El poema describe cómo el yo lírico se siente a veces como una colina o montaña cubierta, otras veces como un acantilado o en un cielo lejano. También se siente como un manantial entre rocas o un árbol con las últimas hojas. Hoy se siente como un embarcadero sin embarcaciones, una laguna verde, inmóvil y paciente, confiando en que alguien se acerque y se mire a sí mismo al mirarla.