El perrito Harry no le gustaba bañarse y enterró el cepillo de bañar en el jardín para evitarlo. Más tarde se ensució mucho jugando en la arena, cerca de trenes y en tuberías sucias, llegando a meterse en un camión de carbón. Cuando regresó a casa ya no parecía un perro blanco y negro sino completamente negro. Triste, Harry recordó dónde había enterrado el cepillo de bañar, lo buscó y se metió en la bañera para que los niños lo limpiaran con agua y