La ingeniería romana se caracterizó por utilizar principios simples y el trabajo de esclavos para producir extensas mejoras prácticas. Aunque los ingenieros romanos fueron los mejores de la antigüedad, sus contribuciones a la ciencia fueron limitadas. Construyeron acueductos, carreteras, puentes y edificios públicos que mejoraron la civilización, siguiendo modelos de los griegos, egipcios y mesopotámicos.