El poema describe a la mujer latina de diferentes maneras: como morena, trigueña, blanca, de colores como el nácar, el sol, el atardecer o el caucho. La describe como impetuosa como el viento de montaña, altiva como una diosa nativa, tímida como las noches tibias o majestuosa como una amazona. También es dulce cuando ama y entrega la miel de sus viñedos. Finalmente, la mujer latina es descrita como la flor más preciada del jardín del universo.