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CAACUPÉ 2016 - TRIENIO DE LA JUVENTUD, 2017-2019
Abrazarse a Cristo Jesús, (Jn 15,1-17).
DESARROLLO
Tema Nº 1: Jóvenes en familia, creados a imagen y semejanza de Dios.
Lema: Los jóvenes, llamados a proteger el proyecto original del Dios: “varón y mujer los creó”.
Citas bíblicas: Gén 1,26-31; Sal 104(103); Mt 19,3-12
Obs.: El tema estaría centrado en la importancia de la familia para la vida del joven.
ACLARACIÓN: Los salmos de todos los temas están tomados de la Biblia de Jerusalén.
RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
Comenzamos hoy la Novena a la Virgen de Caacupé, Nuestra Madre Milagrosa de todos los
paraguayos.
Este año con la especial bendición que nuestros pastores nos desafían, a vivir el Trienio de
la Juventud, tres años en que la Iglesia en el Paraguay quiere llegar a todos los jóvenes, que todos
puedan abrazarse a Cristo, que puedan llegar a ser amigos, que permanezcan en El, y que den
mucho fruto. Nos desafían a llegar a cada joven, donde esté, en su realidad concreta y presentarle a
este Cristo, amigo y hermano, que lo ama, lo perdona y lo espera.
El desafío está lanzado, muchos ya empezamos a soñar, e invitamos a todos a soñar, que
podamos salir de nuestra zona de confort , que dejemos el sofá como nos pide el Papa Francisco, y
seamos esa Iglesia en salida, en busca de la oveja, que quizás no esté perdida, sino olvidada por
nosotros.
En este primer día, empezamos reconociendo en la familia, la primera experiencia del joven
del amor de Dios. Es en ella que despierta su fe, es en ella en la que se va reconocer como un ser
amado, respetado, comprendido; y es en ella en la que va aprender el sentido de la vida. Por ese
motivo queremos hacer énfasis en la familia, en el proyecto que Dios tuvo y tiene desde el
comienzo, cuando creo al hombre y a la mujer, y vio que todo era bueno.
En la celebración de hoy, pongamos a los pies de nuestra Madre María a nuestra familia y a
todos los jóvenes que no la tienen, y no se sienten amados.
2. Acto penitencial
 Tú que nunca nos cierras las puertas de la casa: Señor, ten piedad.
 Tú que nos llamas a mejorar nuestra relaciones familiares: Cristo, ten piedad.
 Tú que siempre nos instruyes en el camino del bien: Señor, ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. Gn 1,26-31; Sal 104(103); Mt 19,3-12
La primera lectura nos recuerda el plan original de Dios, hombre y mujer, su máxima creación
perfecta. En el evangelio se nos habla de la familia, indisoluble. La palabra de Dios es firme, el que
quiera entender, que lo entienda.
III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor por nuestra Iglesia, nuestra familia grande, para que cada uno seamos fieles
discípulos tuyos, que sepamos defender Tu Palabra contra los ataques de la sociedad que
todo lo relativiza, y quiere destruir tu proyecto divino de familia.
- Pedimos Señor por nuestros gobernantes, que sean hombres y mujeres de Fe firme, que
puedan ser Tu voz cuando se quieran dictar leyes que vayan en contra de la familia.
1
- Pedimos Señor por nuestros pastores, que nunca se cansen de defender el ideal de familia
que Tu creaste, aun cuando las fuerzas opuestas sean grandes y quieran derrumbarlos.
- Pedimos Señor por los jóvenes sin familia, olvidados, que encuentren en nosotros esa mano
amiga que le recuerde su verdadera esencia, que es ser Hijo tuyo.
- Pedimos Señor por las familias separadas, que puedan encontrar en Tu palabra, esa fuerza
que haga renacer en ellos el amor, la reconciliación y el perdón.
- Pedimos Señor por los jóvenes novios, que puedan vivir esta etapa de manera coherente,
amándose como Tú quieres, y que formen en el futuro una buena familia cristiana, fuerte en
Fe y en valores.
IV. LITURGIA EUCARÍSITCA
Acerquémonos a Cristo con el corazón libre de rencores, entreguémosle a Él nuestra familia
y especialmente a cada uno de los jóvenes que no cuentan con un hogar digno.
V. RITOS CONCLUSIVOS
Nos despedimos de nuestra Madre, con el firme propósito de cuidar y celebrar el don de la
familia, ayudando a nuestros jóvenes a respetarla, a valorarla, y que cuando les toque el momento
de formarla, sea con amor, con entrega y con un corazón generoso. La Sagrada Familia nos bendiga
y nos cuide, hoy y siempre.
La Palabra
Jóvenes en familia
De Dios salió el hombre sexuado varón y mujer que podría vivir en su expresión sabia y
elemental el misterio de la comunión a semejanza de la Trinidad. Ni el hombre solo ni la mujer sola
pueden reflejar la esencia de la comunión (esencial para el ser humano). Ambos se reclaman
naturalmente y se necesitan para el desarrollo del género humano, es decir, para la procreación de
nuevos seres.
El hombre sexuado está orientado al crecimiento normal del género humano, al nacimiento
de nuevas personas y al desarrollo de esas mismas personas. Dios ha querido que los hijos dependen
de sus padres, primero para el crecimiento biológico, pero lo mismo que ese crecimiento es el
crecimiento moral psicológico y social. El hombre tiene necesidad de apoyo paterno-materno hasta
su madurez psicológica (la mayoría de edad, en sentido complexivo).
Hasta esa mayoría de edad, todo joven necesita un apoyo psicológico que abarque los
aspectos intelectuales y morales.
Es la "educación" completa: que necesita el hogar, el ambiente, el compartir con los padres,
los hermanos para ser un factor activo y responsable en la sociedad.
Un joven, aislado de su familia, crecerá en forma irregular, ni el debido aprendizaje del
compartir y de aceptar normas de convivencias. Será un inútil en la sociedad.
Bagaje de virtudes humanas de elemental convivencia.
De allí las exigencias de la ley natural, sobre el divorcio que destruye espiritualmente
muchas vidas jóvenes.
La escuela y la parroquia podrían completar la educación del joven pero nunca pueden suplir
la formación práctica recibidas en un hogar verdaderamente humano y cristiano. La familia es una
escuela y templo donde el joven ha de desarrollar como espontáneamente sus capacidades y
alegrías.
Sugerencia: Poner que ciertamente tenemos un modelo de familia, basado en la ley eterna que se
refleja en la ley natural: varón y mujer quienes encabezan una familia, con los hijos. Pero cada vez
más aumentan las familias donde los esposos se separan y se vuelven a unir. Es una realidad que no
podemos negar. Tendríamos que plantear, desde Amoris Laetitia, desde un sano discernimiento de
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todos los componentes, lograr integrar la fragilidad, sin dañar el modelo o el ideal que Dios nos
plantea. Por ende, sugiero que se piense en la familia más alargada también (para los casos de
familias separadas) donde se tienen las figuras de papá y mamá (ejemplo con los abuelos, tíos, etc.)
y fundamentalmente, la comunidad, si viven profundamente la fe y el amor cristiano, cumple el rol
de papá y mamá en la vida de los jóvenes.
Tema Nº 2: Los jóvenes y la alegría de la reconciliación.
Lema: Cuando el Señor nos llama, está mirando todo el amor que somos capaces de contagiar,
(Papa Francisco, JMJ Cracovia 2016).
Citas bíblicas: Os 11,1-11; Sal 51(50); Lc 15,1-3.11-32; o bien, Lc 19,1-10
Obs.: El tema central en este punto está centrado en el perdón y la misericordia, y de un modo
específico en el sacramento de la reconciliación.
RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
En el segundo día de la Novena a Nuestra Madre, la Virgen de Caacupé, nos presentamos para
celebrar la alegría de la reconciliación.
Somos muy prestos a juzgar y lentos para perdonar. Nuestro corazón muchas veces es muy duro
para comprender al otro. En la juventud, la impetuosidad misma de la edad nos lleva muchas veces
a cometer errores, a apurar los acontecimientos, a querer todo en poco tiempo, y nos esforzamos por
ello, y a causa de esto salimos lastimados o lastimamos a otros, y nos cuesta pedir perdón o
perdonar.
Dios nos mira con ojos de Padre, ama a su joven hijo que se perdió por los caminos de la vida,
pero lo llama y lo perdona siempre. Él es un Dios misericordioso, sin embargo nos cuesta creer que
nos perdonará, porque nosotros no somos misericordiosos como El.
Dios nos pide hoy volver a su casa, a su amor, que nos abandonemos en su Misericordia, y
aprendamos de Él, siendo los samaritanos de nuestros hermanos y de nosotros mismos.
2. Acto penitencial
 Tú que nos das con alegría el perdón, para que nos amemos: Señor, ten piedad.
 Tú que brindas el perdón a los pecadores: Cristo, ten piedad.
 Tú que no excluyes a nadie del perdón: Señor ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas: Os 11,1-11; Sal 51(50); Lc 15,1-3.11-32; o bien, Lc 19,1-10
A Dios le duele nuestra infidelidad, pero su amor es más grande y no puede abandonar a sus hijos, a
su creación. No tengamos miedo de llegar al Padre, como nos dice Jesús: ¡Joven a Ti te digo,
levántate! Ven junto a mí. Dejémonos envolver por su infinita Misericordia.
III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor por nuestra Iglesia, santa pero necesitada de perdón, para que la misericordia
sea el valor más importante que la represente. Roguemos al Señor…
- Pedimos Señor por cada uno de nosotros, que seamos capaces de perdonar y abrazar al otro,
con el mismo amor con que Tú nos amas. Oremos?
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- Pedimos Señor por nuestra patria, que seamos ciudadanos de paz, de generosidad, que
ejerzamos nuestras obligaciones y derechos sin pisotear a nadie, especialmente a los
jóvenes.
- Pedimos Señor por los jóvenes que se sienten culpables de tantos pecados, y que por ello se
alejan de Ti, que encuentren manos que los contengan y los acerquen a Tu abrazo.
- Pedimos Señor por los jóvenes que creen ser superiores a sus hermanos, que se den cuenta
que como hijos de un mismo Padre, todos somos hermanos, tenemos la misma dignidad y la
misma valía.
- Pedimos Señor por todos los jóvenes que sufren maltratos, tienen el corazón lleno de odio y
sed de venganza, que puedan encontrar en su camino a testigos de Tu amor, que les hagan
ver los valioso que son y solo con amor podrán sentir la paz y la alegría de empezar de
nuevo.
- Pedimos Señor por todos los padres que en este momento se encuentran distanciados de sus
hijos, que puedan imitar tu amor misericordioso, y den ese primer paso para llegar
nuevamente al corazón de sus hijos.
IV. COMUNIÓN
Acerquémonos a Cristo que nos espera de brazos abiertos, queriendo sanar nuestro corazón
adolorido, llenarlo de gozo y de paz.
V. Final
Hemos sido confortados por nuestro Padre, hemos llegado a Él con el corazón duro y dolorido, y
nos vamos con la esperanza de la reconciliación y el perdón.
Agradecemos su infinita misericordia, y junto a nuestra Madre, nos comprometemos a ser
instrumentos de su amor y paz.
La Palabra
La reconciliación.
Entre los obstáculos que encuentra el joven para su desenvolvimiento normal y alegre, el
mayor tal vez es su propia fragilidad, sin conciencia de los propios fallos o errores. Llamado a
grandes ideales, la experiencia propia y la ajena le muestran lo que es de enfrontar grandes luchas y
de asumir sus propios errores. Es algo inevitable que sumerge al joven en una profunda desilusión,
desengaño y tristeza (muchos podrán llevarle a la depresión psicológica). Pero el mensaje de Jesús
puede aquietarnos profundamente, él puede decirnos con verdad: "Vengan a mí todos los que están
cansados y afligidos y yo los aliviaré", (Mt 11,28).
Nuestras faltas, por graves y vergonzosas que sean, no son un daño irreversible. Jesús, el
Maestro, vino a sanar los corazones afligidos, a liberarnos de las cadenas que los oprimen, a
perdonar nuestros pecados, haciendo que la última palabra en esta vida no la tenga el pecado sino la
gracia, el perdón, la reconciliación. Conocemos la actitud de Jesús con los pecadores: los busca
porque quiere sanarlos, rehacerlos, volverlos a la vida. Él, que hizo eso en su vida mortal con
muchos pecadores, dejó abierto en la Iglesia el manantial de la misericordia: "A quienes les
perdonen, les quedarán perdonados" (Jn 20,23). Esta palabra del confesor que es un hombre
pecador, nos da seguridad de que nuestros pecados han sido borrados, lavados; y hacen que mi
corazón, tocado por esa señal de misericordia no sólo quede libre sino inundado de una corriente de
paz y de agradecimiento.
Mi amor de pecador perdonado será un amor nuevo y profundo.
El joven consciente de su flaqueza no puede vivir en su clamor teñido de angustia y de
desconfianza. Pero sus fallos son bastantes evidentes ante él para que deje de preguntarse
profundamente por ellas. Es preciso que vea su caída como responsable.
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Ante el Padre de la Misericordia no hay falta irritable ni problema insoluble. Y la solución,
aunque dura a veces para la soberbia humana, en definitiva es fácil, es plena y es segura como
participación en el Misterio redentor de Cristo.
Sugerencia: La Reconciliación es el sacramento de la alegría. Hay mayor alegría por un solo
pecador que se convierte, que por noventa y nueve que creen no necesitar conversión. Aprendemos
a saber perdonar porque hemos experimentado el perdón. En la casa, en la familia se aprende a dar
y recibir el perdón. Pero también se aprende a acercarse al sacramento, en la medida en que uno se
acerca con mayor frecuencia, siente la necesidad de seguir haciéndolo también frecuentemente. Por
otro lado, es fundamental comprender que el perdón se regala, es decir, es gratis, nadie merece
porque se haya esforzado más, simplemente se regala porque nosotros también hemos recibido
como regalo, sin que lo hayamos merecido.
Gracias Señor porque nos enseñas a través de nuestros padres, tíos, abuelos, algún servidor de la
comunidad, a saber recibir y dar el perdón. Y sobre todo a valorar el sacramento de la
Reconciliación como tu gran regalo, porque Tú nos amaste primero.
Tema Nº 3: Los jóvenes, llamados a mantener viva la memoria de su pueblo.
Lema: Un joven sin memoria es un joven sin futuro, (Papa Francisco a los voluntarios, JMJ
Cracovia 2016).
Citas bíblicas: Dt 26, 1-10; Sal 137(136); Lc 24,1-8, o bien Lc 24,13-35.
Obs.: Rescatar y mantener viva la memoria del pueblo significa en primer lugar conocer las raíces y
el origen de uno mismo, para conocer y ayudar a tomar conciencia de la propia identidad. Es la
historia de la propia familia, de los abuelos, de los ancestros. Es la memoria del pueblo, las
comunidades, la nación o el propio país. Es la posibilidad de conocer más a fondo la historia del
país, sus luces y sombras, para que no se repitan los acontecimientos negativos y se pueda construir
una sociedad en la justicia y la paz. La memoria es también tener presente las tradiciones propias
de un pueblo: su espiritualidad o piedad popular, su folclore, sus músicas, sus artesanías, sus
costumbres y vivencias más típicas que forman y crean su identidad. Pero la memoria, es también la
memoria del Pueblo de Dios, que con el paso de los años sigue evangelizando a su gente y vive del
gran memorial que le dejó su fundador mediante la celebración de la eucaristía, que lo empuja a
seguir caminando a través de la historia hacia la Jerusalén celestial.
I. RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
Comenzamos nuestro tercer día del novenario a nuestra Madre, la de Virgen de Caacupé, y le
ofrecemos hoy nuestra historia personal y comunitaria.
Como joven muchas veces no conocemos o valoramos los acontecimientos ocurridos antes de
nuestra existencia, creemos que somos quienes vamos a empezar todo de nuevo, y las cosas que hay
está mal o no nos gusta.
Muchas de las conquistas ciudadanas fueron hechas por personas que miraron el pasado,
especialmente un pasado corrompido, y no quisieron repetirlo. Por eso, es muy importante que
conozcamos la razón del porqué están así las cosas, especialmente los hechos o acontecimientos
negativos de nuestra actualidad, para poder ayudar a mejorarlas. Así también nuestra vida y nuestra
familia; es muy bueno conocer la historia de nuestros padres y abuelos para entender muchas
circunstancias que nos toca vivir, circunstancias que muchas veces rechazamos o juzgamos, pero no
sabemos el motivo que generó tal situación. También miremos nuestra Iglesia, que tantas veces no
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comprendemos y juzgamos, pero no nos tomamos el tiempo de conocer su rica historia. ¡Es fácil
dejar de lado lo que no conocemos! Porque nadie ama lo que y a quien no conoce.
Miremos cada uno hoy nuestra historia personal y presentemos al Señor nuestros dolores y dudas y
a también así, nuestras alegrías y esperanzas.
2. Acto penitencial
 Tú que nos llamas a renovar nuestro corazón: Señor, ten piedad.
 Tú que nos haces miembro de tu Iglesia: Cristo, ten piedad.
 Tú que nos purificas con el fuego renovador: Señor, ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición de las lecturas: Dt 26, 1-10; Sal 137(136); Lc 24,1-8, o bien Lc 24,13-35.
Dios no abandona a su pueblo, lo acompaña en su camino desde siempre. Así es nuestra madre
Iglesia, que peregrina junto a su pueblo. Es bueno siempre hacer memoria de nuestra vida, de la
vida de nuestra comunidad y nuestro país. Jesús se tomó el tiempo de ayudar al otro a entender lo
que pasaba.
III.ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor, por las cicatrices que nos dejó nuestro pasado, como persona, como
familia, como país, para que seamos capaces de superar el dolor, y construir un futuro
mejor.
- Pedimos Señor, por la vida de cada familia, que sepan reparar sus errores con amor y
comprensión.
- Pedimos Señor, por nuestras autoridades, que no olviden el pasado para que no cometan
nuevamente los mismos errores y sepan aprender de ellos para el bien de todos.
- Pedimos Señor, por los jóvenes indiferentes, que no son capaces de mirar el pasado para
aprender, que puedan despertar de su apatía, y sean constructores de una ciudadanía mejor.
- Pedimos Señor, por los jóvenes despiertos, rebeldes, que sepan encaminar su entusiasmo
hacia metas justas y puedan encontrar en sus antecesores un ejemplo a seguir.
- Pedimos Señor, por los adultos, que puedan transmitir a las jóvenes generaciones ideales de
paz, igualdad y justicia, que encuentren en ellos verdaderos testimonios de lucha honesta por
el bienestar de todos.
IV. COMUNIÓN
Acerquémonos a Cristo que camina con nosotros y nos impulsa a ser mejores personas cada día,
para que dejemos huellas a los que nos siguen.
V. FINAL
Hemos sido bendecidos por Dios, vivimos en una tierra rica de tradiciones y de un pasado glorioso,
pero también con muchas épocas oscuras. Que Dios nos conceda el don de ser los nuevos próceres
de esta tierra, y acompañados de María podamos engrandecer este suelo que nos acoge a todos.
La Palabra
Guía homilética: El mensaje del Deuteronomio nos lleva a reflexionar acerca de la acción
de Dios en la historia de los pueblos y del porqué debemos celebrarla, como la estamos haciendo
precisamente aquí (en el ritual de celebración de la pascua judía, hasta hoy se recuerda esa historia
como fundadora y salvadora de ese pueblo). Por eso debemos interpretar la historia del Paraguay
como designio de Dios para los hombres y mujeres que habitaron y habitan nuestro país: El
designio de salvación de Dios obra en la historia de los pueblos, así como lo hizo con Israel.
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Hoy leemos e interpretamos la Palabra de Dios como una Historia de Salvación. Y en cada
pueblo, con sus particularidades, Dios sigue haciendo lo mismo, dando señales concretas de su
presencia en medio de nosotros. Para el Paraguay y los paraguayos, las señales concretas las
hallamos en: La riqueza y fertilidad de su suelo, la cultura de los pueblos originarios, con sus
conocimientos medicinales y la riqueza semántica de su lengua (especialmente el guaraní); el aporte
de la sangre y cultura española y demás corrientes migratorias posteriores; la difusión del Evangelio
a los nativos; la original experiencia de las misiones jesuíticas; la construcción temprana de una
identidad como nación; la Iglesia que acompañó el proceso de independencia y consolidación como
nación paraguaya y que defendió a sus hijos de los poderes opresivos de turno; al valor de la familia
en el amparo y desarrollo de las personas.
En todas esas facetas históricas, fueron jóvenes en gran parte los protagonistas principales.
La Iglesia los acompañó, hoy como ayer. Justamente, este lugar, el Santuario de la Virgen de
Caacupé, se ha convertido en lugar de peregrinación, oración, cobijo y memoria del pueblo que ha
encontrado la reunión en torno a la venerada Virgen María, la respuesta de esperanza y gozo, a sus
tristezas y angustias, sobre todo de los pobres y de cuantos sufrieron y sufren en nuestra historia (cf.
Vaticano II, GS, 1).
Los jóvenes están llamados a identificarse y reconocerse en esta historia, no olvidar ni negar
esa memoria, recordarla e investigarla por sí mismos, visitar los monumentos y lugares históricos
rememorando los hitos más importantes -no solo las hazañas y sacrificios de la guerra- sino también
a las gestas civiles y eclesiales, contar y escuchar las otras historias no contadas oficialmente: la de
los indígenas, la de las mujeres (“la más gloriosa”, según Papa Francisco), de jóvenes, así como
acercarnos a escuchar y contar las historias comunes que tenemos con los países vecinos nuestros,
pero que las contamos de manera tan diferentes cada uno, sembrando inútilmente el odio, el
prejuicio y la discriminación, que ningún favor le hace a la paz.
Finalmente, al leer el Evangelio según san Lucas, que da cuenta del hecho de la
resurrección, que da valor de testigo justamente a un sector de la población -las mujeres- que en esa
cultura no calificaba como creíble, se presenta ese acto salvífico por excelencia, como corolario de
lo que en la historia se venía anunciando, lo que los signos de los tiempos iban señalando. Por eso,
hoy ante las muchas cosas negativas que quizás vivimos y escuchamos, más que nunca debemos
estar atentos a los signos de los tiempos, para ver allí con los ojos de la fe, lo que Dios tiene
preparado para nosotros.
Anexo: Sobre el tema de la memoria, un extracto de la homilía del papa en Caacupé:
Este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es Madre y
que ha estado y está al lado de sus hijos.
Ha estado y está en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en nuestras casas. Ha estado
y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos. Ha estado y está en las mesas de cada hogar. Ha
estado y está en la formación de la patria, haciéndonos nación. Siempre con una presencia discreta
y silenciosa. En la mirada de una imagen, una estampita o una medalla. Bajo el signo de un
rosario sabemos que no vamos solos, que Ella nos acompaña.
Y, ¿por qué? Porque María simplemente quiso estar en medio de su Pueblo, con sus hijos,
con su familia. Siguiendo siempre a Jesús, desde la muchedumbre. Como buena madre no
abandonó a los suyos, sino por el contrario, siempre se metió donde un hijo pudiera estar
necesitando de ella. Tan solo porque es Madre.
Una Madre que aprendió a escuchar y a vivir en medio de tantas dificultades de aquel «no
temas, el Señor está contigo» (cf. Lc1,30). Una madre que continúa diciéndonos: «Hagan lo que Él
les diga» (Jn 2,5). Es su invitación constante y continua: «Hagan lo que Él les diga». No tiene un
programa propio, no viene a decirnos nada nuevo; más bien, le gusta estar callada, tan solo su fe
acompaña nuestra fe.
Y ustedes lo saben, han hecho experiencia de esto que estamos compartiendo. Todos
ustedes, todos los paraguayos, tienen la memoria viva de un Pueblo que ha hecho carne estas
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palabras del Evangelio. Y quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres
paraguayas que, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un País derrotado, hundido,
sumergido por una guerra inicua.
Ustedes tienen la memoria, ustedes tienen la genética de aquellas que reconstruyeron la
vida, la fe, la dignidad de su Pueblo, junto a María. Han vivido situaciones muy pero muy difíciles,
que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y
sostenidas por la Virgen, siguieron creyentes, inclusive «esperando contra toda esperanza»
(Rm 4,18). Y cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor
está con nosotros, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga. Y
allí encontraron ayer y encuentran hoy la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. Dios
bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente la fe de ustedes, Dios bendiga a la mujer paraguaya, la
más gloriosa de América.
Como Pueblo, hemos venido a nuestra casa, a la casa de la Patria paraguaya, a escuchar
una vez más esas palabras que tanto bien nos hacen: «Alégrate, el Señor está contigo». Es un
llamado a no perder la memoria, a no perder las raíces, los muchos testimonios que han recibido
de pueblo creyente y jugado por sus luchas. Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho
esperanza y una esperanza que las lleva a primerear en la caridad. Sí, al igual que Jesús, sigan
primereando en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza.
Ustedes, paraguayos, sean forjadores de este hoy y mañana. (Homilía del santo padre Francisco.
Santuario de Caacupé, Paraguay11/07/2015).
Tema Nº 4: Los jóvenes llamados a renovar la Iglesia, preciada herencia de Nuestro Señor
Jesucristo.
Lema: “Somos parte de la Iglesia, más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y
protagonistas de la historia”, (Papa Francisco, JMJ Rio 2013).
Citas bíblicas: Ez 37,1-14; Sal 127(126); 1Pe 2,3-10; Jn 15,1-17.
Obs.: El tema central en este punto estaría enfocado en la participación activa y el aporte de los
jóvenes para la construcción y reparar de la Iglesia.
I. RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
Nos presentamos ante el Señor, en este cuarto día del Novenario a Nuestra Señora de los
Milagros la Virgen de Caacupé, como miembros de la santa Iglesia.
Cada uno de nosotros aquí presentes, somos una parte de ella, sin la cual no está completa.
Muchas veces pensamos que la Iglesia son el papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y
nuestro papel es solo venir a misa, participar de los sacramentos, quizás de las fiestas patronales y
que eso es todo.
No es así, cada uno somos Iglesia, y lo que hagamos bien o mal, la afecta. Si estamos hoy aquí
es porque nos sentimos miembros de ella, pero debemos también asumir la responsabilidad que eso
implica. Como joven en la Iglesia es bueno darse cuenta que en ella, no solo nos formamos para
recibir los sacramentos o para saber rezar, sino también nos formamos para la vida, y quienes no
están con nosotros, nos miran con agudeza, buscando encontrar un ejemplo a seguir o un pecado
que juzgar.
Dios llama a su pueblo ¡nosotros somos! y le promete ayudarlo, enviar su Espíritu para
transformarlo y hacerlo fuerte. Solo espera nuestra respuesta, nuestro compromiso.
No es fácil seguir a Jesús, pero Jesús nos muestra que no hay mejor manera de vivir que estar en
Él, sentir su cercanía, y sentirse parte de su Vid. Como hermanos que somos, nos disponemos a
celebrar esta Santa Misa.
2. Acto penitencial
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 Tú que nos llamas a renovar nuestro corazón: Señor, ten piedad.
 Tú que nos haces miembro de tu Iglesia: Cristo, ten piedad.
 Tú que nos purificas con el fuego renovador: Señor, ten piedad
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas: Ez 37,1-14; Sal 127(126); o bien, 1Pe 2,3-10; Jn 15,1-17.
Para Dios nada es imposible, Él lo puede todo, puede dar vida donde hay muerte, solo debemos
hacer lo que Él nos pide. Somos el pueblo elegido de Dios, somos los amados por El. La Iglesia es
su plan hecho realidad. La palabra de Dios hoy nos llega al corazón, Jesús nos llama amigos. Un
amigo no es un extraño, un amigo es un ser querido, cercano, y así nos ve Jesús, como amigos. Pero
hay una condición: no apartarnos de Él.
III.ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor, por nuestros pastores, para que puedan ser testimonio vivo de Tu evangelio
para los jóvenes con quienes trabajan y misionan.
- Pedimos Señor, por los laicos, que dentro de su ser Iglesia en el mundo, sean luz que
ilumine el camino y puedan los más jóvenes seguir sus pasos.
- Pedimos Señor, por el don de la amistad. Ese amor puro que pusiste en el corazón de cada
uno de nosotros y que muchas veces no lo cuidamos lo suficiente.
- Pedimos Señor, por cada uno de nosotros, tu Iglesia peregrina, que seamos capaces de
construir una comunidad de hermanos, donde reine la comprensión, la amistad y la
generosidad.
- Pedimos, por todos los jóvenes que sirven en la Iglesia, por su vocación de discípulos
misioneros, que nunca se cansen de ser testigos del evangelio y que encuentren en sus
compañeros de camino la fuerza que los anime a continuar.
- Pedimos Señor, por toda tu santa Iglesia, que seamos miembros activos de ella, y la
hagamos llegar a todos los rincones del planeta.
IV. COMUNIÓN
Cristo nos ofrece su amistad, y nos pide que permanezcamos en Él. Acerquemos con el corazón
lleno de alegría a recibirlo.
V. FINAL
Somos bendecidos de pertenecer a la Iglesia del Señor, somos bendecidos por tener una Madre
que siempre nos escucha y acompaña. Somos bendecidos por estar hoy presente en esta celebración,
donde una vez más, Jesús “primerea” su amor por nosotros.
Regresemos a nuestros hogares, a nuestras comunidades con la alegría, la esperanza y la Fe de
sabernos parte del pueblo elegido por un Dios Misericordioso.
La Palabra
Presentación de las lecturas
La primera lectura propuesta para este día es acerca del tema de “los huesos secos”, que está
tomado de uno de los pasajes más famosos del profeta Ezequiel. Para profundizar el tema,
queremos hacer una breve presentación del autor, resaltando algunos puntos más importantes de su
vida. El profeta Ezequiel comienza a escribir, en medio de los deportados en el destierro,
aproximadamente en el año 597 a.c.; fue llamado por Dios estando allí y ahí mismo comenzó a
desarrollar su actividad profética. Es un hombre que conoce a fondo la situación política y religiosa
de su entorno, de Judá y especialmente de Jerusalén. Denuncia los pecados de su tiempo, como las
idolatrías, injusticias y crímenes, pero también denuncia los pecados de los antepasados, ya que ve
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en la historia de Israel como una historia de pecado. Denuncia además la praxis errónea de la
política (17,1.10; 22,1-16.17-22).
Es un hombre que conoció y experimentó en carne propia el sufrimiento, no solamente del
pueblo sino del suyo propio, y en el silencio aprende a sobrellevar este dolor (24,15-24). Reconoce
además que Dios actuó en todo momento justamente con Jerusalén (14,23), y ante la injusticia de
los pastores (reyes) y poderosos proclama que Dios mismo apacentará su rebaño (34,11-16).
Mediante las visiones -donde le fue dirigida la palabra de Yavé- surge la promesa de la
renovación de toda la creación, de toda naturaleza. Pero la promesa, la renovación más importante,
será el cambio interior del hombre: les daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo (36,25-28). Es así
que un pueblo, considerado ya muerto, escuchando la palabra de Dios vuelve a la vida, y Dios
mismo le promete que entablará con este pueblo una nueva alianza y habitará ellos. Él mismo
promete la construcción de un nuevo templo donde volverá a habitar la gloria del Señor.
Ez 37,1-14
La primera lectura consiste específicamente en un oráculo, una visión convertida en una
sencilla parábola como respuesta a una queja. Los símbolos de huesos y espíritus tratan de expresar
la pregunta radical por la existencia humana, su sentido más profundo. Llama la atención que ocho
veces aparezca la palabra huesos y ocho veces también la palabra ruh: espíritu-viento-aliento.
El relato es una teofanía que ocurre en un valle de huesos secos. Ante esta escena, Ezequiel
es actor y espectador: como actor habla y como espectador mira; actúa como profeta dentro y fuera
de la visión. Así como su palabra es eficaz, conjurando espíritu y trayendo aliento, así también será
eficaz para sus paisanos.
En el relato los puntos más importantes que resaltan es que sólo Dios sabe todo, el profeta
mismo es ignorante ante Él (v.3). Es insólito que los huesos escuchen a Yavé, ya que ni los vivos lo
habían hecho (v.4). También existe una alusión a Gn 2 respecto a la formación del hombre e
infusión de aliento, pero a diferencia del génesis aquí sólo hay cadáveres. La metáfora de los huesos
da entender que se pone en juego la propia existencia de los deportados; es decir, la esperanza de
todo un pueblo (v.11). La metáfora del sepulcro tiene como significado la muerte, la situación
desesperada de los desterrados. Por esto se insiste en el tema de la vida, la vida es lo más importante
para Dios: la vida es lo que Dios desea para su pueblo, una vida en la tierra, reconociendo al
Señor como actor soberano de la historia.
Finalmente, aquí no se habla de resurrección, sino de liberación y vuelta a la patria. Pero
sin embargo es legítimo que los cristianos lean en este pasaje también como referido a la
resurrección, como victoria de la vida sobre la muerte, mensaje esencial de la Pascua.
Fuente: SCÖKEL, ALONSO. Profetas, Comentario II. Ediciones Cristiandad.
O bien:
1Pe 2,3-10
Algunos de los elementos que nos pueden ayudar para comprender este pasaje es resaltar en
primer lugar la importancia que se da a Cristo como piedra fundamental. Él es la piedra angular que
está en la base de la edificación que es la Iglesia. La piedra adquiere así un doble significado: la
dureza (entendida como firmeza y consistencia) y la vida en Dios, que solamente Él tiene la vida en
plenitud y es capaz de trasmitir y vivificar a otros.
La lectura se refiere también a los cristianos que están llamados a ser piedras; el Padre
quiere colocarlos por encima de la piedra fundamental (Cristo) y así edificar el templo espiritual,
haciendo de ellos una edificación viva. Entendida la Iglesia como comunión, aquí también resuena
las palabras de Jesús a Pedro: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré a mi Iglesia, (Mt 16,18).
Otro punto importante es que todos los bautizados en la Iglesia son sacerdotes y deben
ofrecer sacrificios espirituales, un sacrificio que comienza ya con la puesta de la vida misma en
manos del Padre, que modelados por Él, el cristiano/a se vuelve una piedra viva en la edificación. El
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sacerdocio de la vida cristiana consiste en que el hombre y la mujer se ofrezcan como piedras vivas
para la construcción de este nuevo templo.
Entre otras cosas en la lectura se deja ver también el cumplimiento de todas las esperanzas
del pueblo de Israel en el nuevo Pueblo de Dios que surge a partir de Cristo. Así a las comunidades
cristianas se aplican los títulos honoríficos del Pueblo de Dios: linaje escogido, cristianos que
estando ya en camino, sin embargo son interpelados como peregrinos elegidos y reino de
sacerdotes cuyo significado consiste en el poder para dominar, pero entendida como una
dominación de sí mismos. Por otro lado, la condición sacerdotal significaba también que los
primeros cristianos estaban convencidos de que todos celebraban la liturgia en común.
Por último, uno de los puntos más resaltantes es que el pueblo es posesión de Dios, es
posesión suya y ha sido Él mismo quién le ha llamado de las tinieblas a la luz. Así el Pueblo de
Dios está llamado a perseverar en la vida terrena hacia la futura, a pesar de las dificultades, de los
escándalos, o de los problemas que pudieran presentarse en el mundo actual, a ejemplo de las
primeras comunidades que sufrían la persecución y el martirio.
Fuente: SCHWANK, BENEDIKT. El nuevo testamento y su mensaje. Herder.
Jn 15, 1-17
En el relato -una metáfora sobre la vid y los sarmientos- se revela nuevamente Jesús como
el Yo soy. El relato es una revelación y exhortación directa de Jesús a los discípulos: Jesús es la vid
y los discípulos están llamados a permanecer en él. Ante este hecho de permanecer en él, el papel
de Padre no es secundario, ya que el primer versículo comienza con la afirmación: mi Padre es el
viñador (v.1), porque es en el fruto abundante de los discípulos que es glorificado el Padre. El Padre
realiza su obra en Jesús, es Él quién poda los sarmientos y corta los tallos de los brotes inútiles,
(v.2); la poda se estaría refiriendo aquí a los miembros de la comunidad que fallan y apostatan, y el
cortar a la prueba y purificación por el cual atraviesan los discípulos.
El tema central es el dar fruto, del árbol que da fruto, (la vid en este caso). Para dar fruto es
necesario el contacto con la palabra que purifica, (v.3). Por eso es importante saber que este relato
va dirigido a los discípulos; en este caso a una comunidad que comprende muy bien además el
lenguaje y lo que el evangelista quiere transmitir.
El producir frutos no es mérito de los discípulos, es Jesucristo quién produce frutos mediante
la unidad de los discípulos con Él. La exhortación o las palabras aquí no tienen un tono moral, más
bien apunta a lo fundamental: la unión con Cristo. La fidelidad creyente es lo que lleva a los
discípulos al robustecimiento de la comunidad y alentarlos en el esfuerzo moral, (Schnackenburg).
La idea central del relato consiste obviamente en fructificar, pero de los frutos que se pueden
dar solamente mediante la comunión con Cristo, separados de mí no pueden hacer nada (v.5). Si
hablamos de frutos, estamos hablando también acerca de la importancia de ganar nuevos adeptos
para Cristo, pero aquí el acento recae más bien en la fuerza salvadora y vivificante de Cristo, del
hecho de estar apegados a Cristo Jesús (Papa Francisco), porque es Él quien produce los frutos.
La falta de permanencia en la comunión con Cristo genera el juicio y la separación del Él. Es
decir, es el discípulo quién provoca sobre sí mismo el juicio que lo separa de Jesús: el pecado que
lleva a la muerte. La misma separación de Cristo -el arrojarse afuera y secarse (v.6)- ya es un
castigo.
Otro punto importante que se resalta es el tema de la oración, (v.7). Una oración que lleva a
acoger la palabra, y quién acoge la palabra, acoge a Jesús mismo, y su unión con Jesús le inducirá a
pedir aquello que haga fructífera la obra de Jesús. El Padre escucha a los discípulos que están
unidos en Cristo. El verdadero discípulo es el que permanece en la palabra.
Los discípulos han sido escogidos en el amor y deben permanecer en ese amor. Jesús otorga
el mismo amor del Padre que lo abraza, (v.9). La fecundidad más onda, la de producir frutos, es la
del amor, de ahí la exhortación a permanecer en el amor.
La alegría brota de la comunión con Cristo (v.11), y esta alegría es la alegría referida al
tiempo pascual, de la presencia constante de Cristo en la comunidad. La alegría de Cristo es su
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misma alegría que otorga a los discípulos. La alegría es fruto de la presencia de Cristo o del Espíritu
en el discípulo o la comunidad.
Al tema de la permanencia en Cristo y el producir frutos, siguen el tema del amor y la
amistad, (vv. 12-17). El amor y la amistad van estrechamente unidos, pero la virtud más
fundamental es el amor, que sostiene la amistad, y a la vez es capaz de entrega, solamente uno
entrega su vida por amor. La amistad que Jesús ofrece va acompañada de la elección, Jesús elige
para ser sus amigos. Y solamente en la construcción de esta amistad es que Jesús nos puede llamar
amigos y revelar al Padre.
Fuente: SCHNACKENBURG, RUDOLF. El evangelio según San Juan. Herder.
Reflexión
Permanezcan en mí, como yo en ustedes, (Jn 15,4). Estas son las palabras que Jesús dirigía a
una de las comunidades cristianas de los primeros tiempos de la era cristiana, y la misma que hoy
quiere seguir trasmitiendo a sus discípulos y misioneros. Él desea que nadie se pierda, sino al
contrario, quiere que todos se salven (cf. Jn 17,12), e invita a sus discípulos a permanecer en su
amor, ya que si Él nada pueden hacer, (Jn 15,5). La Iglesia no vive de sí misma, sino de su Señor
como afirmaba el papa Benedicto XVI, Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y
fortaleza. (Benedicto XVI a los jóvenes, JMJ Madrid 2011). Por eso ella no busca tampoco los
poderes y privilegios de este mundo (cf. Mc 10,42), y trata de evitar una autorreferencialidad
enfermiza, sino simplemente quiere ser servidora del Evangelio (cf. Jn 13,14), de la buena noticia
que el mimo Jesús ha traído (cf. Mc 1,14) y trasmitido a los suyos, sirviendo e invitando a que todos
sean servidores en el nombre del Señor: el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe
hacerse el servidor de todos, (Mc 10, 43).
La presencia del Señor en su Iglesia es constante, Él envía su Espíritu Santo y promete que
estará con ella hasta el final de los tiempos, (cf. Mt 28,20). Él jamás la ha abandonado, por más
oscura y amarga que se haya vuelto su vida ante algunos acontecimientos de la historia. Su amor
misericordioso ha sido capaz de perdonar el pecado de sus hijos, sanar sus heridas y rescatarlos de
la miseria y la perdición en la cual muchas veces se han encontrado, (Lc 15,1ss.).
Desde siempre, Dios Padre ha ofrecido su amistad a los pueblos, en especial a Israel, su
elegido, (cf. Is 41,8). Y este amor no se quedó solamente en el deseo del Padre de ser como un
compañero del hombre y la mujer para que los ayudara a conquistar la tierra prometida y encontrar
la felicidad plena en el único Dios verdadero, sino que al final de los tiempos la adquirió para
siempre por medio de la sangre de su Hijo amado (cf. Mt 17,5), haciendo a través de Él una nueva y
eterna alianza, un nuevo Pueblo, posesión suya para su heredad. Hoy día este santo pueblo fiel de
Dios sigue caminando en la historia, buscando la comunión entre todos, tratando de ser fiel a las
enseñas de Jesucristo y dirigirse hacia la patria futuro, el reino celestial.
En nuestros días la Iglesia está llamada a dejar de lado las estructuras caducas para ir al
encuentro de sus hijos e hijas, en un modo especial de todos los jóvenes, muchas veces maltratados
y descartados en la sociedad. Ella quiere ser una Iglesia samaritana, (cf. Lc 10,29ss.), que se hace
cargo de los jóvenes postrados en la vereda de los caminos de este pueblo, víctimas a veces por el
asalto del desempleo, de la falta de una familia y de hogares más dignos, la falta de educación, la
migración, los vicios, el narcotráfico, el vacío existencial, la destrucción de la ecología, la
prostitución, la pobreza extrema y tantos otros males que están destruyendo a cuenta gotas la vida
de gran parte de la población juvenil. Y no importa si ella arriesga demasiado hasta accidentarse
para ir en busca de sus hijos e hijas, como afirma el Papa Francisco: prefiero una Iglesia
accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro
y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser
el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe
inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan
sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los
contenga, sin un horizonte de sentido y de vida, (EG 49).
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Sugerencias: Los jóvenes además de ser objetos y destinatarios de la evangelización, también son
sujetos y protagonistas. Están llamados a edificar la Iglesia con toda su vitalidad y ayudarla a que se
convierta en una Iglesia más dinámica, más alegre, más espontánea y no temer arriesgarse para salir
al encuentro de las personas presentes en diferentes experiencias en el mundo.
Gracias Señor porque nos regalas jóvenes maravillosos a quienes Tú llamas a formar parte de tu
Pueblo y a quienes capacitas con tu inmensa misericordia para servir en el mundo que le toca vivir.
Tema Nº 5: Los jóvenes llamados a ser activos en el cambio social y cultural.
Lema: “Jóvenes no balconeen la vida, sino que métanse en ella, como lo hizo Jesús”, (Papa
Francisco, JMJ Rio 2013).
Cita bíblicas: Jer 1,4-10; Sal 126(125) Lc 10,25-37.
I. RITOS INCIALES
1. Monición de entrada
Hoy, en el quinto día de la novena a nuestra Madre, la Virgen de los Milagros de Caacupé, el
Señor invita a los jóvenes a ser valientes constructores y protagonistas de la historia. Les pide que
no tengan miedo, como les dijo el Papa Francisco “no balconeen la vida, métanse en ella”, “dejen
el sofá, el comodismo, salgan a la calle”. No pasen indiferentes por la vida, no sean autómatas de
la tecnología, úsenla para vivir mejor, no para esconderse de la realidad.
La juventud es una etapa maravillosa y también una etapa donde se toman las decisiones más
importantes. Y el Señor lo sabe, por eso siente especial cariño por ellos, siempre está cerca, los
llama, los “resucita”, los interpela ¡anda vende todo y sígueme! los mira con cariño.
El papa Francisco en todos sus mensajes a los jóvenes, sobre todo en nuestro país, les instó a no ser
débiles, no tener miedo; a tener un corazón libre, libre de vicios, ataduras, dudas y lleno de amor,
compasión y generosidad.
Jóvenes, Dios los necesita, la Iglesia los necesita; su familia los necesita, es mucho lo que
pueden dar, tienen el alma llena de sueños, esperanzas, y todo ello con Dios es una fórmula
perfecta. Recuerden, Dios los ama, los llama y espera.
Con el corazón joven, alegre, y dispuesto, nos disponemos a celebrar...
2. Acto penitencial
 Tú que nos llamas al cambio de vida: Señor, ten piedad.
 Tú que nos pides que seamos levadura nueva: Cristo ten piedad.
 Tú que nos capacitas para anunciar un nuevo estilo de vida: Señor ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas: Jer 1,4-10; Sal 126(125) Lc 10,25-37.
Dios llama a los jóvenes a vivir la aventura del evangelio, los desafía, pero no los abandona. Jesús
nos da las indicaciones precisas, no dice medias verdades, nos muestra el camino. En nosotros está
seguirlo.
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III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor, por la Iglesia joven, en especial por la de nuestro querido país, que se sienta
acogida, comprendida y amada, por sus pastores y por quienes trabajan con ellos, para que
puedan ir profundizando se Fe y su testimonio.
- Pedimos Señor, para que podamos ser una Iglesia samaritana, en todo momento y en todo
lugar, con todos los necesitados que encontramos en nuestro camino.
- Pedimos Señor, por todos los jóvenes que luchan por ideales, que nunca cedan ante la
injusticia, la maldad, la corrupción, y que sean verdaderos líderes en el lugar donde les
toque servir.
- Pedimos Señor, por todos los enfermos, en especial por los jóvenes, que encuentren en
medio de su dolor, la esperanza, el cariño y la compañía de buenos samaritanos que no lo
desamparan.
IV. COMUNIÓN
Cristo es el buen samaritano, es el camino, la verdad y la vida. Él nos guía, cabe en nosotros
seguir sus pasos. Pidámosle que nos de la fuerza necesaria para no desistir.
V. FINAL
Jesús nos dio una lección de vida, nos desafía a vivir de manera que seamos servidores de los
demás, que demos sin pedir nada a cambio. Dar sin esperar, gratuitamente, eso es ser samaritano, es
ser discípulo de Jesús, así como es nuestra Madre, la primera discípula de comienzo al fin, la Madre
que nos acompaña en esta tarea difícil y hermosa de ser samaritano.
La Palabra
Cita bíblicas: Jer 1,4-10; Lc 10,25-37.
En Jr 1,4 vemos como Dios se hace presente en la vida del joven. Desde el principio
establece una relación de amor de Padre con él, le cuida, le conoce íntimamente, como nadie jamás
le podría conocer. Le habla directamente, le da confianza, le expresa su amor, le hace oír su
voluntad, le propone una misión donde le garantiza su acompañamiento y su ayuda, le da la fuerza y
la seguridad para llevar a cabo su misión. Le conoce bien y sabe qué puede esperar de él, por eso lo
consagra como profeta: Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno
materno, te consagré, te nombré profeta de los gentiles. Jeremías también se conoce, es consciente
de sus limitaciones y debilidades, de su fragilidad. No se ve capaz de hacer lo que Dios le pide: ¡Ay,
Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho, (Jr 1,6).
Dios está hablado a cada joven, toca y bendice su vida para que anuncie su Buena Nueva.
Pide y espera que el joven sea testigo del anuncio del amor de Dios a sus pares, a su familia, a su
comunidad, en forma especial a los más pobres y necesitados, siendo profeta de su Amor. Hoy Dios
te dice: ¡No tengas miedo, yo estoy contigo!, (Jr 1,8). Pero esta llamada, esta invitación es exigente,
Dios pide y espera lo mejor de Jeremías, le pide todo. Adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te
mande, dirás, (Jr 1,7-8a). No les tengas miedo.
Dios quiere que seas un agente de transformación. Que seas el que pone la paz y armonía
donde haya enojos y enemistades. El que consuele donde haya tristeza y dolor. El que ofrezca
alegría y humor, cuando la vida dé golpes duros. Dios quiere que seas la luz en medio de la
oscuridad de este mundo; los ojos de los jóvenes que no ven, la voz de los no pueden hablar o son
excluidos, los oídos de los que no pueden escuchar. Dios quiere que seas instrumento de su reino,
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dejando de lado tus dudas, inseguridades y tus miedos. Confía en el plan que Dios tiene para tu vida
y vive como el hijo de Dios que eres.
En la lectura de San Lucas (10,25-37) encontramos la parábola del “buen samaritano”, es la
parábola de la puesta en acción del mandamiento nuevo: “amar como Jesús”. El samaritano actúa
con verdadera misericordia: venda las heridas de aquel hombre, lo lleva a una posada, se hace cargo
personalmente y provee para su asistencia. La palabra que quizás exprese mejor la actitud y la obra
del “buen samaritano” es la de compromiso. El samaritano podía haber hecho lo mismo que el
sacerdote y el levita, y pasar de largo, pero se detiene; se detiene para inclinarse ante el necesitado
para atenderle.
Todo esto nos enseña que la compasión, el amor, no es un sentimiento vago, sino que
significa cuidar del otro hasta pagar en persona. Significa comprometerse realizando todos los pasos
necesarios para «acercarse» al otro hasta identificarse con él, «amarás a tu prójimo como a ti
mismo», (Mt 22,39). Este es el mandamiento de Dios. Esta parábola es un regalo maravilloso para
todos, y también un compromiso. A cada uno de nosotros, Jesús nos repite lo que le dijo al doctor
de la Ley: «Vete y haz tú lo mismo», (Lc 10,37b). Todos estamos llamados a recorrer el mismo
camino del “buen samaritano”, que es la figura de Cristo: Jesús se ha inclinado sobre nosotros, se ha
convertido en nuestro servidor, y así nos ha salvado para que también nosotros podamos amarnos
los unos a los otros como Él nos ha amado.
De esta forma nos invita a intervenir y participar, de manera especial invita al joven a
comprometerse con su familia, con su comunidad, en el barrio, en la escuela, en su trabajo, en los
partidos políticos, en las Ongs, en los estamentos del gobierno y en todos los espacios donde le
toque intervenir, ya que es en esos lugares donde Él desea participar teniendo a cada uno de los
jóvenes como instrumentos visibles de su Amor, capaz de transformar por medio del mismo toda
estructura de injusticia y corrupción a las que nos hemos ido acostumbrado; al igual que a las
situaciones de sufrimiento, de la miseria y de hambre en la que se encuentran inmersos tantos
hermanos.
Y ante esto se preguntaba el Papa Francisco durante la JMJ 2013 de Río de Janeiro: ¿por
dónde empezar el cambio?, por vos y por mí, respondió, tomando prestada una expresión de Santa
Teresa de Calcuta. Es una interpelación directa a cada joven que ve y siente en carne propia muchas
de las injusticias de este mundo. Que ve la necesidad de cambiar las cosas, sintiendo que así ya no
pueden continuar el estado de las situaciones injustas.
El mundo, las calles, las escuelas y lugares de trabajo se están convirtiendo en lugares
peligrosos, fruto de la desconfianza y la frustración, de la prepotencia y la humillación. Y lo peor es
la indiferencia de personas “normales” -como vos y yo- ante lo que sucede, ante las injusticias y la
violencia. Con una mezcla de ingenuidad y cobardía pensamos que no nos toca a nosotros hacer
frente a los problemas, sino a otros. Hoy, con los medios de comunicación cubriendo en vivo casi
todo acontecimiento en tiempo real, incluso con la ayuda de las redes sociales, dan una sensación de
“estar ahí”; sin embargo, eso no crea el compromiso ni la participación. Es el nuevo “balcón” de los
acontecimientos. Hoy, se “balconea” a través de los medios masivos y de las redes sociales. Y la
tentación es quedarse en eso, mientras las decisiones sobre la vida de todos corre por otras vías, se
decide en otros ámbitos, muchas veces en lo oscuro, donde no se ve a los actores principales.
Por estas razones, uno no puede esperar a convertirse en “especialista” de algún asunto de la
vida social para meterse en ella. Todo lo que atañe a la vida social y familiar, es asunto de cada uno
y de todos. ¡Se hace camino al andar! Y sobre todo, buscando y encontrándose con otros que tienen
las mismas inquietudes de cambio que nosotros, aunque no necesariamente compartamos creencias
e ideas políticas.
Este es justamente el mensaje de la parábola del Buen Samaritano: alguien que no era del
pueblo de Israel, del pueblo elegido, es quien ayuda al hombre herido por los salteadores. Este
samaritano no era un enfermero ni médico, pero entendió que algo debía hacer y lo hizo, y buscó
incluso la ayuda de otro (un posadero) para un mejor servicio a su prójimo. Entre los caminos de la
Tierra Santa de aquellos tiempos y las calles de nuestras ciudades y campos hoy, al parecer no hay
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mucha diferencia: los peligros acechan y la falta de solidaridad también. Por eso los cristianos y
cualquier joven pueden hacer la diferencia, pues ya tienen el modelo de acción. Y la diferencia se
llama “misericordia”.
El samaritano “movido por la misericordia”, descabalgó y corriendo incluso el peligro de ser
él mismo asaltado, decidió prestar ayuda. La misericordia es lo que salvará a la humanidad, y los
jóvenes, naturalmente inclinados y dispuestos a ayudar, son los que sembrarán de misericordia los
caminos y calles de nuestros pueblos y ciudades. Por eso, joven, tu edad no es una limitación para
ser misericordioso, sino al contrario, la fuerza rebelde que se opondrá a la indiferencia de muchos.
Durante la JMJ 2013, el Papa decía a los jóvenes: “Tu corazón, corazón joven, quiere
construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes, en muchas partes
del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y
fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor,
no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Ustedes,
¡por ustedes, entra el futuro en el mundo! A ustedes les pido que también sean protagonistas de
este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes
sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean
constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por
favor, no balconeen la vida, métanse en ella. ¡Jesús no se quedó en el balcón, se metió! ¡No
balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús!».
Y les recordó que este cambio personal y social debe tener su base en la oración, los
sacramentos y el efectivo servicio a los demás, insistiéndoles: ¡«Queridos amigos no se
olviden: ustedes son el campo de la fe, ustedes son atletas de Cristo, ustedes son constructores de
una Iglesia más bella y de un mundo mejor!»
Y en la JMJ de Cracovia 2016 les decía: “La Iglesia hoy les mira, el mundo hoy les mira, y
quiere aprender de ustedes, para renovar su confianza en que la Misericordia del Padre tiene
rostro siempre joven y no deja de invitarnos a ser parte de su Reino, que es un Reino de alegría, es
un Reino siempre de felicidad, es un Reino que siempre nos lleva adelante, es un Reino capaz de
darnos la fuerza de cambiar las cosas. La misericordia siempre tiene rostro joven, porque un
corazón misericordioso se anima a salir de su comodidad, sabe ir al encuentro de los demás, logra
abrazar a todos. Decir misericordia junto a ustedes, es decir oportunidad, es decir mañana, es
decir compromiso, es decir confianza, es decir apertura, hospitalidad, compasión, es decir
sueños”, (Cfr. Papa Francisco, Ceremonia de Acogida a los jóvenes, JMJ 2016).
¡Cuánto bien puede hacer a este país, a este mundo, el testimonio de los jóvenes saliendo a
las calles a dar vida y ser testigos de ese estilo propio de la fe en Cristo Jesús, siento verdaderos
protagonistas del cambio tan anhelado por todos!
Anexos: Mensajes más importantes del santo padre Francisco a los jóvenes.
Homilía en la fiesta de acogida de los jóvenes, Río de Janeiro, Brasil, 25 de julio de 2013:
 Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido
y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes:
“Poné fe” y tu vida tendrá un sabor nuevo, la vida tendrá una brújula que te indicará la
dirección; “Poné esperanza” y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya
oscuro, sino luminoso; “poné amor” y tu existencia será como una casa construida sobre la
roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo.
 “Poné a Cristo” en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; “poné a Cristo” y
vas a ver crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; “poné
a Cristo” y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.
 Dejate buscar por Jesús, dejate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda.
Encuentro con los jóvenes argentinos durante la JMJ 2013. Brasil:
 Espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero
que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de
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todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que
sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.
 El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación
que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo.
Vigilia de oración con los jóvenes, Río de Janeiro, Brasil, 27 de julio de 2013:
 Sean protagonistas. Jueguen para adelante. Pateen adelante, construyan un mundo mejor. Un
mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad.
Jueguen adelante siempre.
 Tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor.
 Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor.
Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el
balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús.
 Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa
y de un mundo mejor.
Saludo del Santo Padre a los jóvenes del Centro Cultural Félix Varela, La Habana, Cuba,
20 de septiembre de 2015:
 Abrite y soñá. Soñá que el mundo con vos puede ser distinto. Soñá que si vos ponés lo
mejor de vos, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto. No se olviden, sueñen.
 Evidentemente, que un pueblo que no se preocupa por dar trabajo a los jóvenes, un pueblo –
y cuando digo pueblo, no digo gobiernos– todo el pueblo, la preocupación de la gente, de
que ¿estos jóvenes trabajan?, ese pueblo no tiene futuro. Los jóvenes entran a formar parte
de la cultura del descarte.
 Se descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces, ¿qué le queda a un joven sin
trabajo? Un país que no inventa, un pueblo que no inventa posibilidades laborales para sus
jóvenes, a ese joven le queda o las adicciones, o el suicidio, o irse por ahí buscando ejércitos
de destrucción para crear guerras.
Encuentro con los jóvenes, Nairobi, Kenia, 27 de noviembre de 2015:
 Chicos y chicas, no vivimos en el cielo, vivimos en la tierra, y la tierra está llena de
dificultades. La tierra está llena no sólo de dificultades sino de invitaciones para desviarte
hacia el mal, pero hay algo que todos ustedes, los jóvenes, tienen, que dura un tiempo más o
menos grande: la capacidad de elegir.
 No le tomen el gusto a ese «azúcar» que se llama corrupción.
 Si un joven no tiene trabajo, ¿qué futuro le espera?
 Si vos no recibiste comprensión, sé comprensivo con los demás; si vos no recibiste amor,
amá a los demás; si vos sentiste el dolor de la soledad, acercáte a aquellos que están solos.
Mensaje del Papa Francisco a los jóvenes en la Costanera de Asunción, 2015:
Necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza. No queremos
jóvenes “debiluchos”, jóvenes que están ahí no más, ni sí ni no. No queremos jóvenes que se cansen
rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes. Queremos jóvenes
con esperanza y con fortaleza. ¿Por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios. Porque
tienen un corazón libre. Un joven que viva así, ¿tiene la cara aburrida? “No”. ¿Tiene el corazón
triste? “No”. ¡Ese es el camino! Pero para eso hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente.
Las Bienaventuranzas que leímos hace un rato son el plan de Jesús para nosotros. El plan... Es un
plan contracorriente. Jesús les dice: “Felices los que tienen alma de pobre”. No dice: “Felices los
ricos, los que acumulan plata”. No. Los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de
acercarse y comprender lo que es un pobre. Jesús no dice: “Felices los que lo pasan bien”, sino que
dice: “Felices los que tienen capacidad de afligirse por el dolor de los demás”.
Evangelii gaudium:
2."El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza
individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres
superficiales, de la conciencia aislada" (Pg.3).
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62."¡Qué bueno es que los jóvenes sean "callejeros de la fe", felices de llevar a Jesucristo a cada
esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!" (Pg.85).
81."Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y
promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone
que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo" (Pg.148).
Tema Nº 6: Los jóvenes excluidos y el llamado a vivir en la libertad de los hijos e hijas de
Dios.
Lema: “Un corazón libre, que pueda decir lo que piensa, que pueda decir lo que siente y que
pueda “hacer” lo que piensa y lo que siente”, (Encuentro con los jóvenes, Costanera de Asunción,
Paraguay, 12/07/2015).
Citas bíblicas: Rom 8,14-21; Sal 129(128), Lc 4,14-20
Obs.: El tema central sería la libertad, su verdadero sentido y significado, (entendida desde la
antropología cristiana). Queremos poner un especial énfasis en la periferia existencial en la cual
viven muchos jóvenes en nuestro país. Comenzamos nombrando a los jóvenes privados de su
libertad. Y al referirnos a estas personas, vemos que nos interpela también el actual sistema
carcelario presente en nuestro país, como así también de la realidad de las diferentes penitenciarias.
Esta mirada pastoral nos interpela a partir de las palabras del Evangelio: estaba en la cárcel y “me
visitaron”,… estaba en la cárcel y “no me visitaron”. También nombramos a los jóvenes sufrientes
y hundidos en el mundo de las adicciones, víctimas de la incertidumbre, a los excluidos el mundo
laboral, la educación, de una vida saludable, de las nuevas tecnologías de la información y
comunicación.
I. RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
Es el sexto día del Novenario a nuestra Madre Santísima, queremos reflexionar sobre la libertad,
ese valor tan exaltado, pero a la vez tan mal interpretado. Los jóvenes hablan de libertad, quieren
ser libres, pero muchas veces no viven así, viven presos de modas, vicios, tecnologías; de “ídolos
falsos”, que los llevan a vivir vidas vacías, sin sentido. Jesús propone una vida llena de Espíritu, de
libertad para estar y ser para el otro; una libertad que en verdad nos haga libres, a todos, porque está
llena de Él, de su amor. Hay demasiados jóvenes esclavos, encerrados, privados de su libertad, que
necesitan ser libres, tanto física como espiritualmente.
Ofrecemos esta santa misa por ellos, por los marginados, excluidos, “encerrados” en su mundo
virtual, encerrados tras las rejas físicas de una cárcel, son ellos hoy los más necesitados de libertad.
2. Acto penitencial
 Tú que nos liberas de la exclusión social: Señor ten piedad.
 Tú que nos incluyes en el Reino del Padre: Cristo ten piedad.
 Tú que nos unes con el amor de Dios: Señor ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas: Rom 8,14-21; Sal 129(128), Lc 4,14-20.
Para Dios somos sus hijos, hijos con espíritu libre de aceptarlo o no como Padre. En un
mundo de pecado, nos pide nuestro “sí” a su proyecto. Jesús, es el sueño de Dios hecho hombre, su
gran proyecto de amor. Jesús vive según el Espíritu del Padre, por eso puede hacer grandes obras.
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III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos al Señor, por los jóvenes que se encuentran privados de su libertad, por delitos
cometidos, que encuentren en la adversidad el camino de vuelta a la casa del Padre.
- Pedimos al Señor, por los jóvenes privados de su libertad, por una equivocación o mala
intención de otros, que el dolor de sentirse injusticiados no hagan que pierdan la fe en la
justicia divina, ni en los hombres, y que pronto vean el resultado de sus oraciones.
- Pedimos Señor, por los jóvenes que viven marginados, excluidos, que puedan encontrar en
su camino personas de buen corazón que los ayuden a tener una vida digna, y un futuro más
prometedor.
- Pedimos Señor, por los jóvenes esclavos de vicos, modas, ídolos, que puedan darse cuenta
que pueden ser jóvenes alegres, comprometidos, entusiastas, libres para vivir una vida plena,
sin tener que depender de valores nocivos, que no les traen felicidad.
- Pedimos Señor por los jóvenes de corazón triste, que puedan encontrar en otros jóvenes el
suficiente cariño que los haga salir de su oscuridad y puedan ver que en Ti, hay esperanza,
Fe y alegría.
IV. COMUNIÓN
Con el corazón alegre y libre lleguemos hasta Jesús, y pidámosle que el Espíritu Santo nos
guie e ilumine para poder ser siempre, sal y luz del mundo.
V. FINAL
La libertad de seguir a Jesús, es la alegría de vivir plenamente, sin ataduras, sin miedos, sin
caretas, es ser hijo, de un padre amoroso, con la conciencia que nos deja ser lo suficientemente
libres para elegir su amor y su bondad en todo momento. Así como lo hizo nuestra Madre María,
que usando su libre albedrio, quiso quedarse con su Hijo, hasta el final, así también nosotros, en
libertad lo elijamos como nuestro Salvador. Seamos luz que guía a quienes viven en la oscuridad.
La Palabra
Guía homilética: Cuando invitamos a muchos jóvenes y adultos a vivir la fe católica, a
integrar las comunidades parroquiales, movimientos apostólicos o grupos juveniles, muchos de
ellos dudan porque piensan -y lo dicen- que allí no hay libertad para pensar y vivir como uno
quiere. Que les coartan mucho para divertirse, vestirse de la manera como ellos quieren, usar
pircing, tatuajes, asistir a los conciertos de música que no sean cristianos, beber, limitar y regular su
relación de pareja, dedicarse a los negocios, etc. También las películas y las novelas, así como
medios masivos con mucha influencia, presentan la vida de los católicos en la Iglesia con una visión
muy estricta y restringida en muchos aspectos. Tenemos esa fama, lastimosamente, de estar
opuestos a la libertad. Y sin embargo, esto es absolutamente falso. Al menos si vamos a entender la
libertad en el sentido de poder tomar las decisiones que nos conduzcan a ser mejores personas y
ayudar a promocionar a otras personas en la sociedad. Porque, ¿para qué sirve la libertad sino para
ser mejores personas, desarrollarnos, crecer?
En el Evangelio según san Lucas leemos que Jesús viene a proclamar algo que se anunciaba
y aspiraba desde hacía mucho tiempo: la proclamación de la libertad a los cautivos y oprimidos. Lo
llamativo es que esa proclamación de libertad está relacionada con la presencia del Espíritu del
Señor. No es una libertad de hacer cualquier cosa, sino aquella que estuviera de acuerdo a los
criterios con el que Dios ha creado al ser humano. En efecto, el ser humano es un plan divino que se
cristaliza y muestra plenamente en Jesús, pero que ya se fue madurando a lo largo de la historia de
Israel. En muchas ocasiones este pueblo había traicionado ese plan de Dios, fue infiel, por eso cayó
en la esclavitud, según lo explicaron los profetas. Pero una y otra vez, Dios acudió fielmente en su
auxilio para liberarlo. Pero esta vez, ese mismo Espíritu creador y liberador, se posa en quien ha
sido ungido -Jesús- y ejecuta a través de Él la más portentosa liberación que haya tenido lugar en la
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historia del ser humano: la liberación de su corazón y de su mente de la esclavitud del pecado, que
es a la vez espiritual y material. Es que el pecado hace eso: esclavizar nuestro espíritu y nuestro
cuerpo con todo su entorno, justamente porque pretendemos “liberarnos”, neciamente, de las
riquezas del Reino de los Cielos que tantas veces nos enseñó Jesús. Es lo que nos advertía el Papa
Francisco cuando vino al Paraguay: “Amigos: el diablo, es un «vende humo». Te promete, te
promete, pero no te da nada, nunca va a cumplir nada de lo que dice. Es un mal pagador. Te hace
desear cosas que no dependen de él, que las consigas o no. Te hace depositar la esperanza en algo
que nunca te hará feliz. Esa es su jugada, esa es su estrategia. Hablar mucho, ofrecer mucho y no
hacer nada” (Texto del Discurso entregado por el Papa para los jóvenes de la Costanera de
Asunción, pero no leído). En cambio, la propuesta de Jesús es dejarnos llevar por el Espíritu Santo,
el cual generosamente se nos dará si lo pedimos en oración a Dios Padre (Lc 11,13). ¿Por qué
liberarnos de este Espíritu si nos beneficia tanto justamente en nuestra libertad? Así lo explica
magistralmente San Pablo en su carta a los Romanos: El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu
para hacernos hijos de Dios, con lo cual nos hace partícipes de la gloriosa libertad de los hijos de
Dios (Rom. 8,14-21). La libertad de los hijos de Dios... ¿Qué clase de libertad es esta? Es el saber
elegir lo bueno, sabiendo que “todo es lícito, pero no todo es de provecho...ni edifica” (1Cor 10,23).
Más claramente lo dice a los Gálatas (5,13): no usar la libertad como pretexto para la carne (el
libertinaje), sino para servir por amor los unos a los otros. Sólo la persona que desea recibir el
Espíritu de Dios en su vida, recibe el regalo de la liberación integral que otorga depender solo de
Dios, no de los hombres ni de las cosas. Se libera de los deseos de la “carne” de la corrupción, el
consumismo, la lujuria, la voluntad de dominio sobre los demás, la deshonestidad, etc. que tanto
daño hace a uno mismo y a los demás.
Por eso, cuando aquel joven en la Costanera le dijo al Papa Francisco: “Te pido que reces
por la libertad de cada uno de nosotros, de todos”, en realidad lo que estaba haciendo es pedir que el
mismo Espíritu Santo se una a su espíritu y al de todos los jóvenes. Así lo entendió Francisco:
“Porque la libertad es un regalo que nos da Dios, pero hay que saber recibirlo, hay que saber tener
el corazón libre, porque todos sabemos que en el mundo hay tantos lazos que nos atan el corazón y
no dejan que el corazón sea libre. La explotación, la falta de medios para sobrevivir, la
drogadicción, la tristeza, todas esas cosas nos quitan la libertad” (Papa Francisco, julio 2015). La
verdadera libertad es entonces “tener el corazón libre, un corazón que pueda decir lo que piensa,
que pueda decir lo que siente y que pueda hacer lo que piensa y lo que siente. ¡Ese es un corazón
libre!” (Papa Francisco, Asunción 2015).
Tema Nº 7: Los jóvenes llamados a convivir fraternalmente en una sociedad pluriétnica y
pluricultural.
Lema: “Con la mente y el corazón abiertos”.
Obs.: El siguiente tema podría ser sugerido para el día del novenario que corresponde a los pueblos
indígenas.
Cita bíblica: Rut 1,16; Mt 25,40; 1Cor 12,12-13; 9,19-22 19, o bien: si esta misa es para el
domingo, se toman las lecturas correspondientes a este día.
I. RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
Hoy, séptimo día del Novenario a Nuestra madre Virgen de los Milagros de Caacupé,
colocamos bajos sus pies a nuestro pueblo, mestizo, mezcla de sangre y cultura, costumbres,
idiomas, que nos hace únicos, pero al mismo tiempo, no valoramos nuestras raíces, no le damos el
debido respeto y dignidad que merecen los que todavía viven según sus tradiciones, según sus
creencias. Creemos que deben adaptarse, que deben cambiar, y no vemos que no necesitan vivir en
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la velocidad de este tiempo, viven en su tiempo, y a su ritmo, y eso no es ni bueno ni malo, es su
cultura. No somos mejores, somos distintos, y si en nosotros está ayudar, debemos hacerlo. Como
hijos del mismo Padre, no necesitamos vivir de la misma manera para llamarnos hermanos, lo
somos, con idiomas diferentes, con ropas diferentes, seguimos siendo hermanos, y como hijos de
este suelo, tenemos todos los mismos derechos a una tierra, donde poder vivir con la familia, y
desarrollarnos como personas que somos.
Pedimos por la intercesión de nuestra Madre, la bendición para nuestros pueblos autóctonos,
que todos seamos más inclusivos, más solidarios, y sobre todo menos indiferentes a sus reclamos.
Recibimos a los celebrantes cantando.
2. Acto penitencial
 Tú que excluyes a nadie por su origen: Señor ten piedad.
 Tú que unes con amor a todos los pueblos: Señor ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas: Éx 14,15-31; Sal 67(66); Mc 1,9-15.
Dios siempre acompaña a su pueblo y lo defiende de sus enemigos. Jesús nos recuerda que
debemos hacer silencio para escuchar a Dios, pero luego, hacer lo que nos pide.
III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor, por nuestra Iglesia, que sea la madre que abraza y acompaña a todos sus
hijos, sin distinciones, y que sepa protegerlos de cualquier amenaza que quiera pisotear sus
derechos.
- Pedimos Señor, por nuestras autoridades, que no olviden que sus leyes son para todos los
habitantes de nuestro suelo, que deben ser justas y equitativas.
- Pedimos al Señor, por nosotros, que no seamos los primeros en discriminar a otros por ser
diferentes, sino que seamos fuertes en defender a los más desprotegidos.
- Pedimos Señor, por nuestros pueblos autóctonos, que puedan encontrar su lugar, donde
vivan su cultura, según sus costumbres.
- Pedimos al Señor, por los indiferentes al dolor y el sufrimiento de estos pueblos, que puedan
abrir sus ojos y sus corazones para encontrar la manera de ser solidarios.
IV. COMUNIÓN
Acerquémonos a Jesús, que se hizo hombre para caminar al lado de cada uno, y sabe de
nuestras flaquezas y dolores, y sabrá consolarnos, y reconfórtanos.
V. FINAL
Fuimos bendecidos con esta celebración, y hemos pedido al Padre nos haga profetas que
anuncien la buena nueva y denuncien las injusticias hacia los más necesitados, desprotegidos. Que
seamos luz y sal para ellos, y no los abandonemos a su suerte.
Que nuestra Madre María, nos acompañe en esta misión.
La Palabra
Citas bíblicas: Rut 1,16; Mt 25,40; 1Cor 12,12-13; 9,19-22 19.
Guía Homilética: Una de las cuestiones que influyen en nuestra conducta cotidiana y que tiene una
enorme relevancia en la configuración de la sociedad referente a los valores de la justicia, la
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fraternidad, la solidaridad, la libertad -valores propios de la convivencia democrática- es el modo
como nos vemos a nosotros mismos y a los otros. La tentación de vernos superiores a los otros es
frecuente. En otros casos, sentimos esa mirada “desde arriba” de aquellos que se consideran
superiores a nosotros. Y allí experimentamos la humillación, el desprecio, la injusticia. Esta actitud
la hallamos, a veces, de persona a persona; otras veces es de una sociedad a otra, de un pueblo otro,
o entre miembros de una misma sociedad en un territorio, empero separada por fronteras de
prejuicios casi insalvables. El uso de ciertos términos, chistes, imágenes, preferencias manifiestan
esas diferencias, que muchas veces llegan a la intolerancia. La premisa de estos males parte del
desconocimiento del otro como igual a mí. Y el desconocimiento genera el miedo, el miedo genera
la violencia, muerte, desplazamientos y exilio. Ese desconocimiento, en muchos paraguayos
proviene de una identidad mal entendida, una identidad mal construida sobre el etnocentrismo, el
creernos superiores a los demás, aunque en otros casos, nos vemos inferiores respecto a ciertos
extranjeros.
En nuestro país, uno de los sectores que más sufren el desprecio, burla, indiferencia, son los grupos
indígenas. Son exiliados en su propia tierra ancestral. A pesar de los esfuerzos de la Iglesia y de
algunas organizaciones civiles de asegurarles un pedazo de tierra, muchos siguen siendo parias en
su propio tekoha. Y aun así, tanto se ha expoliado sus bosques de vida, que ya no pueden tener esa
vida de selva, esa selva en donde crearon su cultura, su palabra y su buena vida. Pero no son los
únicos de diferente cultura con quienes compartimos este generoso suelo. En el Paraguay
convivimos personas y comunidades con diferentes culturas, pero apenas nos conocemos. Más bien,
nos creamos ideas, construimos un imaginario, estereotipos diferentes a lo que realmente es la otra
persona o comunidad.
Desde nuestra fe cristiana tenemos una propuesta que puede ayudarnos a la comprensión entre las
culturas y construir un Paraguay pluricultural, en convivencia armónica y colaborativa. El primer
dato a tener en cuenta es que Dios mismo, a quien le honramos en toda su majestad, se ha dignado,
a pesar de ello, a poner su casa entre nosotros, con la Encarnación en Jesucristo, “quien siendo de
condición divina, no reclamó para sí ese privilegio, sino que se despojo de sí mismo, tomando
condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Filp 2,6-7). Como Verbo encarnado, es
la primera lección de humildad y de igualdad para el hombre. Es más, él se identifica con otros
seres humanos, de tal manera que reconocer a los otros es también reconocerlo a él (“En verdad os
digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de
hacerlo”. Mt 25,45). Esto es coherente con el relato de la creación, pues reconociendo a Dios como
nuestro creador, podemos fácilmente reconocer al otro como hermano, igual a nosotros.
Los padres conciliares se preguntaban: “¿Qué debe hacerse para que la intensificación de las
relaciones entre las culturas, que debería llevar a un verdadero y fructuoso diálogo entre los
diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las comunidades, no eche por tierra la sabiduría
de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio de los pueblos?” (GS, 56). El mismo
Concilio responde que Dios habló según los tipos de cultura propios de cada época, adaptándose al
lenguaje de cada una, pero sin estar “ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación
alguna, a algún sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente” (GS, 58). Es
cierto que no siempre la obra misionera de la Iglesia ha cumplido con esta indicación y ha
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confundido el mensaje del Evangelio con la cultura de los misioneros. Hoy, sin embargo, como
discípulos misioneros debemos ser conscientes de esto.
El Papa Francisco nos ofrece una recomendaciones muy prácticas para convivencia entre diferentes
culturas: primero, las tentaciones que hay que evitar: i) Primera, el engañoso del relativismo, que
oculta la verdad y nos lleva a la confusión y desesperación ii) Segundo, evitar la superficialidad: la
tendencia a entretenernos con las últimas modas, artilugios y distracciones, en lugar de dedicarnos a
las cosas que realmente son importantes (cf. Flp 1,10); iii) La tercera tentación, es la aparente
seguridad que se esconde tras las respuestas fáciles, frases hechas, normas y reglamentos.
En cambio, lo que el Papa Francisco nos recomienda para convivir con nuestros hermanos
indígenas y demás habitantes de nuestra sociedad es: a) primero, cultivar nuestra propia identidad,
pues “no podemos comprometernos propiamente a un diálogo si no tenemos clara nuestra
identidad”. No se le puede pedir a nadie que disuelva los fundamentos de su identidad para poder
dialogar, pues sólo a partir de lo que son pueden formar el nosotros de una sociedad; b) segundo,
tener empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro, “Se trata de escuchar no sólo las palabras que
pronuncia el otro, sino también la comunicación no verbal de sus experiencias, de sus esperanzas,
de sus aspiraciones, de sus dificultades y de lo que realmente le importa”; c) tercero, tener la mente
y el corazón abierto a aquellos con quienes hablamos, “sin miedo: el miedo es enemigo de estas
aperturas”. Para esto necesitamos un auténtico espíritu “contemplativo” ; d) Por último, al fin y al
cabo, no nos equivocaremos si sencillamente vivimos una vida irreprensible. Entonces, como
discípulos misioneros no necesitaremos hacer proselitismo religioso, sino que nuestra vida sea una
invitación permanente que entusiasme a otros a vivir según la fe que profesamos (Cf. Discurso del
Papa Francisco en su visita al Santuario de los Mártires de Haemi, Corea del Sur, 2014).
Los jóvenes, sobre todo, naturalmente abiertos a acoger a los demás, a conversar abiertamente, a
preguntar sobre las costumbres y hábitos de los demás, están llamados a liderar este diálogo
intercultural, a ayudar al mundo de los adultos -muchas veces cerrados en sus preconceptos- a
mostrar con gestos comunes de acción que es posible trabajar juntos, respetando nuestras
diferencias y valorando los atributos que cada grupos cultural tiene para enriquecer la vida de la
sociedad paraguaya.
Que el Señor nos ayude a abrir nuestros corazones y mentes para acoger con humildad y servicio a
nuestros hermanos que viven una cultura diferente a la nuestra.
Citas de textos del Magisterio:
Extractos del Discurso del Papa Francisco en su visita al Santuario de los Mártires de Haemi,
Corea del Sur, 2014
“...al emprender el camino del diálogo con personas y culturas, ¿cuál debe ser nuestro punto de
partida y nuestro punto de referencia fundamental para llegar a nuestra meta? Ciertamente, ha de ser
el de nuestra propia identidad, nuestra identidad de cristianos. No podemos comprometernos
propiamente a un diálogo si no tenemos clara nuestra identidad.”
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“Y, por otra parte, no puede haber diálogo auténtico si no somos capaces de tener la mente y el
corazón abiertos a aquellos con quienes hablamos, con empatía y sincera acogida (…) Sin miedo: el
miedo es enemigo de estas aperturas” (ídem).
“siempre estamos tentados por el espíritu del mundo, que se manifiesta de diversos modos. Quisiera
señalar tres. El primero es el deslumbramiento engañoso del relativismo, que oculta el esplendor de
la verdad y, removiendo la tierra bajo nuestros pies, nos lleva a las arenas movedizas de la
confusión y la desesperación. Un segundo (...) es la superficialidad: la tendencia a entretenernos con
las últimas modas, artilugios y distracciones, en lugar de dedicarnos a las cosas que realmente son
importantes (cf. Flp 1,10). Hay una tercera tentación: la aparente seguridad que se esconde tras las
respuestas fáciles, frases hechas, normas y reglamentos.
“...empatía. Se trata de escuchar no sólo las palabras que pronuncian el otro, sino también la
comunicación no verbal de sus experiencias, de sus esperanzas, de sus aspiraciones, de sus
dificultades y de lo que realmente le importa. Esta empatía debe ser fruto de nuestro discernimiento
espiritual y de nuestra experiencia personal, que nos hacen ver a los otros como hermanos y
hermanas, y “escuchar”, en sus palabras y sus obras, y más allá de ellas, lo que sus corazones
quieren decir. En este sentido, el diálogo requiere por nuestra parte un auténtico espíritu
“contemplativo”: espíritu contemplativo de apertura y acogida del otro. No puedo dialogar si estoy
cerrado al otro.
¿Cuál fue el primer mandamiento de Dios Padre a nuestro padre Abrahán? “Camina en mi presencia
y sé irreprensible”. Y así, con mi identidad y con mi empatía, apertura, camino con el otro. No
busco que se pase a mi bando, no hago proselitismo.
“Pero estos cristianos no vienen como conquistadores, no vienen a quitarnos nuestra identidad: nos
traen la suya, pero quieren caminar con nosotros”. Y el Señor realizará la gracia: alguna vez moverá
los corazones, alguno pedirá el bautismo, otras veces no. Pero siempre caminamos juntos. Éste es el
núcleo del diálogo.
Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral “Gaudium et spes” sobre la Iglesia en el mundo
actual, 1965
¿Qué debe hacerse para que la intensificación de las relaciones entre las culturas, que debería llevar
a un verdadero y fructuoso diálogo entre los diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las
comunidades, no eche por tierra la sabiduría de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio
de los pueblos? (GS, 56)
Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena manifestación de sí mismo en el Hijo
encarnado, habló según los tipos de cultura propios de cada época.
De igual manera, la Iglesia, al vivir durante el transcurso de la historia en variedad de
circunstancias, ha empleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir y explicar el
mensaje de Cristo en su predicación a todas las gentes, para investigarlo y comprenderlo con mayor
profundidad, para expresarlo mejor en la celebración litúrgica y en la vida de la multiforme
comunidad de los fieles.
Pero al mismo tiempo, la Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas y regiones, no
está ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de
vida, a costumbre alguna antigua o reciente. Fiel a su propia tradición y consciente a la vez de la
universalidad de su misión, puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura; comunión
que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y las diferentes culturas. (GS, 58).
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A la autoridad pública compete no el determinar el carácter propio de cada cultura, sino el fomentar
las condiciones y los medios para promover la vida cultural entre todos aun dentro de las minorías
de alguna nación. (GS, 59)
es preciso, por lo mismo, procurar a todos una cantidad suficiente de bienes culturales,
principalmente de los que constituyen la llamada cultura "básica", a fin de evitar que un gran
número de hombres se vea impedido, por su ignorancia y por su falta de iniciativa, de prestar su
cooperación auténticamente humana al bien común.
Se debe tender a que quienes están bien dotados intelectualmente tengan la posibilidad de llegar a
los estudios superiores; y ello de tal forma que, en la medida de lo posible, puedan desempeñar en la
sociedad las funciones, tareas y servicios que correspondan a su aptitud natural y a la competencia
adquirida. Así podrán todos los hombres y todos los grupos sociales de cada pueblo alcanzar el
pleno desarrollo de su vida cultural de acuerdo con sus cualidades y sus propias tradiciones.
Es preciso, además, hacer todo lo posible para que cada cual adquiera conciencia del derecho que
tiene a la cultura y del deber que sobre él pesa de cultivarse a sí mismo y de ayudar a los demás.
(GS,69).
Tema Nº8: Los jóvenes llamados a preservar la tierra y garantizar su fertilidad para las
generaciones futuras.
Lema: “Gracias campesino, tu aporte es imprescindible para toda la humanidad. Como persona,
hijo de Dios, mereces una vida digna”, (El vídeo del Papa, 2016 año de la misericordia).
Citas bíblicas: Éx 3,1-12; o bien, 1Re 21, 1-16; Sal 85(84); Mt 13,31-35 o bien, Lc, 12,22-31
Obs.: El tema del día estaría enfocado en la realidad campesina del país, sobre todo a los pequeños
agricultores del cual habla el Papa Francisco. Se podría hacer un eco especial de la problemática y
el cuidado de la tierra y el medio ambiente, que hacen referencia a los principales desafíos que se
presentan a los campesinos en la actualidad.
I. RITOS INICIALES
1. Monición de entrada
Comenzamos el octavo día del Novenario a la Madre de todos los paraguayos, la Virgen de
Caacupé. Recordamos hoy en especial la encíclica “Laudato Si”, de nuestro papa Francisco, donde
nos deja un claro mensaje de cuidado para el medio ambiente. Este suelo, este aire, que necesitamos
para la vida, y que no sabemos cuidar, ni proteger de intereses mezquinos. Que nos dejamos
engañar fácilmente por corporaciones internacionales que nos ofrecen grandes ganancias, pero al
final, nos dejan suciedad, pobreza y enfermedades.
Corremos tras riquezas vanas, que no sólo nos perjudican nuestra salud, sino que perjudican el
entorno en que vivimos, y crea un circulo viciosos de enfermedad, pobreza, injusticas sociales,
deterioro del ambiente, y más pobreza, y más enfermedad.
Pidamos juntos al Padre y a nuestra Madre María, que nos ayude a cuidar nuestra casa grande,
que seamos buenos administradores de sus recursos, que a todos nos alcance sus frutos, y que todos
colaboremos a reparar lo destruido.
Hoy presentamos a Dios, nuestra riqueza, nuestra maravillosa tierra guaraní.
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2. Acto penitencial
 Tú que nos encomendaste el cuidado de la Tierra: Señor ten piedad.
 Tú que haces fecundo nuestro trabajo: Cristo ten piedad.
 Tú que unes con lazos de amor a todas las generaciones: Señor ten piedad.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas: Éx 3,1-12; o bien, 1Re 21, 1-16; Sal 85(84); Mt 13,31-35, o bien
Lc, 12,22-31.
Dios escoge a uno para salvar a su pueblo del tirano. Nos muestra que siempre escucha
nuestros ruegos. Jesús usa palabras sencillas para explicarnos las cosas. Y también enaltece las
tareas de la gente sencilla con sus parábolas.
III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS
- Pedimos Señor, por la Iglesia, fiel custodia de tu creación, que sepa siempre ser profeta que
denuncie los males que en nombre del progreso se hace a nuestro ambiente.
- Pedimos Señor, por nuestras autoridades, que velen por el bienestar de su comunidad y no
se dejen convencer por extraños en negocios que solo benefician a los poderosos y
perjudican a los menos favorecidos.
- Pedimos Señor, por cada uno de nosotros, para que seamos sembradores de esperanza, de
bienestar, de salud, y no lastimemos más la tierra que nos diste.
- Pedimos Señor, por los trabajadores de la tierra, que sean escuchados en sus reclamos
justos, que sean beneficiados con precios justos, y que no sean explotados, ni expulsados de
sus hogares y lugares de trabajo.
- Pedimos Señor, por los jóvenes campesinos, que no desistan de vivir de la tierra, que sepan
arraigarse a ella, que la defiendan, y que ayuden a su conservación.
- Pedimos Señor, por todos los jóvenes, que aprendan a cuidar del medio ambiente, que sepan
valorar al agua, los recursos naturales, la riqueza que existe todavía en nuestro país, y que
puedan conservarla para próximas generaciones.
- Pedimos Señor, que sigan propagándose entre los jóvenes la “moda” de cuidar los
recursos, la “moda” de reciclar, para poder reusar, y desechar menos.
IV. COMUNIÓN
Jesús, que caminó por esta tierra, comió sus frutos, espera de nosotros, ese mismo trato a la
creación.
V. FINAL
La tierra que pisamos es sagrada, así nos dice Dios. Está en nosotros cuidarla, respetarla, y
conservarla. De nosotros depende que otras generaciones puedan disfrutarla. Está en nuestras
manos, y no en la de otros, en las nuestras, en cada uno de los presentes, ser profeta, anunciar y
denunciar, no callarnos ante el progreso que mata, devasta, y enferma.
Nuestra Madre María será nuestra fiel compañera en la lucha por el medio ambiente, ella
que siempre se nos aparece en medio de árboles, agua, montañas, flores, es Madre, de la naturaleza
también.
La Palabra
Za 13,5: “Sino que dirán cada uno: « ¡Yo no soy profeta; soy un campesino, pues la tierra es mi
ocupación desde mi juventud!»”.
En el relato de la creación del libro del Génesis, hemos escuchado que Dios había preparado
“la casa” -el mundo- para recibir dignamente a la estrella principal de la creación: el ser humano.
Todo estaba allí: la tierra, el agua, la vegetación y los animales; todo para que el hombre viva con
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holgura y produzca el alimento para sí y la de sus hijos. Y allí mismo Dios les da la primera lección
de economía: la materia prima, el poder para transformarla, dominar y administrarla sabiamente
para que alcance para todos. Algo bastante lógico, si lo pensamos bien, pues compartimos una casa
común y en ella, los bienes son para el disfrute de todos y para cada uno. Así, lo primero que
aprendieron los seres humanos es que los frutos vienen de la tierra, que no vienen a la mesa por
generación espontánea, sino que había que ir a cazarlos y sembrarlos para que puedan servirle de
alimento. Y lo fantástico es que este esfuerzo se hace más liviano y abundante cuando lo hacen
cooperando entre todos. Pero con el origen de mal, el maligno se mete entre los hombres para
sembrar la discordia y hacer que todo sea más difícil, mezquino y comience a darse las odiosas
diferencias en el uso y aprovechamiento de los bienes. Se metió la cizaña en medio del trigo bueno.
Y se hizo más difícil el compartir.
El egoísmo hizo presa de los hombres y algunos pronto aprendieron a engañar, ilusionar,
reprimir y establecer una falsa división de clases entre los seres humanos, con el afán de acaparar
todo e introducir esa inhumana realidad: la injusticia.
Pero no contentos con acaparar, usaron su poder para rapiñar la tierra más allá de todo límite
razonable, “haciendo un uso desproporcionado de los recursos naturales” (LS, 51), más allá de su
propia capacidad de recuperarse y la convirtieron en páramos estériles, aguas poluidas y el aire
miserable. Para rapiñar, hasta sacarle el “último jugo” tuvieron que quemar, hacer humo y lanzar en
el agua, la tierra y el aire los desperdicios, las sobras, los negros hollines que empezaban a
envenenarlo todo. Y la tierra se enfermó, se recalentó de fiebre, hirvió los mares, los peces
transpiraron y los hombres buscaron las sombras y las tierras altas, porque el vapor había subido
demasiado, se precipitó un día y llenó las calles de agua tormentosa, se filtró en los techos e inundó
las casas de los pobres que ya no tenían donde ir. Esta “crisis es una consecuencia dramática de la
actividad descontrolada del ser humano y corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de
esta degradación” (LS, 4). ¡Qué lejos nos hemos quedado del mandato divino de administrar
sabiamente lo que gratis se nos dio!
Y para expoliar más tranquilamente, se inventó el “sagrado sacramento” de la propiedad
privada como sinónimo de hacer lo que uno quiera, como si fuera el único habitante de la tierra,
como si algunas personas no tuvieran vecinos con barrigas hambrientas, con sus plantíos y pieles
quemados por los químicos regados. A estas personas habría que recitarles de nuevo el catecismo
del cap. 1 del Gn y aquella brillante expresión del Papa Juan Pablo II que resumió la doctrina que
nunca cambiaría en la Iglesia: que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social. Que la
propiedad está supeditada a la dimensión social del hombre. Esto es, el árbol que hoy derribas, el
veneno que hoy lanzas al suelo y al agua, contaminantes destructivos que terminarán metiéndose en
los huesos de todos, y no hará falta que sean tus vecinos.
Muchos jóvenes se ven obligados a abandonar la tierra de sus padres: a causa de que ya no
alcanza para todos, o porque sus frutos ya no rinden lo suficiente para llevar una vida digna y
formar una familia. Prefieren, en muchos casos, migrar a las ciudades e integrar los cinturones de
pobreza, o meterse en alguna universidad que cabe en un salón comercial y comprar un título inútil
por monedas y fotocopias.
Pero en medio de este mar de indiferencias se alzó un profeta que en vez de decir: «¡Yo no
soy profeta; soy un campesino, pues la tierra es mi ocupación desde mi juventud!» (Zac 13,5), dijo:
“Tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto...parece que las cosas no
fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales
condiciones”...“Parecen advertirse síntomas de un punto de quiebre” (Papa Francisco, Laudato
Si, 61). Y a su voz se sumaron y se sumarán miles de voces jóvenes, que desde la tierra roja, los
montes verdes y los sembrados dorados gritarán ¡basta! ¡Basta de envenenar la tierra, las aguas y el
aire. ¡Porque esta es nuestra herencia, la de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos!
Sugerencia: Tal vez se pueda hacer alguna mención de alguna carta o documento elaborado por la
CEP con relación al cuidado de la tierra.
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Guión homilético. Novenario de Caacupé

  • 1. CAACUPÉ 2016 - TRIENIO DE LA JUVENTUD, 2017-2019 Abrazarse a Cristo Jesús, (Jn 15,1-17). DESARROLLO Tema Nº 1: Jóvenes en familia, creados a imagen y semejanza de Dios. Lema: Los jóvenes, llamados a proteger el proyecto original del Dios: “varón y mujer los creó”. Citas bíblicas: Gén 1,26-31; Sal 104(103); Mt 19,3-12 Obs.: El tema estaría centrado en la importancia de la familia para la vida del joven. ACLARACIÓN: Los salmos de todos los temas están tomados de la Biblia de Jerusalén. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada Comenzamos hoy la Novena a la Virgen de Caacupé, Nuestra Madre Milagrosa de todos los paraguayos. Este año con la especial bendición que nuestros pastores nos desafían, a vivir el Trienio de la Juventud, tres años en que la Iglesia en el Paraguay quiere llegar a todos los jóvenes, que todos puedan abrazarse a Cristo, que puedan llegar a ser amigos, que permanezcan en El, y que den mucho fruto. Nos desafían a llegar a cada joven, donde esté, en su realidad concreta y presentarle a este Cristo, amigo y hermano, que lo ama, lo perdona y lo espera. El desafío está lanzado, muchos ya empezamos a soñar, e invitamos a todos a soñar, que podamos salir de nuestra zona de confort , que dejemos el sofá como nos pide el Papa Francisco, y seamos esa Iglesia en salida, en busca de la oveja, que quizás no esté perdida, sino olvidada por nosotros. En este primer día, empezamos reconociendo en la familia, la primera experiencia del joven del amor de Dios. Es en ella que despierta su fe, es en ella en la que se va reconocer como un ser amado, respetado, comprendido; y es en ella en la que va aprender el sentido de la vida. Por ese motivo queremos hacer énfasis en la familia, en el proyecto que Dios tuvo y tiene desde el comienzo, cuando creo al hombre y a la mujer, y vio que todo era bueno. En la celebración de hoy, pongamos a los pies de nuestra Madre María a nuestra familia y a todos los jóvenes que no la tienen, y no se sienten amados. 2. Acto penitencial  Tú que nunca nos cierras las puertas de la casa: Señor, ten piedad.  Tú que nos llamas a mejorar nuestra relaciones familiares: Cristo, ten piedad.  Tú que siempre nos instruyes en el camino del bien: Señor, ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas. Gn 1,26-31; Sal 104(103); Mt 19,3-12 La primera lectura nos recuerda el plan original de Dios, hombre y mujer, su máxima creación perfecta. En el evangelio se nos habla de la familia, indisoluble. La palabra de Dios es firme, el que quiera entender, que lo entienda. III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor por nuestra Iglesia, nuestra familia grande, para que cada uno seamos fieles discípulos tuyos, que sepamos defender Tu Palabra contra los ataques de la sociedad que todo lo relativiza, y quiere destruir tu proyecto divino de familia. - Pedimos Señor por nuestros gobernantes, que sean hombres y mujeres de Fe firme, que puedan ser Tu voz cuando se quieran dictar leyes que vayan en contra de la familia. 1
  • 2. - Pedimos Señor por nuestros pastores, que nunca se cansen de defender el ideal de familia que Tu creaste, aun cuando las fuerzas opuestas sean grandes y quieran derrumbarlos. - Pedimos Señor por los jóvenes sin familia, olvidados, que encuentren en nosotros esa mano amiga que le recuerde su verdadera esencia, que es ser Hijo tuyo. - Pedimos Señor por las familias separadas, que puedan encontrar en Tu palabra, esa fuerza que haga renacer en ellos el amor, la reconciliación y el perdón. - Pedimos Señor por los jóvenes novios, que puedan vivir esta etapa de manera coherente, amándose como Tú quieres, y que formen en el futuro una buena familia cristiana, fuerte en Fe y en valores. IV. LITURGIA EUCARÍSITCA Acerquémonos a Cristo con el corazón libre de rencores, entreguémosle a Él nuestra familia y especialmente a cada uno de los jóvenes que no cuentan con un hogar digno. V. RITOS CONCLUSIVOS Nos despedimos de nuestra Madre, con el firme propósito de cuidar y celebrar el don de la familia, ayudando a nuestros jóvenes a respetarla, a valorarla, y que cuando les toque el momento de formarla, sea con amor, con entrega y con un corazón generoso. La Sagrada Familia nos bendiga y nos cuide, hoy y siempre. La Palabra Jóvenes en familia De Dios salió el hombre sexuado varón y mujer que podría vivir en su expresión sabia y elemental el misterio de la comunión a semejanza de la Trinidad. Ni el hombre solo ni la mujer sola pueden reflejar la esencia de la comunión (esencial para el ser humano). Ambos se reclaman naturalmente y se necesitan para el desarrollo del género humano, es decir, para la procreación de nuevos seres. El hombre sexuado está orientado al crecimiento normal del género humano, al nacimiento de nuevas personas y al desarrollo de esas mismas personas. Dios ha querido que los hijos dependen de sus padres, primero para el crecimiento biológico, pero lo mismo que ese crecimiento es el crecimiento moral psicológico y social. El hombre tiene necesidad de apoyo paterno-materno hasta su madurez psicológica (la mayoría de edad, en sentido complexivo). Hasta esa mayoría de edad, todo joven necesita un apoyo psicológico que abarque los aspectos intelectuales y morales. Es la "educación" completa: que necesita el hogar, el ambiente, el compartir con los padres, los hermanos para ser un factor activo y responsable en la sociedad. Un joven, aislado de su familia, crecerá en forma irregular, ni el debido aprendizaje del compartir y de aceptar normas de convivencias. Será un inútil en la sociedad. Bagaje de virtudes humanas de elemental convivencia. De allí las exigencias de la ley natural, sobre el divorcio que destruye espiritualmente muchas vidas jóvenes. La escuela y la parroquia podrían completar la educación del joven pero nunca pueden suplir la formación práctica recibidas en un hogar verdaderamente humano y cristiano. La familia es una escuela y templo donde el joven ha de desarrollar como espontáneamente sus capacidades y alegrías. Sugerencia: Poner que ciertamente tenemos un modelo de familia, basado en la ley eterna que se refleja en la ley natural: varón y mujer quienes encabezan una familia, con los hijos. Pero cada vez más aumentan las familias donde los esposos se separan y se vuelven a unir. Es una realidad que no podemos negar. Tendríamos que plantear, desde Amoris Laetitia, desde un sano discernimiento de 2
  • 3. todos los componentes, lograr integrar la fragilidad, sin dañar el modelo o el ideal que Dios nos plantea. Por ende, sugiero que se piense en la familia más alargada también (para los casos de familias separadas) donde se tienen las figuras de papá y mamá (ejemplo con los abuelos, tíos, etc.) y fundamentalmente, la comunidad, si viven profundamente la fe y el amor cristiano, cumple el rol de papá y mamá en la vida de los jóvenes. Tema Nº 2: Los jóvenes y la alegría de la reconciliación. Lema: Cuando el Señor nos llama, está mirando todo el amor que somos capaces de contagiar, (Papa Francisco, JMJ Cracovia 2016). Citas bíblicas: Os 11,1-11; Sal 51(50); Lc 15,1-3.11-32; o bien, Lc 19,1-10 Obs.: El tema central en este punto está centrado en el perdón y la misericordia, y de un modo específico en el sacramento de la reconciliación. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada En el segundo día de la Novena a Nuestra Madre, la Virgen de Caacupé, nos presentamos para celebrar la alegría de la reconciliación. Somos muy prestos a juzgar y lentos para perdonar. Nuestro corazón muchas veces es muy duro para comprender al otro. En la juventud, la impetuosidad misma de la edad nos lleva muchas veces a cometer errores, a apurar los acontecimientos, a querer todo en poco tiempo, y nos esforzamos por ello, y a causa de esto salimos lastimados o lastimamos a otros, y nos cuesta pedir perdón o perdonar. Dios nos mira con ojos de Padre, ama a su joven hijo que se perdió por los caminos de la vida, pero lo llama y lo perdona siempre. Él es un Dios misericordioso, sin embargo nos cuesta creer que nos perdonará, porque nosotros no somos misericordiosos como El. Dios nos pide hoy volver a su casa, a su amor, que nos abandonemos en su Misericordia, y aprendamos de Él, siendo los samaritanos de nuestros hermanos y de nosotros mismos. 2. Acto penitencial  Tú que nos das con alegría el perdón, para que nos amemos: Señor, ten piedad.  Tú que brindas el perdón a los pecadores: Cristo, ten piedad.  Tú que no excluyes a nadie del perdón: Señor ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas: Os 11,1-11; Sal 51(50); Lc 15,1-3.11-32; o bien, Lc 19,1-10 A Dios le duele nuestra infidelidad, pero su amor es más grande y no puede abandonar a sus hijos, a su creación. No tengamos miedo de llegar al Padre, como nos dice Jesús: ¡Joven a Ti te digo, levántate! Ven junto a mí. Dejémonos envolver por su infinita Misericordia. III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor por nuestra Iglesia, santa pero necesitada de perdón, para que la misericordia sea el valor más importante que la represente. Roguemos al Señor… - Pedimos Señor por cada uno de nosotros, que seamos capaces de perdonar y abrazar al otro, con el mismo amor con que Tú nos amas. Oremos? 3
  • 4. - Pedimos Señor por nuestra patria, que seamos ciudadanos de paz, de generosidad, que ejerzamos nuestras obligaciones y derechos sin pisotear a nadie, especialmente a los jóvenes. - Pedimos Señor por los jóvenes que se sienten culpables de tantos pecados, y que por ello se alejan de Ti, que encuentren manos que los contengan y los acerquen a Tu abrazo. - Pedimos Señor por los jóvenes que creen ser superiores a sus hermanos, que se den cuenta que como hijos de un mismo Padre, todos somos hermanos, tenemos la misma dignidad y la misma valía. - Pedimos Señor por todos los jóvenes que sufren maltratos, tienen el corazón lleno de odio y sed de venganza, que puedan encontrar en su camino a testigos de Tu amor, que les hagan ver los valioso que son y solo con amor podrán sentir la paz y la alegría de empezar de nuevo. - Pedimos Señor por todos los padres que en este momento se encuentran distanciados de sus hijos, que puedan imitar tu amor misericordioso, y den ese primer paso para llegar nuevamente al corazón de sus hijos. IV. COMUNIÓN Acerquémonos a Cristo que nos espera de brazos abiertos, queriendo sanar nuestro corazón adolorido, llenarlo de gozo y de paz. V. Final Hemos sido confortados por nuestro Padre, hemos llegado a Él con el corazón duro y dolorido, y nos vamos con la esperanza de la reconciliación y el perdón. Agradecemos su infinita misericordia, y junto a nuestra Madre, nos comprometemos a ser instrumentos de su amor y paz. La Palabra La reconciliación. Entre los obstáculos que encuentra el joven para su desenvolvimiento normal y alegre, el mayor tal vez es su propia fragilidad, sin conciencia de los propios fallos o errores. Llamado a grandes ideales, la experiencia propia y la ajena le muestran lo que es de enfrontar grandes luchas y de asumir sus propios errores. Es algo inevitable que sumerge al joven en una profunda desilusión, desengaño y tristeza (muchos podrán llevarle a la depresión psicológica). Pero el mensaje de Jesús puede aquietarnos profundamente, él puede decirnos con verdad: "Vengan a mí todos los que están cansados y afligidos y yo los aliviaré", (Mt 11,28). Nuestras faltas, por graves y vergonzosas que sean, no son un daño irreversible. Jesús, el Maestro, vino a sanar los corazones afligidos, a liberarnos de las cadenas que los oprimen, a perdonar nuestros pecados, haciendo que la última palabra en esta vida no la tenga el pecado sino la gracia, el perdón, la reconciliación. Conocemos la actitud de Jesús con los pecadores: los busca porque quiere sanarlos, rehacerlos, volverlos a la vida. Él, que hizo eso en su vida mortal con muchos pecadores, dejó abierto en la Iglesia el manantial de la misericordia: "A quienes les perdonen, les quedarán perdonados" (Jn 20,23). Esta palabra del confesor que es un hombre pecador, nos da seguridad de que nuestros pecados han sido borrados, lavados; y hacen que mi corazón, tocado por esa señal de misericordia no sólo quede libre sino inundado de una corriente de paz y de agradecimiento. Mi amor de pecador perdonado será un amor nuevo y profundo. El joven consciente de su flaqueza no puede vivir en su clamor teñido de angustia y de desconfianza. Pero sus fallos son bastantes evidentes ante él para que deje de preguntarse profundamente por ellas. Es preciso que vea su caída como responsable. 4
  • 5. Ante el Padre de la Misericordia no hay falta irritable ni problema insoluble. Y la solución, aunque dura a veces para la soberbia humana, en definitiva es fácil, es plena y es segura como participación en el Misterio redentor de Cristo. Sugerencia: La Reconciliación es el sacramento de la alegría. Hay mayor alegría por un solo pecador que se convierte, que por noventa y nueve que creen no necesitar conversión. Aprendemos a saber perdonar porque hemos experimentado el perdón. En la casa, en la familia se aprende a dar y recibir el perdón. Pero también se aprende a acercarse al sacramento, en la medida en que uno se acerca con mayor frecuencia, siente la necesidad de seguir haciéndolo también frecuentemente. Por otro lado, es fundamental comprender que el perdón se regala, es decir, es gratis, nadie merece porque se haya esforzado más, simplemente se regala porque nosotros también hemos recibido como regalo, sin que lo hayamos merecido. Gracias Señor porque nos enseñas a través de nuestros padres, tíos, abuelos, algún servidor de la comunidad, a saber recibir y dar el perdón. Y sobre todo a valorar el sacramento de la Reconciliación como tu gran regalo, porque Tú nos amaste primero. Tema Nº 3: Los jóvenes, llamados a mantener viva la memoria de su pueblo. Lema: Un joven sin memoria es un joven sin futuro, (Papa Francisco a los voluntarios, JMJ Cracovia 2016). Citas bíblicas: Dt 26, 1-10; Sal 137(136); Lc 24,1-8, o bien Lc 24,13-35. Obs.: Rescatar y mantener viva la memoria del pueblo significa en primer lugar conocer las raíces y el origen de uno mismo, para conocer y ayudar a tomar conciencia de la propia identidad. Es la historia de la propia familia, de los abuelos, de los ancestros. Es la memoria del pueblo, las comunidades, la nación o el propio país. Es la posibilidad de conocer más a fondo la historia del país, sus luces y sombras, para que no se repitan los acontecimientos negativos y se pueda construir una sociedad en la justicia y la paz. La memoria es también tener presente las tradiciones propias de un pueblo: su espiritualidad o piedad popular, su folclore, sus músicas, sus artesanías, sus costumbres y vivencias más típicas que forman y crean su identidad. Pero la memoria, es también la memoria del Pueblo de Dios, que con el paso de los años sigue evangelizando a su gente y vive del gran memorial que le dejó su fundador mediante la celebración de la eucaristía, que lo empuja a seguir caminando a través de la historia hacia la Jerusalén celestial. I. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada Comenzamos nuestro tercer día del novenario a nuestra Madre, la de Virgen de Caacupé, y le ofrecemos hoy nuestra historia personal y comunitaria. Como joven muchas veces no conocemos o valoramos los acontecimientos ocurridos antes de nuestra existencia, creemos que somos quienes vamos a empezar todo de nuevo, y las cosas que hay está mal o no nos gusta. Muchas de las conquistas ciudadanas fueron hechas por personas que miraron el pasado, especialmente un pasado corrompido, y no quisieron repetirlo. Por eso, es muy importante que conozcamos la razón del porqué están así las cosas, especialmente los hechos o acontecimientos negativos de nuestra actualidad, para poder ayudar a mejorarlas. Así también nuestra vida y nuestra familia; es muy bueno conocer la historia de nuestros padres y abuelos para entender muchas circunstancias que nos toca vivir, circunstancias que muchas veces rechazamos o juzgamos, pero no sabemos el motivo que generó tal situación. También miremos nuestra Iglesia, que tantas veces no 5
  • 6. comprendemos y juzgamos, pero no nos tomamos el tiempo de conocer su rica historia. ¡Es fácil dejar de lado lo que no conocemos! Porque nadie ama lo que y a quien no conoce. Miremos cada uno hoy nuestra historia personal y presentemos al Señor nuestros dolores y dudas y a también así, nuestras alegrías y esperanzas. 2. Acto penitencial  Tú que nos llamas a renovar nuestro corazón: Señor, ten piedad.  Tú que nos haces miembro de tu Iglesia: Cristo, ten piedad.  Tú que nos purificas con el fuego renovador: Señor, ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición de las lecturas: Dt 26, 1-10; Sal 137(136); Lc 24,1-8, o bien Lc 24,13-35. Dios no abandona a su pueblo, lo acompaña en su camino desde siempre. Así es nuestra madre Iglesia, que peregrina junto a su pueblo. Es bueno siempre hacer memoria de nuestra vida, de la vida de nuestra comunidad y nuestro país. Jesús se tomó el tiempo de ayudar al otro a entender lo que pasaba. III.ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor, por las cicatrices que nos dejó nuestro pasado, como persona, como familia, como país, para que seamos capaces de superar el dolor, y construir un futuro mejor. - Pedimos Señor, por la vida de cada familia, que sepan reparar sus errores con amor y comprensión. - Pedimos Señor, por nuestras autoridades, que no olviden el pasado para que no cometan nuevamente los mismos errores y sepan aprender de ellos para el bien de todos. - Pedimos Señor, por los jóvenes indiferentes, que no son capaces de mirar el pasado para aprender, que puedan despertar de su apatía, y sean constructores de una ciudadanía mejor. - Pedimos Señor, por los jóvenes despiertos, rebeldes, que sepan encaminar su entusiasmo hacia metas justas y puedan encontrar en sus antecesores un ejemplo a seguir. - Pedimos Señor, por los adultos, que puedan transmitir a las jóvenes generaciones ideales de paz, igualdad y justicia, que encuentren en ellos verdaderos testimonios de lucha honesta por el bienestar de todos. IV. COMUNIÓN Acerquémonos a Cristo que camina con nosotros y nos impulsa a ser mejores personas cada día, para que dejemos huellas a los que nos siguen. V. FINAL Hemos sido bendecidos por Dios, vivimos en una tierra rica de tradiciones y de un pasado glorioso, pero también con muchas épocas oscuras. Que Dios nos conceda el don de ser los nuevos próceres de esta tierra, y acompañados de María podamos engrandecer este suelo que nos acoge a todos. La Palabra Guía homilética: El mensaje del Deuteronomio nos lleva a reflexionar acerca de la acción de Dios en la historia de los pueblos y del porqué debemos celebrarla, como la estamos haciendo precisamente aquí (en el ritual de celebración de la pascua judía, hasta hoy se recuerda esa historia como fundadora y salvadora de ese pueblo). Por eso debemos interpretar la historia del Paraguay como designio de Dios para los hombres y mujeres que habitaron y habitan nuestro país: El designio de salvación de Dios obra en la historia de los pueblos, así como lo hizo con Israel. 6
  • 7. Hoy leemos e interpretamos la Palabra de Dios como una Historia de Salvación. Y en cada pueblo, con sus particularidades, Dios sigue haciendo lo mismo, dando señales concretas de su presencia en medio de nosotros. Para el Paraguay y los paraguayos, las señales concretas las hallamos en: La riqueza y fertilidad de su suelo, la cultura de los pueblos originarios, con sus conocimientos medicinales y la riqueza semántica de su lengua (especialmente el guaraní); el aporte de la sangre y cultura española y demás corrientes migratorias posteriores; la difusión del Evangelio a los nativos; la original experiencia de las misiones jesuíticas; la construcción temprana de una identidad como nación; la Iglesia que acompañó el proceso de independencia y consolidación como nación paraguaya y que defendió a sus hijos de los poderes opresivos de turno; al valor de la familia en el amparo y desarrollo de las personas. En todas esas facetas históricas, fueron jóvenes en gran parte los protagonistas principales. La Iglesia los acompañó, hoy como ayer. Justamente, este lugar, el Santuario de la Virgen de Caacupé, se ha convertido en lugar de peregrinación, oración, cobijo y memoria del pueblo que ha encontrado la reunión en torno a la venerada Virgen María, la respuesta de esperanza y gozo, a sus tristezas y angustias, sobre todo de los pobres y de cuantos sufrieron y sufren en nuestra historia (cf. Vaticano II, GS, 1). Los jóvenes están llamados a identificarse y reconocerse en esta historia, no olvidar ni negar esa memoria, recordarla e investigarla por sí mismos, visitar los monumentos y lugares históricos rememorando los hitos más importantes -no solo las hazañas y sacrificios de la guerra- sino también a las gestas civiles y eclesiales, contar y escuchar las otras historias no contadas oficialmente: la de los indígenas, la de las mujeres (“la más gloriosa”, según Papa Francisco), de jóvenes, así como acercarnos a escuchar y contar las historias comunes que tenemos con los países vecinos nuestros, pero que las contamos de manera tan diferentes cada uno, sembrando inútilmente el odio, el prejuicio y la discriminación, que ningún favor le hace a la paz. Finalmente, al leer el Evangelio según san Lucas, que da cuenta del hecho de la resurrección, que da valor de testigo justamente a un sector de la población -las mujeres- que en esa cultura no calificaba como creíble, se presenta ese acto salvífico por excelencia, como corolario de lo que en la historia se venía anunciando, lo que los signos de los tiempos iban señalando. Por eso, hoy ante las muchas cosas negativas que quizás vivimos y escuchamos, más que nunca debemos estar atentos a los signos de los tiempos, para ver allí con los ojos de la fe, lo que Dios tiene preparado para nosotros. Anexo: Sobre el tema de la memoria, un extracto de la homilía del papa en Caacupé: Este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es Madre y que ha estado y está al lado de sus hijos. Ha estado y está en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en nuestras casas. Ha estado y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos. Ha estado y está en las mesas de cada hogar. Ha estado y está en la formación de la patria, haciéndonos nación. Siempre con una presencia discreta y silenciosa. En la mirada de una imagen, una estampita o una medalla. Bajo el signo de un rosario sabemos que no vamos solos, que Ella nos acompaña. Y, ¿por qué? Porque María simplemente quiso estar en medio de su Pueblo, con sus hijos, con su familia. Siguiendo siempre a Jesús, desde la muchedumbre. Como buena madre no abandonó a los suyos, sino por el contrario, siempre se metió donde un hijo pudiera estar necesitando de ella. Tan solo porque es Madre. Una Madre que aprendió a escuchar y a vivir en medio de tantas dificultades de aquel «no temas, el Señor está contigo» (cf. Lc1,30). Una madre que continúa diciéndonos: «Hagan lo que Él les diga» (Jn 2,5). Es su invitación constante y continua: «Hagan lo que Él les diga». No tiene un programa propio, no viene a decirnos nada nuevo; más bien, le gusta estar callada, tan solo su fe acompaña nuestra fe. Y ustedes lo saben, han hecho experiencia de esto que estamos compartiendo. Todos ustedes, todos los paraguayos, tienen la memoria viva de un Pueblo que ha hecho carne estas 7
  • 8. palabras del Evangelio. Y quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas que, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un País derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua. Ustedes tienen la memoria, ustedes tienen la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su Pueblo, junto a María. Han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y sostenidas por la Virgen, siguieron creyentes, inclusive «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18). Y cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotros, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga. Y allí encontraron ayer y encuentran hoy la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente la fe de ustedes, Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América. Como Pueblo, hemos venido a nuestra casa, a la casa de la Patria paraguaya, a escuchar una vez más esas palabras que tanto bien nos hacen: «Alégrate, el Señor está contigo». Es un llamado a no perder la memoria, a no perder las raíces, los muchos testimonios que han recibido de pueblo creyente y jugado por sus luchas. Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho esperanza y una esperanza que las lleva a primerear en la caridad. Sí, al igual que Jesús, sigan primereando en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza. Ustedes, paraguayos, sean forjadores de este hoy y mañana. (Homilía del santo padre Francisco. Santuario de Caacupé, Paraguay11/07/2015). Tema Nº 4: Los jóvenes llamados a renovar la Iglesia, preciada herencia de Nuestro Señor Jesucristo. Lema: “Somos parte de la Iglesia, más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia”, (Papa Francisco, JMJ Rio 2013). Citas bíblicas: Ez 37,1-14; Sal 127(126); 1Pe 2,3-10; Jn 15,1-17. Obs.: El tema central en este punto estaría enfocado en la participación activa y el aporte de los jóvenes para la construcción y reparar de la Iglesia. I. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada Nos presentamos ante el Señor, en este cuarto día del Novenario a Nuestra Señora de los Milagros la Virgen de Caacupé, como miembros de la santa Iglesia. Cada uno de nosotros aquí presentes, somos una parte de ella, sin la cual no está completa. Muchas veces pensamos que la Iglesia son el papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y nuestro papel es solo venir a misa, participar de los sacramentos, quizás de las fiestas patronales y que eso es todo. No es así, cada uno somos Iglesia, y lo que hagamos bien o mal, la afecta. Si estamos hoy aquí es porque nos sentimos miembros de ella, pero debemos también asumir la responsabilidad que eso implica. Como joven en la Iglesia es bueno darse cuenta que en ella, no solo nos formamos para recibir los sacramentos o para saber rezar, sino también nos formamos para la vida, y quienes no están con nosotros, nos miran con agudeza, buscando encontrar un ejemplo a seguir o un pecado que juzgar. Dios llama a su pueblo ¡nosotros somos! y le promete ayudarlo, enviar su Espíritu para transformarlo y hacerlo fuerte. Solo espera nuestra respuesta, nuestro compromiso. No es fácil seguir a Jesús, pero Jesús nos muestra que no hay mejor manera de vivir que estar en Él, sentir su cercanía, y sentirse parte de su Vid. Como hermanos que somos, nos disponemos a celebrar esta Santa Misa. 2. Acto penitencial 8
  • 9.  Tú que nos llamas a renovar nuestro corazón: Señor, ten piedad.  Tú que nos haces miembro de tu Iglesia: Cristo, ten piedad.  Tú que nos purificas con el fuego renovador: Señor, ten piedad II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas: Ez 37,1-14; Sal 127(126); o bien, 1Pe 2,3-10; Jn 15,1-17. Para Dios nada es imposible, Él lo puede todo, puede dar vida donde hay muerte, solo debemos hacer lo que Él nos pide. Somos el pueblo elegido de Dios, somos los amados por El. La Iglesia es su plan hecho realidad. La palabra de Dios hoy nos llega al corazón, Jesús nos llama amigos. Un amigo no es un extraño, un amigo es un ser querido, cercano, y así nos ve Jesús, como amigos. Pero hay una condición: no apartarnos de Él. III.ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor, por nuestros pastores, para que puedan ser testimonio vivo de Tu evangelio para los jóvenes con quienes trabajan y misionan. - Pedimos Señor, por los laicos, que dentro de su ser Iglesia en el mundo, sean luz que ilumine el camino y puedan los más jóvenes seguir sus pasos. - Pedimos Señor, por el don de la amistad. Ese amor puro que pusiste en el corazón de cada uno de nosotros y que muchas veces no lo cuidamos lo suficiente. - Pedimos Señor, por cada uno de nosotros, tu Iglesia peregrina, que seamos capaces de construir una comunidad de hermanos, donde reine la comprensión, la amistad y la generosidad. - Pedimos, por todos los jóvenes que sirven en la Iglesia, por su vocación de discípulos misioneros, que nunca se cansen de ser testigos del evangelio y que encuentren en sus compañeros de camino la fuerza que los anime a continuar. - Pedimos Señor, por toda tu santa Iglesia, que seamos miembros activos de ella, y la hagamos llegar a todos los rincones del planeta. IV. COMUNIÓN Cristo nos ofrece su amistad, y nos pide que permanezcamos en Él. Acerquemos con el corazón lleno de alegría a recibirlo. V. FINAL Somos bendecidos de pertenecer a la Iglesia del Señor, somos bendecidos por tener una Madre que siempre nos escucha y acompaña. Somos bendecidos por estar hoy presente en esta celebración, donde una vez más, Jesús “primerea” su amor por nosotros. Regresemos a nuestros hogares, a nuestras comunidades con la alegría, la esperanza y la Fe de sabernos parte del pueblo elegido por un Dios Misericordioso. La Palabra Presentación de las lecturas La primera lectura propuesta para este día es acerca del tema de “los huesos secos”, que está tomado de uno de los pasajes más famosos del profeta Ezequiel. Para profundizar el tema, queremos hacer una breve presentación del autor, resaltando algunos puntos más importantes de su vida. El profeta Ezequiel comienza a escribir, en medio de los deportados en el destierro, aproximadamente en el año 597 a.c.; fue llamado por Dios estando allí y ahí mismo comenzó a desarrollar su actividad profética. Es un hombre que conoce a fondo la situación política y religiosa de su entorno, de Judá y especialmente de Jerusalén. Denuncia los pecados de su tiempo, como las idolatrías, injusticias y crímenes, pero también denuncia los pecados de los antepasados, ya que ve 9
  • 10. en la historia de Israel como una historia de pecado. Denuncia además la praxis errónea de la política (17,1.10; 22,1-16.17-22). Es un hombre que conoció y experimentó en carne propia el sufrimiento, no solamente del pueblo sino del suyo propio, y en el silencio aprende a sobrellevar este dolor (24,15-24). Reconoce además que Dios actuó en todo momento justamente con Jerusalén (14,23), y ante la injusticia de los pastores (reyes) y poderosos proclama que Dios mismo apacentará su rebaño (34,11-16). Mediante las visiones -donde le fue dirigida la palabra de Yavé- surge la promesa de la renovación de toda la creación, de toda naturaleza. Pero la promesa, la renovación más importante, será el cambio interior del hombre: les daré un corazón nuevo y un espíritu nuevo (36,25-28). Es así que un pueblo, considerado ya muerto, escuchando la palabra de Dios vuelve a la vida, y Dios mismo le promete que entablará con este pueblo una nueva alianza y habitará ellos. Él mismo promete la construcción de un nuevo templo donde volverá a habitar la gloria del Señor. Ez 37,1-14 La primera lectura consiste específicamente en un oráculo, una visión convertida en una sencilla parábola como respuesta a una queja. Los símbolos de huesos y espíritus tratan de expresar la pregunta radical por la existencia humana, su sentido más profundo. Llama la atención que ocho veces aparezca la palabra huesos y ocho veces también la palabra ruh: espíritu-viento-aliento. El relato es una teofanía que ocurre en un valle de huesos secos. Ante esta escena, Ezequiel es actor y espectador: como actor habla y como espectador mira; actúa como profeta dentro y fuera de la visión. Así como su palabra es eficaz, conjurando espíritu y trayendo aliento, así también será eficaz para sus paisanos. En el relato los puntos más importantes que resaltan es que sólo Dios sabe todo, el profeta mismo es ignorante ante Él (v.3). Es insólito que los huesos escuchen a Yavé, ya que ni los vivos lo habían hecho (v.4). También existe una alusión a Gn 2 respecto a la formación del hombre e infusión de aliento, pero a diferencia del génesis aquí sólo hay cadáveres. La metáfora de los huesos da entender que se pone en juego la propia existencia de los deportados; es decir, la esperanza de todo un pueblo (v.11). La metáfora del sepulcro tiene como significado la muerte, la situación desesperada de los desterrados. Por esto se insiste en el tema de la vida, la vida es lo más importante para Dios: la vida es lo que Dios desea para su pueblo, una vida en la tierra, reconociendo al Señor como actor soberano de la historia. Finalmente, aquí no se habla de resurrección, sino de liberación y vuelta a la patria. Pero sin embargo es legítimo que los cristianos lean en este pasaje también como referido a la resurrección, como victoria de la vida sobre la muerte, mensaje esencial de la Pascua. Fuente: SCÖKEL, ALONSO. Profetas, Comentario II. Ediciones Cristiandad. O bien: 1Pe 2,3-10 Algunos de los elementos que nos pueden ayudar para comprender este pasaje es resaltar en primer lugar la importancia que se da a Cristo como piedra fundamental. Él es la piedra angular que está en la base de la edificación que es la Iglesia. La piedra adquiere así un doble significado: la dureza (entendida como firmeza y consistencia) y la vida en Dios, que solamente Él tiene la vida en plenitud y es capaz de trasmitir y vivificar a otros. La lectura se refiere también a los cristianos que están llamados a ser piedras; el Padre quiere colocarlos por encima de la piedra fundamental (Cristo) y así edificar el templo espiritual, haciendo de ellos una edificación viva. Entendida la Iglesia como comunión, aquí también resuena las palabras de Jesús a Pedro: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré a mi Iglesia, (Mt 16,18). Otro punto importante es que todos los bautizados en la Iglesia son sacerdotes y deben ofrecer sacrificios espirituales, un sacrificio que comienza ya con la puesta de la vida misma en manos del Padre, que modelados por Él, el cristiano/a se vuelve una piedra viva en la edificación. El 10
  • 11. sacerdocio de la vida cristiana consiste en que el hombre y la mujer se ofrezcan como piedras vivas para la construcción de este nuevo templo. Entre otras cosas en la lectura se deja ver también el cumplimiento de todas las esperanzas del pueblo de Israel en el nuevo Pueblo de Dios que surge a partir de Cristo. Así a las comunidades cristianas se aplican los títulos honoríficos del Pueblo de Dios: linaje escogido, cristianos que estando ya en camino, sin embargo son interpelados como peregrinos elegidos y reino de sacerdotes cuyo significado consiste en el poder para dominar, pero entendida como una dominación de sí mismos. Por otro lado, la condición sacerdotal significaba también que los primeros cristianos estaban convencidos de que todos celebraban la liturgia en común. Por último, uno de los puntos más resaltantes es que el pueblo es posesión de Dios, es posesión suya y ha sido Él mismo quién le ha llamado de las tinieblas a la luz. Así el Pueblo de Dios está llamado a perseverar en la vida terrena hacia la futura, a pesar de las dificultades, de los escándalos, o de los problemas que pudieran presentarse en el mundo actual, a ejemplo de las primeras comunidades que sufrían la persecución y el martirio. Fuente: SCHWANK, BENEDIKT. El nuevo testamento y su mensaje. Herder. Jn 15, 1-17 En el relato -una metáfora sobre la vid y los sarmientos- se revela nuevamente Jesús como el Yo soy. El relato es una revelación y exhortación directa de Jesús a los discípulos: Jesús es la vid y los discípulos están llamados a permanecer en él. Ante este hecho de permanecer en él, el papel de Padre no es secundario, ya que el primer versículo comienza con la afirmación: mi Padre es el viñador (v.1), porque es en el fruto abundante de los discípulos que es glorificado el Padre. El Padre realiza su obra en Jesús, es Él quién poda los sarmientos y corta los tallos de los brotes inútiles, (v.2); la poda se estaría refiriendo aquí a los miembros de la comunidad que fallan y apostatan, y el cortar a la prueba y purificación por el cual atraviesan los discípulos. El tema central es el dar fruto, del árbol que da fruto, (la vid en este caso). Para dar fruto es necesario el contacto con la palabra que purifica, (v.3). Por eso es importante saber que este relato va dirigido a los discípulos; en este caso a una comunidad que comprende muy bien además el lenguaje y lo que el evangelista quiere transmitir. El producir frutos no es mérito de los discípulos, es Jesucristo quién produce frutos mediante la unidad de los discípulos con Él. La exhortación o las palabras aquí no tienen un tono moral, más bien apunta a lo fundamental: la unión con Cristo. La fidelidad creyente es lo que lleva a los discípulos al robustecimiento de la comunidad y alentarlos en el esfuerzo moral, (Schnackenburg). La idea central del relato consiste obviamente en fructificar, pero de los frutos que se pueden dar solamente mediante la comunión con Cristo, separados de mí no pueden hacer nada (v.5). Si hablamos de frutos, estamos hablando también acerca de la importancia de ganar nuevos adeptos para Cristo, pero aquí el acento recae más bien en la fuerza salvadora y vivificante de Cristo, del hecho de estar apegados a Cristo Jesús (Papa Francisco), porque es Él quien produce los frutos. La falta de permanencia en la comunión con Cristo genera el juicio y la separación del Él. Es decir, es el discípulo quién provoca sobre sí mismo el juicio que lo separa de Jesús: el pecado que lleva a la muerte. La misma separación de Cristo -el arrojarse afuera y secarse (v.6)- ya es un castigo. Otro punto importante que se resalta es el tema de la oración, (v.7). Una oración que lleva a acoger la palabra, y quién acoge la palabra, acoge a Jesús mismo, y su unión con Jesús le inducirá a pedir aquello que haga fructífera la obra de Jesús. El Padre escucha a los discípulos que están unidos en Cristo. El verdadero discípulo es el que permanece en la palabra. Los discípulos han sido escogidos en el amor y deben permanecer en ese amor. Jesús otorga el mismo amor del Padre que lo abraza, (v.9). La fecundidad más onda, la de producir frutos, es la del amor, de ahí la exhortación a permanecer en el amor. La alegría brota de la comunión con Cristo (v.11), y esta alegría es la alegría referida al tiempo pascual, de la presencia constante de Cristo en la comunidad. La alegría de Cristo es su 11
  • 12. misma alegría que otorga a los discípulos. La alegría es fruto de la presencia de Cristo o del Espíritu en el discípulo o la comunidad. Al tema de la permanencia en Cristo y el producir frutos, siguen el tema del amor y la amistad, (vv. 12-17). El amor y la amistad van estrechamente unidos, pero la virtud más fundamental es el amor, que sostiene la amistad, y a la vez es capaz de entrega, solamente uno entrega su vida por amor. La amistad que Jesús ofrece va acompañada de la elección, Jesús elige para ser sus amigos. Y solamente en la construcción de esta amistad es que Jesús nos puede llamar amigos y revelar al Padre. Fuente: SCHNACKENBURG, RUDOLF. El evangelio según San Juan. Herder. Reflexión Permanezcan en mí, como yo en ustedes, (Jn 15,4). Estas son las palabras que Jesús dirigía a una de las comunidades cristianas de los primeros tiempos de la era cristiana, y la misma que hoy quiere seguir trasmitiendo a sus discípulos y misioneros. Él desea que nadie se pierda, sino al contrario, quiere que todos se salven (cf. Jn 17,12), e invita a sus discípulos a permanecer en su amor, ya que si Él nada pueden hacer, (Jn 15,5). La Iglesia no vive de sí misma, sino de su Señor como afirmaba el papa Benedicto XVI, Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza. (Benedicto XVI a los jóvenes, JMJ Madrid 2011). Por eso ella no busca tampoco los poderes y privilegios de este mundo (cf. Mc 10,42), y trata de evitar una autorreferencialidad enfermiza, sino simplemente quiere ser servidora del Evangelio (cf. Jn 13,14), de la buena noticia que el mimo Jesús ha traído (cf. Mc 1,14) y trasmitido a los suyos, sirviendo e invitando a que todos sean servidores en el nombre del Señor: el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, (Mc 10, 43). La presencia del Señor en su Iglesia es constante, Él envía su Espíritu Santo y promete que estará con ella hasta el final de los tiempos, (cf. Mt 28,20). Él jamás la ha abandonado, por más oscura y amarga que se haya vuelto su vida ante algunos acontecimientos de la historia. Su amor misericordioso ha sido capaz de perdonar el pecado de sus hijos, sanar sus heridas y rescatarlos de la miseria y la perdición en la cual muchas veces se han encontrado, (Lc 15,1ss.). Desde siempre, Dios Padre ha ofrecido su amistad a los pueblos, en especial a Israel, su elegido, (cf. Is 41,8). Y este amor no se quedó solamente en el deseo del Padre de ser como un compañero del hombre y la mujer para que los ayudara a conquistar la tierra prometida y encontrar la felicidad plena en el único Dios verdadero, sino que al final de los tiempos la adquirió para siempre por medio de la sangre de su Hijo amado (cf. Mt 17,5), haciendo a través de Él una nueva y eterna alianza, un nuevo Pueblo, posesión suya para su heredad. Hoy día este santo pueblo fiel de Dios sigue caminando en la historia, buscando la comunión entre todos, tratando de ser fiel a las enseñas de Jesucristo y dirigirse hacia la patria futuro, el reino celestial. En nuestros días la Iglesia está llamada a dejar de lado las estructuras caducas para ir al encuentro de sus hijos e hijas, en un modo especial de todos los jóvenes, muchas veces maltratados y descartados en la sociedad. Ella quiere ser una Iglesia samaritana, (cf. Lc 10,29ss.), que se hace cargo de los jóvenes postrados en la vereda de los caminos de este pueblo, víctimas a veces por el asalto del desempleo, de la falta de una familia y de hogares más dignos, la falta de educación, la migración, los vicios, el narcotráfico, el vacío existencial, la destrucción de la ecología, la prostitución, la pobreza extrema y tantos otros males que están destruyendo a cuenta gotas la vida de gran parte de la población juvenil. Y no importa si ella arriesga demasiado hasta accidentarse para ir en busca de sus hijos e hijas, como afirma el Papa Francisco: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida, (EG 49). 12
  • 13. Sugerencias: Los jóvenes además de ser objetos y destinatarios de la evangelización, también son sujetos y protagonistas. Están llamados a edificar la Iglesia con toda su vitalidad y ayudarla a que se convierta en una Iglesia más dinámica, más alegre, más espontánea y no temer arriesgarse para salir al encuentro de las personas presentes en diferentes experiencias en el mundo. Gracias Señor porque nos regalas jóvenes maravillosos a quienes Tú llamas a formar parte de tu Pueblo y a quienes capacitas con tu inmensa misericordia para servir en el mundo que le toca vivir. Tema Nº 5: Los jóvenes llamados a ser activos en el cambio social y cultural. Lema: “Jóvenes no balconeen la vida, sino que métanse en ella, como lo hizo Jesús”, (Papa Francisco, JMJ Rio 2013). Cita bíblicas: Jer 1,4-10; Sal 126(125) Lc 10,25-37. I. RITOS INCIALES 1. Monición de entrada Hoy, en el quinto día de la novena a nuestra Madre, la Virgen de los Milagros de Caacupé, el Señor invita a los jóvenes a ser valientes constructores y protagonistas de la historia. Les pide que no tengan miedo, como les dijo el Papa Francisco “no balconeen la vida, métanse en ella”, “dejen el sofá, el comodismo, salgan a la calle”. No pasen indiferentes por la vida, no sean autómatas de la tecnología, úsenla para vivir mejor, no para esconderse de la realidad. La juventud es una etapa maravillosa y también una etapa donde se toman las decisiones más importantes. Y el Señor lo sabe, por eso siente especial cariño por ellos, siempre está cerca, los llama, los “resucita”, los interpela ¡anda vende todo y sígueme! los mira con cariño. El papa Francisco en todos sus mensajes a los jóvenes, sobre todo en nuestro país, les instó a no ser débiles, no tener miedo; a tener un corazón libre, libre de vicios, ataduras, dudas y lleno de amor, compasión y generosidad. Jóvenes, Dios los necesita, la Iglesia los necesita; su familia los necesita, es mucho lo que pueden dar, tienen el alma llena de sueños, esperanzas, y todo ello con Dios es una fórmula perfecta. Recuerden, Dios los ama, los llama y espera. Con el corazón joven, alegre, y dispuesto, nos disponemos a celebrar... 2. Acto penitencial  Tú que nos llamas al cambio de vida: Señor, ten piedad.  Tú que nos pides que seamos levadura nueva: Cristo ten piedad.  Tú que nos capacitas para anunciar un nuevo estilo de vida: Señor ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas: Jer 1,4-10; Sal 126(125) Lc 10,25-37. Dios llama a los jóvenes a vivir la aventura del evangelio, los desafía, pero no los abandona. Jesús nos da las indicaciones precisas, no dice medias verdades, nos muestra el camino. En nosotros está seguirlo. 13
  • 14. III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor, por la Iglesia joven, en especial por la de nuestro querido país, que se sienta acogida, comprendida y amada, por sus pastores y por quienes trabajan con ellos, para que puedan ir profundizando se Fe y su testimonio. - Pedimos Señor, para que podamos ser una Iglesia samaritana, en todo momento y en todo lugar, con todos los necesitados que encontramos en nuestro camino. - Pedimos Señor, por todos los jóvenes que luchan por ideales, que nunca cedan ante la injusticia, la maldad, la corrupción, y que sean verdaderos líderes en el lugar donde les toque servir. - Pedimos Señor, por todos los enfermos, en especial por los jóvenes, que encuentren en medio de su dolor, la esperanza, el cariño y la compañía de buenos samaritanos que no lo desamparan. IV. COMUNIÓN Cristo es el buen samaritano, es el camino, la verdad y la vida. Él nos guía, cabe en nosotros seguir sus pasos. Pidámosle que nos de la fuerza necesaria para no desistir. V. FINAL Jesús nos dio una lección de vida, nos desafía a vivir de manera que seamos servidores de los demás, que demos sin pedir nada a cambio. Dar sin esperar, gratuitamente, eso es ser samaritano, es ser discípulo de Jesús, así como es nuestra Madre, la primera discípula de comienzo al fin, la Madre que nos acompaña en esta tarea difícil y hermosa de ser samaritano. La Palabra Cita bíblicas: Jer 1,4-10; Lc 10,25-37. En Jr 1,4 vemos como Dios se hace presente en la vida del joven. Desde el principio establece una relación de amor de Padre con él, le cuida, le conoce íntimamente, como nadie jamás le podría conocer. Le habla directamente, le da confianza, le expresa su amor, le hace oír su voluntad, le propone una misión donde le garantiza su acompañamiento y su ayuda, le da la fuerza y la seguridad para llevar a cabo su misión. Le conoce bien y sabe qué puede esperar de él, por eso lo consagra como profeta: Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré, te nombré profeta de los gentiles. Jeremías también se conoce, es consciente de sus limitaciones y debilidades, de su fragilidad. No se ve capaz de hacer lo que Dios le pide: ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho, (Jr 1,6). Dios está hablado a cada joven, toca y bendice su vida para que anuncie su Buena Nueva. Pide y espera que el joven sea testigo del anuncio del amor de Dios a sus pares, a su familia, a su comunidad, en forma especial a los más pobres y necesitados, siendo profeta de su Amor. Hoy Dios te dice: ¡No tengas miedo, yo estoy contigo!, (Jr 1,8). Pero esta llamada, esta invitación es exigente, Dios pide y espera lo mejor de Jeremías, le pide todo. Adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, dirás, (Jr 1,7-8a). No les tengas miedo. Dios quiere que seas un agente de transformación. Que seas el que pone la paz y armonía donde haya enojos y enemistades. El que consuele donde haya tristeza y dolor. El que ofrezca alegría y humor, cuando la vida dé golpes duros. Dios quiere que seas la luz en medio de la oscuridad de este mundo; los ojos de los jóvenes que no ven, la voz de los no pueden hablar o son excluidos, los oídos de los que no pueden escuchar. Dios quiere que seas instrumento de su reino, 14
  • 15. dejando de lado tus dudas, inseguridades y tus miedos. Confía en el plan que Dios tiene para tu vida y vive como el hijo de Dios que eres. En la lectura de San Lucas (10,25-37) encontramos la parábola del “buen samaritano”, es la parábola de la puesta en acción del mandamiento nuevo: “amar como Jesús”. El samaritano actúa con verdadera misericordia: venda las heridas de aquel hombre, lo lleva a una posada, se hace cargo personalmente y provee para su asistencia. La palabra que quizás exprese mejor la actitud y la obra del “buen samaritano” es la de compromiso. El samaritano podía haber hecho lo mismo que el sacerdote y el levita, y pasar de largo, pero se detiene; se detiene para inclinarse ante el necesitado para atenderle. Todo esto nos enseña que la compasión, el amor, no es un sentimiento vago, sino que significa cuidar del otro hasta pagar en persona. Significa comprometerse realizando todos los pasos necesarios para «acercarse» al otro hasta identificarse con él, «amarás a tu prójimo como a ti mismo», (Mt 22,39). Este es el mandamiento de Dios. Esta parábola es un regalo maravilloso para todos, y también un compromiso. A cada uno de nosotros, Jesús nos repite lo que le dijo al doctor de la Ley: «Vete y haz tú lo mismo», (Lc 10,37b). Todos estamos llamados a recorrer el mismo camino del “buen samaritano”, que es la figura de Cristo: Jesús se ha inclinado sobre nosotros, se ha convertido en nuestro servidor, y así nos ha salvado para que también nosotros podamos amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. De esta forma nos invita a intervenir y participar, de manera especial invita al joven a comprometerse con su familia, con su comunidad, en el barrio, en la escuela, en su trabajo, en los partidos políticos, en las Ongs, en los estamentos del gobierno y en todos los espacios donde le toque intervenir, ya que es en esos lugares donde Él desea participar teniendo a cada uno de los jóvenes como instrumentos visibles de su Amor, capaz de transformar por medio del mismo toda estructura de injusticia y corrupción a las que nos hemos ido acostumbrado; al igual que a las situaciones de sufrimiento, de la miseria y de hambre en la que se encuentran inmersos tantos hermanos. Y ante esto se preguntaba el Papa Francisco durante la JMJ 2013 de Río de Janeiro: ¿por dónde empezar el cambio?, por vos y por mí, respondió, tomando prestada una expresión de Santa Teresa de Calcuta. Es una interpelación directa a cada joven que ve y siente en carne propia muchas de las injusticias de este mundo. Que ve la necesidad de cambiar las cosas, sintiendo que así ya no pueden continuar el estado de las situaciones injustas. El mundo, las calles, las escuelas y lugares de trabajo se están convirtiendo en lugares peligrosos, fruto de la desconfianza y la frustración, de la prepotencia y la humillación. Y lo peor es la indiferencia de personas “normales” -como vos y yo- ante lo que sucede, ante las injusticias y la violencia. Con una mezcla de ingenuidad y cobardía pensamos que no nos toca a nosotros hacer frente a los problemas, sino a otros. Hoy, con los medios de comunicación cubriendo en vivo casi todo acontecimiento en tiempo real, incluso con la ayuda de las redes sociales, dan una sensación de “estar ahí”; sin embargo, eso no crea el compromiso ni la participación. Es el nuevo “balcón” de los acontecimientos. Hoy, se “balconea” a través de los medios masivos y de las redes sociales. Y la tentación es quedarse en eso, mientras las decisiones sobre la vida de todos corre por otras vías, se decide en otros ámbitos, muchas veces en lo oscuro, donde no se ve a los actores principales. Por estas razones, uno no puede esperar a convertirse en “especialista” de algún asunto de la vida social para meterse en ella. Todo lo que atañe a la vida social y familiar, es asunto de cada uno y de todos. ¡Se hace camino al andar! Y sobre todo, buscando y encontrándose con otros que tienen las mismas inquietudes de cambio que nosotros, aunque no necesariamente compartamos creencias e ideas políticas. Este es justamente el mensaje de la parábola del Buen Samaritano: alguien que no era del pueblo de Israel, del pueblo elegido, es quien ayuda al hombre herido por los salteadores. Este samaritano no era un enfermero ni médico, pero entendió que algo debía hacer y lo hizo, y buscó incluso la ayuda de otro (un posadero) para un mejor servicio a su prójimo. Entre los caminos de la Tierra Santa de aquellos tiempos y las calles de nuestras ciudades y campos hoy, al parecer no hay 15
  • 16. mucha diferencia: los peligros acechan y la falta de solidaridad también. Por eso los cristianos y cualquier joven pueden hacer la diferencia, pues ya tienen el modelo de acción. Y la diferencia se llama “misericordia”. El samaritano “movido por la misericordia”, descabalgó y corriendo incluso el peligro de ser él mismo asaltado, decidió prestar ayuda. La misericordia es lo que salvará a la humanidad, y los jóvenes, naturalmente inclinados y dispuestos a ayudar, son los que sembrarán de misericordia los caminos y calles de nuestros pueblos y ciudades. Por eso, joven, tu edad no es una limitación para ser misericordioso, sino al contrario, la fuerza rebelde que se opondrá a la indiferencia de muchos. Durante la JMJ 2013, el Papa decía a los jóvenes: “Tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes, en muchas partes del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Ustedes, ¡por ustedes, entra el futuro en el mundo! A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella. ¡Jesús no se quedó en el balcón, se metió! ¡No balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús!». Y les recordó que este cambio personal y social debe tener su base en la oración, los sacramentos y el efectivo servicio a los demás, insistiéndoles: ¡«Queridos amigos no se olviden: ustedes son el campo de la fe, ustedes son atletas de Cristo, ustedes son constructores de una Iglesia más bella y de un mundo mejor!» Y en la JMJ de Cracovia 2016 les decía: “La Iglesia hoy les mira, el mundo hoy les mira, y quiere aprender de ustedes, para renovar su confianza en que la Misericordia del Padre tiene rostro siempre joven y no deja de invitarnos a ser parte de su Reino, que es un Reino de alegría, es un Reino siempre de felicidad, es un Reino que siempre nos lleva adelante, es un Reino capaz de darnos la fuerza de cambiar las cosas. La misericordia siempre tiene rostro joven, porque un corazón misericordioso se anima a salir de su comodidad, sabe ir al encuentro de los demás, logra abrazar a todos. Decir misericordia junto a ustedes, es decir oportunidad, es decir mañana, es decir compromiso, es decir confianza, es decir apertura, hospitalidad, compasión, es decir sueños”, (Cfr. Papa Francisco, Ceremonia de Acogida a los jóvenes, JMJ 2016). ¡Cuánto bien puede hacer a este país, a este mundo, el testimonio de los jóvenes saliendo a las calles a dar vida y ser testigos de ese estilo propio de la fe en Cristo Jesús, siento verdaderos protagonistas del cambio tan anhelado por todos! Anexos: Mensajes más importantes del santo padre Francisco a los jóvenes. Homilía en la fiesta de acogida de los jóvenes, Río de Janeiro, Brasil, 25 de julio de 2013:  Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: “Poné fe” y tu vida tendrá un sabor nuevo, la vida tendrá una brújula que te indicará la dirección; “Poné esperanza” y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; “poné amor” y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo.  “Poné a Cristo” en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; “poné a Cristo” y vas a ver crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; “poné a Cristo” y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.  Dejate buscar por Jesús, dejate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda. Encuentro con los jóvenes argentinos durante la JMJ 2013. Brasil:  Espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de 16
  • 17. todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.  El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. Vigilia de oración con los jóvenes, Río de Janeiro, Brasil, 27 de julio de 2013:  Sean protagonistas. Jueguen para adelante. Pateen adelante, construyan un mundo mejor. Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad. Jueguen adelante siempre.  Tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor.  Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús.  Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor. Saludo del Santo Padre a los jóvenes del Centro Cultural Félix Varela, La Habana, Cuba, 20 de septiembre de 2015:  Abrite y soñá. Soñá que el mundo con vos puede ser distinto. Soñá que si vos ponés lo mejor de vos, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto. No se olviden, sueñen.  Evidentemente, que un pueblo que no se preocupa por dar trabajo a los jóvenes, un pueblo – y cuando digo pueblo, no digo gobiernos– todo el pueblo, la preocupación de la gente, de que ¿estos jóvenes trabajan?, ese pueblo no tiene futuro. Los jóvenes entran a formar parte de la cultura del descarte.  Se descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces, ¿qué le queda a un joven sin trabajo? Un país que no inventa, un pueblo que no inventa posibilidades laborales para sus jóvenes, a ese joven le queda o las adicciones, o el suicidio, o irse por ahí buscando ejércitos de destrucción para crear guerras. Encuentro con los jóvenes, Nairobi, Kenia, 27 de noviembre de 2015:  Chicos y chicas, no vivimos en el cielo, vivimos en la tierra, y la tierra está llena de dificultades. La tierra está llena no sólo de dificultades sino de invitaciones para desviarte hacia el mal, pero hay algo que todos ustedes, los jóvenes, tienen, que dura un tiempo más o menos grande: la capacidad de elegir.  No le tomen el gusto a ese «azúcar» que se llama corrupción.  Si un joven no tiene trabajo, ¿qué futuro le espera?  Si vos no recibiste comprensión, sé comprensivo con los demás; si vos no recibiste amor, amá a los demás; si vos sentiste el dolor de la soledad, acercáte a aquellos que están solos. Mensaje del Papa Francisco a los jóvenes en la Costanera de Asunción, 2015: Necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza. No queremos jóvenes “debiluchos”, jóvenes que están ahí no más, ni sí ni no. No queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes. Queremos jóvenes con esperanza y con fortaleza. ¿Por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios. Porque tienen un corazón libre. Un joven que viva así, ¿tiene la cara aburrida? “No”. ¿Tiene el corazón triste? “No”. ¡Ese es el camino! Pero para eso hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente. Las Bienaventuranzas que leímos hace un rato son el plan de Jesús para nosotros. El plan... Es un plan contracorriente. Jesús les dice: “Felices los que tienen alma de pobre”. No dice: “Felices los ricos, los que acumulan plata”. No. Los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de acercarse y comprender lo que es un pobre. Jesús no dice: “Felices los que lo pasan bien”, sino que dice: “Felices los que tienen capacidad de afligirse por el dolor de los demás”. Evangelii gaudium: 2."El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada" (Pg.3). 17
  • 18. 62."¡Qué bueno es que los jóvenes sean "callejeros de la fe", felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!" (Pg.85). 81."Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo" (Pg.148). Tema Nº 6: Los jóvenes excluidos y el llamado a vivir en la libertad de los hijos e hijas de Dios. Lema: “Un corazón libre, que pueda decir lo que piensa, que pueda decir lo que siente y que pueda “hacer” lo que piensa y lo que siente”, (Encuentro con los jóvenes, Costanera de Asunción, Paraguay, 12/07/2015). Citas bíblicas: Rom 8,14-21; Sal 129(128), Lc 4,14-20 Obs.: El tema central sería la libertad, su verdadero sentido y significado, (entendida desde la antropología cristiana). Queremos poner un especial énfasis en la periferia existencial en la cual viven muchos jóvenes en nuestro país. Comenzamos nombrando a los jóvenes privados de su libertad. Y al referirnos a estas personas, vemos que nos interpela también el actual sistema carcelario presente en nuestro país, como así también de la realidad de las diferentes penitenciarias. Esta mirada pastoral nos interpela a partir de las palabras del Evangelio: estaba en la cárcel y “me visitaron”,… estaba en la cárcel y “no me visitaron”. También nombramos a los jóvenes sufrientes y hundidos en el mundo de las adicciones, víctimas de la incertidumbre, a los excluidos el mundo laboral, la educación, de una vida saludable, de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. I. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada Es el sexto día del Novenario a nuestra Madre Santísima, queremos reflexionar sobre la libertad, ese valor tan exaltado, pero a la vez tan mal interpretado. Los jóvenes hablan de libertad, quieren ser libres, pero muchas veces no viven así, viven presos de modas, vicios, tecnologías; de “ídolos falsos”, que los llevan a vivir vidas vacías, sin sentido. Jesús propone una vida llena de Espíritu, de libertad para estar y ser para el otro; una libertad que en verdad nos haga libres, a todos, porque está llena de Él, de su amor. Hay demasiados jóvenes esclavos, encerrados, privados de su libertad, que necesitan ser libres, tanto física como espiritualmente. Ofrecemos esta santa misa por ellos, por los marginados, excluidos, “encerrados” en su mundo virtual, encerrados tras las rejas físicas de una cárcel, son ellos hoy los más necesitados de libertad. 2. Acto penitencial  Tú que nos liberas de la exclusión social: Señor ten piedad.  Tú que nos incluyes en el Reino del Padre: Cristo ten piedad.  Tú que nos unes con el amor de Dios: Señor ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas: Rom 8,14-21; Sal 129(128), Lc 4,14-20. Para Dios somos sus hijos, hijos con espíritu libre de aceptarlo o no como Padre. En un mundo de pecado, nos pide nuestro “sí” a su proyecto. Jesús, es el sueño de Dios hecho hombre, su gran proyecto de amor. Jesús vive según el Espíritu del Padre, por eso puede hacer grandes obras. 18
  • 19. III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos al Señor, por los jóvenes que se encuentran privados de su libertad, por delitos cometidos, que encuentren en la adversidad el camino de vuelta a la casa del Padre. - Pedimos al Señor, por los jóvenes privados de su libertad, por una equivocación o mala intención de otros, que el dolor de sentirse injusticiados no hagan que pierdan la fe en la justicia divina, ni en los hombres, y que pronto vean el resultado de sus oraciones. - Pedimos Señor, por los jóvenes que viven marginados, excluidos, que puedan encontrar en su camino personas de buen corazón que los ayuden a tener una vida digna, y un futuro más prometedor. - Pedimos Señor, por los jóvenes esclavos de vicos, modas, ídolos, que puedan darse cuenta que pueden ser jóvenes alegres, comprometidos, entusiastas, libres para vivir una vida plena, sin tener que depender de valores nocivos, que no les traen felicidad. - Pedimos Señor por los jóvenes de corazón triste, que puedan encontrar en otros jóvenes el suficiente cariño que los haga salir de su oscuridad y puedan ver que en Ti, hay esperanza, Fe y alegría. IV. COMUNIÓN Con el corazón alegre y libre lleguemos hasta Jesús, y pidámosle que el Espíritu Santo nos guie e ilumine para poder ser siempre, sal y luz del mundo. V. FINAL La libertad de seguir a Jesús, es la alegría de vivir plenamente, sin ataduras, sin miedos, sin caretas, es ser hijo, de un padre amoroso, con la conciencia que nos deja ser lo suficientemente libres para elegir su amor y su bondad en todo momento. Así como lo hizo nuestra Madre María, que usando su libre albedrio, quiso quedarse con su Hijo, hasta el final, así también nosotros, en libertad lo elijamos como nuestro Salvador. Seamos luz que guía a quienes viven en la oscuridad. La Palabra Guía homilética: Cuando invitamos a muchos jóvenes y adultos a vivir la fe católica, a integrar las comunidades parroquiales, movimientos apostólicos o grupos juveniles, muchos de ellos dudan porque piensan -y lo dicen- que allí no hay libertad para pensar y vivir como uno quiere. Que les coartan mucho para divertirse, vestirse de la manera como ellos quieren, usar pircing, tatuajes, asistir a los conciertos de música que no sean cristianos, beber, limitar y regular su relación de pareja, dedicarse a los negocios, etc. También las películas y las novelas, así como medios masivos con mucha influencia, presentan la vida de los católicos en la Iglesia con una visión muy estricta y restringida en muchos aspectos. Tenemos esa fama, lastimosamente, de estar opuestos a la libertad. Y sin embargo, esto es absolutamente falso. Al menos si vamos a entender la libertad en el sentido de poder tomar las decisiones que nos conduzcan a ser mejores personas y ayudar a promocionar a otras personas en la sociedad. Porque, ¿para qué sirve la libertad sino para ser mejores personas, desarrollarnos, crecer? En el Evangelio según san Lucas leemos que Jesús viene a proclamar algo que se anunciaba y aspiraba desde hacía mucho tiempo: la proclamación de la libertad a los cautivos y oprimidos. Lo llamativo es que esa proclamación de libertad está relacionada con la presencia del Espíritu del Señor. No es una libertad de hacer cualquier cosa, sino aquella que estuviera de acuerdo a los criterios con el que Dios ha creado al ser humano. En efecto, el ser humano es un plan divino que se cristaliza y muestra plenamente en Jesús, pero que ya se fue madurando a lo largo de la historia de Israel. En muchas ocasiones este pueblo había traicionado ese plan de Dios, fue infiel, por eso cayó en la esclavitud, según lo explicaron los profetas. Pero una y otra vez, Dios acudió fielmente en su auxilio para liberarlo. Pero esta vez, ese mismo Espíritu creador y liberador, se posa en quien ha sido ungido -Jesús- y ejecuta a través de Él la más portentosa liberación que haya tenido lugar en la 19
  • 20. historia del ser humano: la liberación de su corazón y de su mente de la esclavitud del pecado, que es a la vez espiritual y material. Es que el pecado hace eso: esclavizar nuestro espíritu y nuestro cuerpo con todo su entorno, justamente porque pretendemos “liberarnos”, neciamente, de las riquezas del Reino de los Cielos que tantas veces nos enseñó Jesús. Es lo que nos advertía el Papa Francisco cuando vino al Paraguay: “Amigos: el diablo, es un «vende humo». Te promete, te promete, pero no te da nada, nunca va a cumplir nada de lo que dice. Es un mal pagador. Te hace desear cosas que no dependen de él, que las consigas o no. Te hace depositar la esperanza en algo que nunca te hará feliz. Esa es su jugada, esa es su estrategia. Hablar mucho, ofrecer mucho y no hacer nada” (Texto del Discurso entregado por el Papa para los jóvenes de la Costanera de Asunción, pero no leído). En cambio, la propuesta de Jesús es dejarnos llevar por el Espíritu Santo, el cual generosamente se nos dará si lo pedimos en oración a Dios Padre (Lc 11,13). ¿Por qué liberarnos de este Espíritu si nos beneficia tanto justamente en nuestra libertad? Así lo explica magistralmente San Pablo en su carta a los Romanos: El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu para hacernos hijos de Dios, con lo cual nos hace partícipes de la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rom. 8,14-21). La libertad de los hijos de Dios... ¿Qué clase de libertad es esta? Es el saber elegir lo bueno, sabiendo que “todo es lícito, pero no todo es de provecho...ni edifica” (1Cor 10,23). Más claramente lo dice a los Gálatas (5,13): no usar la libertad como pretexto para la carne (el libertinaje), sino para servir por amor los unos a los otros. Sólo la persona que desea recibir el Espíritu de Dios en su vida, recibe el regalo de la liberación integral que otorga depender solo de Dios, no de los hombres ni de las cosas. Se libera de los deseos de la “carne” de la corrupción, el consumismo, la lujuria, la voluntad de dominio sobre los demás, la deshonestidad, etc. que tanto daño hace a uno mismo y a los demás. Por eso, cuando aquel joven en la Costanera le dijo al Papa Francisco: “Te pido que reces por la libertad de cada uno de nosotros, de todos”, en realidad lo que estaba haciendo es pedir que el mismo Espíritu Santo se una a su espíritu y al de todos los jóvenes. Así lo entendió Francisco: “Porque la libertad es un regalo que nos da Dios, pero hay que saber recibirlo, hay que saber tener el corazón libre, porque todos sabemos que en el mundo hay tantos lazos que nos atan el corazón y no dejan que el corazón sea libre. La explotación, la falta de medios para sobrevivir, la drogadicción, la tristeza, todas esas cosas nos quitan la libertad” (Papa Francisco, julio 2015). La verdadera libertad es entonces “tener el corazón libre, un corazón que pueda decir lo que piensa, que pueda decir lo que siente y que pueda hacer lo que piensa y lo que siente. ¡Ese es un corazón libre!” (Papa Francisco, Asunción 2015). Tema Nº 7: Los jóvenes llamados a convivir fraternalmente en una sociedad pluriétnica y pluricultural. Lema: “Con la mente y el corazón abiertos”. Obs.: El siguiente tema podría ser sugerido para el día del novenario que corresponde a los pueblos indígenas. Cita bíblica: Rut 1,16; Mt 25,40; 1Cor 12,12-13; 9,19-22 19, o bien: si esta misa es para el domingo, se toman las lecturas correspondientes a este día. I. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada Hoy, séptimo día del Novenario a Nuestra madre Virgen de los Milagros de Caacupé, colocamos bajos sus pies a nuestro pueblo, mestizo, mezcla de sangre y cultura, costumbres, idiomas, que nos hace únicos, pero al mismo tiempo, no valoramos nuestras raíces, no le damos el debido respeto y dignidad que merecen los que todavía viven según sus tradiciones, según sus creencias. Creemos que deben adaptarse, que deben cambiar, y no vemos que no necesitan vivir en 20
  • 21. la velocidad de este tiempo, viven en su tiempo, y a su ritmo, y eso no es ni bueno ni malo, es su cultura. No somos mejores, somos distintos, y si en nosotros está ayudar, debemos hacerlo. Como hijos del mismo Padre, no necesitamos vivir de la misma manera para llamarnos hermanos, lo somos, con idiomas diferentes, con ropas diferentes, seguimos siendo hermanos, y como hijos de este suelo, tenemos todos los mismos derechos a una tierra, donde poder vivir con la familia, y desarrollarnos como personas que somos. Pedimos por la intercesión de nuestra Madre, la bendición para nuestros pueblos autóctonos, que todos seamos más inclusivos, más solidarios, y sobre todo menos indiferentes a sus reclamos. Recibimos a los celebrantes cantando. 2. Acto penitencial  Tú que excluyes a nadie por su origen: Señor ten piedad.  Tú que unes con amor a todos los pueblos: Señor ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas: Éx 14,15-31; Sal 67(66); Mc 1,9-15. Dios siempre acompaña a su pueblo y lo defiende de sus enemigos. Jesús nos recuerda que debemos hacer silencio para escuchar a Dios, pero luego, hacer lo que nos pide. III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor, por nuestra Iglesia, que sea la madre que abraza y acompaña a todos sus hijos, sin distinciones, y que sepa protegerlos de cualquier amenaza que quiera pisotear sus derechos. - Pedimos Señor, por nuestras autoridades, que no olviden que sus leyes son para todos los habitantes de nuestro suelo, que deben ser justas y equitativas. - Pedimos al Señor, por nosotros, que no seamos los primeros en discriminar a otros por ser diferentes, sino que seamos fuertes en defender a los más desprotegidos. - Pedimos Señor, por nuestros pueblos autóctonos, que puedan encontrar su lugar, donde vivan su cultura, según sus costumbres. - Pedimos al Señor, por los indiferentes al dolor y el sufrimiento de estos pueblos, que puedan abrir sus ojos y sus corazones para encontrar la manera de ser solidarios. IV. COMUNIÓN Acerquémonos a Jesús, que se hizo hombre para caminar al lado de cada uno, y sabe de nuestras flaquezas y dolores, y sabrá consolarnos, y reconfórtanos. V. FINAL Fuimos bendecidos con esta celebración, y hemos pedido al Padre nos haga profetas que anuncien la buena nueva y denuncien las injusticias hacia los más necesitados, desprotegidos. Que seamos luz y sal para ellos, y no los abandonemos a su suerte. Que nuestra Madre María, nos acompañe en esta misión. La Palabra Citas bíblicas: Rut 1,16; Mt 25,40; 1Cor 12,12-13; 9,19-22 19. Guía Homilética: Una de las cuestiones que influyen en nuestra conducta cotidiana y que tiene una enorme relevancia en la configuración de la sociedad referente a los valores de la justicia, la 21
  • 22. fraternidad, la solidaridad, la libertad -valores propios de la convivencia democrática- es el modo como nos vemos a nosotros mismos y a los otros. La tentación de vernos superiores a los otros es frecuente. En otros casos, sentimos esa mirada “desde arriba” de aquellos que se consideran superiores a nosotros. Y allí experimentamos la humillación, el desprecio, la injusticia. Esta actitud la hallamos, a veces, de persona a persona; otras veces es de una sociedad a otra, de un pueblo otro, o entre miembros de una misma sociedad en un territorio, empero separada por fronteras de prejuicios casi insalvables. El uso de ciertos términos, chistes, imágenes, preferencias manifiestan esas diferencias, que muchas veces llegan a la intolerancia. La premisa de estos males parte del desconocimiento del otro como igual a mí. Y el desconocimiento genera el miedo, el miedo genera la violencia, muerte, desplazamientos y exilio. Ese desconocimiento, en muchos paraguayos proviene de una identidad mal entendida, una identidad mal construida sobre el etnocentrismo, el creernos superiores a los demás, aunque en otros casos, nos vemos inferiores respecto a ciertos extranjeros. En nuestro país, uno de los sectores que más sufren el desprecio, burla, indiferencia, son los grupos indígenas. Son exiliados en su propia tierra ancestral. A pesar de los esfuerzos de la Iglesia y de algunas organizaciones civiles de asegurarles un pedazo de tierra, muchos siguen siendo parias en su propio tekoha. Y aun así, tanto se ha expoliado sus bosques de vida, que ya no pueden tener esa vida de selva, esa selva en donde crearon su cultura, su palabra y su buena vida. Pero no son los únicos de diferente cultura con quienes compartimos este generoso suelo. En el Paraguay convivimos personas y comunidades con diferentes culturas, pero apenas nos conocemos. Más bien, nos creamos ideas, construimos un imaginario, estereotipos diferentes a lo que realmente es la otra persona o comunidad. Desde nuestra fe cristiana tenemos una propuesta que puede ayudarnos a la comprensión entre las culturas y construir un Paraguay pluricultural, en convivencia armónica y colaborativa. El primer dato a tener en cuenta es que Dios mismo, a quien le honramos en toda su majestad, se ha dignado, a pesar de ello, a poner su casa entre nosotros, con la Encarnación en Jesucristo, “quien siendo de condición divina, no reclamó para sí ese privilegio, sino que se despojo de sí mismo, tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Filp 2,6-7). Como Verbo encarnado, es la primera lección de humildad y de igualdad para el hombre. Es más, él se identifica con otros seres humanos, de tal manera que reconocer a los otros es también reconocerlo a él (“En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo”. Mt 25,45). Esto es coherente con el relato de la creación, pues reconociendo a Dios como nuestro creador, podemos fácilmente reconocer al otro como hermano, igual a nosotros. Los padres conciliares se preguntaban: “¿Qué debe hacerse para que la intensificación de las relaciones entre las culturas, que debería llevar a un verdadero y fructuoso diálogo entre los diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las comunidades, no eche por tierra la sabiduría de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio de los pueblos?” (GS, 56). El mismo Concilio responde que Dios habló según los tipos de cultura propios de cada época, adaptándose al lenguaje de cada una, pero sin estar “ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente” (GS, 58). Es cierto que no siempre la obra misionera de la Iglesia ha cumplido con esta indicación y ha 22
  • 23. confundido el mensaje del Evangelio con la cultura de los misioneros. Hoy, sin embargo, como discípulos misioneros debemos ser conscientes de esto. El Papa Francisco nos ofrece una recomendaciones muy prácticas para convivencia entre diferentes culturas: primero, las tentaciones que hay que evitar: i) Primera, el engañoso del relativismo, que oculta la verdad y nos lleva a la confusión y desesperación ii) Segundo, evitar la superficialidad: la tendencia a entretenernos con las últimas modas, artilugios y distracciones, en lugar de dedicarnos a las cosas que realmente son importantes (cf. Flp 1,10); iii) La tercera tentación, es la aparente seguridad que se esconde tras las respuestas fáciles, frases hechas, normas y reglamentos. En cambio, lo que el Papa Francisco nos recomienda para convivir con nuestros hermanos indígenas y demás habitantes de nuestra sociedad es: a) primero, cultivar nuestra propia identidad, pues “no podemos comprometernos propiamente a un diálogo si no tenemos clara nuestra identidad”. No se le puede pedir a nadie que disuelva los fundamentos de su identidad para poder dialogar, pues sólo a partir de lo que son pueden formar el nosotros de una sociedad; b) segundo, tener empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro, “Se trata de escuchar no sólo las palabras que pronuncia el otro, sino también la comunicación no verbal de sus experiencias, de sus esperanzas, de sus aspiraciones, de sus dificultades y de lo que realmente le importa”; c) tercero, tener la mente y el corazón abierto a aquellos con quienes hablamos, “sin miedo: el miedo es enemigo de estas aperturas”. Para esto necesitamos un auténtico espíritu “contemplativo” ; d) Por último, al fin y al cabo, no nos equivocaremos si sencillamente vivimos una vida irreprensible. Entonces, como discípulos misioneros no necesitaremos hacer proselitismo religioso, sino que nuestra vida sea una invitación permanente que entusiasme a otros a vivir según la fe que profesamos (Cf. Discurso del Papa Francisco en su visita al Santuario de los Mártires de Haemi, Corea del Sur, 2014). Los jóvenes, sobre todo, naturalmente abiertos a acoger a los demás, a conversar abiertamente, a preguntar sobre las costumbres y hábitos de los demás, están llamados a liderar este diálogo intercultural, a ayudar al mundo de los adultos -muchas veces cerrados en sus preconceptos- a mostrar con gestos comunes de acción que es posible trabajar juntos, respetando nuestras diferencias y valorando los atributos que cada grupos cultural tiene para enriquecer la vida de la sociedad paraguaya. Que el Señor nos ayude a abrir nuestros corazones y mentes para acoger con humildad y servicio a nuestros hermanos que viven una cultura diferente a la nuestra. Citas de textos del Magisterio: Extractos del Discurso del Papa Francisco en su visita al Santuario de los Mártires de Haemi, Corea del Sur, 2014 “...al emprender el camino del diálogo con personas y culturas, ¿cuál debe ser nuestro punto de partida y nuestro punto de referencia fundamental para llegar a nuestra meta? Ciertamente, ha de ser el de nuestra propia identidad, nuestra identidad de cristianos. No podemos comprometernos propiamente a un diálogo si no tenemos clara nuestra identidad.” 23
  • 24. “Y, por otra parte, no puede haber diálogo auténtico si no somos capaces de tener la mente y el corazón abiertos a aquellos con quienes hablamos, con empatía y sincera acogida (…) Sin miedo: el miedo es enemigo de estas aperturas” (ídem). “siempre estamos tentados por el espíritu del mundo, que se manifiesta de diversos modos. Quisiera señalar tres. El primero es el deslumbramiento engañoso del relativismo, que oculta el esplendor de la verdad y, removiendo la tierra bajo nuestros pies, nos lleva a las arenas movedizas de la confusión y la desesperación. Un segundo (...) es la superficialidad: la tendencia a entretenernos con las últimas modas, artilugios y distracciones, en lugar de dedicarnos a las cosas que realmente son importantes (cf. Flp 1,10). Hay una tercera tentación: la aparente seguridad que se esconde tras las respuestas fáciles, frases hechas, normas y reglamentos. “...empatía. Se trata de escuchar no sólo las palabras que pronuncian el otro, sino también la comunicación no verbal de sus experiencias, de sus esperanzas, de sus aspiraciones, de sus dificultades y de lo que realmente le importa. Esta empatía debe ser fruto de nuestro discernimiento espiritual y de nuestra experiencia personal, que nos hacen ver a los otros como hermanos y hermanas, y “escuchar”, en sus palabras y sus obras, y más allá de ellas, lo que sus corazones quieren decir. En este sentido, el diálogo requiere por nuestra parte un auténtico espíritu “contemplativo”: espíritu contemplativo de apertura y acogida del otro. No puedo dialogar si estoy cerrado al otro. ¿Cuál fue el primer mandamiento de Dios Padre a nuestro padre Abrahán? “Camina en mi presencia y sé irreprensible”. Y así, con mi identidad y con mi empatía, apertura, camino con el otro. No busco que se pase a mi bando, no hago proselitismo. “Pero estos cristianos no vienen como conquistadores, no vienen a quitarnos nuestra identidad: nos traen la suya, pero quieren caminar con nosotros”. Y el Señor realizará la gracia: alguna vez moverá los corazones, alguno pedirá el bautismo, otras veces no. Pero siempre caminamos juntos. Éste es el núcleo del diálogo. Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral “Gaudium et spes” sobre la Iglesia en el mundo actual, 1965 ¿Qué debe hacerse para que la intensificación de las relaciones entre las culturas, que debería llevar a un verdadero y fructuoso diálogo entre los diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las comunidades, no eche por tierra la sabiduría de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio de los pueblos? (GS, 56) Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena manifestación de sí mismo en el Hijo encarnado, habló según los tipos de cultura propios de cada época. De igual manera, la Iglesia, al vivir durante el transcurso de la historia en variedad de circunstancias, ha empleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir y explicar el mensaje de Cristo en su predicación a todas las gentes, para investigarlo y comprenderlo con mayor profundidad, para expresarlo mejor en la celebración litúrgica y en la vida de la multiforme comunidad de los fieles. Pero al mismo tiempo, la Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas y regiones, no está ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente. Fiel a su propia tradición y consciente a la vez de la universalidad de su misión, puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura; comunión que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y las diferentes culturas. (GS, 58). 24
  • 25. A la autoridad pública compete no el determinar el carácter propio de cada cultura, sino el fomentar las condiciones y los medios para promover la vida cultural entre todos aun dentro de las minorías de alguna nación. (GS, 59) es preciso, por lo mismo, procurar a todos una cantidad suficiente de bienes culturales, principalmente de los que constituyen la llamada cultura "básica", a fin de evitar que un gran número de hombres se vea impedido, por su ignorancia y por su falta de iniciativa, de prestar su cooperación auténticamente humana al bien común. Se debe tender a que quienes están bien dotados intelectualmente tengan la posibilidad de llegar a los estudios superiores; y ello de tal forma que, en la medida de lo posible, puedan desempeñar en la sociedad las funciones, tareas y servicios que correspondan a su aptitud natural y a la competencia adquirida. Así podrán todos los hombres y todos los grupos sociales de cada pueblo alcanzar el pleno desarrollo de su vida cultural de acuerdo con sus cualidades y sus propias tradiciones. Es preciso, además, hacer todo lo posible para que cada cual adquiera conciencia del derecho que tiene a la cultura y del deber que sobre él pesa de cultivarse a sí mismo y de ayudar a los demás. (GS,69). Tema Nº8: Los jóvenes llamados a preservar la tierra y garantizar su fertilidad para las generaciones futuras. Lema: “Gracias campesino, tu aporte es imprescindible para toda la humanidad. Como persona, hijo de Dios, mereces una vida digna”, (El vídeo del Papa, 2016 año de la misericordia). Citas bíblicas: Éx 3,1-12; o bien, 1Re 21, 1-16; Sal 85(84); Mt 13,31-35 o bien, Lc, 12,22-31 Obs.: El tema del día estaría enfocado en la realidad campesina del país, sobre todo a los pequeños agricultores del cual habla el Papa Francisco. Se podría hacer un eco especial de la problemática y el cuidado de la tierra y el medio ambiente, que hacen referencia a los principales desafíos que se presentan a los campesinos en la actualidad. I. RITOS INICIALES 1. Monición de entrada Comenzamos el octavo día del Novenario a la Madre de todos los paraguayos, la Virgen de Caacupé. Recordamos hoy en especial la encíclica “Laudato Si”, de nuestro papa Francisco, donde nos deja un claro mensaje de cuidado para el medio ambiente. Este suelo, este aire, que necesitamos para la vida, y que no sabemos cuidar, ni proteger de intereses mezquinos. Que nos dejamos engañar fácilmente por corporaciones internacionales que nos ofrecen grandes ganancias, pero al final, nos dejan suciedad, pobreza y enfermedades. Corremos tras riquezas vanas, que no sólo nos perjudican nuestra salud, sino que perjudican el entorno en que vivimos, y crea un circulo viciosos de enfermedad, pobreza, injusticas sociales, deterioro del ambiente, y más pobreza, y más enfermedad. Pidamos juntos al Padre y a nuestra Madre María, que nos ayude a cuidar nuestra casa grande, que seamos buenos administradores de sus recursos, que a todos nos alcance sus frutos, y que todos colaboremos a reparar lo destruido. Hoy presentamos a Dios, nuestra riqueza, nuestra maravillosa tierra guaraní. 25
  • 26. 2. Acto penitencial  Tú que nos encomendaste el cuidado de la Tierra: Señor ten piedad.  Tú que haces fecundo nuestro trabajo: Cristo ten piedad.  Tú que unes con lazos de amor a todas las generaciones: Señor ten piedad. II. LITURGIA DE LA PALABRA Monición a las lecturas: Éx 3,1-12; o bien, 1Re 21, 1-16; Sal 85(84); Mt 13,31-35, o bien Lc, 12,22-31. Dios escoge a uno para salvar a su pueblo del tirano. Nos muestra que siempre escucha nuestros ruegos. Jesús usa palabras sencillas para explicarnos las cosas. Y también enaltece las tareas de la gente sencilla con sus parábolas. III. ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS - Pedimos Señor, por la Iglesia, fiel custodia de tu creación, que sepa siempre ser profeta que denuncie los males que en nombre del progreso se hace a nuestro ambiente. - Pedimos Señor, por nuestras autoridades, que velen por el bienestar de su comunidad y no se dejen convencer por extraños en negocios que solo benefician a los poderosos y perjudican a los menos favorecidos. - Pedimos Señor, por cada uno de nosotros, para que seamos sembradores de esperanza, de bienestar, de salud, y no lastimemos más la tierra que nos diste. - Pedimos Señor, por los trabajadores de la tierra, que sean escuchados en sus reclamos justos, que sean beneficiados con precios justos, y que no sean explotados, ni expulsados de sus hogares y lugares de trabajo. - Pedimos Señor, por los jóvenes campesinos, que no desistan de vivir de la tierra, que sepan arraigarse a ella, que la defiendan, y que ayuden a su conservación. - Pedimos Señor, por todos los jóvenes, que aprendan a cuidar del medio ambiente, que sepan valorar al agua, los recursos naturales, la riqueza que existe todavía en nuestro país, y que puedan conservarla para próximas generaciones. - Pedimos Señor, que sigan propagándose entre los jóvenes la “moda” de cuidar los recursos, la “moda” de reciclar, para poder reusar, y desechar menos. IV. COMUNIÓN Jesús, que caminó por esta tierra, comió sus frutos, espera de nosotros, ese mismo trato a la creación. V. FINAL La tierra que pisamos es sagrada, así nos dice Dios. Está en nosotros cuidarla, respetarla, y conservarla. De nosotros depende que otras generaciones puedan disfrutarla. Está en nuestras manos, y no en la de otros, en las nuestras, en cada uno de los presentes, ser profeta, anunciar y denunciar, no callarnos ante el progreso que mata, devasta, y enferma. Nuestra Madre María será nuestra fiel compañera en la lucha por el medio ambiente, ella que siempre se nos aparece en medio de árboles, agua, montañas, flores, es Madre, de la naturaleza también. La Palabra Za 13,5: “Sino que dirán cada uno: « ¡Yo no soy profeta; soy un campesino, pues la tierra es mi ocupación desde mi juventud!»”. En el relato de la creación del libro del Génesis, hemos escuchado que Dios había preparado “la casa” -el mundo- para recibir dignamente a la estrella principal de la creación: el ser humano. Todo estaba allí: la tierra, el agua, la vegetación y los animales; todo para que el hombre viva con 26
  • 27. holgura y produzca el alimento para sí y la de sus hijos. Y allí mismo Dios les da la primera lección de economía: la materia prima, el poder para transformarla, dominar y administrarla sabiamente para que alcance para todos. Algo bastante lógico, si lo pensamos bien, pues compartimos una casa común y en ella, los bienes son para el disfrute de todos y para cada uno. Así, lo primero que aprendieron los seres humanos es que los frutos vienen de la tierra, que no vienen a la mesa por generación espontánea, sino que había que ir a cazarlos y sembrarlos para que puedan servirle de alimento. Y lo fantástico es que este esfuerzo se hace más liviano y abundante cuando lo hacen cooperando entre todos. Pero con el origen de mal, el maligno se mete entre los hombres para sembrar la discordia y hacer que todo sea más difícil, mezquino y comience a darse las odiosas diferencias en el uso y aprovechamiento de los bienes. Se metió la cizaña en medio del trigo bueno. Y se hizo más difícil el compartir. El egoísmo hizo presa de los hombres y algunos pronto aprendieron a engañar, ilusionar, reprimir y establecer una falsa división de clases entre los seres humanos, con el afán de acaparar todo e introducir esa inhumana realidad: la injusticia. Pero no contentos con acaparar, usaron su poder para rapiñar la tierra más allá de todo límite razonable, “haciendo un uso desproporcionado de los recursos naturales” (LS, 51), más allá de su propia capacidad de recuperarse y la convirtieron en páramos estériles, aguas poluidas y el aire miserable. Para rapiñar, hasta sacarle el “último jugo” tuvieron que quemar, hacer humo y lanzar en el agua, la tierra y el aire los desperdicios, las sobras, los negros hollines que empezaban a envenenarlo todo. Y la tierra se enfermó, se recalentó de fiebre, hirvió los mares, los peces transpiraron y los hombres buscaron las sombras y las tierras altas, porque el vapor había subido demasiado, se precipitó un día y llenó las calles de agua tormentosa, se filtró en los techos e inundó las casas de los pobres que ya no tenían donde ir. Esta “crisis es una consecuencia dramática de la actividad descontrolada del ser humano y corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación” (LS, 4). ¡Qué lejos nos hemos quedado del mandato divino de administrar sabiamente lo que gratis se nos dio! Y para expoliar más tranquilamente, se inventó el “sagrado sacramento” de la propiedad privada como sinónimo de hacer lo que uno quiera, como si fuera el único habitante de la tierra, como si algunas personas no tuvieran vecinos con barrigas hambrientas, con sus plantíos y pieles quemados por los químicos regados. A estas personas habría que recitarles de nuevo el catecismo del cap. 1 del Gn y aquella brillante expresión del Papa Juan Pablo II que resumió la doctrina que nunca cambiaría en la Iglesia: que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social. Que la propiedad está supeditada a la dimensión social del hombre. Esto es, el árbol que hoy derribas, el veneno que hoy lanzas al suelo y al agua, contaminantes destructivos que terminarán metiéndose en los huesos de todos, y no hará falta que sean tus vecinos. Muchos jóvenes se ven obligados a abandonar la tierra de sus padres: a causa de que ya no alcanza para todos, o porque sus frutos ya no rinden lo suficiente para llevar una vida digna y formar una familia. Prefieren, en muchos casos, migrar a las ciudades e integrar los cinturones de pobreza, o meterse en alguna universidad que cabe en un salón comercial y comprar un título inútil por monedas y fotocopias. Pero en medio de este mar de indiferencias se alzó un profeta que en vez de decir: «¡Yo no soy profeta; soy un campesino, pues la tierra es mi ocupación desde mi juventud!» (Zac 13,5), dijo: “Tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto...parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones”...“Parecen advertirse síntomas de un punto de quiebre” (Papa Francisco, Laudato Si, 61). Y a su voz se sumaron y se sumarán miles de voces jóvenes, que desde la tierra roja, los montes verdes y los sembrados dorados gritarán ¡basta! ¡Basta de envenenar la tierra, las aguas y el aire. ¡Porque esta es nuestra herencia, la de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos! Sugerencia: Tal vez se pueda hacer alguna mención de alguna carta o documento elaborado por la CEP con relación al cuidado de la tierra. 27