La revolución del conocimiento se refiere a trascender los límites del conocimiento analítico e ir más allá de la percepción a través de los sentidos físicos hacia un conocimiento más directo e intuitivo. Aunque nuestros primeros pasos hacia este conocimiento directo serán vacilantes, la historia muestra que grandes descubrimientos han surgido sin la intervención del intelecto. La práctica meditativa puede entrenar nuestra capacidad de conocimiento más allá del análisis puro y facilitar una respuesta creativa a los asuntos de la vida
ensayo literario rios profundos jose maria ARGUEDAS
La revolucion del conocimiento
1. La Revolucion del Conocimiento
La humanidad ha hecho grandes progresos que facilitan
actualmente la vida física, sin embargo podemos decir que
vivimos en la infancia temprana de nuestras posibilidades
emocionales, intelectuales y espirituales. Para avanzar en
estas tres direcciones más raramente exploradas y
desarrolladas se nos hace preciso afinar los instrumentos
de contacto con el mundo y abrirnos a nuevas formas
de conocer. La visión de la realidad está fundamentada en
la información sensorial que recibimos a través de los sentidos físicos, y hay otras
posibilidades que pueden revolucionar nuestra mentalidad relacionadas con la exploración
del mundo a través de los sentidos internos. Tenemos la posibilidad de traspasar los límites
del conocimiento analítico y ser partícipes de una revolución que lleva años iniciada pero no
culminada, la revolución del conocimiento.
¿Qué significa la revolución del conocimiento?
Desde hace miles de años la mente humana como instrumento que nos permite percibir el
mundo funciona fundamentalmente mediante un mecanismo de analogía o comparativa que
establece una memoria experiencial como base del conocimiento de las cosas. Este
mecanismo ha permitido el avance desde el animal al humano, y en consecuencia está tan
íntimamente instalado en nuestra forma de contacto mental con la realidad que nos cuesta
concebir alguna otra forma de relación con los objetos, hasta el punto de negar la posibilidad
de un contacto directo con la verdad de las cosas y relegando esta opción a una “experiencia
paranormal” no justificable ni verificable por medio alguno. Esta negación nos condena a un
conocimiento menor, y sobre todo aborta las posibilidades de que la vía intuitiva sea
desarrollada sin riesgo de hacerse esclava de una manipuladora emocionalidad partidista de
nuestros intereses personales. La revolución del conocimiento nos abre la posibilidad a un
tránsito desde una forma de contacto con los objetos indirecto a uno directo.
Aunque nuestra propia ignorancia y temor nos lleven a permanecer paralizados ante una
puerta abierta de desarrollo a una capacidad mental al intelecto, la historia testimonia que
grandes descubrimientos e inspiraciones muy valiosas para el progreso humano han sido
2. alcanzados sin intervención del intelecto razonativo y sin necesidad de una experiencia
anterior que las sostuviese. Es más, si el desarrollo de la humanidad se hubiese limitado a
los datos de la experiencia pasada, no habríamos traspasado la Edad de Piedra.
Lamentablemente la vitoreada libertad de pensamiento de Occidente no está siendo
aprovechada en todo su potencial, no solo por la gran masa sino incluso por la
élite intelectual que en los medios de percepción del mundo sigue siendo conservadora, y por
tanto nos encontramos con dificultades para realizar progresos evidentes en el conocimiento
del mundo.
Por supuesto que tenemos que asumir que nuestros primeros y balbuceantes pasos en la
dirección de un conocimiento directo o intuitivo son vacilantes, pero esta no ha de ser una
razón para atemorizarnos ni desalentarnos, hay testimonios previos que podemos recoger y
seguir sin perjuicio de nuestra propia revisión experiencial.
Aunque las personas más intelectuales se vanaglorian de haber trascendido las esclavitudes
del dogma de la religión, desde aquí les invito a que reflexionen si no han sido atrapados en
el dogma de la ciencia o de la filosofía, la una expresándose en su visión utilitaria de la
naturaleza para fines económicos humanos y la otra fiel servidora del intelecto razonador.
Invito también a que reflexionemos si construimos nuestra vida según fórmulas que se
corresponden con nuestro propio sentido de la realidad o si estamos atrapados en
construcciones ajenas de la realidad. Con frecuencia cogemos el pez y se nos olvida que
sería preferible tener la caña.
El campo de nuestro conocimiento puede ser entrenado mucho más allá del puro análisis y
mucho más allá de la realidad material medible instrumentalmente por medios físicos, todo lo
que necesitamos es explorar pacientemente esta posibilidad que está presente en los
orígenes de la práctica meditativa. Aunque en Occidente hemos adoptado la meditación
oriental como una forma de calmar nuestra agitada mente dándole un significado puramente
utilitario y puntual, el entrenamiento meditativo está desarrollado en torno a la ampliación de
las capacidades de conocimiento sobre la vida y el mundo.
La experiencia obtenida mediante la práctica meditativa ha dado testimonio de que ciertas
formas de promover una pasividad intelectual, o lo que es lo mismo un cierto cese en el
3. hábito analítico reiterado, han facilitado una respuesta creativa a los asuntos mayores o
menores de la vida. Sin embargo, el misticismo puro e interesado en una única experiencia
del “vacío”, ha demostrado ser poco operativo en la realidad cotidiana del ser humano. Y es
que las líneas de investigación mística no está agotadas, y temporalmente ha habido una
separación entre la vida material y espiritual que las ha hecho parecer infértiles, y sin
embargo son un gran reto tanto para el científico como para el filósofo o para el hombre de
acción, el ejecutivo.
La revolución del conocimiento es la gran revolución que tenemos pendiente como especie.
El progreso en la vida material todavía afecta a una minoría de la humanidad, pero con
evidencia no puede ser seguro en su expansión si no se progresa en la vida
emocional, mental y espiritual. Realmente hay poca diferencia entre las estructuras
emocionales del hombre primitivo y las del hombre actual, lo cual está trayendo
consecuencias graves como el deterioro de los recursos materiales por falta de sensibilidad
para con los demás y con la naturaleza. Y pese al consumo de recursos se hace patente una
insatisfacción endémica que un mayor nivel tecnológico no soluciona y a la que la fórmula
básica de religión organizada e institucionalizada en todas sus variables no aporta una
salida.
Si podemos reconocernos en este escenario, opino que vale la pena que dediquemos parte
de nuestros recursos personales y temporales en el avance hacia un conocimiento más
íntimo y verdadero de las cosas. Para ello parece obvio que primero tendremos que
conquistar un estado emocional menos alterado y agitado que afecta a la percepción, esta
primera niebla tiene que ser despejada para que la verdad de nuestra vida pueda ser vivida
con responsabilidad y con una participación real de nosotros mismos. Cuando esa actitud
serena y de equilibrio haya sido conquistada en unos mínimos, estaremos listos para un
desarrollo en las propias formas del conocimiento que lleva siglos siendo augurado y que en
algún momento será dominante, el conocimiento por contacto directo o conocimiento intuitivo
verdadero.