que llegó una mujer, asistente asidua a mis clases de enseñanza, manifestando que su marido al llegar del trabajo y ver que había ido a la peluquería, peinado que, al parecer, no fue de su agrado o posiblemente un poco ebrio, la agarró por el cuello y le metió la cabeza en una palangana echando a perder todo el trabajo que realizó la peluquera, y destrozando a un tiempo aquella ilusión que un día diera vida. - ¡Por Dios! ¿Cómo podéis ser tan antiguos? Aunque detesto estos comportamientos absurdos en algunas personas - dijo Dolita sin cierto enfado, pero identificándose con la labor que realizaba Juan de Dios y del que comenzó a tener otra opinión. - Dolita, no se trata de negarnos a aceptar la que, sin dudar, sería un magnífica ayuda, pues como mujer y mucho mejor que nosotros sabrías comprar lo necesario para un lavado de cara y conseguir un mínimo adecentamiento, pero es que lo que intentamos evitar es que sirvamos de alcahueteo y corre ve y dile en una vecindad que aún sigue chapada a la antigua, por lo que estas actitudes no están bien vistas - dijo Raúl, sin dejar de mirarla cariñosamente.
  • 53. Entre hormigueos Página 53 VIII Aunque desde la Estación de autobuses hasta la casa de los abuelos apenas dictaban un par de kilómetros por calles y un trozo de carretera, los tres abandonaron juntos el lugar y decidieron a modo de paseo regresar a la casa. Por el camino, y al pasar por la venta "Los cuñados", con especialidad el cochinillo frito, pareció que, dada la hora, se despertaron los sentidos a aquellos estómagos por lo que, sin dudar, Juan de Dios propuso detenerse y almorzar, detalle este que cayó muy bien. No obstante, Dolita lo encontró inconveniente. - Creo que, aunque lo considero muy buena idea, principalmente, en el sentido de que nos daría una buena oportunidad de conocernos mejor, y no es que yo quiera meter la pata, lo que ocurre es que mis abuelos me esperan para comer con ellos como cada día, y si tardo estarán intranquilos - dijo la muchacha. - Bueno, pues eso tiene fácil solución, los llamas por teléfono desde aquí, y como ellos saben que has venido a esperarme, le dices que te he invitado a comer en esta venta, que ellos conocen, y que además ha venido mi primo Juan de Dios, por lo que no deben preocuparse, que estás bien acompañada - le comentó Raúl al que se le hacía la boca agua pensando en una buena ensalada y una ración de cochinillo.
  • 54. Entre hormigueos Página 54 Así, Dolita aceptó la sugerencia y se dirigió al teléfono que colgaba en la pared de un lateral del establecimiento. Una vez dada las explicaciones oportunas y dejando tranquilos a los abuelos volvió con Raúl y su primo, que ya ocupaban una mesa al lado de la ventana desde la que se podía ver gran parte de la sierra que da vida al gran pantano. Seguidamente, estuvo de acuerdo con la idea de Raúl que sugirió una ensalada, unas raciones de cochinillo frito, y acompañado todo de unas jarras de cerveza bien frías. El almuerzo, como no podía ser de otra manera, estuvo amenizado con la exposición por parte de cada uno, de proyectos para la vuelta a la rutina de las asistencias a las clases, las ilusiones depositadas en las futuras prácticas. Pero sería Juan de Dios, supuestamente por ser el más mayor, el que haciendo un inciso quiso contar algo que, por ridículo o gracioso, le pareció un buen ingrediente dentro del marco de las conversaciones. - El sábado pasado estuve en un restaurante a comer. Pasado un buen rato, llegaron cuatro amigos también a comer, conocidos míos pero que, al parecer no me reconocieron, o yo tal vez los confundí. Tomaron una mesa, no lejos de la entrada y cerca de una ventana con muy buena iluminación. Piden la carta y eligen el menú del día. La conversación entre ellos es inexistente, tienen las caras pegadas a unas revistas, leyendo sin parar, hasta que llega la comida. En ese instante comienza, a mi juicio, un espectáculo inaudito: se ponen de pie, empiezan
  • 55. Entre hormigueos Página 55 a reordenar la mesa y montan una especie de collage o bodegón digno de una sesión de fotos profesional. Cuando todo fue considerado listo y perfecto, dos de ellos comienzan a cambiarse las chaquetas y a realizar fotos con sus cámaras mientras otro, con un dispositivo en cada mano, los iluminaba mediante los dos flash, y el cuarto sujetando en equilibrio algunos adornos. Se ríen y cambian impresiones hasta que el diálogo sube de tono y el resto del restaurante no podemos evitar mirar hacia esa escena considerada de lo más absurdo, mientras tanto desde una de las mesas y a continuación las de los demás se ríen y aplauden las escenas que se concatenan, que, al parecer, entretiene al resto de los comensales. Los camareros, también atónitos, intentan seguir a lo suyo, pero no pueden dejar de sonreír contemplando el circo montado alrededor de esa comida que, aunque no se come, absurdamente va cobrando cada vez más importancia. Y yo, ya pendiente de esperar el cortado que tenía pedido, no dejaba de intentar encontrarle una justificación al comportamiento extravagante de aquellos jóvenes. Yo me devanaba los sesos intentando encontrar de que los conocía, sin embargo, salí del restaurante pensando en la visita que esa tarde tenía pendiente con un colega de Filosofía. Fue en ese momento en el que pensando en aquellos chicos que había dejado en el restaurante con sus locas monerías, que se me ocurrió la frase: vive y deja vivir. De dónde me vino no lo sé... - Y digo yo ¿No serían estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Información que estuvieran preparando una maqueta o una sesión de fotos, o posiblemente, un
  • 56. Entre hormigueos Página 56 video-clic para alguna empresa o Compañía de publicidad, y ellos se lo estaban guisando todo? - apuntó Dolita, la más despierta en supuestos temas creativos. - Eres muy observadora. Y te comento que, como quiera que más tarde conseguí recordar a aquellos cuatro chicos, me vino a la memoria que se trataban de un grupo de entretenimiento que hará un par de años colaboraron en una velada que habíamos organizado para celebrar la boda de dos nonagenarios, residentes en un Geriátrico de Ripollet, población cercana a Santa Coloma, y a petición de sus nietos, estudiantes de nuestra Escuela. - Desde luego que no cabe la menor duda de que hay gente de lo más extravagante, como esos cuatro jóvenes, que igual resultan, con el tiempo, ser unos verdaderos líderes en sus profesiones. Por el otro lado, ¿cómo con noventa años dos personas deciden contraer matrimonio? - apuntó Dolita, pinchando un trozo del, al parecer, sabroso cochinillo. - Pues en lo que se refiere a aquellos dos nonagenarios que tanto te ha llamado la atención, te diré que con esa edad, a veces, nos sorprendemos con la inteligencia de algunos muy mayores. ¿Por qué de esta unión, y en este caso tan tardío, aunque también se hace con menos edades? Pues muy sencillo: dos personas solas, en el caso del Geriátrico, si se unen ocuparán una sola habitación con lo cual ganan en el contacto y el calor humano, y de paso se ahorran una pasta, y si a ello le añades que han unido las dos pagas de que disfrutan, pues miel sobre hojuelas. ¿Qué te parece? En cuanto a las extravagancias o locuras de los jóvenes, no hay más que tomar conciencia de lo que se entiende por juventud. Si
  • 57. Entre hormigueos Página 57 te fijas, por ponerte un ejemplo, en el signo zodiacal de uno cualquiera de esos jóvenes y resulta que es Leo, éste será puro fuego por lo que ante cualquier idea u ocurrencia, saldrá lanzado al encuentro con la victoria. En cambio si fuera un Virgo, esa misma idea u ocurrencia la pensará y madurará hasta que, en ocasiones, perdieron la oportunidad de alcanzar el éxito deseado. Por eso yo digo siempre "más vale una mala decisión que una indeterminación". ¿Qué, cómo se te ha quedado el cuerpo? - Pues que me he quedado no anonadada, porque me ha encantado cuanto has dicho; creo que no he soltado el tenedor con el cochinillo en todo el tiempo - esto lo dijo Dolita con tal gracia que los tres se echaron a reír. De nuevo se hizo presente el Camarero para pedir si deseaban algún postre. Al parecer, Juan de Dios, más puesto en el tema y ante las dudas de Dolita y Raúl para decidir, recomendó una porción de tarta de limón la cual haría al cochinillo más digestivo. Ahora y tras degustar el postre, con un café de sobremesa y un sorbito de Brandy que Raúl había pedido para acompañar el delicioso “cortado” que en aquella venta servían, y del cual daba testimonio el abuelo en cada una de las ocasiones que se presentaban en lo tocante al sabor que dejaba semejante combinación, y que él conocía desde aquel día en que los abuelos, por cortesía, lo invitaron a almorzar, sería Dolita la que rompiendo el encantamiento del momento y dirigiéndose a Juan de Dios... - Cómo me gustaría expresarme como tú, con esa seguridad, y sobre todo con esa claridad y profundidad,
  • 58. Entre hormigueos Página 58 y además la soltura y la facilidad con que mantienes viva la conversación. - No es tan difícil, Dolita; llegar a conocer bien a una persona e ir entablando amistad tanto con ella de forma individual como con los demás en un sentido de colectividad, son vertientes de la vida que, en ocasiones, cuestan. Contar con la necesaria habilidad social ayuda a conocer a personas, pero, además de eso, resulta altamente positivo tener trabajados mentalmente algunos temas de conversación predeterminados para según qué caso. En ocasiones, una buena parte de los problemas que experimentamos cada día, tienen que ver con las dificultades que entraña la falta de preparación, cuando se intenta conectar con los demás. El sentimiento de soledad, el aburrimiento, o bien el de la incomprensión por parte de los demás se puede combatir simplemente mejorando el modo de mantener viva una determinada conversación que, aparentemente, está a punto de morir. Para ello, repito, resulta muy útil contar con temas de conversación idóneos para cada caso si del mismo se tiene conocimiento con anterioridad. Esto que, aparentemente, parecía ser una combinación de comentario y enseñanza directa hacia la mirada expectante que Dolita le mantenía a Juan de Dios; éste también la mantuvo hasta el extremo en el que, es de suponer, por cortesía desvió la suya dirigiéndola hacia Raúl, y el cual también se encontraba cual extraño espectador ante semejante situación.
  • 59. Entre hormigueos Página 59 Por ello esta última exposición hizo que a Raúl se le viera un poco desfasado ante esta manifestación, sobre todo cuando Dolita al principio de conocerlo no las tenía todas consigo, mostrando solapadamente una reacción de rechazo bajo las influencias de un no fundamentado acto reflejo. Acabada la sobremesa, Raúl pidió la cuenta, justo en el momento que su primo sacaba su billetera para abonar la nota; un pequeño y típico, en semejantes situaciones, tira y afloja afloró una vez más para ver quien al final se llevaría el gato al agua; un juego que los muchachos han practicado en todos los lugares de la España rural. Finalmente, y abonada la cuenta, según pacto, por los dos primos, a requerimiento de Dolita con el fin de que no llegara la sangre al río, entre risas y otros refranes parecidos y propios de los lugares conocidos por cada uno de ellos, se levantaron y saliendo al exterior abandonaron el lugar. Así como tres colegas de toda la vida, y entre los que juega un papel importante una pareja, Raúl con una mano en el hombro de Dolita y ésta cogiéndole por la cintura, ambos, junto a Juan de Dios, caminaban sin parar de charlar acerca de los temas más triviales.
  • 60. Entre hormigueos Página 60 IX Llegados a la casa, Dolita dijo que iría antes que nada a avisar a sus abuelos de que ya estaba de vuelta; tras traspasar la cancela de entrada, atravesó el jardín y subió llamando a la puerta; recibida por la abuela le dijo que ya había comido en "Los cuñados" y que lo había pasado muy bien con Raúl y su primo. - Y ¿qué tal ese primo de Raúl?- quiso saber la abuela. - Es un chico muy simpático y agradable; es un poco más alto que Raúl y tiene dos años más, pero sabe lo que no te puedes imaginar, te quieres creer que tiene varias carreras y una Escuela de enseñanza de la Filosofía, y del comportamiento humano en la que ayuda también colaborando en revistas de carácter religioso dirigida a países subdesarrollados, en fin todo personaje. - Y ¿qué hace aquí, en el pueblo, acaso viene a algún asunto de su profesión, o va a dar una conferencia?- dijo mostrando sumo interés. - No, viene a descansar unos días, él conserva una casita no lejos de aquí que le dejaron sus padres, pero ya te contaré esta noche muchas más cosas. Por cierto, estás muy guapa ¿vas a salir? - Si, voy a ir al Dentista con tu abuelo que dice que tiene problemas con la prótesis dental, y yo voy a
  • 61. Entre hormigueos Página 61 aprovechar para que me eche un vistazo, que siempre es bueno. - Eso es verdad, abuela. Yo voy a quedarme un rato abajo con Raúl y su primo. Si no te importa, y como van a ir a ver la casa donde también se quedará Raúl estos tres días, me gustaría ir con ellos, pues dice el primo que al tener la casa cerrada todo el año, tendrá que hacer un poco de limpieza y organizarlo todo, y yo he pensado ayudarlos yendo con ellos a la Droguería para comprar lo necesario, y es que en estos asuntos se encuentran perdidos. - Está bien, pero tú en la casa sola con ellos, ni hablar aunque se trate de Raúl y su primo. - No te preocupes abuela que así lo haré. Luego cuando bajes, como seguramente estaremos sentados en el conjunto del césped, si quieres y tienes tiempo, puedes acercarte a saludar a Raúl y te presento a Juan de Dios que así se llama el primo. - De acuerdo, pero ya sabes lo que te he dicho. - Que si, abuela, no te preocupes que esas cosas las tengo muy claras. De vuelta al banco donde había dejado a los dos muchachos... - ¡Hola! Se dejó oír una vocecita cerca de los jóvenes. Juan de Dios se quedó atónito y mirando a un lado y a otro sorprendido y sin decir ni media palabra. En principio creyó que se trataba de una broma por parte de Dolita, que se habría quedado escondida al otro lado del seto.
  • 62. Entre hormigueos Página 62 - ¡Hoola! Se volvió a oír de nuevo la vocecilla, pero esta vez con el saludo más alargado. - ¿Ese saludo es tal vez para nosotros? – preguntó una vez más Juan de Dios. - Claro ¿hay alguien más? - dijo la vocecilla a la que ahora se le oyó que reía abiertamente. - ¿Qué te pasa primo, que te noto raro? ¿A quién le hablas? - dijo Raúl sin dejar de mirarlo, y un tanto extrañado. - ¿Tú no la oyes, no oyes esa vocecilla? - ¿A quién, primo? No me asustes, joder ¡qué voy a oír, ni oír, si aquí no hay nadie! - ¿Cómo que no hay nadie? Pues vaya que tendré que deshacer este entuerto - se oyó de nuevo la vocecilla, ahora con cierto tono enfadado. - ¡Caramba! ¿Quién eres, y dónde estás? - preguntó cómo mirando de nuevo a ambos lados. - Primo me estás poniendo de los nervios - dijo Raúl, verdaderamente mosqueado. - ¿De verdad que tú no la oyes - insistió una vez más y poniendo ahora cara de extrañeza. - ¿A quién, lechuga, a quién tengo que oír? ¿No será que la jarra de cerveza y el cochinillo te están sorbiendo la sesera - dijo ya fuera de sí. - Te juro primo que hay alguien con una vocecita de ángel que nos ha saludado. - ¡Hombre, eso me ha gustado! Pero mira hacia abajo, estoy en la punta de tu zapatilla izquierda, y ten cuidado no me vayas a pisar pues aunque me veas pequeña tengo uno de los cuerpos más exuberantes de mi colonia.
  • 63. Entre hormigueos Página 63 “Justo durante la conversación a la que Juan de Dios seguía con especial atención, su mente también se encontraba a muchos kilómetros de distancia, y recordando otra situación semejante, y que ya le ocurriera en un lugar del Parque Wells en Barcelona, cuando se encontraba descansando en uno de aquellos maravillosos bancos que proyectara el gran Arquitecto Antonio Gaudí, máximo representante del leguaje modernista catalán. Fueron segundos, sin embargo, por su mente pasó la película de su ayuda a aquel Vencejo que, por razones desconocidas, se encontró a sus pies, y pidiéndole que por favor lo cogiera y lo pusiera en vuelo. Tomó a la avecilla entre sus manos, y elevándolas lo empujó amorosamente haciendo que el animalito emprendiera el vuelo. Un momento después, el vencejo tras un par de pasadas, se posó en el hombro de Juan de Dios, y acercándose a su oído le dio las gracias por su gesto. A continuación, le pidió que se pusiera de pie, cosa que hizo de inmediato, observando como la avecilla en ese momento y como dejándose caer, apenas lo hizo, remontaba de nuevo el vuelo. Por razones obvias en razón de sus conocimientos, era consciente de que aquello en ningún momento le cogería de sorpresa. Sabía perfectamente que algún día ese episodio lo viviría en primera persona.” <<Como nota al margen, habría que decir que el Vencejo, dado que sus patitas son muy cortas, si se caen al suelo, ya no pueden remontar el vuelo, por eso siempre están volando o posados en altura>>
  • 64. Entre hormigueos Página 64 - ¡Madre del Amor hermoso! No me lo puedo creer, pero si eres hermosísima - exclamó el muchacho, no sin hacer temblar al primo. - ¡Verdad que si! – dijo la hormiga desde la atalaya de la zapatilla. Justo en ese momento se hizo presente Dolita, que había estado escondida en la esquina del seto y escuchando la conversación mantenida entre Juan de Dios y Choly, mientras que Raúl, al que se le veía cada vez más enfadado no acertaba a comprender lo que estaba sucediendo. - Ya estoy aquí - dijo Dolita saliendo del jardín y dirigiéndose al banco en el que los dos muchachos continuaban sentados. - ¿Qué ha dicho tu abuela? - preguntó Raúl adelantándose a Choly que estaba a punto de decir algo. - Que sí, que no hay ningún problema en que vaya con vosotros, y añadió: ¡Hola Choly. - Ya era hora, muchacha, que te dejaras ver - dijo Choly con las manos levantadas como haciendo aspavientos. - Vale, vale, tampoco hay que exagerar, por cierto, ¿qué es eso acerca de una discusión que oí cuando me acercaba? – dijo Dolita haciéndose la nueva. - No te lo vas a creer Dolita, pues no me dice mi primo que está hablando tan ricamente con una hormiga, y además escucha esto, que la ve hermosísima. Yo no sé, de verdad, de que va este numerito. Y para mi, lo más importante, es saber que se esconde detrás de ello. Una hormiga que habla, y yo aquí como un pasmarote de la
  • 65. Entre hormigueos Página 65 baba sin enterarse de nada. Es menester ver. Y encima resulta que tú también hablas con ella. - Si, si, explícaselo porque ha llegado un momento en el que para mi también es un lío - dijo Choly desde la rodilla de Juan de Dios, mientras que Raúl pensaba que se estaba volviendo mochales. Y es que Choly sin que, Juan de Dios pusiera ninguna intención para una escalada semejante a las que hacía con Dolita, se había subido por la pierna, sin objeción ninguna en lo que a cosquillas se refiere, y a través del pernil del pantalón corto, llegar a subirse en la palma de su mano dando un saltito tan espectacular que hizo que hasta el mismo Raúl, que había seguido pasmado toda la subida, por un acto reflejo estuvo a punto de tocar las palmas ante aquella acción digna de un espectáculo circense. - Creo que deberíamos entrar, y en el jardín estaríamos más cómodos sentados en el conjunto de forja que hay sobre el césped, además podemos arrimar la sombrilla que está al lado del balancín, que hace mucho calor - dijo Dolita, siendo la primera en levantarse, y seguida por los demás incluida Choly que seguía en la palma de la mano de Juan de Dios. Ya acomodados en los confortables silloncitos, sería Raúl, el primero en retomar la conversación e insistiéndole a la muchacha que de que iba todo aquello que a él le tenía tan confundido como fuera de lugar. Iba Dolita, a comenzar a explicarle todo el asunto cuando vieron acercarse a los abuelos. - Buenas tardes - dijeron los dos abuelos casi al unísono, y con una sonrisa en los labios que demostraban a todas luces la bondad de dos personas hechas a la
  • 66. Entre hormigueos Página 66 medida de cualquier situación por delicada que esta fuera. -Buenas tardes - respondieron los dos muchachos levantándose al momento. -Bien, a Raúl, ya le conocemos de sobra - dijo esto el abuelo tendiéndole una mano. ¿Qué tal estás? - Muy bien, don Héctor, a usted ni le pregunto pues le veo formidable. - Muchas gracias, hombre, yo a usted le veo también muy bien. - Hola Raúl. Tenemos que hablar, y celebro verte de nuevo - le dijo doña Aurora, a modo de saludo. - Cuando a usted le venga bien. Yo también la veo cada vez más joven - este comentario cual empático saludo hizo sonreír a la abuela que ya rondaba los ochenta años, y era verdad porque dicho esto dijo Dolita: - A que si, a que cada vez se ven más jóvenes mi abuelos. - Ni que lo dudes - dijo el abuelo, el cual aprovechó para que le presentaran al otro chico que, al igual que todos, seguía de pie y con la mano izquierda semi- cerrada, y es que Choly seguía en ella, no sin dejar de rascar la piel del muchacho como queriendo llamar la atención con el fin de poder estar en el meollo. - Éste es Juan de Dios, el primo de Raúl, y que a ti te encantaría escucharlo pues es un estudioso de aquí te espero, ya te contaré. - Mucho gusto - dijo tendiéndole la mano. - Es para mí un placer conocer a los abuelos de Dolita, aunque ya sé muchas cosas de ustedes en razón
  • 67. Entre hormigueos Página 67 de que no para de hablar de su abuelo, y en particular de sus aficiones. - Bueno, pues terminados los correspondientes saludos nos vamos para un martirio. Al Dentista, por cierto, mañana es mi santo, San Héctor Mártir. - Disculpe que lo interrumpa, y es que creo recordar que san Héctor fue un argentino, del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas; creo que religioso de La Salle, y que murió en España durante la revolución de Asturias - dicho esto volvió a disculparse. - ¡Si señor! No le ha faltado ni una coma. Usted y yo tenemos que tener un rato de charla. Bien, continúo con lo que decía: con motivo de mi santo, mañana celebraremos una cena a la que, por supuesto, y con todo placer están ustedes invitados, y ahora si nos disculpan nos vamos al dentista. - Será un placer don Héctor. Que le sea leve, no queremos más mártires - dicho esto que cayó en gracia, todos se echaron a reír. Tal cual se suele decir, un instante después los abuelos cruzaban la cancela de entrada, mientras el pequeño grupo seguía, entre bromas, comentando aquellos agradables momentos, hasta que Raúl que era persona de buena memoria... - ¿Dónde nos habíamos quedado antes de que llegaran mis abuelos? - preguntó la joven. - En que me ibais, entre todos, a explicar este enigma que no acabo de descifrar - saltó raudo Raúl. - Vale - dijo Dolita.
  • 68. Entre hormigueos Página 68 - Parad, parad el carro, y ¿qué pasa conmigo? muchachos, - dijo Choly mostrando una carita que era un poema. Al decir eso, tanto Dolita como Juan de Dios, se miraron al tiempo que escuchando a Choly, cayeron en la cuenta de que tan sólo ellos la oían, momento este en el que, adelantándose a una posible reacción de Raúl, le dijeron a éste que ahora le explicarían, que tuviera paciencia, que el tema no era tan fácil.
  • 69. Entre hormigueos Página 69 X Mientras pensaban de qué forma le darían a Raúl, una explicación que le convenciera, veían a Choly que inquieta no dejaba de moverse y hacer gestos que a ambos le parecieron raros, por lo que le preguntaron que le ocurría. - Choly, que te pasa que te vemos un poco rara. - Nada, que me estoy temiendo que a mi no me vais a llevar a la cena de los abuelos, con la ilusión que me haría estar en todo el acontecimiento. - Choly, tú debes de comprender que no puedes venir - le dijo Dolita, intentando tranquilizarla. - Eso, yo de migajas. ¿A qué eso es lo que me ibas a decir los dos? - No, Choly, no era eso, pero, seguro que a tu gente le gustaría que le llevaras algo de dulce, o ¿acaso no os gusta lo dulce, como unos terrones de azúcar? - le dijo, Dolita, que también se iba enfadando con el comportamiento de Choly. - Vale, vale, no te enfades conmigo, pero es que me gustaría tanto estar en esa cena. - Ya lo sabemos Choly, pero tienes que entender que no eres una persona, y eso tienes que metértelo en tu cabezota - le dijo cariñosamente Juan de Dios. - Bueno, qué le vamos a hacer, me conformaré con lo que buenamente traigáis; sea lo que sea ya nos gustará.
  • 70. Entre hormigueos Página 70 - ¿Supongo que habréis acabado ya? Porque estoy impacientándome - dijo Raúl. - Pon mucha atención a lo que te vamos a decir, y no elucubres mentalmente sobre ello porque ni siquiera nosotros dos sabemos las razones que nos llevan a encontrarnos en esta situación; una situación que por un lado resulta divertida, pero que por otro nos llena de incomodidad, de una ansiedad inconsciente ante lo antinatural del caso, y yo no sé si Juan de Dios estará de acuerdo conmigo, pero, a mi me parece que es como si estuviera viviendo todo esto como si fuera un ensueño del que por un lado quisiera despertar pero por otro no, en el sentido que me creo que todo cuanto me está ocurriendo es porque yo soy alguien especial. - Dicho esto levantó la mirada dirigiéndola hacia Juan de Dios, buscando su aprobación, y seguidamente hacia Raúl a la búsqueda de alguna posible reacción a la forma de explicar el fenómeno que él no estaba viviendo. - Estoy de acuerdo contigo Dolita, porque es como tú lo llamas un fenómeno que yo amplío a paranormal, dado que situaciones parecidas las conozco por una situación directa, así como por referencias de estudios y prácticas aunque escasas, pero que nunca llegaron hasta este extremo, por lo que ello me lleva a pensar que ambos disfrutamos de un sentido extra, pero del que desconozco su duración, igual dentro de unas horas o minutos desaparece - dijo Juan de Dios guardando silencio y mirándose la palma de la mano donde aún se encontraba Choly escuchando atentamente. - Pues a mi esta situación me encanta, será rara y todo lo que queráis, pero pensad por un momento que voy
  • 71. Entre hormigueos Página 71 a hacer yo cuando todos os vayáis a vuestros respectivos trabajos y estudios – dijo Choly mostrando un tono de tristeza. - Pues tendrás que resignarte, y lo harás como nosotros, no te creas que no vamos a echar de menos estos ratos, es más, estoy seguro de que cuando me encuentre a alguna de vosotras entre mis prácticas intentaré saludarla - dijo Juan de Dios. Como quiera que Raúl sin pestañear no dejaba de seguir cuanto se decía, pero que tampoco abandonaba la idea de que todo lo vertido en las diferentes explicaciones tampoco le convencían, decidió terminar con las cavilaciones y empezar a pensar en que tenían que ir a la Droguería para comprar cuanto hiciera falta para la limpieza de la casa. Así que todos de acuerdo, y viendo la hora que era, se levantaron. Entonces Dolita, haciendo que Choly pasara de la palma de la mano de Juan de Dios a la suya con un tierno movimiento, le dijo que ya se verían al día siguiente. Como es natural, esto no le agradaría mucho, pero resignada dio un saltito al césped cuando su amiga bajo su mano hasta él. Entonces vieron todos como Choly corría entre la grama hacía un extremo del seto para entrar directamente a su colonia, siendo reprendida por uno de los soldados, el cual y durante bastante rato le estuvo recriminando el que llevaba fuera mucho tiempo, y anunciándole que la reina demandaba que acudiera a su presencia. Puestos en camino y llegados a la Droguería, compraron lo necesario y ya con la bolsa se dirigieron
  • 72. Entre hormigueos Página 72 hasta la casa. Al llegar a la puerta, Juan de Dios sacó una llave bastante grande, encontrándose al abrirla un montón de sobres postales que los diferentes carteros fueron deslizando bajo ella a lo largo de muchos meses. Abierta del todo y ya en su interior, lo primero que visitaron sería una sala a modo de salón-comedor y que estaba vestida por todos los rincones y techo de una gran cantidad de telarañas debido a la humedad Llegado este momento, Dolita, abrió la bolsa sacando todas las cosas. Y dando las instrucciones y recomendaciones oportunas, no sin desearle buena suerte y que ya se verían al día siguiente por la mañana, entonces se acercó a Raúl depositando en sus labios un amoroso beso a modo de despedida, y sacándole al muchacho la única sonrisa que había llenado su rostro a lo largo de toda la tarde. Alegre y feliz, Dolita, regresaba a su casa, bueno, la casa de sus abuelos donde ella pasaba parte de sus vacaciones tras haber concertado con sus padres, en razón de que quería aprovechar la ocasión de encontrarse con Raúl, dato este del que sus padres tenían conocimiento y sobre el que, en varias ocasiones, ya su madre, viendo los derroteros de aquel entusiasmo le había dicho que a ver cuando los iba a visitar con el fin de conocerlo y poder sacar una opinión. Alegre y feliz regresaba; el sol ya declinaba cuando le pareció apreciar que alguien la seguía, volvió la cabeza y no vio a nadie, tan sólo contempló la imagen de un hermoso gato azulado que, agazapado en un portalón, parecía estar al acecho de una posible presa. En ese momento recordó, sin una razón aparente, la noche