Hiroko Hatakeyama era una víctima del ataque nuclear de Hiroshima que ocultó durante mucho tiempo los efectos que sufrió por vergüenza a ser rechazada. Más tarde, los problemas de salud que desarrolló y los graves defectos de nacimiento que sufrieron sus nietos revelaron la verdad. El día de la bomba, se encontraba en la escuela primaria y su casa se llenó de heridos quemados que pedían agua. Su hermano llegó tres días después con quemaduras graves y murió en brazos de su madre.