Un Amigo visitó a otro que había dejado de asistir a las reuniones. Se sentaron en silencio frente al fuego de la chimenea. El visitante separó una brasa incandescente del fuego y la dejó apagarse sola, para luego devolverla al fuego principal y reencenderla. Antes de irse, el anfitrión le agradeció por la "bellísima sermón" y dijo que regresaría al grupo de Amigos.