La basura tecnológica contiene componentes peligrosos como plomo, arsénico y trióxido de antimonio que ponen en riesgo la salud y el ambiente cuando los dispositivos electrónicos son desechados en la basura regular. En Argentina no existen políticas de recolección diferenciada para reciclar los 32 millones de celulares y otros desechos electrónicos, a pesar de los riesgos que plantean para la salud pública.