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Lección Nº 6
La Salvación
La Santa Biblia nos enseña claramente, que no sólo
por creer seremos salvos, porque debemos saber que
para lograr la salvación tenemos primero que creer en
el Señor Jesucristo; segundo, arrepentirnos de nuestros
pecados y apartarnos de ellos; tercero, confesar que
Jesucristo es el Señor; cuarto, bautizarnos cuando
adultos en agua en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo; quinto, obedecer el único y
verdadero evangelio del Señor Jesucristo, ya que para
ser salvo es necesario cumplir juntamente con todas
estas cinco cosas que Dios ha mandado sin excluir
ninguna, porque debemos entender pues de una vez por
todas y en forma bíblica, que ciertamente no se puede
ser salvo de ninguna otra manera, aunque veamos que
individualmente cada una de ellas diga que salva.
Para demostrar bíblicamente que en verdad se
mencionan estas cinco salvaciones, analicemos pues en
forma cuidadosa lo que comenzando con la fe nos dice
Efesios 2.8: Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Vimos aquí donde claramente se nos dice, que la fe
salva. De la misma manera observemos lo que
referente a esto también nos dice Hechos 11.18:
Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron
a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los
gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida.
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Contemplamos aquí donde se nos manifiesta que el
arrepentimiento es para vida, refiriéndose con esto a la
salvación.
Así mismo vamos a presenciar también lo que
referente a esto nos dice Romanos 10.9: Que si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Encontramos aquí donde se
menciona en forma objetiva que la confesión salva.
De igual forma veremos lo que al respecto también
nos está diciendo la I de Pedro 3.21: El bautismo que
corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las
inmundicias de la carne, sino como la aspiración de
una buena conciencia hacia Dios), por la
resurrección de Jesucristo. Hemos visto aquí donde
se nos indica que el bautismo también salva.
De este mismo modo observaremos a continuación
lo que referente a esto también nos dice Hebreos 5.9: Y
habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen.
Encontramos aquí donde se está señalando que la
obediencia también salva; hemos visto pues donde
individualmente se nos ha dicho, que la fe, el
arrepentimiento, la confesión, el bautismo y la
obediencia, salvan; pero debemos tener cuidado de no
llegar a pensar que esto nos está diciendo que existen
cinco salvaciones, o que podemos ser salvos sólo por
alguna de ellas porque ambas cosas son incorrectas, ya
que son las cinco juntas las que forman una sola
salvación así como los cinco dedos de la mano forman
un puño.
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Para probar que son ciertas las palabras que hemos
mencionado, veamos pues en forma cuidadosa el
ejemplo que nos presenta Hechos 16.30: Y sacándolos,
les dijo: Señores, ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Apreciamos aquí donde el carcelero de Filipos le dice a
Pablo y a Silas, qué debía hacer para ser salvo; veamos
lo que ellos le responden en Hechos 16.31: Ellos
dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú
y tu casa. Presenciamos aquí donde le indicaron que
debía creer en el Señor Jesucristo para que pudiese ser
salvo, dándole a entender que éste sería el primer
requisito para la salvación. Pero analicemos
detenidamente lo que al respecto acontece en Hechos
16.32: Y le hablaron la palabra del Señor a él y a
todos los que estaban en su casa. Aquí vimos donde
se manifiesta que ellos le hablaron la Palabra de Dios;
lo cual indica que en ella le fue dicho las cinco cosas
que tenía que hacer para alcanzar la salvación. Por
tanto, es necesario que pongamos mucha atención lo
que seguidamente aconteció con este hombre en
Hechos 16.33: Y él, tomándolos en aquella misma
hora de la noche, les lavó las heridas; y enseguida se
bautizó él con todos los suyos. Hemos visto aquí
donde tuvo que ser bautizado, ya que sólo el creer no le
era suficiente para lograr la salvación, porque es en el
bautismo donde se recibe el Espíritu Santo que es
quien le da la Santidad al hombre para que pueda ser
salvo. Veamos pues lo que en relación a esto nos dice
el Señor en Marcos 16.16: El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; más el que no creyere, será
condenado. Contemplamos aquí donde es señalado,
que el que creyere y fuese bautizado será salvo,
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mencionándonos a su vez las dos cosas para indicarnos
que sin bautismo no puede haber salvación; por tanto,
debemos entender, que esto mismo es lo que en forma
similar está volviendo a mencionar el Señor Jesucristo
en Juan 3.5: Respondió Jesús: De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el Reino de Dios. Observamos
aquí donde las Sagradas Escrituras afirman que el que
no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el
reino de Dios, haciendo referencia sin duda alguna al
bautismo cuando menciona el agua, y también al
Espíritu que se recibe únicamente en él; esto pues, nos
lo está diciendo para que comprendamos que sin el
bautismo no podemos recibir el Espíritu Santo que es
quien nos da la Santidad que nos permite lograr la
salvación, porque sin santidad nos dicen las Sagradas
Escrituras que nadie verá al Señor. Es este el motivo
por el cual afirmamos que todos los que no han sido
bautizados en agua no podrán ser salvos porque no son
santos, ya que es allí donde se recibe el Espíritu Santo
el cual es el único que santifica nos dice la II de
Tesalonicenses 2.13: Pero nosotros debemos dar
siempre gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante
la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.
Encontramos aquí donde claramente se manifiesta que
Dios nos escogió desde el principio para salvación
mediante la santificación del Espíritu, el cual vimos
anteriormente que se recibe única y exclusivamente en
el bautismo que se hace con una fe verdadera. Por
tanto, analicemos cuidadosamente que si solamente por
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creer en el Señor Jesús se fuese salvo, entonces los
demonios también se salvarían según pues lo que nos
dice Santiago 2.19: Tú crees que Dios es uno; bien
haces. También los demonios creen, y tiemblan.
Apreciamos aquí donde se nos manifiesta que los
demonios también creen en Dios, pero sabemos que no
por esto serán salvos, ya que para ser salvo primero
hay que ser Santo y los demonios no lo son porque no
tienen el Espíritu Santo que es quien santifica cuando
se es bautizado; pero las extraviadas doctrinas en su
error engañan a muchos haciéndolos falsos cristianos al
enseñárles que con una oración de arrepentimiento que
repitan con ellos sea personalmente o por la radio,
serán salvos ya que allí les fueron perdonados sus
pecados, porque según ellos a partir de ese momento
ya son una Nueva Criatura porque en ella invocaron el
nombre del Señor tal como lo confirma la Santa Biblia
en Romanos 10.13 Porque todo aquel que invocare el
nombre del Señor, será salvo. Esta pues es la
interpretación incorrecta que usan muchos para enseñar
según la Biblia, que todo aquel que invocare el nombre
del Señor será salvo; si esta es la interpretación
correcta de que sólo con invocar el nombre del Señor
se es salvo, ¿Cómo interpretarían ellos cuando la Biblia
en aparente contradicción a esta cita Jesús dice que no
todo el que le dice Señor, Señor, entrará en el reino de
los cielos? Esto lo dijo en Mateo 7.21. No todo el que
me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi padre que
está en los cielos., Pero en cuanto a esto, es importante
aclarar, que estas dos citas mencionadas no tienen
ninguna Contradicción, sino una errada interpretación,
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porque cuando la Santa Biblia dice que todo aquel que
invocare el nombre del Señor será salvo, sepamos que
esto se lo está diciendo única y exclusivamente sólo a
los cristianos y no a los inconversos, porque ellos no
tienen el Espíritu Santo ya que no han sido bautizados,
porque el Espíritu Santo se recibe únicamente en el
bautismo tal como lo confirman pues las Escrituras en
Hechos 2.38. Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese
cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo
para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo. He aquí donde se nos dice de manera
taxativa, que es sólo en el bautismo donde alguien
puede recibir el Espíritu Santo. Aquí hay sabiduría, si
el Espíritu Santo se obtiene sólo en el bautismo como
vimos que lo dicen las Escrituras y los inconversos no
lo tienen porque no han sido bautizados ¿Podrán tener
ellos el Espíritu de Cristo y ser de él? Romanos 8.9.
Más vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
no es de él. ¿Cómo pueden ellos confesar el nombre
del Señor para salvación sin tener el Espíritu si su
nombre tiene que ser confesado por el Espíritu Santo?
La prueba tangible de que esto es así, es porque nadie
puede llamar a Jesús Señor si no es por el Espíritu
Santo nos dicen las Escrituras en la I de Corintios 12.3.
Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el
Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie
puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu
Santo. Observamos aquí donde bíblicamente se nos
manifiesta pues en forma clara, que esta invocación de
llamar a Jesús Señor, es hecha por los cristianos que
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son los únicos que tienen el Espíritu Santo por que han
sido bautizados, la cual se hace en el acto del bautismo
tal como lo presenta Hechos 8. 36 al 38. Y yendo por
el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco:
Aquí hay agua; ¿Qué impide que yo sea bautizado?
Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes, y
respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo
de Dios. Y mando parar el carro; y descendieron
ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
Apreciamos aquí donde se nos manifiesta, que fue en
el mismo momento del bautismo donde este hombre
así como mandan las Escrituras, creyó de todo corazón
y confesó el nombre del Señor Jesucristo de la misma
manera como veremos que también sucedió en Hechos
22.16. Ahora, pues, ¿Por qué te detienes? Levántate
y bautízate, y lava tus pecados invocando su
nombre. Notemos claramente aquí donde finalmente
se nos confirma, que el que invoca a Cristo como
Señor es el cristiano, porque notemos que es
precisamente en el bautismo donde nos dicen las
Escrituras que se invoca el nombre del Señor para
salvación porque en él son lavados y perdonados los
pecados mediante el Espíritu Santo, lo cual es
completamente cierto porque sin recibir el Espíritu
Santo no puede haber perdón ni salvación, por lo que
reiteramos que el Espíritu Santo se recibe sólo cuando
se es bautizado en agua, es lo que en forma clara nos
dice la Palabra de Dios en Hechos 2.38: Pedro les
dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Vimos aquí donde se nos indica que hay que bautizarse
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primero para que sean perdonados nuestros pecados y
podamos recibir el Espíritu Santo; y éste es el motivo
por el que anteriormente el mismo Señor Jesucristo ha
estado señalando en repetidas ocasiones la importante
necesidad del bautismo. Por tanto, es necesario repetir,
que para ser salvo primero hay que creer que existe un
Dios y que todo lo que él dice es verdad, segundo
arrepentirse de sus pecados y apartarse de ellos, tercero
confesar de todo corazón que Jesucristo es el Señor,
cuarto bautizarse en el Nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo para que sean perdonados los
pecados y se recibe el Espíritu Santo, y luego seguir
obedeciendo la palabra del evangelio.
Con el fin de confirmar que es verdadero lo que
hemos venido presentando, pongamos mucha atención
a este testimonio bíblico que nos muestra Hechos 10.1
y 2: Había en Cesárea un hombre llamado Cornelio,
centurión de la compañía llamada la Italiana,
piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que
hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios
siempre. Aquí vimos donde las Escrituras nos señalan
la condición generosa de este hombre Cornelio, a quien
vemos que era piadoso y temerosos de Dios y que
hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios
siempre, el cual hacía todas estas cosas a causa de su fe
en el temor de Dios; pero lo más importante que
debemos analizar, es lo que a continuación se le está
indicando a Cornelio en Hechos 10.5 y 6: Envía, pues
ahora hombres a Jope, y has venir a Simón, el que
tiene por sobrenombre Pedro. Este posa en casa de
cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al
mar; Él te dirá lo que es necesario que hagas. He
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aquí donde el Ángel le dice a Cornelio que trajese a
Pedro para que le dijese las cosas que necesitaba hacer.
Esto nos enseña claramente que sólo el creer y hacer
cosas no le eran suficiente para alcanzar la salvación,
sino la obediencia al evangelio verdadero del Señor
Jesucristo.
Para demostrar que es verdadero este señalamiento,
pongamos mucha atención lo que después acontece con
Cornelio en Hechos 10.47 y 48: Entonces respondió
Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para
que no sean bautizados estos que han recibido el
Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó
bautizarle en el nombre del Señor Jesús. Entonces
le rogaron que se quedase por algunos días.
Apreciamos aquí donde se nos manifiesta con claridad
que después de haber escuchado el mensaje de Pedro,
todos los que estaban en ese lugar incluyendo sin duda
alguna a Cornelio, fueron bautizados. Por tal motivo es
necesario analizar con sumo cuidado lo que al final de
este testimonio nos dice Hechos 11.13 y 14: Quien nos
contó cómo había visto en su casa un ángel, que se
puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz
venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro;
él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú,
y toda tu casa. Hemos visto aquí donde Pedro relata,
que el Ángel le dijo a Cornelio que era necesario que le
hablaran palabras por las cuales sería salvo, dándole a
entender con esto, que era la obediencia a la palabra
del evangelio lo que podía salvarlo y no sus obras;
porque debemos notar aquí, que entre todas estas
buenas cualidades que señalaban a este hombre
Cornelio, no se menciona en ninguna de ellas que era
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Santo, sino una persona humanitaria y que por tal
motivo le era necesario bautizarse para que fuese
Santo, porque si no se es Santo no se puede ser salvo,
ya que por las buenas obras que se hagan no se
alcanzará por eso la salvación nos dicen las Sagradas
Escrituras en Efesios 2.8 y 9: Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie
se gloríe. Encontramos aquí donde claramente se
manifiesta que somos salvos por medio de la fe, y no
por obras, para que nadie se gloríe. Esto pues lo que
nos está diciendo es, que si alguien se gloria pensando
que por sus obras de caridad será salvo sin obedecer la
fe del evangelio, está completamente equivocado,
porque acabamos de ver pues que la salvación es por fe
y no por obras. Por tanto, debemos comprender que si
la salvación fuera por obras, ¿cómo pues harían para
ser salvos aquellos que por impedimento físico o
económico no han podido hacer obras? ¿Sabe usted
que lo que la Santa Biblia nos está diciendo aquí es que
si alguien vive la fe de Cristo sin haber hecho obras
será salvo y el que no vive esta fe, aunque haya hecho
muchas obras será condenado? Sepa pues que sólo por
sus obras nadie será salvo, porque debemos entender
que esto es religión y no cristianismo; por eso vimos
que este hombre Cornelio, con todo y sus buenas obras
no iba a ser salvo, ya que él no era cristiano sino
religioso, porque entendamos que es el cristianismo el
que salva y no la religión, aunque con esto no estamos
tratando de decir que las obras de la religión son malas,
porque sabemos que son buenas y necesarias; lo que
estamos tratando de señalar, es que las obras de la
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religión no tienen aceptación de Dios solas, sino dentro
del cristianismo que es la única fuente de donde se
obtienen las cosas para la salvación. Por tanto,
debemos señalar, que así como este hombre Cornelio
hay muchas personas en el mundo, las cuales piensan
que sólo por sus buenas obras agradarán a Dios y que
no les es necesario hacer nada más para ser salvos;
pero lastimosamente deben comprender que están
equivocados, porque las Sagradas Escrituras dicen
claramente, que sin obedecer la palabra del evangelio
nadie podrá lograr la salvación. Por tanto, es necesario
aclarar brevemente, que cuando las Sagradas Escrituras
mencionan aquí y en otros lugares las palabras, serás
salvo tú y toda tu casa; esto no está diciendo de
ninguna manera que sólo por la conversión del
principal de la casa toda la familia sin necesidad de
convertirse tiene automáticamente derecho a la
salvación sólo por el arrepentimiento de él, lo que se
nos está indicando indudablemente con esto, es que en
aquellos tiempos la voz del padre era obedecida por
toda la familia, tanto era así, que si él consideraba que
se debía obedecer algo, ellos lo hacían, porque
confiaban en él, tal cual como acontecía con el
evangelio, en el cual igual que él padre, cada uno de
ellos tenía individualmente que creer y obedecer para
que pudiesen ser salvos.
Para probar bíblicamente que son ciertas las
palabras que acabamos de mencionar, observemos con
mucho cuidado lo que al respecto nos dice la I de
Corintios 15.2: Por el cual asimismo, si retenéis la
palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. Contemplamos aquí donde se nos
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está señalando, que si retenemos la palabra que se ha
predicado somos salvos, si no hemos creído en vano;
esto pues nos indica claramente que si creemos pero no
obedecemos, de nada nos sirve creer porque no
seremos salvos. De igual manera analicemos una vez
más en forma cuidadosa lo que similar a esto también
nos dice Hebreos 5.9: Y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación
para todos los que le obedecen. Vimos aquí donde se
nos indica que el Señor Jesucristo vino a ser autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen; estas
palabras nos enseñan de manera objetiva, que la
salvación es única y exclusivamente para los que
obedecen. Pero es de suma importancia señalar, que
hay quienes sin entendimiento dicen, que sólo seremos
salvos por gracia porque esto es lo que enseñan las
Sagradas Escrituras en la primera cita de este estudio
donde nos dicen que se es salvo por gracia, lo cual
significa favor inmerecido; pero es necesario aclarar,
que cuando Dios dice que por gracia seremos salvos;
esto es sólo para que sepamos que él nos da este regalo
de la salvación no por nuestros méritos sino por su
propia voluntad sólo para los que le obedecen, porque
sepamos que con esto de la gracia él no está diciendo
de ninguna manera que esta salvación será sin
restricciones como piensan algunos. Si la salvación es
por gracia para todas las personas sin importar si viven
en pecado y sin ningún requisito que tengan que
cumplir ¿Por qué entonces Cristo especifica aquí, que
la salvación es sólo para los que le obedecen? ¿Se
podrá ser salvo sólo por gracia como afirman algunos
sin obedecer antes al Señor Jesucristo? Aquí nos dice
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la Santa Biblia en forma tangible, que no. Por tanto, es
necesario mencionar, que todos estos grupos religiosos
que dicen estar con Dios pero que a su vez
desobedecen su palabra, no serán salvos, ya que las
cosas que Dios no aprueba, él no las bendice, porque
deben entender que una cosa es que ellos estén con
Dios, y otra cosa es que Dios esté con ellos, ya que el
Espíritu Santo sólo está en los que le obedecen nos
dice Hechos 5.32: Y nosotros somos testigos suyos de
estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha
dado Dios a los que le obedecen. Presenciamos aquí
donde se nos está informando que Dios está con los
obedientes nada más. Por esta causa es de vital
importancia señalar, que la salvación tiene que
alcanzarse primero en la Tierra para después disfrutarla
en el cielo.
Con la finalidad de confirmar que son ciertas las
palabras mencionadas, observemos cuidadosamente lo
que nos está diciendo la II de Corintios 6.2: Porque
dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de
salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo
aceptable; he aquí ahora el día de salvación. Vimos
aquí donde se nos manifiesta en forma clara, que es
ahora el tiempo aceptable, y que es ahora el día de
salvación, dándonos a entender con esto, que la
salvación se tiene que lograr ahora, porque después de
la muerte no existe ninguna oportunidad de alcanzarla.
Por tanto, es necesario que pongamos suma atención
a lo que finalmente nos vuelven a decir las sagradas
escrituras en Hebreos 2.3: ¿Cómo escaparemos
nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?
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la cual, habiendo sido anunciada primeramente por
el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron.
Observamos aquí donde se nos manifiesta, que no
escaparemos si descuidamos una salvación tan grande;
indicándonos con esto, que debemos tener mucho
cuidado con nuestra vida para que no seamos
condenados, porque es necesario señalar de una vez
por todas, que no serán salvos los que practican el
pecado porque son del Diablo nos dice la I de Juan
3.8.: El que practica el pecado es del diablo; porque
el diablo peca desde el principio. Para esto apareció
el hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
Vimos aquí donde se nos está dando a conocer, que si
alguien practica el pecado, aunque haga obras buenas
como dijimos anteriormente, no será salvo, porque es
del diablo.
Para confirmar bíblicamente que estamos enseñando
sólo la verdad, observemos pues cuidadosamente lo
que al respecto nos dicen las Sagradas Escrituras en la
I de Corintios 6.9 y 10: ¿No sabéis que los injustos no
heredarán el reino de Dios? no erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino
de Dios. Apreciamos aquí donde refiriéndose a la
salvación se nos enseña, que si alguien está practicando
alguno de estos pecados, aunque haga muchas obras de
benevolencia no heredará el Reino de Dios, porque
reiteramos que no son sólo nuestras obras sino el
evangelio lo que salva nos dice Romanos 1.16 Porque
no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de
15. 15
Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío
primeramente, y también al griego. Hemos visto
aquí donde se nos manifiesta, que el evangelio es para
salvación. Pero notemos que aunque la religión es
buena, observemos que ella no menciona la salvación
en Santiago 1.26 y 27. Si alguno se cree religioso
entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que
engaña su corazón, la religión del tal es vana. La
religión pura y sin mácula delante de Dios el padre
es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.
Vimos aquí donde se nos manifiesta que la religión
pura y sin mácula delante de Dios el Padre es: primero,
refrenar la lengua, visitar a los huérfanos y a las viudas
en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del
mundo, esto pues nos indica, que a pesar de que esto es
bueno, sino obedecemos el verdadero evangelio del
Señor Jesucristo, no lograremos la salvación,
incluyendo, sin duda alguna a los ricos y a los famosos,
los cuales piensan que por ser ricos o famosos Dios por
este privilegio les otorgará la salvación sin necesidad
de obedecer el evangelio; lo cual es falso, porque
deben saber que están completamente equivocados, ya
que si no obedecen su palabra, ni sus riquezas ni sus
famas podrán hacer nada por su salvación, tal cual
como lo dice la Santa Biblia en Mateo 16.26: Porque
¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el
mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa
dará el hombre por su alma? Contemplamos aquí
donde se les manifiesta claramente a todos los que han
alcanzado grandes cosas de este mundo pensando en
que nunca van a morir, que si no obedecen el
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evangelio, al morir, inevitablemente perecerán, porque
vimos que ni el dinero ni nada puede darse como
recompensa por sus almas.
De la misma manera observemos una vez más lo
que relacionado a la gloria terrenal del hombre nos dice
la I de Pedro 1.24 y 25: Porque: toda carne es como
hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la
hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la
palabra del Señor permanece para siempre.
Encontramos aquí donde se compara la vida y la gloria
terrenal del hombre con la hierba y la flor,
enseñándonos con esto, que cuando la hierba se cae, la
flor se seca; de lo cual la hierba representa su vida
física, y la flor la gloria de su fama o de su riqueza,
indicándonos de esta manera, que cuando un rico o un
famoso muere sin Cristo, su vida y su gloria se acaban
y su alma perecerá inevitablemente sin esperanza como
la hierba y la flor porque la vida del hombre no
consiste en los bienes que posee nos dice Lucas 12. 15.
Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia;
porque la vida del hombre no consiste en la
abundancia de los bienes que posee. Apreciamos
aquí donde se nos confirma, que al rico cuando muere
sin obedecer el evangelio. Su gloria y su riqueza no
podrán ayudarle en nada ni en la tierra ni en el cielo a
alcanzar su salvación. Pero después de todo este
discurso, la parte más sublime que debemos conocer es
¿De qué pues quiere Dios salvarnos con tanta
urgencia? Para mostrar de qué debemos ser salvo por
culpa de nuestros pecados, observemos detenidamente
lo que se nos dice que debemos evitar en Mateo 25.41.
Entonces dirá también a los de la izquierda:
17. 17
Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. Vimos aquí
donde se nos muestra claramente el horrendo castigo
de fuego para los pecadores que mueren sin obedecer a
Cristo, los cuales Dios en su infinito amor quiere que
ellos sean salvos de este sufrimiento eterno por el que
clama una vez más en Apocalipsis 21.8. Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los
mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con
fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Contemplamos aquí donde Dios para evitar la
condenación de los hombres en el infierno, vuelve
hacer la última advertencia de lo que les pasaría
después de la muerte sí no se apartan de sus pecados
ignorándolo a EL que es quien puede librarlos de esta
condenación eterna por la obediencia y no mediante la
falsa existencia de un supuesto purgatorio en los cielos
con el cual algunas extraviada doctrinas lo único que
buscan con esto, es engañar a las almas ingenuas para
que ignoren sus pecados y sean condenadas
haciéndoles creer que después de la muerte existe la
oportunidad de ser limpiados de ellos en ese falso lugar
mediante las rogativas de los hombres, las cuales según
ellos les concederán allá perdón de Dios para la
salvación de sus almas; cosa que es completamente
falso porque veamos pues cuidadosamente lo que al
respecto nos dicen las Sagradas Escrituras en la ll de
Corintios 5.l0. Porque es necesario que todos
nosotros comparezcamos ante el Tribunal de Cristo,
para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
18. 18
He aquí donde se nos enseña claramente que después
de la muerte no valdrán novenarios rogativas ni
purgatorio, porque vimos aquí, que cada uno recibirá
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo,
sea bueno o sea malo; esto pues nos indica, que si en
nuestra vida obedecimos a Dios, iremos directamente
al paraíso, más si vivimos en pecado, iremos pues
directamente al infierno, porque analicemos ahora con
sumo cuidado lo que igual a esta cita nos vuelve a decir
el mismo Señor Jesucristo en Juan 5.28 y 29. No os
maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando
todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y
los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de
vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección
de condenación. Notemos aquí donde el Señor Jesús
no dice de ninguna manera que después de la muerte
exista un lugar intermedio al cual los farsantes le
llaman purgatorio, sino sólo dos; uno de vida para los
que murieron en santidad, y el otro de condenación
para los que murieron en pecado; por tanto, mire que
Dios con la verdad lo está alertando ahora para que no
se deje engañar del diablo cuyo único propósito es que
usted sea echado al lago de fuego que se describe en el
gran juicio de Dios que nos muestra Apocalipsis 20, 12
al 15. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie
ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro
fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras. Y el mar
entregó los muertos que había en él; y la muerte y el
hades entregaron los muertos que había en ellos; y
fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la
19. 19
muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego.
Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego. Vimos aquí donde se advierte, que los que
mueren en pecado sin obedecer el evangelio del Señor
Jesús, no estarán inscritos en el libro de la vida y por
tanto no podrán evitar sufrir el castigo eterno en el lago
de fuego estos que mencionan a continuación las
Sagradas Escrituras en la 1 de Corintios 6. 9 y 10. ¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de
Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras,
ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se
echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores,
heredarán el reino de Dios. Ponga pues suma
atención que no esté usted incluido en esta lista de los
que si no se apartan de estos pecados, jamás estarán
con Dios en su reino, sino con Satanás en el infierno.
Pero ahora, observe pues detenidamente lo que
contrario a esto Dios hará con los que apartados del
pecado obedecen su palabra según Apocalipsis 21.4.
Enjugara Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y
ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor,
ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. Vimos
aquí donde Dios por su infinito amor promete a los que
les obedecen, que después de su muerte tendrán una
vida sin sufrimiento en la hermosa y santa ciudad
celestial de la que nos habla Apocalipsis 21.21 y 23.
Las doce puertas eran doce perlas, cada una de las
puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de
oro puro, transparente como vidrio. La ciudad no
tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
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porque la gloria de Dios la ilumina, y el cordero es
su lumbrera. Miramos aquí donde se nos describe con
detalle el preciosísimo premio eterno de esta ciudad
celestial donde nunca habrá calor ni frio, ya que no
habrá en ella ni sol ni luna, sino solamente la gloria de
la maravillosa luz de Dios iluminando pues a los que
por obedecer su santa palabra alcanzaron la salvación.
De esta manera dejamos aclarada la verdadera
enseñanza sobre la salvación; si alguno pues enseñase
cosas diferentes a estas, sus enseñanzas serian falsas.
Esta lección fue extraída del libro “la Voz de la
Verdad.
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RECOMENDACIÓN
Estimado lector, le agradecemos encarecidamente no
archivar esta lección, sino entregarla a otra persona,
recomendándole que a su vez debe cedérsela también a
otra para que de esa misma manera vaya aconteciendo
sucesivamente entre las personas, a las cuales les queda
la responsabilidad de divulgar esta verdad de Dios a fin
de que los engañadores no puedan esconderla y los que
aman su verdad puedan llegar a conocerla, porque es
necesario aclarar que esta vital enseñanza sólo ha sido
hecha para los que buscan la verdad, y no para los
enemigos de Dios, los cuales están en contra de ella y
buscan esconderla para que las almas no la conozcan y
al morir se pierdan.
Si usted desea comunicarse con nosotros para
solicitarnos esta importante lección, o para hacernos
alguna sugerencia, nuestra localización es:
Hermano Juan De Dios Luna
Teléfono: 388-3259
De esta manera nos despedimos con el más afectuoso
saludo, rogándole a su vez que se comunique con
nosotros lo más pronto posible, porque necesitamos
saber de usted.