Los elefantes negros y blancos solían odiarse y vivían separados, pero un día decidieron matarse entre sí en una larga batalla que acabó con todos los elefantes. Años después, los nietos de los pocos elefantes pacíficos que se habían escondido salieron de la selva siendo grises, y desde entonces los elefantes han vivido en paz aunque recientemente los de orejas pequeñas y grandes se miran de forma sospechosa.