Un viejo solitario que vivía en soledad para orar y hacer penitencia se quejaba de tener mucho trabajo. Explicó que tenía que domar dos halcones (sus ojos), entrenar dos águilas (sus manos), mantener quietos dos conejos (sus pies), vigilar una serpiente (su lengua), cargar un asno (su cuerpo) y someter a un león (su corazón) para dominar las partes mejores y más peligrosas de sí mismo y ser un hombre de bien.