Las recientes protestas en Turquía muestran la insatisfacción de los jóvenes con el gobierno autoritario de Erdogan y su intento de islamizar el país. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, rechazan las políticas restrictivas del partido de Erdogan y su uso excesivo de la fuerza policial. También expresan su deseo de vivir con más libertades en una Turquía laica y moderna, en línea con los ideales fundadores de Atatürk.
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Reflexión compartida de un grupo de mujeres en torno a la paz y la convivencia Josune Murgoitio
Las principales conclusiones de una reflexión compartida en un documento que desvela la perspectiva de la mujer en el denominado conflicto vasco en Euskadi.
Reflexión compartida de un grupo de mujeres en torno a la paz y la convivencia Josune Murgoitio
Las principales conclusiones de una reflexión compartida en un documento que desvela la perspectiva de la mujer en el denominado conflicto vasco en Euskadi.
Tras el nuevo escenario político escenificado en Euskadi, después de que la organización terrorista ETA anunciara su cese definitivo el pasado 20 de octubre de 2011, la reconciliación se construye a pasos pequeños. La crisis económica y las estrategias políticas de los partidos inciden en la solución definitiva del conflicto armado.
1. El estallido muestra la
insatisfacción de una
parte de la población,
en su mayor parte
joven, que rechaza a
Erdogan y a su partido
:: JOSUNE MURGOITIO
ESTAMBUL. El primer ministro de
Turquía, Erdogan, ha logrado un
acuerdo en precario –en espera de
que los tribunales se pronuncien so-
breelfuturoCentroCulturalAtatürk–
con representantes de los manifes-
tantes que, desde finales de mayo,
protestan en contra de las políticas
restrictivas del Partido de la Libertad
y Justicia que lidera, inspirado en un
islamismo moderado y de centrode-
recha. La protesta contra la demoli-
ción del parque Gezi en Estambul y
la destrucción implícita del Centro
Cultural Atatürk desencadenó un
contagio de manifestaciones masi-
vas en Esmirna,Ankara o Marmaris,
entre otras ciudades, como reacción
al uso de la fuerza excesiva por la Po-
licía.
El estallido social muestra la insa-
tisfacción de una parte de la pobla-
ción, en su mayor parte joven, que
rechaza a Erdogan y a su partido, con
mayoría en el Parlamento turco, por
ejercer «represión» e intentar «isla-
mizar» una Turquía constitucional-
mente laica.
DosideastensanTurquía
Elvisitantepercibemisticismoycon-
fluencia de culturas en Estambul.
Pero la candidata a los Juegos Olím-
picos2020ycompetidoradeMadrid,
es conocida enTurquía como «la ciu-
dad de la libertad». Taksim, epicen-
tro de las protestas, es el nuevo sím-
bolo de «quienes queremos la liber-
tad, la democracia y el respeto», afir-
maAsu, una joven de 30 años. El ba-
rrio donde se ha situado la acampa-
da tiene fama de vanguardista:
librerías de segunda mano, música
en directo, pintadas reivindicativas,
bares para tomar una cerveza, tien-
das comerciales (Zara, Mango…) y,
sobre todo, la libertad de besarse en
público. Las parejas gays pasean aga-
rradas de la mano y los transexuales
se sienten menos intimidados. Un
ambiente de apertura que contrasta
con la zona de Sultanahmet, al otro
lado del Bósforo, donde los monu-
mentos emblemáticos deleitan a los
turistas: La MezquitaAzul, Santa So-
fía y el Palacio Topkapi. Los cantos
del imán resuenan en las calles para-
lelas al Gran Bazar; no se observan
besos, es difícil beber una cerveza y
necesario restringir el uso de vesti-
mentas ligeras.
Al hilo de esa contracción entre
progreso y conservadurismo en la
propia Estambul, los turcos catego-
rizan las ciudades más modernas: Es-
mirna, Çanakkale (antigua Troya),
Mugla y Marmaris, entre otras. El
simbolismo de Mustafá Kemal
Atatürk impregna sus fachadas, los
Bar Streets y los lugares de trabajo.
También las conversaciones de los
ciudadanos, incluso de los más jóve-
nes, a pesar de que Atatürk fundara
la Turquía «moderna» hace ya 80
años; hablan de él con orgullo, a di-
ferencia del primer ministro Erdo-
gan, al que rechazan, por intentar
«islamizarles». De ahí que las ciuda-
des donde tiene más peso sean cate-
gorizadas como más restrictivas:An-
kara, Bursa o el este del país. No hay
calles de bares y no está bien visto
besarse en público.
«Selibraunaguerraentredosideas
de cómo debería ser Turquía», afir-
maAksel, un joven residente en Es-
tambul. «Los jóvenes y la mayor par-
te de la población con estudios no
apoyaaErdoganporserconservador.
Queremosvivirconlibertadynobajo
la presión de la tradición», declara.
En opinión de Asu, bajo la aparien-
cia de la libertad y la justicia, se crea
un «régimen autoritario a través del
uso del miedo».
MirandoaEuropa
«La situación de los derechos huma-
nos» es el mayor problema del país,
y «el desempleo», opinaAsu. El Ins-
titutodeEstadísticadeTurquíamues-
tra un 9% de paro, aunque «cuestio-
nable».AkselrecalcaqueTurquía«tie-
ne más oportunidades» que EE UU
o la Unión Europea (UE). La educa-
ción también es un gran problema.
«Todavía hay mucha gente que no
sabe leer ni escribir y aún hay padres
que no dejan ir a sus hijas a la escue-
la», afirma el joven que ve en la UE
«unabuenaoportunidad»pero«ellos
piensan que aún no estamos prepa-
rados». Turquía solicitó la adhesión
en1987yasistedesconfiadaaunpro-
ceso de integración difícil.A pesar de
las «reformas democráticas y econó-
micas, la decisión final depende de
los estados europeos importantes»,
explica Alicia Cebada, profesora de
RelacionesInternacionalesdelaUni-
versidad Carlos III de Madrid. Ade-
más, «el posible conflicto sirio» de-
sestabiliza la seguridad nacional.
«Ser un Estado miembro de la
Unión Europea no supondría ningu-
na ventaja, a excepción de no tener
quesolicitarunvisadodeturistapara
viajar al extranjero», asegura Murat,
músico afincado en Estambul que
considera que «España y Grecia» son
lasgrandesperjudicadas.Viajarcomo
turista implica un largo trámite bu-
rocrático que abruma a los jóvenes y
les hace sentirse como en una «pri-
sión». El servicio militar obligatorio
durante 15 meses ahoga a muchos.
Debenacudiralos29añoscomomá-
ximo y se matriculan en universida-
des a distancia o másteres para retra-
sarelmomentoyreducirloaseisme-
ses.
Anteeltradicionalismo
La presión social y religiosa, el con-
cepto de tradición y familia, dificul-
tavivirenparejaotenerhijossinha-
ber contraído matrimonio. Los jóve-
nes turcos aluden constantemente
a la «mentalidad restrictiva» de la
mujer turca, aunque ellos se posicio-
nan en una visión paternalista. Hay
pudor en el sexo. «La vida de la mu-
jer no ha sido importante en los úl-
timos diez años», explica la joven. La
exigencia de Erdogan de que tengan
almenostreshijosyelintentodeile-
galizar el aborto (legal en las prime-
ras 10 semanas de gestación) les mo-
lesta, aunque ahora pueden tomar la
píldora anticonceptiva con prescrip-
ción. «Las mujeres tienen que hacer
todo en casa, aunque trabajen fuera,
y tener respeto a sus maridos», ex-
plica Asu que participó en el Socia-
list Feminist Collective (grupo fe-
minista social).
A los precios de por sí caros de las
bebidasalcohólicas(unos4eurosuna
cerveza)selesumalanuevaleyapro-
bada en el Parlamento turco antes
del estallido social. No se puede be-
ber alcohol a menos de cien metros
de un centro de culto o educativo, lo
que supone no poder consumirlo en
el centro de Estambul. Una autocen-
sura social que influye también en
la libertad de expresión. Turquía es
el país con más periodistas encarce-
lados del mundo.
:: J. MURGOITIO
ESTAMBUL. Las protestas pro y
contra Erdogan manifiestan una
batalla en las calles sobre cómo
debería ser el país. La línea que
«reúne a personas con diferentes
ideas. Gays, kurdos, cristianos,
ateos, grupos más próximos a la
izquierda,algunosislamistascomo
los alevis, liberales, neonaciona-
listas, nacionalistas…», explica
Asu. Por otra parte, «la gran ma-
yoría que apoya a Erdogan no res-
petaalosateos,gaysocristianos»,
sentencia la joven.
LosacampadosenTaksimnom-
brarondeformasimbólicaunaca-
lle como Hrant Dink, en referen-
cia a un periodista armenio asesi-
nado por ultranacionalistas tur-
cos.Turquía no reconoce el geno-
cidio armenio. Los alevis reivin-
dicaron el reconocimiento de su
religión, una corriente musulma-
naheterodoxaenfrentadaalama-
yoría suní. El diputado kurdo Si-
rri SureyaOnder se situó delante
de las excavadoras en el parque
GeziyenlasbarricadasenTaksim
semostraronfotografíasdeAbdu-
láhÖcalan,líderdelPartidodelos
Trabajadores del Kurdistán (PKK,
enturco),condenadoacadenaper-
petua.
Losjóvenesvenpositivoelpro-
ceso de paz que Erdogan conduce
con el PKK. El líder de esta orga-
nización considerada «terrorista»
anunció, el pasado marzo, un alto
el fuego permanente y la sustitu-
cióndelaviolenciaporlas«ideas».
Reivindicaban primero la inde-
pendencia y ahora la autonomía
kurda y el reconocimiento de la
lengua. Según el coordinador de
Lokarri Paul Ríos, la «unilaterali-
dad del cese de la violencia y la
sustitución por vías políticas» son
«claves» que se asemejan a las del
proceso de paz en Euskadi, desde
que ETA anunciara, hace un año
y medio, el cese definitivo de la
actividad armada. «El proceso de
paz en Euskadi es un referente
paraTurquía», admite Ríos.
«Todos unidos
somos uno»
Acampada de jóvenes manifestantes en el parque Gezi, situado junto a la plaza Taksim. :: SEDAT SUNA / EFE
«Ser un Estado
miembro de la Unión
Europea no supondría
ninguna ventaja»
Lasprotestasaireantabúessociales
51Sábado 15.06.13
EL DIARIO VASCO MUNDO