Este documento contiene sugerencias para una homilía sobre el Evangelio del octavo domingo del año litúrgico. Jesús dice "no se inquieten" cuatro veces en el Evangelio, exhortando a los creyentes a confiar en el amor providente de Dios y no preocuparse excesivamente por las necesidades materiales. La homilía debe enfatizar que la fe en la Divina Providencia no significa inactividad, sino poner los esfuerzos humanos en manos de Dios y buscar primero su Reino.
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Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
1. Aportes - 1
hijo de sus entrañas? ¡Aunque ella se
olvide, yo no te olvidaré!
Y junto al amor del Padre, siempre
nos quiere mostrar qué debemos hacer
si queremos ser dichosos en esta vida y
en la otra.
No se inquieten… el Padre sabe…
busquen primero el Reino de Dios… es
el mensaje de hoy.
1) Estamos ante un evangelio parti-
cularmente brillante: Jesús nos anuncia
el amor providente de Dios, de ese Dios
Padre que sabe bien lo que necesi-
tamos, que asegura no olvidarse de
nosotros aunque una madre se olvide
de su hijo.
No se inquieten, insiste Jesús; vivan
cada día con confianza de hijos, seguros
que el Padre los cuida más qué “a las
aves del cielo y los lirios del campo”; no
se inquieten, no transformen sus ocu-
paciones en “pre-ocupaciones”, y jamás
entreguen el corazón al dinero y a los
bienes materiales.
En efecto, si nuestro corazón está
así ocupado, no tiene lugar ni para Dios
ni para nuestros afectos más queridos:
No se puede servir a dos señores,
no se puede servir a Dios y al dinero.
¡Cuántas vidas arruina la obsesión por el
bienestar material!
No se inquieten
Is 49, 14-15; Sal 61;
1Cor 4, 1-5; Mt 6, 24-34
¿Habla en serio Jesús? (Pausa).Aca-
bamos de escuchar sus palabras: No se
inquieten pensando qué van a comer…
pensando con qué se van a vestir. ¿Ha-
bla en serio Jesús? (Pausa). Se ve que
Jesús no recorría los supermercados para
aprovechar las ofertas, ni se dedicaba a
hacer malabarismos para que el dinero
alcance hasta fin de mes... ¿Habla en
serio, Jesús? (Pausa).
Parece que le interesa seriamente
nuestra serenidad: CUATRO veces en
este evangelio, más bien corto, Jesús
repite: No se inquieten, y fiel a su estilo,
ilustra el mensaje con situaciones cono-
cidas por la gente: las aves del cielo, los
lirios del campo…
Hermanos: Cualquiera sean las pala-
bras de Jesús: cualquiera sean las com-
paraciones con que ilustra esas palabras,
siempre, siempre, Jesús se refiere a Dios
Padre y a nosotros. ¿Y qué dice? Bueno,
dice muchas cosas, que vamos viendo
domingo tras domingo, pero todo apunta
a lo mismo: mostrar el inmenso amor de
Dios Padre por nosotros, sus hijos muy
queridos.Como bellamente aparece en la
Primera lectura: ¿Se olvida una madre
de su criatura, no se compadece del (Continúa en la p. 4).
Aportes para la homilía
Aportes
Celebración
8º domingo durante el año 26 de febrero de 2017
Ciclo A. Color: Verde Año XXI - Nº 1183
Aportes
Celebración
para la
Homilía y guión para la Santa Misa
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2. Aportes - 2
Guión para la Santa Misa
1) Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: ¡Cuánta
inquietud nos producen nuestras
ocupaciones y, sobre todo, nuestras
preocupaciones, en especial las
que se refieren a nuestras necesidades!
En este octavo domingo Durante el
Año, la liturgia y Jesús nos exhortan a
“confiar en Dios constantemente”.Nuestra
confianza no es una aventura, es la lógica
respuesta al amor providente de Dios.
Nos ponemos de pie. Recibimos al
padre, que, en nombre de Cristo, presidirá
nuestra eucaristía, y uniendo nuestros
corazones y nuestras voces, cantamos.
2) Saludo inicial
No se inquieten, repetirá Jesús
cuatro veces.
Hermanos: Hoy la liturgia canta el
amor providente de Dios, que no olvida a
sus hijos y los cuida con amor materno.
Que el amor de Dios Padre,
el Dios que reveló Jesús,
los cuide
y esté siempre con ustedes.
3) Acto penitencial
Dios Padre nos pide confiar en él
constantemente.Abramos nuestro
corazón a su misericordia
– Tú no te olvidas de nosotros:
Señor, ten piedad.
– Tú eres nuestra salvación:
Señor, ten piedad.
– Tú eres nuestro refugio:
Señor, ten piedad..
4) Gloria
Glorifiquemos al Padre, que por Je-
sucristo, con la fuerza del Espíritu
Santo, cuida de nosotros: Gloria…
5) Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is 49, 14-15): El
amor de Dios es más grande que
el amor de una madre.
Salmo (Sal 61, 2-3. 6-9): En res-
puesta al anuncio de Dios, el salmista
expresa su total confianza en el Señor.
Participamos de esta oración aclamando:
Sólo en Dios descansa mi alma.
Segunda lectura (1Cor 4, 1-5): Dios quie-
re que seamos servidores de Cristo. A él
le corresponde juzgar a sus discípulos.
Evangelio (Mt 6, 24-34): La vida del
creyente no debe estar guiada por una
constante inquietud, sino por la confianza
en Dios.
6) Credo
Unidos a los cristianos de todo el
mundo, confesemos nuestra fe:
Creo…
7) Oración de los fieles
Dios Padre no nos olvida y cuida
de nosotros. Presentemos confia-
damente nuestras peticiones.
A cada intención pedimos:
Ayúdanos a confiar en ti cons-
tantemente.
4 Para que las comunidades cristianas
sean signo del Evangelio por su con-
fianza en la Providencia y la búsqueda
del Reino de Dios.
Oremos.
4 Para que ante los grandes problemas
de la humanidad encontremos solu-
ción por medio de la justicia y de la
solidaridad.
Oremos.
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3. Aportes - 3
13) Avisos parroquiales
(Después de la oración poscomu-
nión).
14) Rito de conclusión
La Misa ha terminado. Nuestra
misión comienza.
Hermanos: El amor providente de
Dios reclama nuestra fe. Volvamos a la
vida diaria confiando plenamente en que
Dios no se olvida de nosotros.
Que el Señor esté con ustedes.
Padre lleno de bondad,
concede a estos hijos tuyos
que creen en tu providencia
confiar constantemente
en tu inalterable amor.
Y que la bendición de Dios…
15) Canto final
Queridos amigos: Con la confianza
que nos da el amor providente de
Dios, nos retiramos cantando.
4 Para que las instituciones benéficas
puedan realizar una labor eficaz con
nuestra ayuda.
Oremos.
4 Para que no nos angustien ni nos des-
equilibren los problemas económicos.
Oremos.
Aumenta nuestra fe, Señor, para
que, en medio de las dificultades
de la vida, confiemos constante-
mente en ti. Te lo pedimos…
8) Presentación de las ofrendas
El Señor colmó la creación de
bienes innumerables. Por eso,
presentemos al Padre, que está en
el cielo, los esfuerzos y sacrificios
que hacemos para que otros hermanos
sufran menos.
9) Prefacio (Durante el Año V)
Cristo nos llama a buscar primero
el Reino de Dios y su justicia. Por
eso, nos asociamos al himno de
alabanza que el celebrante, en
nombre de todos, dirige al Padre, porque
formó al hombre a su imagen y sometió
a su poder las maravillas del universo.
10) Padrenuestro
Al prepararnos a recibir el Pan de
Vida, con confianza de hijos muy
queridos, recemos con fervor:
Padre nuestro…
11) Cordero de Dios
No se inquieten, ha insistido Jesús.
Él es el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo.Dichosos los
invitados a la Cena del Señor.
12) Comunión
Hermanos: Apoyados en el amor
de Dios, fiel y providente, vayamos
alegres, a recibir el Cuerpo y la
Sangre de Jesús.
Parábolas para una vida más feliz
Eusebio Gómez Navarro
Desde tiempos lejanos,
antes de que existiera la
escritura, el ser humano
usaba la palabra y con
ella nacieron los cuentos
y las parábolas.
La parábola ha sido un
recurso muy usado por
los maestros para aclarar
las verdades más encum-
bradas, para hacer fácil
lo difícil, para transmitir
enseñanzas, para abrir un diálogo y la imaginación
del oyente.
Este es el lenguaje que usó Jesús para comunicarse
con los sencillos, para hacerles comprensible lo
incomprensible.
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4. Aportes - 4
Aportes para la Celebración es un subsidio litúrgico preparado por el equipo de redacción de El Domingo, periódico religioso de
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Por eso Jesús insiste: no se inquie-
ten, no se dejen atrapar por la sociedad
de consumo, no se angustien por los
bienes materiales. Quienes se dejan
atrapar no conocen la serenidad del que
vive confiado en Dios, ni la esperanza
de quien se esfuerza y lucha por una
vida digna.
Pero no nos confundamos: la fe en la
Divina Providencia no significa quedarse
“cruzados de brazos”, mirando el cielo.
Debemos ganarnos el pan “con el sudor
de la frente”. No podía decir otra cosa
Jesús, que trabajó hasta los treinta años
en el taller de carpintero. El trabajo, la
previsión, el ahorro son necesarios, es-
pecialmente para quienes tienen respon-
sabilidad sobre otras personas. Jesús no
vive “en las nubes”, por eso nos advierte
sobre la obsesiva ansiedad y preocu-
pación por los bienes materiales, y en
especial, el riesgo de entregar nuestro
corazón a ellos.
Dos mil años atrás Jesús advertía
sobre el exagerado afán por las cosas
de este mundo; con cuánta facilidad se
pierde la paz y lo mejor de la vida detrás
del dinero y lo que él representa. Como
ven, “nada nuevo bajo el sol”. La historia
se repite.
En síntesis: la Divina Providencia no
es una especie de “bingo” o una ingenua
expectativa de que “Dios va a arreglar las
cosas”. La fe en la Divina Providencia es
la inquebrantable fe en el amor del Padre
que no abandona a sus hijos. Quien cree
en la Providencia pone en las manos de
Dios sus esfuerzos, su vida, su destino.
Vive la experiencia que expresa el salmo:
Sólo en Dios descansa mi alma, de él
me viene la salvación.
2) No es casualidad que hoy rece-
mos el salmo 61: la fe en la providencia
se alimenta de confianza. El salmo 61
expresa una confianza absoluta: ¡Sólo
en Dios! En los dos primeros versos se
repite CUATRO veces esta terminante
experiencia: Sólo en Dios descansa mi
alma (…) Sólo él es mi roca salvadora.
Sólo en Dios descansa mi alma (…) Sólo
él es mi baluarte…
Sólo en Dios, sólo él, dice la fe.Nada
de Dios, dice la cultura actual.La elección
radical del hombre de fe, expresada en el
salmo, es la inversa de lo que proponen
e imponen los “medios” y los poderosos
del mundo.
¡Sólo Dios! ¡Nada de Dios! Así de
terminante es el desafío que nos toca vivir.
La tentación del desaliento y la deses-
peranza es grande. Pero aquí está Dios y
su Hijo Jesucristo para fortalecernos en
medio del aluvión. Aunque una madre
puede olvidarse de su hijo, yo no te
olvidaré, dice Dios. Y Jesús agregará
Vengan a mí todos los que estén fati-
gados y agobiados,y yo los aliviaré (Mt
11, 28) y el salmo termina invitándonos
a confiar en Dios y desahogar en él
nuestro corazón.
Termino: ¿Habla en serio Jesús? Sí,
obviamente.Él conoce nuestras penurias,
nuestras luchas, nuestras caídas, nues-
tras miserias… No se inquieten, vengan
a mí, desahoguen su corazón en mí
y hallaran alivio y paz. Y no se olviden
de “buscar primero el Reino de Dios, la
cercanía de Dios, la ayuda de Dios, la
fortalece de Dios… y todo lo demás, lo
irán logrando con serenidad y paz.
(Viene de la p. 1).
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