En una ocasión un senador romano propuso que los esclavos llevaran brazaletes blancos, porque según él, éstos se habían hecho tan ubicuos que ya no había manera de distinguirlos de la ciudadanía. Su idea fue rechazada por el Senado, con la razón de que “si los esclavos supieran cuán elevado es su número podrían acabar con nosotros“.