Un Amigo visitó a otro que había dejado de asistir a las reuniones. En silencio, el Amigo sacó una brasa ardiente del fuego y la dejó apagarse, ilustrando cómo el hombre se había sentido alejado del grupo. Luego volvió a poner la brasa entre las demás y se encendió de nuevo, mostrando que el grupo lo ayudaría a recuperar el brillo. El hombre prometió regresar, entendiendo que formaba parte importante de la comunidad.