En la primera parte de este capítulo el apóstol Pablo nos remitió al Génesis, al tiempo de la creación, aquel momento en que el Espíritu de Dios, se movía sobre la superficie de las aguas y el Señor dijo: "Sea la luz”, aquella expresión en realidad fue un mandamiento que Dios dio a su creación y entonces la luz resplandeció; aquel evento impresionante es el que citó Pablo para manifestar la analogía de lo que representa el hecho de que Dios, como la luz, se manifiesta en las vidas de todos aquellos que vivíamos sin Dios, que vivíamos en tinieblas, sometidos a los designios de este mundo y bajo la autoridad del dios de este mundo. De manera que cuando conocemos al Señor y comenzamos a anhelar vivir bajo su potestad, por la voluntad del Señor una vez más en la vida de cada uno de nosotros se expresa aquel mandamiento que fue desde la creación: “Sea la luz” pero ahora en nuestras vidas, el nuevo nacimiento con el proceso de la transformación de nuestras mentes. Así como el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas en la creación, así mismo el Espíritu de Dios revolotea sobre el alma de los hombres y mujeres que anhelan conocerle y en consecuencia, nos ha sido dada la convicción de esa fe, esa fe es la que poco a poco regenera nuestro entendimiento y nos capacita para recibir la revelación del evangelio con un entendimiento sobrenatural quitando todo velo en nuestras mentes y en nuestros corazones. Eso es justo lo que hace la diferencia entre quienes la luz del evangelio resplandece en sus vidas y en quienes aún al leer las escrituras, se quedan con un entendimiento literal en ocasiones pero sin la revelación de Jesucristo (la faz de Jesucristo) y la consecuencia de esto es que las personas comienzan a hacer interpretaciones según su propio entendimiento y en el peor de los casos, siguen interpretaciones de rabinos, personas que al no creer en aquel por quien todo fue hecho, simplemente es imposible que la luz del Hijo de Dios resplandezca en ellos. Este efecto es por simple lógica, una consecuencia; hablando del pueblo judío, se cumple el principio de que Dios no hace acepción de personas, porque en su momento hubo una separación entre los mismos del pueblo judío, tanto del pueblo como del liderazgo religioso y esto quedó registrado en los evangelios, el libro de los hechos y en las cartas del nuevo testamento, es decir, hubo millares de judíos que en su momento creyeron en el Hijo de Dios como el Mesías de Israel y hubo muchos líderes religiosos incluso fariseos que también creyeron que Yeshúa verdaderamente era el Hijo de Dios...

1. Estudiantes de la Biblia
2ª. Corintios
Verso x Verso. Capítulo 4 (2ª. Parte)
Por: Humberto Rendón Rojas
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Autor del comentario: Humberto Rendón Rojas
Transcripción: Humberto Rendón Rojas
Capítulo 4 (2ª. Parte) La luz que resplandece: El
conocimiento del evangelio
En la primera parte de este capítulo el apóstol Pablo nos remitió al Génesis, al
tiempo de la creación, aquel momento en que el Espíritu de Dios, se movía
sobre la superficie de las aguas y el Señor dijo: "Sea la luz”, aquella expresión
en realidad fue un mandamiento que Dios dio a su creación y entonces la luz
resplandeció; aquel evento impresionante es el que citó Pablo para manifestar
la analogía de lo que representa el hecho de que Dios, como la luz, se
manifiesta en las vidas de todos aquellos que vivíamos sin Dios, que vivíamos
en tinieblas, sometidos a los designios de este mundo y bajo la autoridad del
dios de este mundo. De manera que cuando conocemos al Señor y
comenzamos a anhelar vivir bajo su potestad, por la voluntad del Señor una
vez más en la vida de cada uno de nosotros se expresa aquel mandamiento
que fue desde la creación: “Sea la luz” pero ahora en nuestras vidas, el nuevo
nacimiento con el proceso de la transformación de nuestras mentes.
Así como el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas en la
creación, así mismo el Espíritu de Dios revolotea sobre el alma de los hombres
y mujeres que anhelan conocerle y en consecuencia, nos ha sido dada la
convicción de esa fe, esa fe es la que poco a poco regenera nuestro
entendimiento y nos capacita para recibir la revelación del evangelio con un
entendimiento sobrenatural quitando todo velo en nuestras mentes y en
nuestros corazones. Eso es justo lo que hace la diferencia entre quienes la luz
del evangelio resplandece en sus vidas y en quienes aún al leer las escrituras,
se quedan con un entendimiento literal en ocasiones pero sin la revelación de
Jesucristo (la faz de Jesucristo) y la consecuencia de esto es que las personas
comienzan a hacer interpretaciones según su propio entendimiento y en el
peor de los casos, siguen interpretaciones de rabinos, personas que al no creer
en aquel por quien todo fue hecho, simplemente es imposible que la luz del
Hijo de Dios resplandezca en ellos.

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Este efecto es por simple lógica, una consecuencia; hablando del pueblo judío,
se cumple el principio de que Dios no hace acepción de personas, porque en
su momento hubo una separación entre los mismos del pueblo judío, tanto
del pueblo como del liderazgo religioso y esto quedó registrado en los
evangelios, el libro de los hechos y en las cartas del nuevo testamento, es
decir, hubo millares de judíos que en su momento creyeron en el Hijo de Dios
como el Mesías de Israel y hubo muchos líderes religiosos incluso fariseos que
también creyeron que Yeshúa verdaderamente era el Hijo de Dios;
• Juan 3.- 1 había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un
principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí,
sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él…
• Hechos 15.- Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído,
se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que
guarden la ley de Moisés. 6 Y se reunieron los apóstoles y los ancianos
para conocer de este asunto. 7 Y después de mucha discusión, Pedro se
levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace
algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la
palabra del evangelio y creyesen…
Esa separación no la hizo Dios, la hicieron las propias personas y esa
separación hoy en día continúa haciéndose entre las propias personas, son las
personas las que deciden creer con fidelidad en Yeshúa o seguir a quienes no
les ha resplandecido la luz, la revelación de lo que implica el verdadero
evangelio y continúan con aquel velo en sus mentes y en sus corazones sin el
propósito del nuevo pacto profetizado y que fue ratificado por Yeshúa en el
mandamiento más hermoso cumplido por el más fiel, el sacrificio en la cruz,
ese sacrificio con todas sus implicaciones tuvieron el objetivo de que las
personas miren la cruz, pero mirar aquel sacrificio no solo superficialmente,
sino entendiendo que somos salvos cuando en nuestro espíritu hemos
comprendido las implicaciones de la cruz, mirándola y entendiendo que
seguimos siendo vasijas en las manos de Dios y que vamos siendo
transformadas día con día y esa transformación, como lo dijo Dios a Jeremías,
implica necesariamente que seamos quebrantados (vasijas que se rompen)
pero con el propósito de hacernos mejores personas, aptas para recibir la luz

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del glorioso evangelio del Mesías, y poder verlo como la imagen misma de
Dios que brilla en nuestro interior.
Y a continuación Pablo va a referirse a ese proceso en el que como vasijas de
barro somos quebradas por Dios mismo para cumplir en nosotros un mejor
propósito y dice que ese proceso siempre implica dolor en nuestras vidas y sin
embargo es un precioso tesoro, un sufrimiento que, sabiendo cuál es la
consecuencia, aprendemos a valorarlo como algo precioso;
2 Corintios 4.- 7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la
excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados
en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9
perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos…
En este pasaje Pablo nos habla de un antagonismo impresionante que
debemos asimilar por causa de nuestra debilidad en la carne, porque una cosa
es la gloria y la divinidad del evangelio de salvación eterna y otra cosa es lo
que los portadores y proclamadores de ese mensaje viven en sus propias
debilidades por causa del evangelio de Jesucristo. En ese sentido, aquellos que
proclaman el mensaje de salvación sufren tribulaciones que en su momento
sufrieron Pablo y los demás apóstoles, esas tribulaciones implican rechazo de
muchas personas, desilusiones al ver el no hay fruto en los creyentes a quienes
dedicamos nuestro tiempo, tristeza cuando por causa de la falsa enseñanza
muchos creyentes se desvían del camino y todo lo que se supone aprendieron
simplemente sirve para que ellos mismos nos juzguen y critiquen a pesar de
haberles servido por amor a Jesucristo; y muchas otras cosas más en las que
podemos ser atribulados.
Sin embargo, a pesar de que las tribulaciones son parte inherente del
ministerio, nos mantenemos firmes, sin angustia porque la angustia implica
desconfianza, pero la confianza nos la da la certeza de que la obra es del
Espíritu de Dios; podemos vernos en apuros, en situaciones que nos
representen problemas para el desempeño de nuestro servicio, pero eso no
nos desespera, por el contrario, estamos llenos de la esperanza que provee el
Espíritu de Dios; podremos padecer persecución pero sabemos que contamos
siempre con el amparo de Dios, el Todopoderoso y eso que es sabido por los
hermanos por cuanto que nuestras vidas son conocidas por todos, anima a

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otros a recibir el llamado para la predicación del evangelio, algo que ante las
evidencias de la tribulación resulta por demás, inconcebible para muchos;
• Filipenses 1.- 12 Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han
sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, 13
de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo
el pretorio, y a todos los demás. 14 Y la mayoría de los hermanos,
cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a
hablar la palabra sin temor…
Pablo se refirió a su tiempo en la cárcel por causa de la persecución que sufrió;
2 Corintios 4.- 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte
de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros
cuerpos…
Esto tiene que ver con haber entendido lo que significa llevar nuestra cruz para
poder seguir al Mesías, la cruz implica muerte, pero más que morir a nosotros
mismos, significa sí, morir a nosotros mismos, pero con la convicción de que
la forma en que vivimos, es un fiel testimonio de que Yeshúa vive en nosotros,
una muerte que refleja la muerte en este mundo y al mismo tiempo la vida
eterna a la que aspiramos.
Muchos personas desean conocer el poder de la resurrección de Jesucristo,
pero no quieren padecer ni quieren profundizar en el conocimiento de lo que
implica la muerte de Yeshúa en nuestras vidas, sin embargo, lo que Pablo nos
comparte es que es necesario llegar al grado de poder gozarse en el hecho de
conocer el propósito de la muerte del Mesías como las razones por las que nos
debemos gozar en su resurrección, algo que nos acompaña en todo momento.
A esos dos aspectos se refirió Pablo cuando habló de llevar en nuestros
cuerpos la muerte de Yeshúa y su vida, es decir, manifestar el fruto de su
muerte y resurrección;
2 Corintios 4.- 11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados
a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste
en nuestra carne mortal…

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Hay personas que piensan que si alguien en verdad es espiritual, o es usado
en verdad por Dios, va a vivir todo el tiempo en una supuesta “victoria”,
suponiendo que todo en la vida de esas personas es fácil y llevadero, sin
embargo no siempre es así, aunque claro que estamos hablando de siervos
que no medran el evangelio, pues esas personas como ya Pablo lo explicó,
buscan siempre vivir de los beneficios del engaño.
De manera que entender lo que Pablo escribió aquí no solamente nos dice que
los siervos de Dios pueden experimentar padecimientos como de muerte, sino
que Dios en esas experiencias es glorificado y por ello podemos confirmar que
el Señor permite que esas cosas sucedan.
2 Corintios 4.- 12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros
la vida…
Cuando Pablo refiere que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida,
resulta interesante porque recordemos que se estaba dirigiendo a los
corintios en primera instancia que en un momento dado comenzaron a
despreciar a Pablo debido a sus padecimientos y debido a que los creyentes
de Corinto ya daban por hecho que sus vidas eran vidas de victorias, pero los
corintios no eran conscientes o ni siquiera lo consideraron, que si en sus vidas
podrían experimentar alguna posible victoria fue porque Dios hizo de Pablo
un siervo efectivo por medio de la aflicción;
2 Corintios 4.- 13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que
está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual
también hablamos, 14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a
nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con
vosotros…
La vida de todo aquel que desempeña un ministerio, así como Pablo, debe ser
motivada y sustentada espiritualmente por el ejemplo que hemos recibido de
Yeshúa nuestro Señor, nuestra autoridad y de quien somos esclavos, lo cual
debe ser lo primero en nuestras vidas, la misión más importante, porque
Yeshúa hablando de esta misión puso el ejemplo en sí mismo acerca del
servicio que vino a ejercer;

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• Marcos 10.- 45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino
para servir, y para dar su vida en rescate por muchos…
Pablo estaba expresando que estaba unido al Mesías y, en consecuencia, se
consideraba como muerto para las cosas de este mundo, así es que al hablar
de la muerte física su enfoque siempre fue en torno a la resurrección como el
mejor objetivo a alcanzar al decir: "Y sabemos que el que resucitó al Señor
Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús”… Esto significa que la
disertación y enseñanza de Pablo siempre fue influenciada por su visión de
una vida más allá de la vida en la tierra;
2 Corintios 4.- 15 Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros,
para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias
sobreabunde para gloria de Dios…
Esta era la satisfacción que buscaba Pablo y la satisfacción que buscamos hoy
en día todo aquel que ha entendido el objetivo principal de haber recibido el
honor del llamado a proclamar el evangelio de salvación, que por causa de la
gracia, por causa de la influencia divina en las vidas de los creyentes, sean
dadas muchas gracias a Dios y no a nosotros, por la transformación de las vidas
de las personas, lo cual por supuesto genera gratitud de corazón.
Lo que buscamos quienes predicamos el evangelio no nos lo puede dar
persona alguna, porque eso que buscamos ya ha sido reservado por el que nos
llamó, de manera que estamos tranquilos y descansamos en la confianza de
que al darle toda la gloria al Señor y no quedarnos con nada de esa gloria y
honra, entonces sí estaremos en la posibilidad de recibir el galardón que es
por lo que hemos trabajado y ese galardón no nos lo puede proporcionar
persona alguna en este mundo, por eso resulta un error muy lamentable que
algunos siervos actúen convenientemente para recibir el favor de algunos que
solo pueden otorgar un beneficio en este mundo.
De ahí lo importante de discernir lo que las personas hacen con corazones
sinceros y solo por gratitud a Dios y diferenciarlo de lo que las personas
pueden hacer esperando recibir algún tipo de privilegio, elogio o alabanza y
peor aún el papel de aquel siervo que se corrompe en ese propósito. Por el
contrario, debemos hacer todo dejando en claro a las personas que no es a
nosotros a quien deben ser dadas gracias, sino que nuestro mejor regalo es

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que sean dadas muchas gracias a Dios por motivo de la gracia que reciben
muchos a través de uno y otro ministerio fiel al Señor;
2 Corintios 4.- 16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro
hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día
en día…
Efectivamente, Pablo está comparando una vida y otra, es decir, la vida en la
carne y la vida en el espíritu, pues mientras que la vida en la carne se degrada
con el paso de los días porque se corrompe con el simple paso de los años, al
decir que en el interior nos renovamos día con día, significa que desde ya,
quienes han tomado la decisión de vivir en el espíritu, han comenzado a vivir
en proyección hacia la vida eterna, pues al decir que se renueva día a día,
significa que no hay retroceso, no hay desgaste en nuestra vida en el espíritu
y eso solo es una referencia a lo que no se desgasta con el tiempo, Pablo habló
de la eternidad;
2 Corintios 4.- 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se
ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Dos enfoques de vida, pero uno es el que prevalece y caracteriza a los hijos de
Dios que están siendo preparados para la vida eterna, porque al haber
contemplado la cruz y haber mirado a Yeshúa en el sacrificio, aprendimos a
mirar con atención, con discernimiento en el espíritu las implicaciones
hermosas de ese sacrificio y en consecuencia, estamos siendo preparados
para mirar las cosas que no pueden ser percibidas con los ojos naturales,
porque las cosas de este mundo cualquiera las ve, pero las cosas que no se
ven, las cosas que son eternas, solo los que reciben la capacidad en el espíritu
para prepararse para la vida eterna…
…Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo,
dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se
os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto
que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida
eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque
así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto

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para luz de los gentiles, A fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra. 48 Los gentiles,
oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra
del Señor, y creyeron todos los que estaban
ordenados para vida eterna…
Hechos 13:46-48