2. LA MUSICA CRIOLLA
• La cultura musical criolla se inicia con la
llegada de los españoles y
los esclavos africanos que fueron traídos
por ellos. La cultura musical criolla
en Lima construye de manera constante
una identidad propia, transformando los
géneros musicales y patrones estéticos
importados.
4. LA ZAMACUECA
• La zamacueca es un antiguo
estilo musical y baile del Perú,
que fue madre de la Cueca,
la Zamba, y la Marinera. Sus
más antiguas representaciones
provienen de los
siglos XVI y XVII en donde esta
forma mestiza musical
comienza a destacar entre los
barrios de clase media, baja de
los del Rímac y las fiestas de
los Barrios Altos, los barrios
del Callao y los bares ubicados
entre los puentes, callejones y
balcones limeños.
5. LA MARINERA LIMEÑA
• La marinera es
un baile de pareja suelto, el más
conocido de la costa de Perú. Se
caracteriza por el uso de pañuelos. Es
un baile muestra
del mestizaje hispano-amerindio-africano,
entre otros. El nombre se
debe a Abelardo Gamarra Rondó, El
Tunante, quien en 1879 rebautizó al
baile, conocido hasta entonces como
«chilena», con el nuevo nombre de
«marinera». El año 2012 el congreso
de la república peruana declaró
celebrar el Día de la Marinera el 7 de
octubre, día de nacimiento de Augusto
Áscuez Villanueva, uno de sus
principales intérpretes
6. EL TONDERO
• El tondero es una danza y
género musical de origen
peruano específicamente
norteño, creación oriunda de
la provincia de Morropón en el
Departamento de Piura, y
derivada indiscutiblemente de
música gitana traída por
migrantes desde el sur de
España y el este de Europa.
7. EL FESTEJO
• El festejo es
la danza representativa del
negro criollo en la
costa peruana. Los
instrumentos musicales para
esta danza debieron ser
originalmente tambores de
cuero, el que luego se
reemplazaron con el cajón y
la maraca por
la quijada de burro,
agregándole guitarra acústica y
canto.
8. EL ALCATRAZ
• Este baile está llamado como el rey
del tondero rey de afroperuano. Debe
su nombre a un atuendo de plumas de
alcatraz que la mujer llevaba atado a
la espalda, al nivel de la cintura; en
éste sobresale una larga pluma a la
cual debía el hombre ponerle fuego
con una vela encendida, pero sin que
ninguno de los bailarines perdiese el
ritmo. La destreza con que la mujer
ejecutaba los movimientos hace casi
imposible que el hombre lograra su
propósito.