El documento compara el reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo que una persona encuentra y vende todo lo que posee para comprar ese campo. Aunque Pablo no estaba buscando el tesoro de Cristo, una vez que se encontró con Él dejó todo atrás para seguirlo. El documento también enfatiza que vale la pena dejar todo para poseer a Cristo y que debemos buscar primero el reino de Dios.