El documento discute la posibilidad de abrir la cooperación internacional a la participación de los migrantes. Abrir la cooperación a los migrantes enriquecería el proceso y permitiría que los migrantes pasen de ser usuarios a hermanos. Esto supondría un cambio en la forma de hacer cooperación, dejando más espacio para el encuentro y construyendo la cooperación en red con las organizaciones parroquiales y diocesanas.