Alexander Fleming descubrió accidentalmente la penicilina en 1928 mientras estudiaba las variaciones de color de bacterias expuestas a temperatura ambiente. Observó que un hongo había destruido parte de una colonia bacteriana. A partir de entonces, pudo curar muchas enfermedades bacterianas mediante los antibióticos, aunque las enfermedades virales no pueden curarse de la misma manera debido a que los virus residen dentro de las células.