El documento discute la medicalización excesiva de la vida cotidiana, donde las personas recurren a las drogas y medicamentos para tratar problemas menores o situaciones normales de la vida. El autor argumenta que la sociedad está demasiado medicalizada y sugiere moderar el uso de medicamentos, tomando las pastillas solo cuando sea estrictamente necesario. Concluye preguntándose quién podrá desmedicalizar a la sociedad.