El Carnaval de Venecia se originó en el siglo XIII cuando se declaró festividad pública, alcanzando su máximo apogeo en el siglo XVIII cuando la nobleza europea acudía a disfrutar del anonimato que proporcionaban las máscaras. Durante el Carnaval, todo estaba permitido y se alentaba el exceso, sirviendo también para dar a las clases humildes la ilusión de igualdad. Sin embargo, con el declive de Venecia en el siglo XVIII, la festividad fue prohibida y no se recuperó hasta
1. LOS ORÍGENES DEL CARNAVAL DE VENECIA
El documento más antiguo referente al uso de máscaras en Venecia data del 2
de mayo de 1268. Sin embargo, no fue hasta inicios del siglo XIII cuando se
declaró al Carnaval como festividad pública, alcanzando su época de máximo
apogeo en el siglo XVIII. En aquella época acudían aristócratas provenientes
de todas partes y no era raro que los príncipes y nobles europeos se escaparan
a Venecia para divertirse y disfrutar del anonimato proporcionado por las
máscaras.
Las máscaras venecianas tradicionales estaban elaboradas con papel-maché,
predominando los colores blancos, plateados y dorados. Asimismo, estaban
decoradas con lazos, telas, piel o gemas, y su demanda no hacía más que
crecer, lo que dio origen a la figura del hacedor de máscaras, artesanos que
eran muy respetados en la ciudad.
El Carnaval era la época del año en la que todo estaba permitido. Ocultos bajo
el anonimato de las máscaras, las clases nobles (y no tan nobles) daban salida
a sus más bajos instintos. El inicio del Carnaval Veneciano lo marcaba el día de
Santo Stefano (26 de diciembre), día a partir del cual estaba permitido llevar
máscaras, durando esta permisión hasta el miércoles de ceniza.
Sin embargo, en la época de mayor apogeo, las fiestas llegaban a prolongarse
durante cuatro meses e incluso seis meses, con los venecianos portando
máscaras hasta bien entrado el mes de junio. Más adelante llegó a permitirse
también el uso de máscaras entre el 5 de octubre y el 16 de diciembre,
convirtiendo a Venecia en la ciudad del carnaval perpetuo.
RELAJO MORAL
El objetivo de los Carnavales era dar salida a las pulsiones y deseos
corporales, estimulando a los ciudadanos al exceso durante un período
determinado de tiempo. Venecia era una sociedad muy oligárquica, y el
carnaval servía para dar a las clases humildes la ilusión de ser iguales a los
poderosos, cubriendo ambos su rostro con una máscara. No obstante, como ya
hemos comentado, también permitía a los poderosos liberarse de las ataduras
morales propias de su clase.
También era la época del año en la que estaba permitido el juego de azar, que
tenía como punto neurálgico el Ridotto de S. Moisé, una casa de juegos dirigida
por el Estado, que se convirtió en un río de ducados desde los bolsillos de los
ciudadanos hacia las arcas del Estado.
Durante el carnaval, existían una serie de disfraces tradicionales, muchos de
los cuales han perdurado hasta nuestros días. Entre ellos se encontraban los
personajes clásicos de la comedia del arte, como Arlequín o Polichinela.
2. Pero sin duda, el disfraz más terrible era el del médico de la peste,
caracterizado por su máscara con una larga nariz. Este era el disfraz utilizado
por los doctores que acudían a diagnosticar los casos de Peste Negra,
epidemia que asoló la ciudad en repetidas ocasiones.
El disfraz tenía una función práctica, ya que en el interior de la larga nariz se
colocaban hierbas aromáticas. Los galenos de la época estaban convencidos
de que la enfermedad se transmitía a través del mal olor, razón por la cual
intentaban protegerse mediante el uso de estas fragancias.
Sin embargo, con el cada vez mayor auge y desenfreno de la fiesta,
empezaron a promulgarse decreto que frenaran un poco los actos de los
venecianos. Por ejemplo, uno de los decretos, fechado el 22 de febrero de
1339, prohibía a los enmascarados caminar por la ciudad durante la noche.
Pero para entender hasta donde llegaba el libertinaje reinante en la época,
conviene mencionar un decreto del 24 de enero de 1458, que prohibía a los
hombres la entrada en conventos disfrazados como mujeres para
cometer multas inhonestates. Ya os podéis imaginar las intenciones de los
enmascarados, que en el desenfreno del carnaval no se detenían ante nada.
DECADENCIA Y DESAPARICIÓN
La festividad del Carnaval comenzó a perder fuelle con la decadencia de la
ciudad y la pérdida de poder de sus ciudadanos. Hacia el siglo XVIII,
la Serenísima República de Venecia no era más que una pálida sombra de lo
que llegó a ser.
La república desapareció finalmente en 1797, conquistada por Napoléon
Bonaparte. Su territorio fue repartido entre Francia y Austria, y la fiesta del
Carnaval derogada. Aunque los sucesivos gobiernos la permitieron
puntualmente, nunca tuvo la fuerza de antaño. Finalmente, la fiesta fue
prohibida de forma definitiva en el siglo XX por el gobierno fascista de
Mussolini.
La festividad permanecería semienterrada hasta 1979, época en que fue
restablecido de nuevo de forma oficial, con la apertura de nuevas tiendas de
máscaras.
Desde entonces, cada año es mayor el número de turistas de todo el mundo
que se acercan a Venecia en estas fechas. Esto provoca en muchos casos la
huida masiva de los habitantes de la ciudad, que parten en busca de destinos
más tranquilos.
El Carnaval ha recuperado parte de su esplendor, convirtiéndose en un enorme
atractivo turístico para la ciudad, pero sin la libertad y desenfreno de antaño.