El General Manuel Belgrano nombró a Nuestra Señora de la Merced "Generala del Ejército Argentino" tras la Batalla de Tucumán en 1812, entregándole su bastón de mando en una ceremonia donde las tropas y habitantes rindieron homenaje a la Virgen. Belgrano rezaba el rosario diariamente con sus soldados y había prometido a la Virgen victoria en la batalla horas antes. Testigos afirmaron que se logró una milagrosa victoria, narrando cosas increíbles.