Macará era conocido por su gente alegre, sencilla y humanitaria que antiguamente se dedicaba a la caza, pesca y agricultura para sustentarse, así como al trueque de productos. La aduana de Macará recaudaba aranceles por los productos que ingresaban desde Perú, lo que era una valiosa fuente de ingresos para sustentar y desarrollar a sus pobladores.