Invito a "mirar al futuro" cuando ya se vislumbra el tercer milenio de la era cristiana, cargado de incógnitas pero también de promesas. Incógnitas y promesas que interpelan nuestra imaginación y creatividad , a la vez que estimulan nuestra responsabilidad como discípulos del único maestro, Cristo, con miras a indicar el camino, a proclamar la verdad y a comunicar la vida que es Él mismo.