Este documento discute cómo aunque las situaciones difíciles en la vida son transitorias, nuestra condición permanente ante Dios no lo es. Exhorta a los lectores a confiar en Dios durante los tiempos de angustia ya que Él puede liberarnos y darnos paz. También enfatiza que aunque los problemas son temporales, no debemos permitir que se vuelvan permanentes sino mantener la fe en que Dios nos dará la victoria.