1. AVES SIN NIDO
Clorinda Matto de Turner
LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA
La trama gira en torno a la vida de los indígenas de la región andina,
especialmente de la comunidad de Killac, que vive bajo la opresión del
corrupto gobernador de la provincia, Sebastián Pancorbo, y el cura Pascual
Vargas, el cual tenía muy mala reputación moral, ya que se decía que se
acostaba con mujeres y acosaba constantemente a las indígenas.
Los indígenas son obligados a trabajar en condiciones precarias en las
haciendas de los terratenientes y a pagar impuestos exorbitantes a la
autoridad colonial.
En ese contexto, Marcela Yupanqui va a visitar a Lucía Marín, una mujer blanca esposa del minero Fernando Marín.
El objetivo de la visita era pedirle ayuda económica y moral, ya que su esposo Juan Yupanqui y sus dos hijas,
Margarita y Rosalía, estaban en serio peligro de perder lo poco que tenían para sobrevivir. Se acercaba la fecha en
que debían pagar a las autoridades, pero no tenían posibilidad alguna de hacerlo. El cura les había embargado sus
cosechas y por mucho que Juan trabajaba, era imposible que el dinero les alcanzara para algo más allá de lo básico.
DEUDAS SALDADAS
Lucía acepta ayudarlos y tiene la iniciativa de citar, tanto al padre Pascual, como al gobernador. Ninguno de los dos
quiso escuchar el argumento razonable de la señora Marín y se marcharon sin brindar ningún tipo de ayuda a los
Yupanqui. Entonces, Lucía se vio en la obligación de acudir a su marido para ponerlo al tanto de la situación, pues
había llegado el día de cobro de los dos costales de lana que debían. Además, los cobradores al no recibir el pago,
secuestraron a la hija pequeña de los Yupanqui, Rosalía.
Fernando va a la prefectura y paga la deuda, no sin antes dar su opinión al gobernador acerca del acto tan injusto
que se había cometido. Rosalía es devuelta a sus padres. Mientras tanto, Lucía le da a Marcela el dinero para
desembargar la cosecha. Es así como Marcela se dirige a donde está el padre Pascual y le entrega la plata.
Marcela y Juan van a dar las gracias a los Marín por los favores concedidos. Los Yupanqui los ven como sus
salvadores y protectores, por lo que estaban realmente contentos. No obstante, el gobernador y el cura sentían rabia
por lo que hicieron los Marín, de manera que tramaron una treta para matarlos.
VENGANZA CONSUMADA
Esa noche crearon un alboroto, haciendo que sus cómplices gritaran como si unos ladrones hubieran entrado al
pueblo y se hubieran escondido en la casa de los Marín. De esa forma, el campanero, Champi, creyendo que todo
era verdad, tocó la campana de la iglesia, creando así una enorme confusión en el pueblo.
Allí aprovecharon los secuaces del cura y el gobernador para entrar a la casa de los Marín. Pero lo que no sabían era
que se iban a encontrar con amigos de los Marín que los defendieron a muerte. Desafortunadamente, una de las
balas del tiroteo le pegó a Juan, matándolo en el acto. Por su parte, Marcela queda gravemente herida. Antes de
morir, le encarga a sus hijas a Lucía y le confiesa un secreto.
Entre los que ayudaron esa noche a los Marín, se encontraba Manuel, el hijastro del gobernador, quien luego de unas
investigaciones encontró que los autores intelectuales del crimen fueron el gobernador y el cura. Este último al verse
desenmascarado, siente vergüenza y se va del pueblo. Posteriormente, muere de fiebre tifoidea. Por su parte,
Sebastián renuncia a su cargo de gobernador.
INJUSTICIA QUE PERSISTE
Sin embargo, los cómplices se encargaron de culpar a Isidro Champi, el indígena que tocó la campana y que no tenía
nada que ver con el plan de matar a los Marín. Por fortuna, tiempo después, Champi es liberado gracias a la
intervención de Manuel. Todo ello motivado por el amor que siente el joven hacia Margarita, ya que así demostraba
ante ella su carácter justo.
Los Marín, junto con sus hijas adoptivas, deciden irse a Lima a donde los sigue Manuel para confesar su amor por
Margarita y su deseo de casarse con ella. Pero, para que Margarita y los Marín no se opusieran a la unión, Manuel
les cuenta que él no es el verdadero hijo del malvado gobernador, sino del obispo Pedro de Miranda y Claro, anterior
cura de Kíllac. Lucía quedó atónita de escuchar sus intenciones. Entonces, les confiesa que Margarita era hija del
mismo cura, concluyendo así que no podían casarse por ser medio hermanos. Esto dejó devastados a Manuel y
Margarita, tal como si fueran aves sin nido.