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GASTRONOMIA
LA DULCE VIDA CONTEMPLATIVA: 3 DULCES DE CONVENTOS ESPAÑOLES QUE TIENES
QUE PROBAR
Repostería artesanal para alegrar el alma y el cuerpo
DANIEL R. ESPARZA7 ENERO, 2016
Recorrer monasterios
y visitar conventos
en la Península
Ibérica no es sólo
asunto de almas
devotas, o de
profesionales de la
hagiografía. Hay
también razones un
tanto más sencillas
para frecuentar los
conventos de las
Carmelitas o las
Clarisas, a lo largo y
ancho de España.
Aquí, compartimos
contigo tres razones
para emprender
camino, en tres
lugares distintos que
te aseguramos satisfarán no sólo tu espíritu, sino ese antojo de dulce que de cuando en cuando toca a tu
puerta.
Yemas de Ávila (Monasterio de Santa Teresa de Ávila; Castilla y León):
El Monasterio de
Santa Teresa de
Jesús, si bien es
conocido
principalmente por
haber sido
construido
supuestamente
sobre la casa natal
de la santa, no sólo
alberga entre sus
paredes la historia
de la fundadora del
Carmelo Descalzo.
Las famosas yemas
de Ávila son
hechas
básicamente con la
yema del huevo,
batida en ollas de
cobre, mientras
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que, en una olla separada, se cuecen jugo de limón, canela y azúcar que luego se mezclan con las yemas. Si
no son un éxtasis místico, se le parecen bastante.
Dulces de La Concepción (Antiguo Convento de Santa Clara, Alcázar de San Juan, Castilla-La
Mancha):
Ubicada al noreste de la provincia de Ciudad Real, San Juan de Alcázar fue el hogar durante siglos del
Convento de Santa Clara, un edificio de sobrio estilo renacentista que, hasta bien entrado el siglo XIX, fue el
hogar de las monjas clarisas de la región.
Hoy día, el antiguo convento es un hotel-restaurante que es también epicentro de la vida cultural de la
ciudad, y en el que se conserva la receta de los famosos “dulces de La Concepción”, unas figurillas de
mazapán que durante siglos han sido la alegría de los paladares de los alcazareños lo mismo de quien va sólo
de visita.
Las Yemas de San Leandro (Monasterio de San Leandro, Sevilla, Andalucía):
Empecemos por decir que
las yemas de San Leandro
no se consiguen en
ninguna otra parte. Si las
quiere, tendrá que ir al
monasterio de las
hermanas agustinas, cerca
de la Plaza de San
Ildefonso, tocar la puerta,
esperar en el torno y hacer
su compra.
A diferencia de otros
dulces, que se han
popularizado al punto de
conseguirse casi en
cualquier parte, las yemas
de San Leandro sólo
pueden comprarse en el
monasterio.
Al comparar las recetas, la
única diferencia que parece
haber entre estas y las de
Ávila es la canela, pero los
entendidos aseguran que la
consistencia de las yemas de
las agustinas es la de una
nube. Con un ángel sentado
en ella.