La niña pobre salió a vender cerillas en la noche de Navidad para ganar dinero y comprar comida, ya que su madrastra la maltrataba. Encendió varias cerillas para calentarse los dedos congelados, y cada vez que lo hacía, veía ilusiones que la llevaban a un lugar cálido y feliz. La última cerilla le mostró a su amada abuela, quien la llevó con ella al cielo donde nunca más pasaría frío o hambre. Por la mañana, la niña fue encontrada muerta de frío, pero con una