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Periodistas que iluminan
          nuestra historia


    Centro de Historia Municipal
           Alcaldía de Managua
PERIODISTAS QUE
ILUMINAN NUESTRA
    HISTORIA



  Centro de Historia Municipal


 Alcaldía de Managua


         Septiembre, 2004
Hecho el depósito legal: Mag-0216-2004


                 © Centro de Historia Municipal
                     Alcaldía de Managua
                 Todos los Derechos Reservados



Levantado de Texto : María Raquel Bustos Valle

Cuidado de Edición: Roberto Fco. Sánchez Ramírez

Agradecimiento a : Dr. Jorge Eduardo Arellano, por haber autorizado que de
su libro “Héroes sin fusil” se tomaran las biografías de Anselmo H. Rivas, Ri-
goberto Cabezas, Juan Ramón Avilés, Gabry Rivas, Pedro Joaquín Chamorro
Cardenal y José Francisco Borgen. Biblioteca del Banco Central de Nicaragua
“Roberto Incer Barquero”. Instituto de Historia de Nicaragua y Centro América
de la UCA. Periodista Ignacio Briones Torres. Lucrecia Lacayo, hija de Leonar-
do Lacayo Ocampo.

Diagramación       : Leonel Hernández

Impresión          : IMPRIMATUR Artes Gráficas
INDICE
INTRODUCCIÓN                                   7

PRÓLOGO                                        9

ENRIQUE E. GOTTEL PERIODISTA Y PIONERO         23

FABIO CARNEVALINI CAGLIERO
UN GARIBALDINO EN NICARAGUA                    29

ANSELMO H. RIVAS: INTELECTUAL DEL
CONSERVATISMO DECIMONÓNICO                     35

RIGOBERTO CABEZAS Y SU VIGENCIA                39

JUAN RAMÓN AVILÉS Y SU LEGITIMIDAD LIBERAL     51

GABRY RIVAS: PERIODISTANATO Y REPRESENTATIVO   55

JOSÉ FRANCISCO BORGEN: UNA VIDA A LA
ORILLA DE LA HISTORIA                          59

BIOGRAFÍA DE LEONARDO LACAYO OCAMPO
MAESTRO Y FORJADOR DE PERIODISTAS              63

SALOMÓN BARAHONA LÓPEZ (CHILO)                 67

GAM FUE UNA GACELA DEL TRABAJO                 77

OFELIA MORALES GUTIÉRREZ                       87

PEDRO JOAQUIN CHAMORRO CARDENAL:
VEINTE AÑOS DESPUÉS                            91

ALBERTO MORA OLIVARES (1929-1974)              103

BIOGRAFIA WLLLIAM RAMÍREZ SOLÓRZANO            107

ACUERDOS DE ACTA DEL CONCEJO MUNICIPAL
SOBRE LA ROTONDA DEL PERIODISTA                111

CONCEJO MUNICIPAL DE LA ALCALDÍA
DE MANAGUA 2001-2004                           112
DIRECTIVA DE LA FUNDACIÓNPERIODISMO
Y CULTURA “WILLIAM RAMÍREZ            113

HOMENAJE A RODOLFO TAPIA MOLINA       115

CENTRO DE HISTORIA                    121

MUNICIPAL                             121

ALCALDÍA DE MANAGUA                   121

SEPTIEMBRE 2004.                      121
Periodistas que iluminan nuestra historia



                INTRODUCCIÓN

                                     M      i relación con el pe-
                                            riodismo no ha sido
                                     solo parte de mis responsa-
                                     bilidades como Alcalde de
                                     Managua. En la lucha por
                                     la liberación de Nicaragua,
                                     tuve asignadas también mi-
                                     siones de información y
                                     propaganda, fue cuando la
                                     prensa nacional e interna-
                                     cional me conoció como
                                     “Mauricio”.

Durante la guerra de agresión me desempeñaba como Ministro
de Turismo, se me encargó la atención de los medios extran-
jeros. Toda esa experiencia me ha permitido tener una mejor
valoración de lo que significa la labor informativa, motivo por
el cual, en mi gestión como Alcalde he dedicado todo el tiem-
po que me ha sido posible para atender a los periodistas.

He dado el apoyo para dignificar al periodismo nacional a tra-
vés de la Orden Municipal “Juan Ramón Avilés”. Asimismo
inicié como Alcalde el reconocimiento a periodistas de origen
extranjero, fue así que el 8 de septiembre del 2002 restaura-
mos la tumba y rendimos homenaje a Enrique E. Gottel, en
el cementerio San Pedro, un año después lo dedicamos a Fa-
bio Carnevalini Cagliero y este año además de hacerle justicia
a seis destacados periodistas nicaragüenses, inauguramos el
monumento al periodista en la rotonda del mismo nombre.


                               –7–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


Cuando la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramí-
rez”, me propuso el proyecto del monumento de inmediato di
todo nuestro apoyo, iniciando porque el Concejo Municipal
legalizara por decreto el nombre de la rotonda, comenzando
el proceso de ejecución, el que dada la magnitud de la obra no
pudo ser inaugurada el propio 8 de septiembre, “Día Interna-
cional del Periodista”.

Culminamos el monumento material, queda pendiente el con-
junto escultórico de Gottel y Carnevalini. Ha servido para for-
talecer el monumento espiritual que como persona y Alcalde
tengo hacia los periodistas. El monumento del aprecio y la
gratitud. El monumento a quienes han reconocido nuestros lo-
gros y ayudado con su crítica oportuna.



                        Herty Lewites

                     Alcalde de Managua



                        Septiembre 2004




                              –8–
Periodistas que iluminan nuestra historia



              A manera de Prólogo

                                       Los Iluminados soñadores
                                     del periodismo nicaragüense



** Los códices, Gottel, Carnevalini, Rigoberto Cabezas y
Anselmo H. Rivas.

Mario Fulvio Espinosa

Cuenta Fernández de Oviedo que nuestros antepasados indí-
genas registraban en sus códices que el universo existió cinco
veces, y en cada una de esas etapas fue alumbrado por cuatro
diferentes soles, siendo el quinto sol el que hoy nos ilumina.

Con ese talento mítico, tan natural y sencillo, los cronistas
indígenas informaban que en esas cuatro etapas de cambio
telúricos, la tierra se fue formando favorecida por cuatro ele-
mentos que se formaron en cada uno de los ciclos: primero el
agua, después el fuego, luego la tierra y por último el viento.

“Esos cambios –escribieron los sabios cronistas indígenas-
ocurrieron

en el transcurso de millones de años, y en cada una de esas
etapas surgieron seres humanos, plantas y animales cada vez
más perfectos”.

Con esa revelación nuestros padres indios se adelantaron en
varias centurias a los descubrimientos científicos de Darwin
sobre la evolución de los seres humanos, a diferencia del Gé-

                               –9–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


nesis -y sobre todo de Adán y Eva-, en forma poética señala-
ron en el Popol Vuh las peripecias que pasaron Tamagastad y
Cippatónal para formar al hombre con diversos materiales.

Los cronistas españoles, que contemplaban al indígena desde
su propia ignorancia, si bien registraron lo que ellos conside-
raron conveniente, jamás entendieron la belleza de los códi-
ces, la capacidad mítica imaginativa propia de la cultura de
los comunicadores indios, y cegados por la codicia y por el
fanatismo destruyeron con odio inquisitorial aquellos tesoros.

Un Memorial que reta la imaginación

Recordé aquellas maravillas del pensamiento mágico nacional
cuando alguien me preguntó que si eran velas de regatas esas
que se alzan hacia el cielo en el centro del Memorial de los
Periodistas. Le dije: “Son velas, pero además todas las cosas
que caben en tu imaginación”.

Porque bien pueden ser llamas libertarias que iluminan las
sombras, o banderas de fuego para encender auroras.

También podrían ser medias lunas, como aquellas que Alá es-
tampó en los lábaros que guiaron a las huestes de Mahoma en
la lucha por lograr la identidad de los árabes.

Pueden ser gajos de naranja que proclaman la fértil creativi-
dad del nicaragüense, a veces dolorosa, porque él no está en
un lecho de rosas.

Pueden ser olas que al levantarse entonan la canción grave,
eterna, palpitante del Padre Mar de Neruda.

Valgan estas imaginaciones para evocar con veneración y
respeto el mérito de aquellos periodistas que desde los viejos

                              –10–
Periodistas que iluminan nuestra historia


tiempos de Netzahualcoyotl han hecho de la comunicación
social o colectiva un apostolado para encontrar la senda de la
libertad de pensamiento y expresión, derechos y valores in-
dispensables para emprender la jornada hacia el desarrollo del
bienestar humano.

Este solemne y bello Memorial, es la culminación de un
proyecto concebido por la Fundación Periodismo y Cultura
“William Ramírez” para perennizar la memoria de aquellos
que cincelaron en letras de imprenta luminosas la historia del
Periodismo Nacional y que se entregaron sin ambiciones mez-
quinas -enarbolando la honradez, el civismo, la ética y el pa-
triotismo-, a la pasión de divulgar opiniones y noticias.

Concebido en esos términos enaltecedores, el proyecto del
Memorial fue presentado ante la Comuna de Managua y apo-
yado de manera unánime e incondicional por el Concejo Mu-
nicipal y por el Alcalde de Managua, señor Herty Lewites.
Se sometió a concurso el diseño resultando seleccionado el
presentado por el arquitecto Glen Smoll.

Se han colocado las doce primeras placas para perennizar la
memoria de igual número de periodistas notables del siglo
pasado, siendo ellos Rigoberto Cabezas, Anselmo H. Rivas,
Juan Ramón Avilés, José Francisco Borgen, Leonardo Laca-
yo Ocampo, Gustavo A. Montalbán, Pedro Joaquín Chamo-
rro, Gabry Rivas, Salomón “Chilo” Barahona López, Alberto
Mora Olivares, Ofelia Morales Gutiérrez y William Ramírez.

Cada Primero de Marzo, Día Nacional del Periodista, y cada
Ocho de Septiembre, Día Internacional del Periodista, se agre-
garán otras placas conmemorativas y si llega a ser necesario
podrán instalarse a lo largo del Paseo de los Periodistas, o sea
la avenida que une el Memorial con la Pista Suburbana.

                              –11–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


Durante el mes de diciembre se colocará el conjunto escultó-
rico que representa a don Enrique Gottel, fundador del moder-
no periodismo nicaragüense, a lomos del burrito en el cual se
trasladaba desde el Valle de Gottel hasta Managua para dis-
tribuir su periódico “El Porvenir de Nicaragua”, del cual era
impresor, director, reportero, redactor y distribuidor.

Al lado del señor Gottel estará la efigie de don Fabio Carne-
valini, continuador de la publicación del “Porvenir de Nica-
ragua” y el que enriqueció su redacción con las plumas de
Rubén Darío, Manuel Riguero de Aguilar, Felipe Ibarra, Mo-
desto Barrios, Bruno H. Buitrago, Francisco Gavidia, Marcel
Blanchard, Jerónimo Ramírez y otros brillantes exponentes de
la inteligencia Latinoamericana.

Ese conjunto escultórico está siendo elaborado por don Noel
Flores escultor que ya tiene en su haber otras muchas obras
que adornan diferentes edificios y lugares de Managua.

La noche negra del fanatismo

Pero, volviendo al intento de reseñar la histórica de nuestro
periodismo, encontramos que desde sus inicios ha estado pla-
gada por continuos atentados directos e indirectos contra la
libertad de pensamiento y expresión. Cabe señalar, que du-
rante la Conquista y la época Colonial las imprentas eran ins-
trumentos de la iglesia que imponía en sus publicaciones el
fanatismo del dogma y la amenaza de las penas del infierno.

Pero el fanatismo y el dogma son por su naturaleza asesinos
del pensamiento libre y de la imaginación, de manera que po-
demos asegurar que ambas épocas fueron la edad negra del
medioevo europeo trasladado a Centroamérica, centurias de

                              –12–
Periodistas que iluminan nuestra historia


oscurantismo y de sometimiento corporal y espiritual. Rémo-
ras que aún nos siguen perjudicando al impedir el desarrollo
social y humano de nuestros pueblos.

Después de la declaración de Independencia en 1821, surgie-
ron las oligarquías criollas y los periódicos vinieron a ser efí-
meros voceros de los líderes políticos en contienda. Fiebres y
chapetones, timbucos y calandracas, legitimistas y democrá-
ticos, granadinos y leoneses, liberales y conservadores, todos
ellos emitieron sus periódicos con la única mira de defender
sus posiciones políticas.

Impresos de vida efímera

Debido a los constantes altibajos de las guerras intestinas esos
periódicos fueron publicaciones efímeras, salían una o dos ve-
ces y después desaparecían, eran de circulación local pues la
enorme mayoría de nicaragüenses no sabían leer.

Poco podía progresar el periódico y la imaginación de los pe-
riodistas en un ámbito de criterios políticos ortodoxos y dentro
de marcos religiosos estrechos y oscurantistas. Sin embargo,
entre los años 1829 y 1900 se publicaron –según las investi-
gaciones del profesor Mauricio Pallaís Lacayo-, 367 periódi-
cos, el 31,25 por ciento fueron impresos en León, el 22.42 por
ciento en Managua y el 17.35 en Granada.

El primer periódico que se publicó en Nicaragua fue “La Opi-
nión Publica”, salió a luz en León, el 9 de mayo de 1833.
Entre otras cosas decía: “La guerra civil ataca a nuestra san-
ta religión porque, 1 - Destruye la caridad, que es la piedra
angular de ella, 2 – Porque da lugar a que se quebranten los
mandamientos del decálogo y se infrinjan los preceptos de la

                               –13–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


iglesia y 3 - Porque disminuye la devoción y los fondos que
hacen decoroso y majestuoso el culto”. Este periódico se pu-
blico bajo el gobierno de don Dionisio Herrera y de él solo se
publicaron, con mucha irregularidad, ocho ejemplares.

En 1835 nació el “Telégrafo Nicaragüense” –tenido por algunos
como el primer periódico de Nicaragua-, fue bajo la administra-
ción de don José Zepeda, su director fue el licenciado Gregorio
Juárez, de ese periódico sólo se editaron cinco números.

A estos periódicos siguieron muchos otros, ente ellos “El Se-
manario Necrológico de Nicaragua” (1837) “La Aurora de Ni-
caragua”, “El Centinela de Nicaragua”, “La Centella” (1838),
“El Articulista” (1839), “El Redactor Nicaragüense” (1840),
que tuvo una vida de dos años, “El Mentor Nicaragüense”
(1841), “El Boletín del pueblo”, “El Granadino”, “El ojo del
pueblo” (1843), “El Águila de Nicaragua”, “El Clarín Oficial
del Ejercito” (1844), “Registro Oficial”, “El Cometa de Nica-
ragua” (1845).

En años posteriores “El Regenerador Nicaragüense”, (1847),
“Gaceta del Supremo Gobierno” (1848), “El Noticioso”
(1849), “El Guerrillero” (1850), “Gaceta Oficial de Nicara-
gua” (1851), “El Clamor del Pueblo”, “El Boletín del Ejército
Democrático del Estado de Nicaragua” y “El Defensor del Or-
den” (1854), “Boletín de Noticias”, “Boletín Oficial” (1855)
e incluso “El Nicaragüense” que comenzó a publicar el 20 de
Octubre de 1855 el filibustero William Walker.

Con la misma carencia de periodicidad y limitadas posibili-
dades de ampliar sus espacios de información y difusión si-
guieron apareciendo otros periódicos tanto en León como en
Granada.

                              –14–
Periodistas que iluminan nuestra historia


Primer salto de calidad

Con la aparición en 1865 de “El Porvenir de Nicaragua” el
periodismo nicaragüense da su primer salto de calidad. Su
editor, don Enrique Gottel con visión futurista lo mantiene en
la palestra de la opinión publica centroamericana por más de
veinte años. Por primera vez se publican anuncios y noticias
de todo el mundo y el bisemanario -que tuvo una corta época
como periódico diario-, mantiene corresponsalías con México
y toda Centroamérica.

El camino marcado por Gottel es continuado por otro ilumi-
nado, don Fabio Carnevalini, y la vida del periódico termina
a medias en 1885, pues se fusiona con otro importante diario,
“El Ferrocarril” y continua su existencia, sin que se conozca a
ciencia cierta en que época dejó de existir.

Junto con “El Porvenir de Nicaragua” continúan publicándo-
se muchos otros periódicos, entre ellos “El Registro Oficial”
(1866), “La Actualidad” (1868), “El Clamor Nacional” (1869),
“El Correo de Occidente” (1873), “La Aurora” y “El Eco de
Occidente” (1874), “La Tertulia” (1875), “El Republicano” y
“El Canal de Nicaragua (1876).

Segundo salto de calidad: el diarismo

** Rigoberto Cabezas y Anselmo Hilario Rivas

Cuenta el historiador Francisco Huezo que “en las primeras
horas de una noche de invierno de 1883, se presentó en el
cuarto de don Anselmo Hilario Rivas un viajero joven, pre-
guntando por aquel, Vestía redingote azul, chaleco blanco,
corbata de lazo, y sombrerito negro de paño. Llevaba bajo el

                              –15–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


brazo, en un maletín, pañuelos, cuellos, una camisa, un cepi-
llo de ropa y otros objetos de uso personal.

“Después de las presentaciones de rigor, aquel joven que dijo
llamarse Rigoberto Cabezas, le propuso a don Anselmo un ne-
gocio a medias, la fundación de un diario para Nicaragua.

Era Rigoberto de apuesto porte, delgado, de estatura regular,
cara ovalada coronada por mechones de cabellos negros, ojos
inquisidores, nariz recta sobre un mostacho negro que ampa-
raba una boca pequeña de labios finos.

Con pasión mística comenzó a exponer sus argumentos a Don
Anselmo sobre las ventajas que presenta un diario sobre cual-
quier otro tipo de publicación periódica.

“La vida moderna –argumentó-, no se explica sin el periódi-
co diario, forma parte de su propio movimiento, es su propia
alma. El diario es el libro del minuto, la información del mo-
mento, de todo lo que ocurre en el mundo moral e intelectual.
Su radio de acción es amplio, abarca a todas las ordenes y a
todos los gremios. Es útil al sabio, al artista, al agricultor, al
comerciante, al profesor, a la modista, a los artesanos. Cuando
no da una noticia, da un consejo y marcha a la par del hombre
en sus caídas y en sus triunfos”.

Como el señor Rivas argumentara que Nicaragua no estaba
todavía preparada para el diarismo, porque su vida intelec-
tual era escasa, escaso su movimiento social y político y por
lo tanto escasos los temas para escribir, Rigoberto argumen-
tó: “Natural es esa opinión tratándose de una empresa nueva,
desconocida, que presenta grandes dificultades y que lucha,
al iniciarse no más, con esa preocupación con que se reciben
los propósitos a primera vista quiméricos e insuperables. Sin

                               –16–
Periodistas que iluminan nuestra historia


embargo, creemos que el Diario es posible, creemos que es
una obra llana, hasta sencilla: natural en nuestras actuales
circunstancias. Naturalísima por la altura que hemos alcan-
zado en morales y materiales adelantos; él obtendrá grandes
ascendientes porque viene a llenar un vacío, porque viene a
satisfacer varias necesidades que le darán inmensa importan-
cia política y social”.

“Que no sea un mito la libertad”

Como si analizara nuestra prensa actual, habló Rigoberto sobre
la función del diario imaginado. “La competencia de un diario
la constituye su Redacción que estará integrada por hombres
que estén llamados por su experiencia y por sus luces a enca-
minarnos por los senderos de la bienandanza. La organización
del diario estará a cargo de hombres de serena imparcialidad
y criterio, de altos y definidos propósitos, consecuentes con
prácticas y avanzados principios regeneradores, en fin que
sean honorables y conspícuos ciudadanos del país”.

“Será el diario –añadió-, un verdadero poder, un poder cons-
tituido, un poder benéfico que pesará con sus opiniones en
la balanza del criterio nacional y que dará bríos y alentará el
desfallecido aliento de aquellos que ven con miedo el porvenir
y con reserva la cosa pública.

“La palabra del diario será siempre la opinión de un conse-
jo de personas que estarán poseídas de ciencia, patriotismo y
rectitud y que harán del periódico una santa y grandiosa ins-
titución; pretendemos que él quede elevado en una esfera de
justicia incorruptible.

“El Diario fomentará el periodismo en Nicaragua y con el pe-
riodismo la discusión, y con la discusión, la luz, irradiando en

                              –17–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


torno al axioma que ha debido surgir del choque de diferentes
opiniones”.

Soñaba Rigoberto con hacer del diario un instrumento de cul-
tura, “Si es de interés hará que el pueblo lea y que se acostum-
bre a leer, que la lectura haga en él una segunda naturaleza.

“Conquistadas las masas para ese hábito –la lectura-, no sería un
mito la libertad, no sería un negro porvenir nuestro mañana”.

Gratamente sorprendido quedó el señor Rivas al oír aquellas
nuevas ideas, aquellas palabras hermosas que entrañaban una
alta visión de las conquistas del espíritu moderno.

Le seducía la música de aquel concepto expresivo, el tono de
sinceridad y de fe que daban un perfil de apóstol a aquel joven
de mirada fulgurante y cabellos de ébano.

Ya no desconfiaba. Ya no dudaba del éxito. Aquella alta con-
vicción se había infiltrado en su espíritu con el prestigio lumi-
noso de la palabra.

Poco tiempo después –señala don Francisco Huezo- empeza-
ba a publicarse bajo la dirección de ambos “El Diario de Nica-
ragua”, fundador del diarismo en la Republica, y creación de
Rigoberto Cabezas.

Aquel fue el segundo salto de calidad en la Historia del Mo-
derno Periodismo Nicaragüense. Fue el resurgir de aquel pen-
samiento mágico que animó el espíritu de aquellos indígenas
antepasados nuestros.

Fue la reafirmación de que en nuestra Nicaragua existieron so-
ñadores, que fueron comunicadores desde los viejos tiempos
de Netzahualcoyolt.

                               –18–
Periodistas que iluminan nuestra historia


Por eso, este Memorial será un sitio de respeto y veneración
hacia aquellos antepasados nuestros que pusieron las bases
para que nuestro periodismo sea en la actualidad una institu-
ción de prestigio que, según las encuestas, posee el más alto
grado de credibilidad en comparación al resto de instituciones
nacionales.

También será nuestro Memorial, cuando este bellamente arbo-
rizado, un lugar de reposo, cultura y meditación para el goce
de las nuevas generaciones de periodistas, que vendrán aquí
como acudían las musas a la Fuente Castalia, a retomar el in-
genio, el talento, la sabiduría y la magia mítica que un día fue
gloria de nuestros indígenas antepasados.




                              –19–
DOS INMIGRANTES DE GRATA
       RECORDACIÓN


“Dos extranjeros de grata recordación contribuyeron a la
cultura del país, impulsando y dando nueva vida al
periodismo naciente: un alemán Gottel y un italiano, Fabio
Carnevalini”



                                             Rubén Darío
Periodistas que iluminan nuestra historia



          ENRIQUE E. GOTTEL
         PERIODISTA Y PIONERO
                                           Roberto Sánchez Ramírez



                                     “
                                   Nicaragua agradecida
                                   1883” decía la lápida
                                que se colocó en la tumba
                                de Enrique Gottel, en enero
                                de 1883, ocho años después
                                de su muerte, el once de
                                enero de 1875. Monumen-
                                to que se construyó en las
                                afueras del cementerio San
                                Pedro. Dicha lápida desapa-
                                reció, igual que el recuerdo
del inmigrante alemán y hasta su tumba se dio por perdida
durante muchos años. ¿Pero quién fue Gottel para merecer esa
inscripción tan honrosa?
Enrique E. Gottel, nació en Danzig, Prusia (Alemania) en
1831. Muy joven emigró a los Estados Unidos. Cuando la fie-
bre del oro, en California, dispuso hacer el viaje siguiendo la
ruta por Nicaragua en la Compañía de Tránsito, propiedad de
el Comodoro Cornelius Vanderbilt. Sin embargo se quedó en
Rivas y en 1852 estableció un contrato con la Compañía para
darle atención a los viajeros. Pionero había sido su compa-
triota Hermann Dentsh, en la ruta de La Virgen, en el lago de
Nicaragua a San Juan del Sur.
Debido a la pugna entre William Walker y Vanderbilt, Gottel
perdió sus bienes en 1856 y quedó en la ruina. En 1861 or-
ganizó de nuevo el servicio y ya para 1868 tuvo un socio, el

                              –23–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


General colombiano Pedro Ruiz Tejada, estableciendo nuevas
rutas, pasando por Granada hasta llegar a Chinandega, mejo-
rando los llamados “caminos reales”. En La Gaceta de Nicara-
gua del sábado 17 de junio de 1865, hay un artículo referente a
la Compañía de Diligencias. Al mismo tiempo fundó en Rivas
el año 1865 un periódico “El Porvenir de Nicaragua” que apa-
recía cada sábado, editado en español e inglés, sacando anun-
cios comerciales.

EL VALLE GOTTEL

En la carretera al poblado de Veracruz, jurisdicción de Nin-
dirí, a unos cinco kilómetros del Km. 14 de la carretera a Ma-
saya, está el Valle Gottel, en empalme de la carretera que va
a Managua, pasando por Las Jagüitas. Allí hay una pequeña
es-cuela con un letrero donde se lee el apellido de Gottel,
ignoro si se sabe en el lugar por qué se llama así.

El Presidente Fernando Guzmán, por decreto del 26 de Mar-
zo de 1871, concedió a Gottel 195 manzanas de tierra, con
el propósito de establecer un poblado modelo que tuviera un
paradero de diligencias, brindar diferentes servicios, llegó a
tener un hotel con alojamiento y restaurante. Algo muy avan-
zado para su época, pero el proyecto de poblarla, sobre todo
con inmigrantes, no funcionó. Gottel trasladó la imprenta que
tenía en Rivas y “El Porvenir de Nicaragua” se convirtió en la
expresión de las ideas liberales.

En un escrito del 12 de agosto de 1874, don Enrique expresa:
“El Porvenir, será siempre enérjico sostenedor de los intereses
del partido liberal Centroamericano; i cumplirá fielmente con
su programa de ilustrar al pueblo; combatir la ignorancia, el

                              –24–
Periodistas que iluminan nuestra historia


fanatismo i los abusos; promover el bienestar de los cinco Es-
tados en general i el de Nicaragua en particular”. Fue firme en
sus ideas, respetuoso y humanista, aunque masón declarado
construyó una iglesia católica y una escuela en el poblado de
Nindirí.

AL RESCATE DE LA HISTORIA

Aprovechando que fue nombrado Cónsul de Guatemala en Ni-
caragua, en 1873 Gottel pasó un año en aquel país, investigan-
do y estudiando por su cuenta gran cantidad de documentos
que están ahora en la biblioteca Bancroft, de la Universidad de
Berkeley, en California, sin que existan copias en el país.

Gottel era tan apasionado del periodismo que como anécdota
se cuenta que venía a Managua a distribuir el periódico, mon-
tado en una burrita. Era curioso que Gottel escribiera bien el
español a pesar que no llegó a dominar su habla. Fue su pe-
riódico ejemplo de libertad de expresión. Era tan tolerante que
permitía a sus adversarios escribir en su contra en su propio
periódico. Luchó por la independencia del periódico y hasta
los redactores discrepaban con las opciones de Gottel.

Además Gottel fue músico, autor de varias conocidas compo-
siciones que se olvidaron a su muerte. Cita don Enrique Guz-
mán en la biografía que escribió con fecha 1 de enero de 1883
que conoció a Gottel en 1854, en la escuela que tenía don An-
selmo H. Rivas en Granada y que era “inteligente, alegre, ge-
neroso, buen camarada en toda la extensión de la palabra, no
era posible tratarle íntimamente sin sentir por él una estima-
ción y afecto”. Así escribía uno de los mayores representantes
del pensamiento conservador, autor del “Diario Íntimo”. Don
José H. Montalbán, en su obra “Breves apuntes para la histo-

                              –25–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


ria del periodismo nicaragüense” dice que: “don Enrique E.
Gottel es uno de los extranjeros que mayores bienes ha hecho
en Nicaragua”.

Gottel publicó en “El Porvenir de Nicaragua” artículos toma-
dos de periódicos extranjeros, en especial aquellos relaciona-
dos con obras realizadas por inmigrantes alemanes. Se refirió
a las investigaciones del Dr. Karl Hermann Berndt sobre las
lenguas indígenas de Nicaragua, en especial el estudio en len-
guas náhualt del Güegüense o Macho Ratón. También hizo
publicaciones sobre Maximiliano V. Sonnenstern.

El 3 de mayo de 1874, Gottel dejó de publicar “El Porvenir de
Nicaragua” y pasó la dirección a cargo del periodista de origen
italiano, Fabio Carnevalini que comenzó a editarlo en Mana-
gua. En el Instituto de Historia de Nicaragua y Centro Amé-
rica de la UCA (IHNCA-UCA), se encuentran los siguientes
números: 3 y 4 de 1866; 2-3-5-15-16-19 año 1867, alcances
(extras) 11-7-10 del mismo año; 19-23-25-27-29-31-32-34-
36-38-40-47-49-51 y 52 de 1868; 3-5-6 y 7 de 1869; 3-8-11 y
52 de 1874. Editados en inglés el 29 de 1866, el 1 y el 15 de
1867 y el 20 de 1868.

Gottel falleció el 11 de enero de 1875. Debido a sus ideas, le
fue prohibido el entierro dentro de los muros del cementerio.
Otro ilustre inmigrante de origen alemán, don Julius Bahlke,
realizó una colecta para comprar un terreno al norte fuera del
cementerio San Pedro. El día que se sepultó a Gottel, también
se inició el llamado “cementerio de los extranjeros”, inaugu-
rado oficialmente el 5 de enero de 1885. Fue algo injusto, pues
Gottel, igual que otros distinguidos inmigrantes, dieron gran
parte de su existencia por el progreso de Nicaragua. Gottel,
fue un verdadero pionero.

                              –26–
Periodistas que iluminan nuestra historia


En La Gaceta del 16 de enero de 1875, en las páginas 30 y
31, se publicó una amplia crónica del funeral de Gottel. Se le
califica de “activo, intelijente i laborioso; buen amigo, franco,
leal y jeneroso; afectuoso, desinteresado i mui honrado, tal era
Gottel, el amigo que la muerte no ha arrebatado”. Asistió al
funeral el Presidente don Vicente Cuadra, acompañado de sus
ministros, senadores y diputados. Dijeron discursos don Fran-
cisco Deshon y el periodista don Fabio Carnevalini. Pese a la
disposición negativa de las autoridades de la iglesia católica,
el gobierno y el pueblo nicaragüense le expresaron su público
reconocimiento.

Ocho años después de fallecido Gottel, intelectuales y perio-
distas nicaragüenses presidieron un homenaje, en el que se
inauguró un monumento a su memoria. Eso fue el 5 de enero
de 1883. En su discurso Genaro Lugo dijo: “Agradezco de
corazón a todos aquellos buenos nicaragüenses que apoyaron
el cumplimiento de una deuda nacional. Para esa ocasión don
Enrique Guzmán, refiriéndose a Gottel, escribió: “fue un hom-
bre útil”.

La hermosa lápida y la columna trunca de la tumba desapare-
cieron, igual que su recuerdo y hasta el sitio se dio por perdi-
do hasta julio del 2001, cuando los trabajos de investigación
histórica de la Alcaldía de Managua, permitieron ubicar el lu-
gar exacto de la tumba, proceder a la restauración y puesta
de la placa con la inscripción original: “Nicaragua agradecida
1883”. Con motivo del Día Internacional del Periodista, en
septiembre del 2001, se le dedicó la conmemoración a Gottel,
en el Cementerio San Pedro.




                              –27–
Periodistas que iluminan nuestra historia



 FABIO CARNEVALINI CAGLIERO
UN GARIBALDINO EN NICARAGUA
                                            Roberto Sánchez Ramírez

                                  “De buena inteligencia, con
                                  un juicio reposado, emitía
                                  casi siempre sus opiniones a
                                  favor de la justicia y sin des-
                                  cender al insulto que su sano
                                  corazón rehusaba”, publicó
                                  La Gaceta del 2 de abril de
                                  1896, en el obituario dedica-
                                  do a don Fabio Carnevalini
                                  Cagliero, fallecido el día 25
de marzo y de quien también se expresó que: “prestó impor-
tantes servicios a Nica-ragua, justo es, pues, que honremos su
memoria”.

Si partimos que su llegada a Nicaragua fue en abril de 1856,
tenemos que fueron 40 años de protagonismo de don Fabio en
nuestra vida nacional. Como profesor en León, polémico pe-
riodista, orador en todas las principales actividades sociales,
políticas y hasta en funerales, incluyendo candidato a Alcalde
de Managua, teniendo como oponente a José Santos Zelaya
López, para el período de 1883. En esa ocasión casi se baten
en duelo. Fue el inmigrante que más se destacó en su época.

Por referencia autobiográfica, sabemos que nació en Roma el
11 de enero de 1829. Fueron sus padres don Ángel Carnevalini
y doña Julia Cagliero, familiar de Cardenal Cagliero, el primer
Nuncio Apostólico que vino a Nicaragua, en 1913. Su padrino
fue el famoso escultor Tenneranni, autor de varias obras que

                               –29–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


están en la Villa Borghese, en Roma y que tuve oportunidad
de visitar en varias ocasiones, ignorando la relación con don
Fabio Carnevalini Cagliero.

Combatió desde muy joven por la libertad de Italia. Estuvo
en la proclamación de la República. Se enfrentó a los ejérci-
tos europeos que llegaron a apoyar al Papa Pío IX y sufre la
derrota. El 17 de julio de 1853 tuvo que marcharse de Italia.
Pasó a Francia, luego a los Estados Unidos, hasta llegar a Ni-
caragua donde participó en la Guerra Nacional contra William
Walker. Es posible que en ese período recibió el grado militar
de teniente - coronel que conforme decreto del 7 de diciembre
de 1869 fue ascendido a coronel, según La Gaceta del 18 de
diciembre de 1869.

En 1857 se radica en León y se dedica a la enseñanza, im-
partiendo la materia de gramática latina. Compartió las aulas
con personalidades de la época, como Máximo Jerez Tellería,
Gregorio Juárez, Hemenegildo Zepeda, etc. Desde entonces es
conocido por sus actitudes anticlericales, pese que tuvo diver-
sos cargos en los diferentes gobiernos conservadores, en espe-
cial del presidente Joaquín Zavala. Diez años residió en León,
período en el que contrajo matrimonio con la joven de origen
alemán, Virginia Lena, con quien procreó a Mistala, Alfredo,
Julia, Ángel, Clelia, Elvira, Virginia, Angélica y Lucila. Los
varones no dejaron descendencia y se perdió el apellido Car-
nevalini.

Don Fabio participó activamente de las polémicas surgidas
por la actitud reeleccionista del Presidente General Tomás
Martínez Guerrero. Es cuando también apoya las ideas con-
servadoras, difícil en un ambiente liberal como el de León.
En 1867, bajo la presidencia del General Fernando Guzmán

                              –30–
Periodistas que iluminan nuestra historia


So-lórzano, es nombrado redactor de La Gaceta y traductor
oficial del gobierno, ambos cargos eran de mucho prestigio y
con-fianza por el acceso a los personajes y documentos oficia-
les. Es cuando estrecha amistad con otro destacado inmigrante
de origen alemán, don Enrique E. Gottel, fundador y director
de El Porvenir de Nicaragua.

En 1869, es nombrado Comandante de Corinto. En La Gaceta
del sábado 13 de noviembre aparece publicada una despedida
firmada por don Fabio, al renunciar como redactor del periódi-
co oficial. Es interesante leer que durante tuvo el cargo se es-
forzó en “favorecer en cuanto me ha sido posible, los intereses
de Nicaragua i de Centro América, lo mismo que sostener los
principios liberales”. Agrega que “ser fiel al gobierno á quien
sirve, es el principal deber de un empleado”. Dice al final “He
sido el primer extranjero que ha tenido el honor de llevarle la
palabra del Supremo Gobierno. Este honor he sabido, apre-
ciarlo en alto grado”.

En 1873 viajó a Italia. Ese mismo año, el 14 de septiembre,
aparece como directivo del Club Social de Managua junto con
don Federico Solórzano y el Lic. Pascual Fonseca, quien fue
Alcalde de la ciudad. El discurso principal lo pronunció el ex
- presidente, General Máximo Jerez Tellería. Asistió el presi-
dente don Vicente Cuadra. En 1875 es el orador en el funeral
de Gottel, en enero en el cementerio San Pedro. Llegó a tener
una gran influencia en la administración del Presidente Joa-
quín Zavala, al extremo que se le señala de ser uno de los
causantes de la expulsión de los sacerdotes jesuitas, en junio
de 1881. Don Joaquín y don Fabio se emparentaron al casarse
los familiares de aquel, Juan María y César Solís Avilés con
Julia y Clelia Carnevalini.

                              –31–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


Desde antes de la muerte de Gottel en 1875, don Fabio se había
hecho cargo de El Porvenir de Nicaragua. Primero se imprimió
en Rivas, luego en el llamado Valle Gottel y con Carnevalini
pasó a Managua, contribuyendo al desarrollo del periodismo
nicaragüense con intelectuales como Anselmo H. Rivas, Ri-
goberto Cabezas Figueroa, Pedro Ortiz, José Dolores Gámez,
quienes motivaron y apoyaron a Rubén Darío. Tuvo don Fabio
cambios en su forma de pensar, en lo que nunca cambió y le
valió el respeto ciudadano fue en su honradez y rectitud. En
1887 fundó El Managüense, editado con su hijo Ángel.

En La Gaceta del jueves 14 de julio de 1887, se publica el
acuerdo por el que se aprueba el acta de Asociación de la Com-
pañía Aguadora de Managua. Ante el Escribano de la Repúbli-
ca comparecieron Francisco Alfredo Pellas, natural de Italia y
vecino de San Juan del Norte, mayor de edad, comerciante;
General don Joaquín Zavala, don Pedro Rafael Cuadra, don
Santiago Morales, abogado de Rivas, don Enrique Guzmán,
don Gonzalo Espinoza, don Pablo Giusto, natural de Italia y
marino, don Fabio Carnevalini, don Alberto Suhr, originario
de Alemania e ingeniero mecánico. Era presidente don Evaris-
to Carazo y Francisco Padilla, ministro de Fomento.

Don Fabio hizo la primera traducción de “La guerra de Ni-
caragua”, escrito por William Walker. Impreso en 1884 en la
imprenta de “El Porvenir de Nicaragua”. La mayor parte de
su obra apareció en hojas sueltas que lamentablemente se han
perdido. Es en La Gaceta que se pueden leer sus escritos. No
queda nada de sus numerosos discursos. En 1885 asumió la di-
rección del periódico Jesús Hernández Somoza. Don Fabio es
nombrado director de la Imprenta Nacional. Uno de los mejo-
res discursos que pronunció fue con motivo del IV Centenario
del descubrimiento de América.

                              –32–
Periodistas que iluminan nuestra historia


Don Fabio Carnevalini Cagliero fue pionero también para que
los inmigrantes italianos merecieran respeto y sobresalieran
en sus actividades económicas y sociales, formando conocidas
familias, entre ellos don Antonio Belli, don Francisco Alfredo
Pellas, Palazio, Frixione, Salerni, Mántica, Caligaris, Maren-
co, Parodi, Picasso, Rappaccioli, etc. Muchos de ellos, don
Fabio incluido, se nacionalizaron nicaragüenses y todavía sus
apellidos tienen bastante figuración. Hace falta un mayor es-
tudio sobre esta generación de inmigrantes que junto con otros
de diferentes nacionalidades contribuyeron al progreso de Ni-
caragua. En el caso de don Fabio el estudio más completo lo
escribió otro italiano, Franco Cerutti.

Don Fabio Carnevalini Cagliero falleció en Managua el 25 de
marzo de 1896, fue sepultado en el cementerio San Pedro. El
gobierno y la sociedad nicaragüense le brindaron el merecido
homenaje. Según referencia la tumba está al lado sur, frente al
parque 11 de julio, lamentablemente el sitio no está ubicado.
Por decisión de la Alcaldía de Managua y las principales aso-
ciaciones de periodistas, el Día Internacional del Periodista
del año 2002 fue en memoria de don Fabio. Libro 0006. Pág.
Part. 0266.




                              –33–
Periodistas que iluminan nuestra historia



       ANSELMO H. RIVAS:
  INTELECTUAL DEL CONSERVA-
     TISMO DECIMONÓNICO
                                             Jorge Eduardo Arellano



                                E   DITORIALISTA, hombre
                                    público e historiador, nació
                               en Masaya -de padre mulato- el
                               3 de noviembre de 1826. Auto-
                               didacta, se formó en las biblio-
                               tecas granadinas de la época,
                               princi-palmente en las de Pedro
                               Chamo-rro y Pedro Rouhaud.
                               «Frecuenta las tertulias que se
                               forman en las casas ricas para
leer y co-mentar revistas y libros recién llegados», escribió
Carlos Cuadra Pasos. Y así animaba, con su charla y guitarra, a
los elementos de la fracción de la clase dominante ubicada en
Granada, a la que serviría intelectualmente desde su nombra-
miento de Jefe de Sección en el gobierno de Laureano Pineda.

En 1853 se le encomendó la redacción de la Gaceta y otro
cargo: Traductor oficial. En 1854 sufrió la muerte de su her-
mano Pedro, víctima de la guerra civil, y también la de su jefe
y rector de conducta política: Fruto Chamorro. En esa guerra
cae prisionero y es arrojado, con una barra asida a los pies, a
un calabozo; allí lo rescata por una suma de dinero el caba-
llero italiano Santiago Peccorini y se lo lleva a El Salvador.
Dedicado al estudio en ese país, regresa en 1857 y trabaja en
la primera administración del General Tomás Martínez. Funda

                              –35–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


ese año el semanario El Centroamericano y luego, en 1861,
otro: La Unión Nicaragüense; redacta la Gaceta y escribe dis-
cursos. Pero en 1862 se opone a la reelección de Martínez y
es enviado al destierro. Seis años pasa en Cartago, Costa Rica,
donde se entrega a la enseñanza y conoce a su futura esposa:
una alemanita a la que había conocido en sus años de San Juan
del Norte.

En 1867 se traslada a Managua, llamado por el Presidente Fer-
nando Guzmán para ocupar un alto cargo y se transforma en
ese gobierno, y en los de Vicente Cuadra y Pedro Joaquín Cha-
morro en el Ministro por antonoma-sia; además del Ministe-
rio de Guerra, Marina, Instrucción Pública y Obras Públicas
-que dirige por un tiempo- es el canciller de las tres adminis-
tracio-nes, a cuyos pensamientos y resoluciones infunde su
expresión literaria. Nicaragua causa resentimiento al partido
del sacrificado general Guardia, de Costa Rica, que inquieta
al país con sus gestos dictatoriales. Pero don Anselmo, en la
cúspide de su carrera política, consigue que Guardia llegue a
Belén, Rivas, solucionando el conflicto. Igualmente, va a El
Salvador y salva al General Tomás Martínez, prisionero de los
partidarios de Barrios. Durante el período de Pedro Joaquín
Chamorro, lleva dignamente el caso Eisentuck-Leal- ante la
agresividad prepotente del imperio alemán- y, con el acceso
al poder de Joaquín Zavala, pierde su hegemonía política y
se realiza como escritor, periodista y parlamentario, represen-
tando en los tres campos a su partido conservador tradicional.
«El distanciamiento de don Anselmo en los últimos períodos
conservadores -escribe Carlos Cuadra Pasos- es amistoso con
Zavala, frío con Cárdenas y de franca oposición con Carazo
y con Sacasa». En 1880 restablece la circulación de El Cen-
troame-ricano y cuatro años más tarde funda, con Rigober-

                              –36–
Periodistas que iluminan nuestra historia


to Cabezas, el Diario de Nicaragua que se convierte, al poco
tiempo, en El Diario Nicaragüense, durante varias décadas el
diario de mayor reputación literaria del país. En 1889 se opo-
ne, a la administración Sacasa y fue expulsado a Costa Rica.

Otra vez de regreso, con Zelaya en el poder, retoma la direc-
ción de su diario para cuestionar ahora a la administración
liberal. Por ello es perseguido, y sucumbe con su órgano de
prensa. Retirado a impartir clases de literatura y francés en el
colegio de su hija Francisca Berta Rivas, facilita su imprenta
para la publicación de una hoja semanal que después aparece
diaria: El Periódico. A continuación, se empeña en traducir del
inglés y el francés, respectivamente, «De esclavo a catedráti-
co» de Bucker T. Was-hington y -en prosa- «Cyrano de Berge-
rac» de Edmundo Rostand. Los jóvenes le rodean y escuchan
su palabra ilustrada, expansiva, amena. Fallece en Granada el
7 de mayo de 1904.

El más genuino representante intelectual del conservatismo
de los 30 años, Anselmo H. Rivas sostuvo esta posición en
los brillantes y serenos editoriales de El Diario Nicaragüense.
Como heredero de la tradición oral, expresó el mismo punto
de vista en su intento historiográfico Ojeada retrospectiva, se-
rie de artículos sobre el desarrollo político nicaragüense en la
primera mitad del siglo XIX. Polemista combativo, se distin-
guió por su estilo castizo y elegante. «Admira -anota Carlos
Cuadra Pasos-, como resultado de la educación literaria cla-
sicista que tuvo en su juventud, el hecho de que este hombre
tan vehemente, pueda, sin embargo, mante-ner en la discusión
sólo el uso de frases ponderadas... Tras el seudónimo practica
la sátira; pero su ironía es superficial y benévola y hasta risue-
ña».

                               –37–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua




                      –38–
Periodistas que iluminan nuestra historia



          RIGOBERTO CABEZAS
             Y SU VIGENCIA
                                             Jorge Eduardo Arellano



                                     E
                                    n 1884 Y 1894, res-
                                    pectivamente, tuvieron
                               lugar dos hechos de indiscu-
                               tible valor histórico: la fun-
                               dación del primer diario y la
                               llamada «Reincorporación
                               de la Mosquitia». El uno de
                               carácter cultural y el otro de
                               índole político-militar. Pero
                               ambos protagonizados por
un solo hombre: Rigoberto Ca-bezas (1860-1896).

Nacido en Cartago, Costa Rica, su padre fue el nicaragüense
Diego Cabezas -hijo de un rivense y una masaya- y su madre
la costarricense Josefa Figueroa. Educado en su ciudad natal,
se distinguió muy pronto como lo que siempre fue: un comba-
tivo periodista. Por eso el Presidente Guardia de Costa Rica lo
deportó al penal de la isla San Lucas, en donde vivió unos me-
ses hasta que su padre logró libertarlo. Entonces se marchó a
Nicaragua, gobernada por el doctor Adán Cárdenas, uno de los
presidentes progresistas del período de los «Treinta años».

A iniciativa de Cabezas, mientras se consolidaba el Estado
nacional, surgió la empresa que financiaría la primera expre-
sión de nuestro diarismo: El Diario de Nicaragua. Aparecido
en Granada el primero de marzo de 1884 bajo la dirección de
Anselmo H. Rivas (1826-1904) Y de Rigoberto Cabezas, con
la separación de éste por razones políticas, se transformó -a

                              –39–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


los cuatro meses- en El Diario Nicaragüense que, con las inte-
rrupciones de rigor, llegaría a editarse aún en la década de los
cincuenta del siglo XX.

Ambos, pues, resultaron los fundadores del periodismo nacio-
nal. Rivas, conservador y ecuánime; Cabezas, liberal y exal-
tado; mas los dos próceres intelectuales, a pesar de que Cabe-
zas conspiraría frustradamente contra el Gobierno del doctor
Cárdenas, participando en el movimiento del 15 de agosto de
1884 y siendo expulsado el 7 de noviembre del mismo año. En
Guatemala, país gobernado por el dictador liberal Justo Rufi-
no Barrios, ejercería de nuevo el periodismo fundando otro
diario: El Pueblo, de corta duración.

En el número 2 de ese órgano, que circuló el 26 de julio de
1885, Cabezas expresó uno de sus principios: el anti-militaris-
mo. «Todo se resiente -escribía a los 25 años- con ese ejército,
representante genuino de la fuerza; resiente el erario público,
se resienten las instituciones republicanas... El cuartel ha sido
hasta hoy el receptáculo de todas ineptitudes, de todas las iner-
cias, de todas las hambrientas desesperaciones». Y agregaba:
«Tiene mil y mil inconvenientes el militarismo; y es cierto
que es el alma del despotismo, y que con él se oprime impu-
nemente».

Pensamientos como éstos, de contenido democrático y confor-
madores de una moral pública, abundan en sus artículos y en-
sayos, con los cuales podría completarse un volumen capaz de
ratificarlo como el escritor de primera calidad que fue; volu-
men que se debiera comenzar a formarse con los cinco folletos
que dio a luz. Mas él conciliaba la facilidad de la pluma y el
espíritu de aventura y acción. Vivió en México, Estados Uni-
dos y Cuba. Romántico social, impartía charlas a operarios de

                               –40–
Periodistas que iluminan nuestra historia


haciendas y a miembros de la Sociedad de Artesanos de Masa-
ya, escenario de su historia sentimental con Josefa Plata.

Opositor al gobierno del doctor Roberto Sacasa, tomó partido
el 11 de julio de 1893 con el liberalismo de León y el capita-
lino de J. Santos Zelaya; de manera que tuvo amplia acogida
en el régimen del último, lo que le permitió ejecutar el aconte-
cimiento más importante de nuestra Nación-Estado durante el
siglo XIX, después de la Guerra Nacional Anti-filibustera. Me
refiero a la consolidación de la soberanía nicaragüense en todo
el territorio, el cual fue un proceso remontado a los pioneros
del Atlántico y a la política de los últimos presidentes de los
«Treinta años», tuvo su momento significativo en la toma mi-
litar de Bluefields el 12 de febrero de 1894, su confrontación
directa en julio y el hecho culminante el 20 de noviembre del
mismo año.

En esa fecha, los delegados de la Asamblea Mosquita reco-
nocieron –en una convención- la soberanía nicaragüense,
quedando <<bajo el amparo de la bandera de la República>>,
exentos del servicio militar, con derecho del voto y el ejercicio
de cargos públicos, la autonomía económica y la exención de
impuestos. Este mutuo reconocimiento fue obra del régimen
de Zelaya, pero se debe originalmente a la iniciativa de Rigo-
berto Cabezas y de Carlos Alberto Lacayo, al esfuerzo de José
Madriz y otras personalidades de la época.

En conclusión: la vigencia de Rigoberto Cabezas está a la vis-
ta: prócer -es decir, constructor- intelectual y político. Y tam-
bién patriota a carta cabal, amigo de la verdad y practicante de
la honradez.



                               –41–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


BIOGRAFÍA DE RIGOBERTO CABEZAS


                                            Ignacio Briones Torres

Originarios de Rivas y Masaya respectivamente, los esposos
Francisco Cabezas y Asunción Alvarado se instalaron en Ri-
vas el año de 1835. De este matrimonio nació don Diego Ca-
bezas quien posteriormente se trasladó a Cartago, Costa Rica,
en donde contrajo matrimonio con Josefa Figueroa.
Ahí en Cartago nació Rigoberto, hijo de Diego Cabezas y Jo-
sefa Figueroa, el 4 de agosto de 1860.
Su Fe de Bautismo indica que su nom-bre completo era Rigo-
berto Domingo de los Dolores.
Teniendo solamente 13 años de edad fundó una “sociedad se-
creta” al estilo de las Logias Masónicas de la época, deno-
minada “Friendship”, redactando él mismo los estatutos cuyo
primer artículo establecía que quienes ingresaban a esa socie-
dad debían mirarse como her-manos.
En 1881, Rigoberto Cabezas se traslada a vivir a Guatemala.
Quienes le conocieron lo describen como un joven de “frente
amplia y despejada, con el cabello partido por el lado izquier-
do; boca regular, nariz aguileña, ojos vivos y escruta-dores.
En Guatemala gobierna el general Justo Rufino Barrios, consi-
derado un adalid de la Unión Centroamericana.
Rigoberto lee a Rosseau, Voltaire, Diderot; pero su ídolo es
Robespierre.
A finales de 1881 se traslada a El Salvador, y de ahí, en 1882
llega a Masaya. Desde esa ciudad escribe a don Anselmo H. Ri-

                              –42–
Periodistas que iluminan nuestra historia


vas proponiéndole la publicación de un periódico diario...”Un
periódico -dice- que eduque al pueblo, que estudie los múlti-
ples problemas que se presentan en el país que informe de lo
bueno y lo malo que proceden los gobiernos, que haga oposi-
ción honesta y respuesta”.

Don Anselmo le da una respuesta favo-rable; pero confiesa
carecer de dinero para la empresa. Entonces Rigoberto se da
la tarea de obtener los fondos y da cima a su propósito. Tiene
24 años de edad. DIARIO DE NICARAGUA aparece por pri-
mera vez el 10. de marzo de 1884.

Pronto surgirían diferencias entre Rivas y Cabezas, especial-
mente motivadas por ciertos ataques que el segundo formula
en contra del ex-presidente Vicente Cuadra. Rigoberto explica
la situación en el último número del Diario, correspondiente
al 29 de junio de 1884.

Inmediatamente se da a la tarea de publicar otro periódico,
aunque no diario, que se llamó “La voz del Pueblo”. En este
periódico abre una dura pelea contra la administración del
doctor Adán Cárdenas, quien termina expulsándolo de Nica-
ragua/ El gobierno de Cárdenas hace publicar en “La Gaceta”
del 25 de octubre de 1884 los motivos de la expul-sión.

El 14 de diciembre de ese mismo año, Rigoberto escribe a don
Adán Cárdenas: “Mi expulsión fue un golpe dado a la libertad
de imprenta, porque como Nicaragua entera lo sabe, lo que se
que-ría conseguir era la desaparición absolu-ta del “Diario de
Nicaragua”.

Por su parte, don Anselmo H. Rivas ha decidido seguir con el
diario; pero le cambia el nombre, poniéndole El Diario Nica-
ragüense.

                              –43–
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Del exilio guatemalteco, Rigoberto Cabezas es también expul-
sado a México por el gobierno del general Lisandro Barillas,
quien sucedió a Barrios en la presidencia.
De México, Cabezas viaja a Estados Unidos y luego a Cuba,
en donde hace amistad de manera especial con el escri-tor cu-
bano José María Marchand.
Regresa a Nicaragua en 1887 y consa-gra su tiempo a la for-
mación de una organización de obreros, a quienes dicta char-
las sobre política, economía e histo-ria . A los obreros les dice:
“Ya es hora de despertar, de pensar, de adquirir con-ciencia de
vuestra fuerza, de tener un propósito y de ir adelante”...
En -1888 el país comienza a agitarse enfrentado al régimen de
Roberto Sacasa. Entretanto trata de dedicarse a la agricul-tura
y la ganadería, Rigoberto Cabezas conspira. Así transcurren
los años que van entre 1890 y 1893.
Convertido en Jefe revolucionario toma Boaco el 29 de abril
de 1893. Luego trata de apartarse a la vida privada; pero no lo
consigue.
Herido en Boaco es trasladado a Granada, donde convalece.
Su segundo al mando es el general Carlos Alegría, combatien-
te de San Jacinto.
El 11 de Julio de 1893, toma el poder el jefe liberal José San-
tos Zelaya. Este nom-bra al señor Carlos Alberto Lacayo como
Comisario de la Reserva Mosquitia en la Costa Atlántica. La-
cayo acepta el nombra-miento condicionando su aceptación a
que Rigoberto Cabezas sea nombrado su Secretario.
Rigoberto es nombrado Inspector de Armas de la Costa, el 23
de octubre de 1893. El 20 de noviembre de ese mismo año

                               –44–
Periodistas que iluminan nuestra historia


firma de decreto de reincorporación de la mosquitia, enfren-
tándose de inmediato a un ultimátum inglés.

En 1895 funda en la imprenta “Bluefields Menssenger” -”La
Gaceta del Norte”, que él mismo dirige. El periódico tiene
como lema: constitución, trabajo, probidad. Ese mismo año,
deja la Costa víctima de intrigas. Se instala en Masaya, reti-
rándose de la política. Adquiere una pequeña finca a la que
nom-bra “El Aventino” Ahí contrae el tétano y muere el 21 de
agosto de 1896, a los 36 años de edad.

UN HISTÓRICO DISCURSO

El 22 de agosto de 1896, el Dr. Manuel Coronel Matus, pe-
riodista, diplomático y político pronunció un discurso en los
funerales del General Rigoberto Cabezas en Masaya, publica-
do por La Gaceta del 26 de agosto de 1896, No. 21, de la cual
tomamos el texto.

“El país está todavía bajo la impresión dolorosa que ha causa-
do la prematura muerte del notable escritor distinguido patrio-
ta, ocurrida en Managua el 21 del corriente.

No nos detendremos a narrar los méritos sobresalientes del
señor Cabezas, porque son demasiados conocidos dentro y
fuera de Nicaragua y porque á continuación reproducimos el
discurso oficial pronunciado por el señor Doctor don Manuel
Coronel Matus, Ministro de Relaciones Exteriores é Instruc-
ción Pública, en el entierro del ilustre difunto, discurso que
condensa las brillantes cualidades y altos merecimientos del
ciudadano cuya pérdida lamentamos.

Queremos sí consignar que el Gobierno ha reputado como
duelo nacional la muerte del General Cabezas, por los impor-

                              –45–
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tantes servicios que prestó a la Nación, en su calidad de Ins-
pector General de la Costa Atlántica. Comisario y Gobernador
é Intendente, y porque en él cifraba todavía Nicaragua, mu-
chas legítimas esperanzas. Ha muerto de treinta y seis años,
en pleno vigor físico, moral é intelectual, y ya había rendido
copiosa labor patriótica; era pues fundado esperar de él nue-
vos y más valiosos servicios.

El señor Presidente se hallaba en Granada, de paseo, cuando
fue avisado de la muerte del señor Cabezas, é inmediatamente
dispuso asistir con su Gabinete á los funerales, que estos se hi-
ciesen de cuenta del Gobierno, y que los honores de ordenanza
los tributara su Guardia de Honor.

El 22 se trasladó el Presidente á la ciudad de Masaya; hizo con
sus Ministros la visita de pésame á la familia, y enseguida se
organizó la procesión fúnebre, en el orden siguiente: el féretro
llevado en hombros por los amigos del joven Cabezas, que
se disputaban la honra de conducirlo a la última morada; los
Secretarios de Estado, llevando los listones que pendían del
ataúd; el Presidente de la República y los familiares del escla-
recido muerto, presidiendo el duelo; una numerosa y distin-
guida concurrencia á continuación; y cerrando la marcha, una
Compañía de la Guardia de Honor con el Pabellón enlutado, y
una pieza de artillería con su correspondiente escuadra.

Así desfiló el cortejo desde la casa mortuoria hasta la plaza de
armas, en uno de cuyos portales hubo necesidad de suspender
y disolver la procesión, por causa de la lluvia.

Presentamos el pésame a la familia del General Cabezas, en
nombre del Gobierno y de la Nación que representa, y en tes-
timonio de ello enlutamos las columnas del Diario Oficial. Es

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Periodistas que iluminan nuestra historia


este también nuestro deber como periodistas, en recuerdo del
diarismo nicaragüense y del brillante escritor de pluma can-
dente engarzada en piedras finas.

No queremos terminar estas pocas líneas sin hacer mención
de dos notas simpáticas en el cuadro lúgubre de la muerte de
Cabezas. Primera, el desinterés, solicitud y consagración con
que el Doctor Horacio Guzmán, Vice decano de la Facultad de
Medicina, disputó á la muerte su ilustre víctima. Segunda, el
interés que despertó en la sociedad de Masaya la enfermedad
y asistencia de Rigoberto Cabezas, no obstante el retraimiento
en éste que vivía, y la consternación general que causó su fa-
llecimiento. Esto honra á Masaya, porque demuestra que sabe
apreciar el mérito y la virtud, y le rinde desinteresado culto”.

DISCURSO

Leído por el Doctor Manuel C. Matus, comisionado por el Poder
Ejecutivo, en los funerales del General Rigoberto Cabezas.

SEÑORES:

La patria por gratitud, el gobierno por deber vienen á honrar
la memoria del General Rigoberto Cabezas; y tócame á mí en
nombre de aquella y por comisión del segundo, hacer el elogio
fúnebre de este ciudadano eminente, que supo con su energía
y su talento ser el digno intérprete de la actual Administración
para devolver á Nicaragua una rica parte de su suelo, que es
emporio de comercio y puerta abierta sobre los mares para la
comunicación universal.

Pocas palabras bastan á lamentar la pérdida de ese carácter en-
tero al que sólo pudo quebrantar la muerte; de esa inteligencia

                              –47–
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superior que brilló como un sol tropical desde los primeros
albores de la vida; de esa alma generosa que amó el deber y
sacrificó en aras de la libertad; de esa constancia que recorrió
todas las esferas del trabajo y no conoció los límites de la la-
boriosidad; de esa virtud, humilde en el hogar, tierna al recla-
mo de la madre, dócil a la voz paternal; pero altiva, soberbia y
ruda en presencia de los despotismos ó cuando contemplaban
la corrupción de las sociedades, la vileza de los hombres.

Su pluma fue azote, divino como el rayo, como él brillante y
aniquilador. Lucía como la fúlgida luz de las nubes preñadas
de electricidad; más hería siempre como el acero del ángel
esterminador colocado á la entrada de ese otro paraíso, el de
la verdad, la justicia, el derecho y la moral. Dar grandeza al
pensamiento, novedad á la forma, brillo á las frases, sonoridad
al lenguaje, ira á la al palabra, fecundidad al discurso y elo-
cuencia al dicterio, era el don sobrenatural de Rigoberto Cabe-
zas, escritor sin segundo en este género de la prensa política,
después de la muerte de Juan Montalvo. El ilustre ecuatoriano
heredó de Cicerón la pluma de las Catilinarias; Cabezas la he-
redó del autor de los Siete Tratados.

Desde niño se encaró con los tiranos y vibró sobre sus frente
la cólera de Dios. Por eso sufrió persecuciones sin cuento y
castigos sin nombre; pero ni las unas ni los otros fueron capa-
ces de mellar el temple acerado de su espíritu, que se mostró
como el de José Mármol, Julio Arboleda, Ismael Cerna y otros
tantos hombres indomables, en horas de amarga prueba, se-
reno y fuerte para sobrellevar el martirio, sufrir la miseria y
soportar la cárcel y el destierro. Sólo no pudo el bronce de su
alma resistir al egoísmo social, á la abyección de los pueblos,
á las tramas de insecto de los mendaces, á los rencores de la

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Periodistas que iluminan nuestra historia


envidia, á las mordeduras aleves de la calumnia; y por eso
muere apartado del bullicio del mundo, como un misántropo,
sin más hogar que el de sus padres, sin más sociedad que la del
campo, sin más amigos que sus libros, sin más religión que la
del trabajo, sin más ideal que el desengaño.

¡Pobre amigo! Fuiste un atleta para lucha por la libertad y de-
jas tu nombre como ejemplo á Centro América; fuiste valeroso
y enérgico para legarle á tu patria un pedazo de sus entrañas,
asociando tu nombre á un hecho culminante de su historia,
la Reincorporación de la Mosquitia; más no pudiste sobrepo-
nerte á la ola de las pasiones que te arrojó a la yerta playa
del aislamiento, en medio de la cual has caído en el sepulcro,
separado por la maledicencia de los que como yo te quisieron
y admiraron.

Poco son los hombres como Rigoberto Cabezas, y por esa he-
rencia fatal de la humanidad, de que lo bueno acaba pronto,
perece en mitad de su carrera. De él podemos decir como un
poeta indio de América: “le anocheció en la mitad del día”.

Era de la raza de los fuertes. Aquella breve campaña de 1894,
en que derrotado improvisa en Ciudad Rama, una columna
á la que infunde su bravura y con la que hace por el río una
travesía inverosímil, toma por sorpresa El Bluff y por amago
á Bluefields, le vuelve acreedor al grado de General sin haber
sido soldado.

Pero sus verdaderas batallas las ganó en la prensa. Casi niño
flajela a un tirano y da comienzo á su vida de periodista, si
agitada, fecunda, de enseñanzas.

Recordemos que es el fundador del diarismo en Nicaragua,
cuando no tenía veinticinco años de edad.

                              –49–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


En el cumplimiento de la ley divina que obliga al hombre á
regar la tierra con el sudor de su frente para comer el pan, tuvo
iguales, no tuvo superiores. Asiduo, infatigable, hizo con sus
propias manos toda clase de labores, sin desdeñar á veces ni
los instrumentos del artesano, ni el hacha del leñador, ni la
azada del labriego, la muerte misma lo ha sorprendido en hu-
milde cortijo pastando ganado y recogiendo su leche.

Digno modelo para la juventud ese joven pobre que se ilustra
por su propio esfuerzo, que ama la libertad, padece y sufre por
ella, que mantiene alta la frente, rígido el carácter é irrepro-
chable la conducta, y que muere entregado á las más modestas
faenas de la agricultura, como hijo amoroso, honrando la ve-
jez de los padres, y como buen patriota, habiendo prestado á
Nicaragua servicios relevantes.

La patria enluta su bandera en la que luce hoy una estrella co-
locada por el ciudadano que lloramos; la prensa orlará de ne-
gro sus columnas por el escritor sobresaliente que ha perdido;
la amistad regará flores sobre la tumba temprana que se abre
ahora; el Gobierno tributa honores á la memoria del patriota y
nuestros anales los recogerán para recordarlo en la posteridad,
que es el galardón de los buenos.

                                      Masaya, 22 de Agosto de 1896.




                               –50–
Periodistas que iluminan nuestra historia



       JUAN RAMÓN AVILÉS
    Y SU LEGITIMIDAD LIBERAL
                                             Jorge Eduardo Arellano



                                     S
                                     i hubo un periodista que
                                     mantendría, a lo largo de
                                 su existencia, la legitimidad
                                 de los principios liberales,
                                 ese fue Juan Ramón Avilés.
                                 Fiel a la causa de su partido,
                                 desde joven abordó asuntos
                                 históricos, sociales y econó-
                                 micos, influyendo notable-
                                 mente en la opinión pública
del país. De ahí que se le haya reconocido como uno de los
más altos valores de su generación.

Nació en el barrio San Juan de Masaya el 7 de junio de 1886.
Estudió en su ciudad natal, donde hizo circular un periódico
manuscrito: «El alfiler». En 1905 pensaba editar una revis-
ta literaria y establecer una biblioteca pública. Pero no logra
sus propósitos y se dedica a diversos oficios como carpintería,
hojalatería y tipografía, sin reprimir sus impulsos literarios,
firmando versos y prosas con el seudónimo de El duque de
alba.

A los veinte años se traslada a Managua para empeñarse «en
la cimentación de la concordia, intelectual y sincera, de la ju-
ventud», como lo escribía a Rubén Darío e1 21 de enero de
1907. Y esa labor la realiza con la fundación de importantes
publicaciones periódicas: Letras (1914) y La Noticia ilustrada
(1915). Desde el primero de julio de este año hasta su muerte

                              –51–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


dirige La Noticia, diario que mantuvo la hegemonía -durante
varias décadas- en el periodismo nicaragüense.

Según su biógrafo Humberto Osorno Fonseca: «...de todas
partes le llegaban mensajes de felicitaciones por sus artículos;
en todas las ciudades y pueblos por donde pasaba lo saluda-
ban con aplausos; era el invitado de honor de las fiestas de los
obreros; las muchachas bellas de la sociedad gustaban tener en
sus álbumes un pensamiento de oro y rosa con su autógrafo;
era también el más entusiasta amigo de los deportistas». En
un editorial, escribió Avilés:«Los primeros años de La Noticia
los consagramos a cooperar con la mayoría del pueblo a dos
objetivos determinados: liberar a la Patria de la intervención
militar extranjera y liberar al pueblo de la dominación de una
oligarquía reaccionaria que se conservaba en el poder contra
la voluntad en potencia de la mayoría por la complicidad de
esa intervención ...».

Liberal doctrinario, Juan Ramón Avilés justificó el pacto Sti-
mson-Moncada e incomprendió la lucha de Sandino; pero no
dejó de expresar un franco pensamiento anti - intervencionis-
ta. Así lo refleja su ensayo «El caso de Nicaragua ante la con-
ciencia de América», aparecido en Repertorio Americano (14
de Enero, 1928) de Joaquín García Monge, quien le tenía alta
estima intelectual. En cuanto a su labor de difusión cultural,
fue uno de los impulsores fundamentales de las promociones
modernistas durante las tres primeras décadas del siglo XX.
Como creador se le conoció calidades de prosista literario; in-
cluso Rubén Darío, en El Viaje a Nicaragua, advirtió el decoro
bizarro de sus prosas.

«El desorden, la amenaza contra el ciudadano, la guerra des-
atada por la ambición, es lo que ha formado el cuadro en que

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Periodistas que iluminan nuestra historia


la vida nicaragüense se ha movido. Y desde este punto de vis-
ta, el ciudadano debe luchar contra toda opresión, virilmen-
te, hasta lograr que las libertades públicas sean consagradas,
porque mientras el despotismo no se elimine, no podrán orga-
nizarse las fuerzas ciudadanas para la nueva independencia».
Pero Avilés, al mismo tiempo, creía en otro deber: la defensa
de la patria en la paz, con el trabajo, la posesión y el cultivo
de la tierra. Sólo ellos, para él, eran «prenda de nacionalismo
y promesa de prosperidad».

Fundador en México del movimiento «Acción Iberoame-
ricana», nacido para contrarrestar el panamericanismo que
promovían los Estados Unidos, Avilés fue testigo del interés
norteamericano por la explotación de nuestros recursos natu-
rales y por la intervención misma. Pero aceptó su cooperación
para establecer en Nicaragua la paz y el sufragio, base de la
democracia. Finalmente, Juan Ramón Avilés resumió su pen-
samiento en estas líneas:«Para acometer la obra de libertad
de la patria tenemos antes que lograr la libertad individual y
para la soberanía nacional lograr antes la garantía humana». Y
Osorno Fonseca afirmó: «No se hizo rico, pero tampoco vivía
pobre, así tenían que ser las cosas, porque su alma, su trabajo y
su dinero los había consagrado para el culto del liberalismo».




                               –53–
Periodistas que iluminan nuestra historia



     GABRY RIVAS: PERIODISTA
     NATO Y REPRESENTATIVO
                                             Jorge Eduardo Arellano

                                 PERIODISTA nato, Ga-
                                 bry Rivas encarnó el tipo
                                 aventurero y picaresco del
                                 nicaragüense: listo, ávido e
                                 inteligente, dispuesto a em-
                                 prender iniciativas osadas.
                                 En 1910 editó el periódico
                                 manuscrito Si te pica y lue-
                                 go El Quetzal, ya impresos,
                                 ambos en Chinandega, don-
de había nacido el 31 de enero de 1890. Estudió en el colegio
del cubano José María Izaguirre de Managua y en el Instituto
Nacional de Occidente, sin llegar a bachillerarse; no obstante,
obtuvo una beca para estudiar en Chile.

Allí, en compañía de otros nicaragüenses, practicó la inevi-
table bohemia, conoció a Vicente Huidobro (fundador de la
corriente poética de vanguardia: el creacionismo) y preparó un
libro de versos: Sobre el sendero. Trabajó, al mismo tiempo,
de reportero y cronista social. Pero se trasladó a California,
donde fundó periódico. En Nicaragua, ya de regreso, participó
activamente en las filas más tradicionales de su partido, ocupó
una silla en el Congreso Nacional y luchó en la prensa, con
excepcional energía, por la causa del mismo.

E1 2 de marzo de 1926 fundó La Prensa con Pedro Joaquín
Chamorro Zelaya y Pedro Belli. Luego fue nombrado cónsul
de Nicaragua en Buenos Aires. A su retorno, fue procesado

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Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


por un acto político que protagonizó el 28 de agosto de 1925,
permaneciendo 70 días en la Penitenciaría de Managua; con-
dena que le fijó la Corte de Apelaciones de Granada. Salió
libre, pues, el 5 de julio de 1928. Por mantener su beligerante
actitud conservadora, fue expulsado con otros opositores en
octubre de 1929, habiendo llegado a la Bahía de San Francisco
con el fin de residir en los Estados Unidos.

Desde entonces, data su ingreso al cine en Hollywood que
comprendió su participación en más de diez películas, inter-
pretando papeles secundarios como empleado de hotel, chofer
y preso. Al respecto, dejó escrito que en su entrevista con el
productor cinematográfico que le dio trabajo, éste le preguntó
si tenía experiencia como actor. «Mucha» -le respondió Gabry
con aplomo-. «¿Dónde?» -le replicó el magnate-. «En Nicara-
gua. Fui diputado durante tres legislaturas», terminó de desar-
marlo el «nica» obteniendo una sonora carcajada de su nuevo
patrón.

En 1932, ya en Managua, fundó el diario La Nueva Prensa que
dirigió durante 19 años, desempeñando una importante labor
periodística y consolidándose como una de las personalidades
gestoras de opinión pública. Esa labor incluyó la edición en
los 40 de un semanario humorístico que hizo época y no ha
sido aún superado (Los Lunes de la Nueva Prensa), por contar
con el equipo más brillante que hemos tenido en el siglo, enca-
bezado por su hermano Gonzalo Rivas Novoa (GRN), Joaquín
Pasos, el caricaturista Toño López, José Francisco Borgen y
Manolo Cuadra.

Pese a sus oscilaciones políticas en relación con el dictador
Anastasio Somoza García, se convirtió en uno de los perio-
distas más representativos. Pero, por dificultades económicas,

                              –56–
Periodistas que iluminan nuestra historia


tuvo que vender La Nueva Prensa al Partido Liberal Naciona-
lista y obtener el nombramiento para ejercer un segundo con-
sulado en México. En el Distrito Federal estuvo dos años.

Enseguida retornó al periodismo, pero no al escrito sino al
radial, fundando en Chinandega la Radio Panamericana. Para
entonces, la lucidez y el dinamismo de su talento lo utilizaría
únicamente -ya trasladado a Managua- para el florilegio oca-
sional en sus programas radiales y los actos en que aparecía
como maestro de ceremonias.

El Gabry de los recuerdos y viajes revividos en amena prosa
íntima, el polémico y combativo, el comentarista penetrante
de situaciones nacio-nales, el recreador de su propia y cercana
realidad había desaparecido. Y sólo quedaba salvado, litera-
riamente, en dos series unitarias: los artículos de 1942 a raíz
de un viaje a México para tratarse unos pólipos en la cuerdas
vocales y los comentarios de su único libro publicado: El Ser-
món de la montaña (1945).

Los textos anteriores reducen la personalidad de Gabry Rivas,
falle-cido en 1969 mientras ocupaba el consulado de Nica-
ragua en Bélgica, cuyo desprendimiento humano opacó sus
miserias también humanas y cuya generosidad hizo de él un
amigo insustituible, de acuerdo al unánime testimonio de sus
colegas.




                              –57–
Periodistas que iluminan nuestra historia



   JOSÉ FRANCISCO BORGEN:
  UNA VIDA A LA ORILLA DE LA
          HISTORIA
                                             Jorge Eduardo Arellano



                                      L a mayoría de los hom-
                                        bres pasamos a la ori-
                                   lla de la historia, pero al-
                                   gunos tienen el privilegio
                                   de hacerla y otros de revi-
                                   vir sus propias existencias
                                   inmersas en ella. Este fue
                                   el caso de José Francis-
                                   co Borgen, un periodista
                                   caballeroso y de estatura
                                   moral, que logró en sus úl-
timos años escribir y publicar sus memorias.

Chepe Chico -hipocorístico con que se le trataba cariñosamen-
te-- nació en Masaya el 19 de marzo de 1909. Estudió con los
hermanos de las Escuelas Cristianas en la Escuela Graduada
No. 1 que regentaban junto al Instituto Pedagógico de Mana-
gua. Mas su verdadera escuela fue la vida intelectual y bohe-
mia de la capital de Nicaragua entre finales de los años 20 y
principios de los 30.

A raíz del terremoto de Managua en 1931, trabajaba en el dia-
rio La Nación, dirigido por Leonardo Montalbán, como co-
rrector de pruebas y cronista de béisbol. Luego edita con Víc-
tor Velarde La Semana y, más tarde, colabora en «Los Lunes
de La Nueva Prensa», donde mantuvo secciones permanentes:

                              –59–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


«Historia de Nicaragua relatada a los chavalos nicaragüenses»
y «Clínica de las musas».

También, entre otros diarios, laboró en La Estrella de Nicara-
gua y en una emisora: La voz de la América Central. En 1941
editó el folleto Rubén Darío: radio-charlas para el pueblo.

Para Pablo Antonio Cuadra, Chepe Chico fue «un larguísimo
diálogo de kilómetros y kilómetros de amistad: encuentros
con uno de los pioneros de la radio, tertulias juveniles con un
inquieto lector de literatura nueva, con un humorista, con el
compañero de bohemia de Manolo Cuadra, con el amigo de
Joaquín Pasos y de Toño López, con el comentador, con el
gustador y, no pocas veces, excitado por la amistad y el licor,
con el recitador de la voz reposada y sonora que reza para los
amigos aquellos poemas de vanguardia».

En 1954 se incorpora a La Prensa, encargándose de la pági-
na editorial que tamiza, equilibra y controla, convirtiéndose
-desde entonces- en la tribuna y el baluarte más importante
del periodismo nacional. Al mismo tiempo, crea una sección
de «Ayuda al necesitado» que en 1956 le mereció el premio
«Margenthaler» y mantendría durante varias décadas. Miem-
bro del consejo editorial de La Prensa, falleció en Managua el
11 de abril de 1982.

A José Francisco Borgen, sin embargo, no le bastó la lucha
diaria del cronista ni ejercitar tanto su fino instinto poético
como su pasión por la música. Y decidió dejar testimonio au-
tobiográfico: Una vida a la orilla de la historia que dejó de ser
pasado para convertirse en perdurable presente.

Sobre esta obra anotó Fidel Coloma: «no todo es crónica polí-
tica en este libro singular. También está la pequeña historia, la

                               –60–
Periodistas que iluminan nuestra historia


del tiempo largo. Ahí está su prolífica familia, que se proyecta
en la figura admirable de don Max Borgen. Allí esas costum-
bres provincianas de la capital, de pasear a caballo, de hacerle
la visita a la novia, de cultivar músicas en tertulias, de cele-
brar cumpleaños. Allí las costumbres populares, sobre todo de
Masaya, otro de los grandes amores de Chepe Chico. Tiene
unas páginas de antología, equiparables a la que José Coronel
Urtecho dedica a las comidas nicaragüenses».

Y su colega Mario Alfaro Alvarado comentó: «Chepe Chico
nos ofrece una visión viva, palpitante, del pasado inmediato,
de lo que él vio y observó. Experiencias que hace llegar al
lector con palabra fluida y prosa elegante, como un maestro
de la palabra escrita; como verdadera testitura a nivel de en-
tusiasmo, que a veces es inspiración y a veces nostalgia; pero
siempre pensamiento lozano, narración honesta de los hechos,
evocación emocional que toca el alma». Es decir, un testimo-
nio propio de hombre cordial que siempre fue José Francisco
Borgen.




                              –61–
Periodistas que iluminan nuestra historia



    BIOGRAFÍA DE LEONARDO
  LACAYO OCAMPO MAESTRO Y
   FORJADOR DE PERIODISTAS

                                     N    acido el 3 de enero de
                                          1908 en la ciudad de
                                     León, Nicaragua. Sus pa-
                                     dres fueron Manuel Jeró-
                                     nimo Lacayo Balladares y
                                     Carmen Ocampo Rojas.
                                     Casado con Ofelia Escobar
                                     Zuniga. Sus hijos son Sofía,
                                     Leonardo, Paulo Emilio,
                                     Lucrecia, Rafael y Ofelia.
                                 Antes de laborar en Nicara-
gua había sido corresponsal en Chicago, Illinois de el “Grafico
de Managua” y colaborador de “Noticia Mundial” un semana-
rio editado en español en esa misma ciudad en 1927.
Comenzó a trabajar como redactor deportivo de “La Prensa”
de Managua el 23 de marzo de 1931, iniciando en el periodis-
mo nacional con una pagina diaria de deportes donde escribía
bajo el seudónimo de “DON”. Después de esas columnas fue
él quien bautizo al Boer con el nombre de los “Indios”. Des-
pués fue columnista de ese mismo periódico, estableciendo la
columna “Al Compás de la Hora”, que se publico en primera
pagina hasta diciembre de 1939.
El primero de enero de 1940 fundó como Jefe de Redacción,
junto con Alejandro Bermúdez hijo y Adolfo Altamirano
Browne, propietario del diario “La Estrella de Nicaragua” .

                              –63–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


En 1942 entro a formar parte del cuerpo de Redacción de “La
Flecha” donde fue después sub-director y columnista.

En 1946 volvió como subdirector de la “Estrella de Nicara-
gua”, hasta 1949, cuando entro en igual cargo a “Novedades”
el primero de febrero de 1949. También trabajó para el diario
“La Noticia”,

Fue también columnista de “Los Lunes de La Nueva Prensa”
y colaborador activo en el diario del mismo nombre dirigido
por Gabry Rivas y colaborador en diversos periódicos durante
muchos años.

Asistió a varios congresos de La Sociedad Interamericana de
Prensa y El Congreso de Redactores Deportivos durante los
años 40. Cubrió como redactor deportivo las Olimpiadas de
San Salvador en 1935 y Panamá en 1938, así como la Serie
Mundial de Baseball Amateur efectuada en Caracas en 1944.

Fue el primer periodista que le dio la vuelta al mundo visitan-
do China y Cuba en la época turbulenta de 1956, entrevistán-
dose con varias personalidades y recibiendo varias condeco-
raciones. Fue condecorado por el Gobierno del Brasil, Orden
Estado del Sur de periodismo, con la orden Eloy Alfaro de
Ecuador, de la Cruz Roja de Cuba y de la dirección de depor-
tes de la Republica Dominicana.

Escribió el libro “Alas de Emocion” en 1962 donde coleccio-
no sus crónicas sobre el viaje alrededor del mundo.

Fue columnista del diario “New York en Español” y fundó
varios rotativos de Nicaragua. Fungió como Vice-Cónsul de
Nicaragua en Los Ángeles, California y Nueva York, en los
años 50.

                              –64–
Periodistas que iluminan nuestra historia


Trabajo primero para International News Service (INS), com-
pañía que luego paso a United Press, convirtiéndose en United
Press Internacional donde fue corresponsal durante 35 años.

Fue catedrático de la Universidad Nacional de Nicaragua
(UNAN),donde fue profesor de varios periodistas como Ange-
lita Saballos, Alvaro Montoya, Bayardo Arce, William Mon-
tiel y Peña, Thelma Nidia Guerrero, Eligio Alvarez, Esperanza
Bermúdez, Mario Fulvio Espinoza, Emigdio Suarez, Agustín
Fuentes, Juan Maltez, Filadelfo Martínez, Trinidad Vásquez
Chinchilla, El “teacher” Bonilla y muchos buenos periodistas.
También fue maestro de los Talleres de Periodismo que estuvo
situado del antigua Teatro Salazar media cuadra arriba.

Lacayo Ocampo fue el primer periodista que utilizó una rotati-
va en Nicaragua, lo mismo que el teletipo y radio foto en UPI.
En 1955 fue el primero en transmitir el servicio de noticias
por televisión y por radio el baseball de las grandes ligas de
los Estados Unidos.

También tuvo destacada actuación en la guerra de los San-
dinistas y la Guardia Nacional. El alto ejecutivo de la UPI le
reconoció con mención especial. Fue también reportero de la
toma del Palacio Nacional en 1978. Creó las “Notas de Interés
Humanos” transmitidas por Radio Mil.

Hasta el año 1985 fue corresponsal de la United Press Interna-
cional (UPI) donde pasó a retiro por jubilación, siendo susti-
tuido por su colega periodista Oswaldo Bonilla.

En 1980 le fue amputada una pierna por diabetes y desde su
silla de ruedas continuó escribiendo y destacándose como un
decano del periodismo.


                              –65–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


Durante 64 años se destaco como un periodista de alta ética
profesional. Lacayo Ocampo repetía: “El periodista es como
el lente de una cámara que capta lo que tiene que dar, la infor-
mación es totalmente objetiva”.

El gran periodista, profesor de generaciones recibió el honor
de haber sido declarado un año; “El mejor profesor de la Es-
cuela de Periodismo” y recordaba con suma satisfacción la
promoción que le dedico un grupo de estudiantes de perio-
dismo, el diploma siempre lo conservó y exhibió con mucho
orgullo. Ya en su retiro forzado el maestro siempre meditaba
sobre lo que es la Libertad de Expresión, decía: “Esta no es
una gracia sino un derecho inalienable del pueblo”. “La Liber-
tad de Expresión no es para alcahuetear a los gobiernos sino
para decides la verdad”, enseñaba el maestro.

Lacayo acampo siempre lucho contra la hora del cierre inclu-
so el cierre de la propia vida. “No sabemos cuando llegara la
hora del cierre. Esa ultima edición que es cuando se apaga
la vida”. “La vida de un periodista esta ciertamente llena de
sorpresas, emociones e inquietudes”. “Nos mantenemos en la
batalla. Nos imaginamos ser un extraño domador de olas que
salta encima de una tabla, que flota contra la rompiente y des-
liza, zigzagueando de tumbo en tumbo con una sola pierna en
la cresta de la ola”.

Padre ejemplar, hombre valiente, único y maestro de muchos, que
inspirado siempre por su familia lucho por la vida y anheló dejar
un legado imborrable en los corazones de los que lo conocieron
así como fueron sus inquietudes en el campo de las letras.

Falleció el primero de Octubre de 1991.



                               –66–
Periodistas que iluminan nuestra historia



   SALOMÓN BARAHONA LÓPEZ
           (CHILO)
                                                    Mario Barahona



                                     Salomón Barahona Ló-
                                      pez, (CHILO): periodis-
                                 ta, escritor, artista, bohemio
                                 y sobre todo caricaturista,
                                 fue el menor de cuatro hi-
                                 jos: del matrimonio de doña
                                 Adelaida López Espinoza
                                 oriunda de Managua y don
                                 Cecilio Barahona Brenes, de
                                 Diriamba. Se casó con doña
Zoila Portocarrero y fue padre de 11 hijos.

“Chilo” como se le conoció popularmente por ser hijo de Ce-
cilio (Chilo), nació en el viejo barrio de San Sebastián de Ma-
nagua el 21 de Diciembre de 1904.Su formación educativa la
tuvo en el colegio de los Hermanos Cristianos de la Salle y
desde temprana edad manifestó vocación por el dibujo artís-
tico que lo condujo a su consagración como uno de los cari-
caturistas más grandes de su época en Nicaragua y América
Latina.

El don de la caricatura lo manifestó de temprana edad, pues
desde pequeño le gustaba observar los rasgos característicos
de las personas para dibujarlos en forma caricaturesca. Una
vez, en el colegio se vio en problemas de disciplina con un
hermano cristiano, profesor suyo, porque una caricatura que
le hizo despertó el hazmerreír de sus compañeros de clase y el


                              –67–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


inesperado resentimiento del maestro.

En 1921, a los 17 años, “Chilo” publica sus primeras caricatu-
ras en el periodiquito “El Field” de Santos Ramírez. En 1922,
el poeta Salvador Ruiz Morales lo llama a trabajar como cari-
caturista en la revista Los Domingos y posteriormente La Di-
rección del diario La Noticia lo invita a quedarse trabajando
como caricaturista de planta y posteriormente como reportero
de ese prestigioso rotativo.

Al respecto “Chilo” recordaba esa experiencia diciendo: “En
mayo de 1925 don Ángel Maria Pérez y don Horacio E. Pérez,
Gerente y Administrador respectivamente del diario “La No-
ticia”, en ese tiempo, me dejaron como caricaturista de planta
de ese diario, ganando cuarenta córdobas(oro en ese tiempo)
con derecho a trabajos particulares. En esa época empezamos
publicando una caricatura dominical, depues jueves y domin-
go, hasta que establecimos la caricatura diaria, mas o menos
en 1932 (1)... “Por esa época publiqué varios libros de carica-
tura Eso fue por allá por los años 30. Escribí sobre la historia
de la caricatura en Nicaragua y la Historia de la Ciudad de
Managua”.(2)

Posteriormente, junto con su hermano Ernesto, que también era
periodista, publicó la revista Pantalla, y en ella publicaba cari-


(1)   Salomón Barahona, Historia de la Caricatura en Nicara-
      gua , Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documenta-
      ción. Pág. 75, Febrero- Abril, 1989. Biblioteca Armando
      Joya Guillén.
(2)   pinceladas de la vieja Managua, Revista el País, Pág. 28,
      año III No. 27

                               –68–
Periodistas que iluminan nuestra historia


caturas de temas variados. Esa revista pronto fue cerrada por el
gobierno por sus posiciones combativas en contra del fascismo
y de la dictadura del gobierno de Anastasio Somoza García.

El origen de “Panchito y la Rana”

“Chilo” y el director del Diario La Noticia, Juan Ramón Aviles
estaban interesados en la creación de un personaje caricatures-
co que encarnara el pensamiento y la opinión del nicaragüense
popular, para poner en él los comentarios críticos humorísticos
del acontecer nacional e internacional y fue así que “Chilo” se
inspiró en la precocidad y fisonomía de un muchachito de
diez años de nombre Emigdio Mendoza que al parecer era una
especie de Mafalda de Quino y el nombre de “Panchito” lo
tomó del personaje popular «Panchito Managua», que había
hecho historia en la ciudad capital.

Posteriormente surgió el deseo de tener una pareja femenina
para que actuara con “Panchito” y la idea del nombre le llegó
del dicho popular “picar la rana” y de una anécdota del humor
popular que le ocurrió al propio “Chilo” en una fiesta en que
sacó a bailar a una muchacha que cargaba el mote familiar de
«las ranas», por lo cual los observadores de la calle riendo le
gritaron que estaban bailando «Panchito y la Rana.»

Así surgieron de “Chilo” y del humor popular esos celebres
personajes de la caricatura nicaragüense que por 42 años, fue-
ron la referencia de la noticia de interés del periodismo ni-
caragüense y los que marcaron la trascendencia popular de
Salomón Barahona López.

“Chilo” continuó trabajando en la Noticia después de la muer-
te de Juan Ramón Aviles hasta que el Dr. Leopoldo Navarro

                              –69–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


asumió el control de dicho diario y se puso a trabajar en su
Editorial Chilo donde para cada Semana Santa editaba su pe-
riodiquito El Testamento de Judas.

La versatilidad de su personalidad

Caricaturista, artista, escritor, historiador y bohemio
Como caricaturista Chilo se distinguió por su gran habilidad
de dibujante del rasgo esencial de la forma, de la simpleza vi-
gorosa de la línea que define el carácter, la expresión, el alma
y la fisonomía del personaje que es evidenciado en lo mas
sobresaliente de su ser.
La caricatura de Salomón Barahona era breve, rápida, fina,
picante, incisiva, aguda, sin caer en la vulgaridad o la irre-
verencia. En toda su obra se imponía el mensaje de denuncia
en la forma desolada o desnuda, dicho en pocas palabras, o el
“santo y seña” mudo incisivo, al mejor estilo chaplinesco. Al
respecto el poeta Gullermo Rothschuh Tablada dice: “Los
breves editoriales de Juan Ramón Aviles incomodaban al dic-
tador que lo ha mandado a espiar y a matar. Pero le incomoda-
ban más las fisgas cotidianas de “Panchito y la Rana”
De su gran habilidad para captar de primera impresión los ras-
gos característicos de sus personajes, vale destacar el articulo
del redactor de la Noticia en Corinto, Rigoberto Gutierrez a
propósito de como hizo “Chilo” la caricatura del Comandante
del Buque americano “Denver”, Capitán Wyman.
De sus obras de caricaturas se tiene toda la colección de los
KariKatos de Panchito y la Rana que produjo durante mas de
42 años, los libros: PERSONAJES NICARAGÜENSE, publi-
cado en 1955 y REUNIÓN DE PRESIDENTES EN PANA-

                               –70–
Periodistas que iluminan nuestra historia


MA que fue publicado en Managua un año después. También
escribió el ensayo HISTORIA DELA CARICATURA EN NI-
CARAGUA.

Como artista “Chilo” fue un excelente grabador en madera,
antes del fotograbado sus “Karikatos” los grababa con buril
en madera de madroño y de sus creaciones magistrales, el mu-
seo del arte latinoamericano de Washigton tiene una muestra
del personaje “la vaquita” de nuestro folklore..

También practicaba el dibujo artístico y en los años 60, en
compañía de sus amigos pintores Ernesto Brown, Munkelito,
Pérez Carrillo, Fernando Saravia, Anibal Garcia, César Ca-
racas y otros, tenía un estudio llamado “Eda Prím” ubicado
en el segundo piso del edificio de la Farmacia Managua, de
la vieja Managua. Ese mismo estudio le sirvió de aula a los
alumnos de la Escuela de Arquitectura de la UNAN para sus
clases de dibujo de modelos vivos.

A inicio de los años 50, en ocasión del primer centenario de
ser Managua capital de la República Incursionó como histo-
riador de dicha ciudad, haciendo el libro HISTORIA DE MA-
NAGUA, con la colaboración del periodista Cesar Vivas R.
Perteneció al circulo de notables que la Alcaldía de Managua
conformó en los años 80 como Asociación de Historiadores
de Managua.

En su vida social y hasta una edad muy avanzada cultivó la
tertulia intelectual y bohemia, tanto con sus colegas, como con
poetas, escritores, escultores, pintores, y músicos. De esos gru-
pos podemos recordar a Manolo Cuadra, Cesar Vivas,Ernesto
Brown, Rodofo Arana Sandigo, Juan Aburto, Francisco Gur-
dian, Emilio Quintana, Nieve Andino, Edith Grón, Fernando

                               –71–
Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua


Saravia, Fernando García «Duende Rojo», el maestro Luis A.
Delgadillo, Emilio Rothschuh, Lolita Soriano, Julián N. Gue-
rrero, Chabelita Palacios y otros. En esos círculos destacaba
además de su amenidad de palabra, su caballerosidad con las
damas, y sus cualidades para preparar comidas y bebidas espi-
rituosas, siendo famoso su original y refinado cóctel o asados
de criadillas o huevos de toro y sus tragos de aguardiente, cu-
rados con hollejo de naranja dulce y ciruela.

Como gran gourmet de la comida típica nicaragüense era un
buen conocedor de los restaurantes, comiderías, bares y can-
tinas mas famosos de la Managua de sus tiempos y en las en-
trevistas que como leyenda de la Managua del siglo pasado
le hacían los periodistas del presente él recordaba: “Existia
la costumbre de que después de las grandes fiestas sociales
o particulares la gente iba a comer nacatamales donde « las
Pijonas ». La mesa era la acera y ahí se sentaban a devorar
el apetecible y siempre deseado bocado.”... después vinieron
otros restaurantes famosos como el de la « Chumila »... ¡Ahí
si que se comía bien! Estaba también el restaurante de Pedro
« tuco»... servía muy buenas bocas. Las patitas de chancho
que ofrecía Mario «Patón» eran tan suaves y gelatinosas que
se les desbarataban a uno en la boca La mondonguería de la «
Romualda » siempre estaba llena, si querías consumir un buen
mondongo, ella era la mejor opción”

Por su prestigio internacional, en 1957 fue seleccionado por
el gobierno de Los Estados Unidos de América como uno de
los siete mejores caricaturistas de América Latina para hacer
un recorrido de honor por los Estados de los Estados Unidos
de Norte América, y tener un intercambiar de experiencias
con los más notables dibujantes ( Cartoonistas) incluyendo a

                              –72–
Periodistas Que Iluminan La Historia
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Periodistas Que Iluminan La Historia

  • 1. Periodistas que iluminan nuestra historia Centro de Historia Municipal Alcaldía de Managua
  • 2.
  • 3. PERIODISTAS QUE ILUMINAN NUESTRA HISTORIA Centro de Historia Municipal Alcaldía de Managua Septiembre, 2004
  • 4. Hecho el depósito legal: Mag-0216-2004 © Centro de Historia Municipal Alcaldía de Managua Todos los Derechos Reservados Levantado de Texto : María Raquel Bustos Valle Cuidado de Edición: Roberto Fco. Sánchez Ramírez Agradecimiento a : Dr. Jorge Eduardo Arellano, por haber autorizado que de su libro “Héroes sin fusil” se tomaran las biografías de Anselmo H. Rivas, Ri- goberto Cabezas, Juan Ramón Avilés, Gabry Rivas, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y José Francisco Borgen. Biblioteca del Banco Central de Nicaragua “Roberto Incer Barquero”. Instituto de Historia de Nicaragua y Centro América de la UCA. Periodista Ignacio Briones Torres. Lucrecia Lacayo, hija de Leonar- do Lacayo Ocampo. Diagramación : Leonel Hernández Impresión : IMPRIMATUR Artes Gráficas
  • 5. INDICE INTRODUCCIÓN 7 PRÓLOGO 9 ENRIQUE E. GOTTEL PERIODISTA Y PIONERO 23 FABIO CARNEVALINI CAGLIERO UN GARIBALDINO EN NICARAGUA 29 ANSELMO H. RIVAS: INTELECTUAL DEL CONSERVATISMO DECIMONÓNICO 35 RIGOBERTO CABEZAS Y SU VIGENCIA 39 JUAN RAMÓN AVILÉS Y SU LEGITIMIDAD LIBERAL 51 GABRY RIVAS: PERIODISTANATO Y REPRESENTATIVO 55 JOSÉ FRANCISCO BORGEN: UNA VIDA A LA ORILLA DE LA HISTORIA 59 BIOGRAFÍA DE LEONARDO LACAYO OCAMPO MAESTRO Y FORJADOR DE PERIODISTAS 63 SALOMÓN BARAHONA LÓPEZ (CHILO) 67 GAM FUE UNA GACELA DEL TRABAJO 77 OFELIA MORALES GUTIÉRREZ 87 PEDRO JOAQUIN CHAMORRO CARDENAL: VEINTE AÑOS DESPUÉS 91 ALBERTO MORA OLIVARES (1929-1974) 103 BIOGRAFIA WLLLIAM RAMÍREZ SOLÓRZANO 107 ACUERDOS DE ACTA DEL CONCEJO MUNICIPAL SOBRE LA ROTONDA DEL PERIODISTA 111 CONCEJO MUNICIPAL DE LA ALCALDÍA DE MANAGUA 2001-2004 112
  • 6. DIRECTIVA DE LA FUNDACIÓNPERIODISMO Y CULTURA “WILLIAM RAMÍREZ 113 HOMENAJE A RODOLFO TAPIA MOLINA 115 CENTRO DE HISTORIA 121 MUNICIPAL 121 ALCALDÍA DE MANAGUA 121 SEPTIEMBRE 2004. 121
  • 7. Periodistas que iluminan nuestra historia INTRODUCCIÓN M i relación con el pe- riodismo no ha sido solo parte de mis responsa- bilidades como Alcalde de Managua. En la lucha por la liberación de Nicaragua, tuve asignadas también mi- siones de información y propaganda, fue cuando la prensa nacional e interna- cional me conoció como “Mauricio”. Durante la guerra de agresión me desempeñaba como Ministro de Turismo, se me encargó la atención de los medios extran- jeros. Toda esa experiencia me ha permitido tener una mejor valoración de lo que significa la labor informativa, motivo por el cual, en mi gestión como Alcalde he dedicado todo el tiem- po que me ha sido posible para atender a los periodistas. He dado el apoyo para dignificar al periodismo nacional a tra- vés de la Orden Municipal “Juan Ramón Avilés”. Asimismo inicié como Alcalde el reconocimiento a periodistas de origen extranjero, fue así que el 8 de septiembre del 2002 restaura- mos la tumba y rendimos homenaje a Enrique E. Gottel, en el cementerio San Pedro, un año después lo dedicamos a Fa- bio Carnevalini Cagliero y este año además de hacerle justicia a seis destacados periodistas nicaragüenses, inauguramos el monumento al periodista en la rotonda del mismo nombre. –7–
  • 8. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua Cuando la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramí- rez”, me propuso el proyecto del monumento de inmediato di todo nuestro apoyo, iniciando porque el Concejo Municipal legalizara por decreto el nombre de la rotonda, comenzando el proceso de ejecución, el que dada la magnitud de la obra no pudo ser inaugurada el propio 8 de septiembre, “Día Interna- cional del Periodista”. Culminamos el monumento material, queda pendiente el con- junto escultórico de Gottel y Carnevalini. Ha servido para for- talecer el monumento espiritual que como persona y Alcalde tengo hacia los periodistas. El monumento del aprecio y la gratitud. El monumento a quienes han reconocido nuestros lo- gros y ayudado con su crítica oportuna. Herty Lewites Alcalde de Managua Septiembre 2004 –8–
  • 9. Periodistas que iluminan nuestra historia A manera de Prólogo Los Iluminados soñadores del periodismo nicaragüense ** Los códices, Gottel, Carnevalini, Rigoberto Cabezas y Anselmo H. Rivas. Mario Fulvio Espinosa Cuenta Fernández de Oviedo que nuestros antepasados indí- genas registraban en sus códices que el universo existió cinco veces, y en cada una de esas etapas fue alumbrado por cuatro diferentes soles, siendo el quinto sol el que hoy nos ilumina. Con ese talento mítico, tan natural y sencillo, los cronistas indígenas informaban que en esas cuatro etapas de cambio telúricos, la tierra se fue formando favorecida por cuatro ele- mentos que se formaron en cada uno de los ciclos: primero el agua, después el fuego, luego la tierra y por último el viento. “Esos cambios –escribieron los sabios cronistas indígenas- ocurrieron en el transcurso de millones de años, y en cada una de esas etapas surgieron seres humanos, plantas y animales cada vez más perfectos”. Con esa revelación nuestros padres indios se adelantaron en varias centurias a los descubrimientos científicos de Darwin sobre la evolución de los seres humanos, a diferencia del Gé- –9–
  • 10. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua nesis -y sobre todo de Adán y Eva-, en forma poética señala- ron en el Popol Vuh las peripecias que pasaron Tamagastad y Cippatónal para formar al hombre con diversos materiales. Los cronistas españoles, que contemplaban al indígena desde su propia ignorancia, si bien registraron lo que ellos conside- raron conveniente, jamás entendieron la belleza de los códi- ces, la capacidad mítica imaginativa propia de la cultura de los comunicadores indios, y cegados por la codicia y por el fanatismo destruyeron con odio inquisitorial aquellos tesoros. Un Memorial que reta la imaginación Recordé aquellas maravillas del pensamiento mágico nacional cuando alguien me preguntó que si eran velas de regatas esas que se alzan hacia el cielo en el centro del Memorial de los Periodistas. Le dije: “Son velas, pero además todas las cosas que caben en tu imaginación”. Porque bien pueden ser llamas libertarias que iluminan las sombras, o banderas de fuego para encender auroras. También podrían ser medias lunas, como aquellas que Alá es- tampó en los lábaros que guiaron a las huestes de Mahoma en la lucha por lograr la identidad de los árabes. Pueden ser gajos de naranja que proclaman la fértil creativi- dad del nicaragüense, a veces dolorosa, porque él no está en un lecho de rosas. Pueden ser olas que al levantarse entonan la canción grave, eterna, palpitante del Padre Mar de Neruda. Valgan estas imaginaciones para evocar con veneración y respeto el mérito de aquellos periodistas que desde los viejos –10–
  • 11. Periodistas que iluminan nuestra historia tiempos de Netzahualcoyotl han hecho de la comunicación social o colectiva un apostolado para encontrar la senda de la libertad de pensamiento y expresión, derechos y valores in- dispensables para emprender la jornada hacia el desarrollo del bienestar humano. Este solemne y bello Memorial, es la culminación de un proyecto concebido por la Fundación Periodismo y Cultura “William Ramírez” para perennizar la memoria de aquellos que cincelaron en letras de imprenta luminosas la historia del Periodismo Nacional y que se entregaron sin ambiciones mez- quinas -enarbolando la honradez, el civismo, la ética y el pa- triotismo-, a la pasión de divulgar opiniones y noticias. Concebido en esos términos enaltecedores, el proyecto del Memorial fue presentado ante la Comuna de Managua y apo- yado de manera unánime e incondicional por el Concejo Mu- nicipal y por el Alcalde de Managua, señor Herty Lewites. Se sometió a concurso el diseño resultando seleccionado el presentado por el arquitecto Glen Smoll. Se han colocado las doce primeras placas para perennizar la memoria de igual número de periodistas notables del siglo pasado, siendo ellos Rigoberto Cabezas, Anselmo H. Rivas, Juan Ramón Avilés, José Francisco Borgen, Leonardo Laca- yo Ocampo, Gustavo A. Montalbán, Pedro Joaquín Chamo- rro, Gabry Rivas, Salomón “Chilo” Barahona López, Alberto Mora Olivares, Ofelia Morales Gutiérrez y William Ramírez. Cada Primero de Marzo, Día Nacional del Periodista, y cada Ocho de Septiembre, Día Internacional del Periodista, se agre- garán otras placas conmemorativas y si llega a ser necesario podrán instalarse a lo largo del Paseo de los Periodistas, o sea la avenida que une el Memorial con la Pista Suburbana. –11–
  • 12. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua Durante el mes de diciembre se colocará el conjunto escultó- rico que representa a don Enrique Gottel, fundador del moder- no periodismo nicaragüense, a lomos del burrito en el cual se trasladaba desde el Valle de Gottel hasta Managua para dis- tribuir su periódico “El Porvenir de Nicaragua”, del cual era impresor, director, reportero, redactor y distribuidor. Al lado del señor Gottel estará la efigie de don Fabio Carne- valini, continuador de la publicación del “Porvenir de Nica- ragua” y el que enriqueció su redacción con las plumas de Rubén Darío, Manuel Riguero de Aguilar, Felipe Ibarra, Mo- desto Barrios, Bruno H. Buitrago, Francisco Gavidia, Marcel Blanchard, Jerónimo Ramírez y otros brillantes exponentes de la inteligencia Latinoamericana. Ese conjunto escultórico está siendo elaborado por don Noel Flores escultor que ya tiene en su haber otras muchas obras que adornan diferentes edificios y lugares de Managua. La noche negra del fanatismo Pero, volviendo al intento de reseñar la histórica de nuestro periodismo, encontramos que desde sus inicios ha estado pla- gada por continuos atentados directos e indirectos contra la libertad de pensamiento y expresión. Cabe señalar, que du- rante la Conquista y la época Colonial las imprentas eran ins- trumentos de la iglesia que imponía en sus publicaciones el fanatismo del dogma y la amenaza de las penas del infierno. Pero el fanatismo y el dogma son por su naturaleza asesinos del pensamiento libre y de la imaginación, de manera que po- demos asegurar que ambas épocas fueron la edad negra del medioevo europeo trasladado a Centroamérica, centurias de –12–
  • 13. Periodistas que iluminan nuestra historia oscurantismo y de sometimiento corporal y espiritual. Rémo- ras que aún nos siguen perjudicando al impedir el desarrollo social y humano de nuestros pueblos. Después de la declaración de Independencia en 1821, surgie- ron las oligarquías criollas y los periódicos vinieron a ser efí- meros voceros de los líderes políticos en contienda. Fiebres y chapetones, timbucos y calandracas, legitimistas y democrá- ticos, granadinos y leoneses, liberales y conservadores, todos ellos emitieron sus periódicos con la única mira de defender sus posiciones políticas. Impresos de vida efímera Debido a los constantes altibajos de las guerras intestinas esos periódicos fueron publicaciones efímeras, salían una o dos ve- ces y después desaparecían, eran de circulación local pues la enorme mayoría de nicaragüenses no sabían leer. Poco podía progresar el periódico y la imaginación de los pe- riodistas en un ámbito de criterios políticos ortodoxos y dentro de marcos religiosos estrechos y oscurantistas. Sin embargo, entre los años 1829 y 1900 se publicaron –según las investi- gaciones del profesor Mauricio Pallaís Lacayo-, 367 periódi- cos, el 31,25 por ciento fueron impresos en León, el 22.42 por ciento en Managua y el 17.35 en Granada. El primer periódico que se publicó en Nicaragua fue “La Opi- nión Publica”, salió a luz en León, el 9 de mayo de 1833. Entre otras cosas decía: “La guerra civil ataca a nuestra san- ta religión porque, 1 - Destruye la caridad, que es la piedra angular de ella, 2 – Porque da lugar a que se quebranten los mandamientos del decálogo y se infrinjan los preceptos de la –13–
  • 14. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua iglesia y 3 - Porque disminuye la devoción y los fondos que hacen decoroso y majestuoso el culto”. Este periódico se pu- blico bajo el gobierno de don Dionisio Herrera y de él solo se publicaron, con mucha irregularidad, ocho ejemplares. En 1835 nació el “Telégrafo Nicaragüense” –tenido por algunos como el primer periódico de Nicaragua-, fue bajo la administra- ción de don José Zepeda, su director fue el licenciado Gregorio Juárez, de ese periódico sólo se editaron cinco números. A estos periódicos siguieron muchos otros, ente ellos “El Se- manario Necrológico de Nicaragua” (1837) “La Aurora de Ni- caragua”, “El Centinela de Nicaragua”, “La Centella” (1838), “El Articulista” (1839), “El Redactor Nicaragüense” (1840), que tuvo una vida de dos años, “El Mentor Nicaragüense” (1841), “El Boletín del pueblo”, “El Granadino”, “El ojo del pueblo” (1843), “El Águila de Nicaragua”, “El Clarín Oficial del Ejercito” (1844), “Registro Oficial”, “El Cometa de Nica- ragua” (1845). En años posteriores “El Regenerador Nicaragüense”, (1847), “Gaceta del Supremo Gobierno” (1848), “El Noticioso” (1849), “El Guerrillero” (1850), “Gaceta Oficial de Nicara- gua” (1851), “El Clamor del Pueblo”, “El Boletín del Ejército Democrático del Estado de Nicaragua” y “El Defensor del Or- den” (1854), “Boletín de Noticias”, “Boletín Oficial” (1855) e incluso “El Nicaragüense” que comenzó a publicar el 20 de Octubre de 1855 el filibustero William Walker. Con la misma carencia de periodicidad y limitadas posibili- dades de ampliar sus espacios de información y difusión si- guieron apareciendo otros periódicos tanto en León como en Granada. –14–
  • 15. Periodistas que iluminan nuestra historia Primer salto de calidad Con la aparición en 1865 de “El Porvenir de Nicaragua” el periodismo nicaragüense da su primer salto de calidad. Su editor, don Enrique Gottel con visión futurista lo mantiene en la palestra de la opinión publica centroamericana por más de veinte años. Por primera vez se publican anuncios y noticias de todo el mundo y el bisemanario -que tuvo una corta época como periódico diario-, mantiene corresponsalías con México y toda Centroamérica. El camino marcado por Gottel es continuado por otro ilumi- nado, don Fabio Carnevalini, y la vida del periódico termina a medias en 1885, pues se fusiona con otro importante diario, “El Ferrocarril” y continua su existencia, sin que se conozca a ciencia cierta en que época dejó de existir. Junto con “El Porvenir de Nicaragua” continúan publicándo- se muchos otros periódicos, entre ellos “El Registro Oficial” (1866), “La Actualidad” (1868), “El Clamor Nacional” (1869), “El Correo de Occidente” (1873), “La Aurora” y “El Eco de Occidente” (1874), “La Tertulia” (1875), “El Republicano” y “El Canal de Nicaragua (1876). Segundo salto de calidad: el diarismo ** Rigoberto Cabezas y Anselmo Hilario Rivas Cuenta el historiador Francisco Huezo que “en las primeras horas de una noche de invierno de 1883, se presentó en el cuarto de don Anselmo Hilario Rivas un viajero joven, pre- guntando por aquel, Vestía redingote azul, chaleco blanco, corbata de lazo, y sombrerito negro de paño. Llevaba bajo el –15–
  • 16. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua brazo, en un maletín, pañuelos, cuellos, una camisa, un cepi- llo de ropa y otros objetos de uso personal. “Después de las presentaciones de rigor, aquel joven que dijo llamarse Rigoberto Cabezas, le propuso a don Anselmo un ne- gocio a medias, la fundación de un diario para Nicaragua. Era Rigoberto de apuesto porte, delgado, de estatura regular, cara ovalada coronada por mechones de cabellos negros, ojos inquisidores, nariz recta sobre un mostacho negro que ampa- raba una boca pequeña de labios finos. Con pasión mística comenzó a exponer sus argumentos a Don Anselmo sobre las ventajas que presenta un diario sobre cual- quier otro tipo de publicación periódica. “La vida moderna –argumentó-, no se explica sin el periódi- co diario, forma parte de su propio movimiento, es su propia alma. El diario es el libro del minuto, la información del mo- mento, de todo lo que ocurre en el mundo moral e intelectual. Su radio de acción es amplio, abarca a todas las ordenes y a todos los gremios. Es útil al sabio, al artista, al agricultor, al comerciante, al profesor, a la modista, a los artesanos. Cuando no da una noticia, da un consejo y marcha a la par del hombre en sus caídas y en sus triunfos”. Como el señor Rivas argumentara que Nicaragua no estaba todavía preparada para el diarismo, porque su vida intelec- tual era escasa, escaso su movimiento social y político y por lo tanto escasos los temas para escribir, Rigoberto argumen- tó: “Natural es esa opinión tratándose de una empresa nueva, desconocida, que presenta grandes dificultades y que lucha, al iniciarse no más, con esa preocupación con que se reciben los propósitos a primera vista quiméricos e insuperables. Sin –16–
  • 17. Periodistas que iluminan nuestra historia embargo, creemos que el Diario es posible, creemos que es una obra llana, hasta sencilla: natural en nuestras actuales circunstancias. Naturalísima por la altura que hemos alcan- zado en morales y materiales adelantos; él obtendrá grandes ascendientes porque viene a llenar un vacío, porque viene a satisfacer varias necesidades que le darán inmensa importan- cia política y social”. “Que no sea un mito la libertad” Como si analizara nuestra prensa actual, habló Rigoberto sobre la función del diario imaginado. “La competencia de un diario la constituye su Redacción que estará integrada por hombres que estén llamados por su experiencia y por sus luces a enca- minarnos por los senderos de la bienandanza. La organización del diario estará a cargo de hombres de serena imparcialidad y criterio, de altos y definidos propósitos, consecuentes con prácticas y avanzados principios regeneradores, en fin que sean honorables y conspícuos ciudadanos del país”. “Será el diario –añadió-, un verdadero poder, un poder cons- tituido, un poder benéfico que pesará con sus opiniones en la balanza del criterio nacional y que dará bríos y alentará el desfallecido aliento de aquellos que ven con miedo el porvenir y con reserva la cosa pública. “La palabra del diario será siempre la opinión de un conse- jo de personas que estarán poseídas de ciencia, patriotismo y rectitud y que harán del periódico una santa y grandiosa ins- titución; pretendemos que él quede elevado en una esfera de justicia incorruptible. “El Diario fomentará el periodismo en Nicaragua y con el pe- riodismo la discusión, y con la discusión, la luz, irradiando en –17–
  • 18. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua torno al axioma que ha debido surgir del choque de diferentes opiniones”. Soñaba Rigoberto con hacer del diario un instrumento de cul- tura, “Si es de interés hará que el pueblo lea y que se acostum- bre a leer, que la lectura haga en él una segunda naturaleza. “Conquistadas las masas para ese hábito –la lectura-, no sería un mito la libertad, no sería un negro porvenir nuestro mañana”. Gratamente sorprendido quedó el señor Rivas al oír aquellas nuevas ideas, aquellas palabras hermosas que entrañaban una alta visión de las conquistas del espíritu moderno. Le seducía la música de aquel concepto expresivo, el tono de sinceridad y de fe que daban un perfil de apóstol a aquel joven de mirada fulgurante y cabellos de ébano. Ya no desconfiaba. Ya no dudaba del éxito. Aquella alta con- vicción se había infiltrado en su espíritu con el prestigio lumi- noso de la palabra. Poco tiempo después –señala don Francisco Huezo- empeza- ba a publicarse bajo la dirección de ambos “El Diario de Nica- ragua”, fundador del diarismo en la Republica, y creación de Rigoberto Cabezas. Aquel fue el segundo salto de calidad en la Historia del Mo- derno Periodismo Nicaragüense. Fue el resurgir de aquel pen- samiento mágico que animó el espíritu de aquellos indígenas antepasados nuestros. Fue la reafirmación de que en nuestra Nicaragua existieron so- ñadores, que fueron comunicadores desde los viejos tiempos de Netzahualcoyolt. –18–
  • 19. Periodistas que iluminan nuestra historia Por eso, este Memorial será un sitio de respeto y veneración hacia aquellos antepasados nuestros que pusieron las bases para que nuestro periodismo sea en la actualidad una institu- ción de prestigio que, según las encuestas, posee el más alto grado de credibilidad en comparación al resto de instituciones nacionales. También será nuestro Memorial, cuando este bellamente arbo- rizado, un lugar de reposo, cultura y meditación para el goce de las nuevas generaciones de periodistas, que vendrán aquí como acudían las musas a la Fuente Castalia, a retomar el in- genio, el talento, la sabiduría y la magia mítica que un día fue gloria de nuestros indígenas antepasados. –19–
  • 20.
  • 21. DOS INMIGRANTES DE GRATA RECORDACIÓN “Dos extranjeros de grata recordación contribuyeron a la cultura del país, impulsando y dando nueva vida al periodismo naciente: un alemán Gottel y un italiano, Fabio Carnevalini” Rubén Darío
  • 22.
  • 23. Periodistas que iluminan nuestra historia ENRIQUE E. GOTTEL PERIODISTA Y PIONERO Roberto Sánchez Ramírez “ Nicaragua agradecida 1883” decía la lápida que se colocó en la tumba de Enrique Gottel, en enero de 1883, ocho años después de su muerte, el once de enero de 1875. Monumen- to que se construyó en las afueras del cementerio San Pedro. Dicha lápida desapa- reció, igual que el recuerdo del inmigrante alemán y hasta su tumba se dio por perdida durante muchos años. ¿Pero quién fue Gottel para merecer esa inscripción tan honrosa? Enrique E. Gottel, nació en Danzig, Prusia (Alemania) en 1831. Muy joven emigró a los Estados Unidos. Cuando la fie- bre del oro, en California, dispuso hacer el viaje siguiendo la ruta por Nicaragua en la Compañía de Tránsito, propiedad de el Comodoro Cornelius Vanderbilt. Sin embargo se quedó en Rivas y en 1852 estableció un contrato con la Compañía para darle atención a los viajeros. Pionero había sido su compa- triota Hermann Dentsh, en la ruta de La Virgen, en el lago de Nicaragua a San Juan del Sur. Debido a la pugna entre William Walker y Vanderbilt, Gottel perdió sus bienes en 1856 y quedó en la ruina. En 1861 or- ganizó de nuevo el servicio y ya para 1868 tuvo un socio, el –23–
  • 24. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua General colombiano Pedro Ruiz Tejada, estableciendo nuevas rutas, pasando por Granada hasta llegar a Chinandega, mejo- rando los llamados “caminos reales”. En La Gaceta de Nicara- gua del sábado 17 de junio de 1865, hay un artículo referente a la Compañía de Diligencias. Al mismo tiempo fundó en Rivas el año 1865 un periódico “El Porvenir de Nicaragua” que apa- recía cada sábado, editado en español e inglés, sacando anun- cios comerciales. EL VALLE GOTTEL En la carretera al poblado de Veracruz, jurisdicción de Nin- dirí, a unos cinco kilómetros del Km. 14 de la carretera a Ma- saya, está el Valle Gottel, en empalme de la carretera que va a Managua, pasando por Las Jagüitas. Allí hay una pequeña es-cuela con un letrero donde se lee el apellido de Gottel, ignoro si se sabe en el lugar por qué se llama así. El Presidente Fernando Guzmán, por decreto del 26 de Mar- zo de 1871, concedió a Gottel 195 manzanas de tierra, con el propósito de establecer un poblado modelo que tuviera un paradero de diligencias, brindar diferentes servicios, llegó a tener un hotel con alojamiento y restaurante. Algo muy avan- zado para su época, pero el proyecto de poblarla, sobre todo con inmigrantes, no funcionó. Gottel trasladó la imprenta que tenía en Rivas y “El Porvenir de Nicaragua” se convirtió en la expresión de las ideas liberales. En un escrito del 12 de agosto de 1874, don Enrique expresa: “El Porvenir, será siempre enérjico sostenedor de los intereses del partido liberal Centroamericano; i cumplirá fielmente con su programa de ilustrar al pueblo; combatir la ignorancia, el –24–
  • 25. Periodistas que iluminan nuestra historia fanatismo i los abusos; promover el bienestar de los cinco Es- tados en general i el de Nicaragua en particular”. Fue firme en sus ideas, respetuoso y humanista, aunque masón declarado construyó una iglesia católica y una escuela en el poblado de Nindirí. AL RESCATE DE LA HISTORIA Aprovechando que fue nombrado Cónsul de Guatemala en Ni- caragua, en 1873 Gottel pasó un año en aquel país, investigan- do y estudiando por su cuenta gran cantidad de documentos que están ahora en la biblioteca Bancroft, de la Universidad de Berkeley, en California, sin que existan copias en el país. Gottel era tan apasionado del periodismo que como anécdota se cuenta que venía a Managua a distribuir el periódico, mon- tado en una burrita. Era curioso que Gottel escribiera bien el español a pesar que no llegó a dominar su habla. Fue su pe- riódico ejemplo de libertad de expresión. Era tan tolerante que permitía a sus adversarios escribir en su contra en su propio periódico. Luchó por la independencia del periódico y hasta los redactores discrepaban con las opciones de Gottel. Además Gottel fue músico, autor de varias conocidas compo- siciones que se olvidaron a su muerte. Cita don Enrique Guz- mán en la biografía que escribió con fecha 1 de enero de 1883 que conoció a Gottel en 1854, en la escuela que tenía don An- selmo H. Rivas en Granada y que era “inteligente, alegre, ge- neroso, buen camarada en toda la extensión de la palabra, no era posible tratarle íntimamente sin sentir por él una estima- ción y afecto”. Así escribía uno de los mayores representantes del pensamiento conservador, autor del “Diario Íntimo”. Don José H. Montalbán, en su obra “Breves apuntes para la histo- –25–
  • 26. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua ria del periodismo nicaragüense” dice que: “don Enrique E. Gottel es uno de los extranjeros que mayores bienes ha hecho en Nicaragua”. Gottel publicó en “El Porvenir de Nicaragua” artículos toma- dos de periódicos extranjeros, en especial aquellos relaciona- dos con obras realizadas por inmigrantes alemanes. Se refirió a las investigaciones del Dr. Karl Hermann Berndt sobre las lenguas indígenas de Nicaragua, en especial el estudio en len- guas náhualt del Güegüense o Macho Ratón. También hizo publicaciones sobre Maximiliano V. Sonnenstern. El 3 de mayo de 1874, Gottel dejó de publicar “El Porvenir de Nicaragua” y pasó la dirección a cargo del periodista de origen italiano, Fabio Carnevalini que comenzó a editarlo en Mana- gua. En el Instituto de Historia de Nicaragua y Centro Amé- rica de la UCA (IHNCA-UCA), se encuentran los siguientes números: 3 y 4 de 1866; 2-3-5-15-16-19 año 1867, alcances (extras) 11-7-10 del mismo año; 19-23-25-27-29-31-32-34- 36-38-40-47-49-51 y 52 de 1868; 3-5-6 y 7 de 1869; 3-8-11 y 52 de 1874. Editados en inglés el 29 de 1866, el 1 y el 15 de 1867 y el 20 de 1868. Gottel falleció el 11 de enero de 1875. Debido a sus ideas, le fue prohibido el entierro dentro de los muros del cementerio. Otro ilustre inmigrante de origen alemán, don Julius Bahlke, realizó una colecta para comprar un terreno al norte fuera del cementerio San Pedro. El día que se sepultó a Gottel, también se inició el llamado “cementerio de los extranjeros”, inaugu- rado oficialmente el 5 de enero de 1885. Fue algo injusto, pues Gottel, igual que otros distinguidos inmigrantes, dieron gran parte de su existencia por el progreso de Nicaragua. Gottel, fue un verdadero pionero. –26–
  • 27. Periodistas que iluminan nuestra historia En La Gaceta del 16 de enero de 1875, en las páginas 30 y 31, se publicó una amplia crónica del funeral de Gottel. Se le califica de “activo, intelijente i laborioso; buen amigo, franco, leal y jeneroso; afectuoso, desinteresado i mui honrado, tal era Gottel, el amigo que la muerte no ha arrebatado”. Asistió al funeral el Presidente don Vicente Cuadra, acompañado de sus ministros, senadores y diputados. Dijeron discursos don Fran- cisco Deshon y el periodista don Fabio Carnevalini. Pese a la disposición negativa de las autoridades de la iglesia católica, el gobierno y el pueblo nicaragüense le expresaron su público reconocimiento. Ocho años después de fallecido Gottel, intelectuales y perio- distas nicaragüenses presidieron un homenaje, en el que se inauguró un monumento a su memoria. Eso fue el 5 de enero de 1883. En su discurso Genaro Lugo dijo: “Agradezco de corazón a todos aquellos buenos nicaragüenses que apoyaron el cumplimiento de una deuda nacional. Para esa ocasión don Enrique Guzmán, refiriéndose a Gottel, escribió: “fue un hom- bre útil”. La hermosa lápida y la columna trunca de la tumba desapare- cieron, igual que su recuerdo y hasta el sitio se dio por perdi- do hasta julio del 2001, cuando los trabajos de investigación histórica de la Alcaldía de Managua, permitieron ubicar el lu- gar exacto de la tumba, proceder a la restauración y puesta de la placa con la inscripción original: “Nicaragua agradecida 1883”. Con motivo del Día Internacional del Periodista, en septiembre del 2001, se le dedicó la conmemoración a Gottel, en el Cementerio San Pedro. –27–
  • 28.
  • 29. Periodistas que iluminan nuestra historia FABIO CARNEVALINI CAGLIERO UN GARIBALDINO EN NICARAGUA Roberto Sánchez Ramírez “De buena inteligencia, con un juicio reposado, emitía casi siempre sus opiniones a favor de la justicia y sin des- cender al insulto que su sano corazón rehusaba”, publicó La Gaceta del 2 de abril de 1896, en el obituario dedica- do a don Fabio Carnevalini Cagliero, fallecido el día 25 de marzo y de quien también se expresó que: “prestó impor- tantes servicios a Nica-ragua, justo es, pues, que honremos su memoria”. Si partimos que su llegada a Nicaragua fue en abril de 1856, tenemos que fueron 40 años de protagonismo de don Fabio en nuestra vida nacional. Como profesor en León, polémico pe- riodista, orador en todas las principales actividades sociales, políticas y hasta en funerales, incluyendo candidato a Alcalde de Managua, teniendo como oponente a José Santos Zelaya López, para el período de 1883. En esa ocasión casi se baten en duelo. Fue el inmigrante que más se destacó en su época. Por referencia autobiográfica, sabemos que nació en Roma el 11 de enero de 1829. Fueron sus padres don Ángel Carnevalini y doña Julia Cagliero, familiar de Cardenal Cagliero, el primer Nuncio Apostólico que vino a Nicaragua, en 1913. Su padrino fue el famoso escultor Tenneranni, autor de varias obras que –29–
  • 30. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua están en la Villa Borghese, en Roma y que tuve oportunidad de visitar en varias ocasiones, ignorando la relación con don Fabio Carnevalini Cagliero. Combatió desde muy joven por la libertad de Italia. Estuvo en la proclamación de la República. Se enfrentó a los ejérci- tos europeos que llegaron a apoyar al Papa Pío IX y sufre la derrota. El 17 de julio de 1853 tuvo que marcharse de Italia. Pasó a Francia, luego a los Estados Unidos, hasta llegar a Ni- caragua donde participó en la Guerra Nacional contra William Walker. Es posible que en ese período recibió el grado militar de teniente - coronel que conforme decreto del 7 de diciembre de 1869 fue ascendido a coronel, según La Gaceta del 18 de diciembre de 1869. En 1857 se radica en León y se dedica a la enseñanza, im- partiendo la materia de gramática latina. Compartió las aulas con personalidades de la época, como Máximo Jerez Tellería, Gregorio Juárez, Hemenegildo Zepeda, etc. Desde entonces es conocido por sus actitudes anticlericales, pese que tuvo diver- sos cargos en los diferentes gobiernos conservadores, en espe- cial del presidente Joaquín Zavala. Diez años residió en León, período en el que contrajo matrimonio con la joven de origen alemán, Virginia Lena, con quien procreó a Mistala, Alfredo, Julia, Ángel, Clelia, Elvira, Virginia, Angélica y Lucila. Los varones no dejaron descendencia y se perdió el apellido Car- nevalini. Don Fabio participó activamente de las polémicas surgidas por la actitud reeleccionista del Presidente General Tomás Martínez Guerrero. Es cuando también apoya las ideas con- servadoras, difícil en un ambiente liberal como el de León. En 1867, bajo la presidencia del General Fernando Guzmán –30–
  • 31. Periodistas que iluminan nuestra historia So-lórzano, es nombrado redactor de La Gaceta y traductor oficial del gobierno, ambos cargos eran de mucho prestigio y con-fianza por el acceso a los personajes y documentos oficia- les. Es cuando estrecha amistad con otro destacado inmigrante de origen alemán, don Enrique E. Gottel, fundador y director de El Porvenir de Nicaragua. En 1869, es nombrado Comandante de Corinto. En La Gaceta del sábado 13 de noviembre aparece publicada una despedida firmada por don Fabio, al renunciar como redactor del periódi- co oficial. Es interesante leer que durante tuvo el cargo se es- forzó en “favorecer en cuanto me ha sido posible, los intereses de Nicaragua i de Centro América, lo mismo que sostener los principios liberales”. Agrega que “ser fiel al gobierno á quien sirve, es el principal deber de un empleado”. Dice al final “He sido el primer extranjero que ha tenido el honor de llevarle la palabra del Supremo Gobierno. Este honor he sabido, apre- ciarlo en alto grado”. En 1873 viajó a Italia. Ese mismo año, el 14 de septiembre, aparece como directivo del Club Social de Managua junto con don Federico Solórzano y el Lic. Pascual Fonseca, quien fue Alcalde de la ciudad. El discurso principal lo pronunció el ex - presidente, General Máximo Jerez Tellería. Asistió el presi- dente don Vicente Cuadra. En 1875 es el orador en el funeral de Gottel, en enero en el cementerio San Pedro. Llegó a tener una gran influencia en la administración del Presidente Joa- quín Zavala, al extremo que se le señala de ser uno de los causantes de la expulsión de los sacerdotes jesuitas, en junio de 1881. Don Joaquín y don Fabio se emparentaron al casarse los familiares de aquel, Juan María y César Solís Avilés con Julia y Clelia Carnevalini. –31–
  • 32. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua Desde antes de la muerte de Gottel en 1875, don Fabio se había hecho cargo de El Porvenir de Nicaragua. Primero se imprimió en Rivas, luego en el llamado Valle Gottel y con Carnevalini pasó a Managua, contribuyendo al desarrollo del periodismo nicaragüense con intelectuales como Anselmo H. Rivas, Ri- goberto Cabezas Figueroa, Pedro Ortiz, José Dolores Gámez, quienes motivaron y apoyaron a Rubén Darío. Tuvo don Fabio cambios en su forma de pensar, en lo que nunca cambió y le valió el respeto ciudadano fue en su honradez y rectitud. En 1887 fundó El Managüense, editado con su hijo Ángel. En La Gaceta del jueves 14 de julio de 1887, se publica el acuerdo por el que se aprueba el acta de Asociación de la Com- pañía Aguadora de Managua. Ante el Escribano de la Repúbli- ca comparecieron Francisco Alfredo Pellas, natural de Italia y vecino de San Juan del Norte, mayor de edad, comerciante; General don Joaquín Zavala, don Pedro Rafael Cuadra, don Santiago Morales, abogado de Rivas, don Enrique Guzmán, don Gonzalo Espinoza, don Pablo Giusto, natural de Italia y marino, don Fabio Carnevalini, don Alberto Suhr, originario de Alemania e ingeniero mecánico. Era presidente don Evaris- to Carazo y Francisco Padilla, ministro de Fomento. Don Fabio hizo la primera traducción de “La guerra de Ni- caragua”, escrito por William Walker. Impreso en 1884 en la imprenta de “El Porvenir de Nicaragua”. La mayor parte de su obra apareció en hojas sueltas que lamentablemente se han perdido. Es en La Gaceta que se pueden leer sus escritos. No queda nada de sus numerosos discursos. En 1885 asumió la di- rección del periódico Jesús Hernández Somoza. Don Fabio es nombrado director de la Imprenta Nacional. Uno de los mejo- res discursos que pronunció fue con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América. –32–
  • 33. Periodistas que iluminan nuestra historia Don Fabio Carnevalini Cagliero fue pionero también para que los inmigrantes italianos merecieran respeto y sobresalieran en sus actividades económicas y sociales, formando conocidas familias, entre ellos don Antonio Belli, don Francisco Alfredo Pellas, Palazio, Frixione, Salerni, Mántica, Caligaris, Maren- co, Parodi, Picasso, Rappaccioli, etc. Muchos de ellos, don Fabio incluido, se nacionalizaron nicaragüenses y todavía sus apellidos tienen bastante figuración. Hace falta un mayor es- tudio sobre esta generación de inmigrantes que junto con otros de diferentes nacionalidades contribuyeron al progreso de Ni- caragua. En el caso de don Fabio el estudio más completo lo escribió otro italiano, Franco Cerutti. Don Fabio Carnevalini Cagliero falleció en Managua el 25 de marzo de 1896, fue sepultado en el cementerio San Pedro. El gobierno y la sociedad nicaragüense le brindaron el merecido homenaje. Según referencia la tumba está al lado sur, frente al parque 11 de julio, lamentablemente el sitio no está ubicado. Por decisión de la Alcaldía de Managua y las principales aso- ciaciones de periodistas, el Día Internacional del Periodista del año 2002 fue en memoria de don Fabio. Libro 0006. Pág. Part. 0266. –33–
  • 34.
  • 35. Periodistas que iluminan nuestra historia ANSELMO H. RIVAS: INTELECTUAL DEL CONSERVA- TISMO DECIMONÓNICO Jorge Eduardo Arellano E DITORIALISTA, hombre público e historiador, nació en Masaya -de padre mulato- el 3 de noviembre de 1826. Auto- didacta, se formó en las biblio- tecas granadinas de la época, princi-palmente en las de Pedro Chamo-rro y Pedro Rouhaud. «Frecuenta las tertulias que se forman en las casas ricas para leer y co-mentar revistas y libros recién llegados», escribió Carlos Cuadra Pasos. Y así animaba, con su charla y guitarra, a los elementos de la fracción de la clase dominante ubicada en Granada, a la que serviría intelectualmente desde su nombra- miento de Jefe de Sección en el gobierno de Laureano Pineda. En 1853 se le encomendó la redacción de la Gaceta y otro cargo: Traductor oficial. En 1854 sufrió la muerte de su her- mano Pedro, víctima de la guerra civil, y también la de su jefe y rector de conducta política: Fruto Chamorro. En esa guerra cae prisionero y es arrojado, con una barra asida a los pies, a un calabozo; allí lo rescata por una suma de dinero el caba- llero italiano Santiago Peccorini y se lo lleva a El Salvador. Dedicado al estudio en ese país, regresa en 1857 y trabaja en la primera administración del General Tomás Martínez. Funda –35–
  • 36. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua ese año el semanario El Centroamericano y luego, en 1861, otro: La Unión Nicaragüense; redacta la Gaceta y escribe dis- cursos. Pero en 1862 se opone a la reelección de Martínez y es enviado al destierro. Seis años pasa en Cartago, Costa Rica, donde se entrega a la enseñanza y conoce a su futura esposa: una alemanita a la que había conocido en sus años de San Juan del Norte. En 1867 se traslada a Managua, llamado por el Presidente Fer- nando Guzmán para ocupar un alto cargo y se transforma en ese gobierno, y en los de Vicente Cuadra y Pedro Joaquín Cha- morro en el Ministro por antonoma-sia; además del Ministe- rio de Guerra, Marina, Instrucción Pública y Obras Públicas -que dirige por un tiempo- es el canciller de las tres adminis- tracio-nes, a cuyos pensamientos y resoluciones infunde su expresión literaria. Nicaragua causa resentimiento al partido del sacrificado general Guardia, de Costa Rica, que inquieta al país con sus gestos dictatoriales. Pero don Anselmo, en la cúspide de su carrera política, consigue que Guardia llegue a Belén, Rivas, solucionando el conflicto. Igualmente, va a El Salvador y salva al General Tomás Martínez, prisionero de los partidarios de Barrios. Durante el período de Pedro Joaquín Chamorro, lleva dignamente el caso Eisentuck-Leal- ante la agresividad prepotente del imperio alemán- y, con el acceso al poder de Joaquín Zavala, pierde su hegemonía política y se realiza como escritor, periodista y parlamentario, represen- tando en los tres campos a su partido conservador tradicional. «El distanciamiento de don Anselmo en los últimos períodos conservadores -escribe Carlos Cuadra Pasos- es amistoso con Zavala, frío con Cárdenas y de franca oposición con Carazo y con Sacasa». En 1880 restablece la circulación de El Cen- troame-ricano y cuatro años más tarde funda, con Rigober- –36–
  • 37. Periodistas que iluminan nuestra historia to Cabezas, el Diario de Nicaragua que se convierte, al poco tiempo, en El Diario Nicaragüense, durante varias décadas el diario de mayor reputación literaria del país. En 1889 se opo- ne, a la administración Sacasa y fue expulsado a Costa Rica. Otra vez de regreso, con Zelaya en el poder, retoma la direc- ción de su diario para cuestionar ahora a la administración liberal. Por ello es perseguido, y sucumbe con su órgano de prensa. Retirado a impartir clases de literatura y francés en el colegio de su hija Francisca Berta Rivas, facilita su imprenta para la publicación de una hoja semanal que después aparece diaria: El Periódico. A continuación, se empeña en traducir del inglés y el francés, respectivamente, «De esclavo a catedráti- co» de Bucker T. Was-hington y -en prosa- «Cyrano de Berge- rac» de Edmundo Rostand. Los jóvenes le rodean y escuchan su palabra ilustrada, expansiva, amena. Fallece en Granada el 7 de mayo de 1904. El más genuino representante intelectual del conservatismo de los 30 años, Anselmo H. Rivas sostuvo esta posición en los brillantes y serenos editoriales de El Diario Nicaragüense. Como heredero de la tradición oral, expresó el mismo punto de vista en su intento historiográfico Ojeada retrospectiva, se- rie de artículos sobre el desarrollo político nicaragüense en la primera mitad del siglo XIX. Polemista combativo, se distin- guió por su estilo castizo y elegante. «Admira -anota Carlos Cuadra Pasos-, como resultado de la educación literaria cla- sicista que tuvo en su juventud, el hecho de que este hombre tan vehemente, pueda, sin embargo, mante-ner en la discusión sólo el uso de frases ponderadas... Tras el seudónimo practica la sátira; pero su ironía es superficial y benévola y hasta risue- ña». –37–
  • 38. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua –38–
  • 39. Periodistas que iluminan nuestra historia RIGOBERTO CABEZAS Y SU VIGENCIA Jorge Eduardo Arellano E n 1884 Y 1894, res- pectivamente, tuvieron lugar dos hechos de indiscu- tible valor histórico: la fun- dación del primer diario y la llamada «Reincorporación de la Mosquitia». El uno de carácter cultural y el otro de índole político-militar. Pero ambos protagonizados por un solo hombre: Rigoberto Ca-bezas (1860-1896). Nacido en Cartago, Costa Rica, su padre fue el nicaragüense Diego Cabezas -hijo de un rivense y una masaya- y su madre la costarricense Josefa Figueroa. Educado en su ciudad natal, se distinguió muy pronto como lo que siempre fue: un comba- tivo periodista. Por eso el Presidente Guardia de Costa Rica lo deportó al penal de la isla San Lucas, en donde vivió unos me- ses hasta que su padre logró libertarlo. Entonces se marchó a Nicaragua, gobernada por el doctor Adán Cárdenas, uno de los presidentes progresistas del período de los «Treinta años». A iniciativa de Cabezas, mientras se consolidaba el Estado nacional, surgió la empresa que financiaría la primera expre- sión de nuestro diarismo: El Diario de Nicaragua. Aparecido en Granada el primero de marzo de 1884 bajo la dirección de Anselmo H. Rivas (1826-1904) Y de Rigoberto Cabezas, con la separación de éste por razones políticas, se transformó -a –39–
  • 40. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua los cuatro meses- en El Diario Nicaragüense que, con las inte- rrupciones de rigor, llegaría a editarse aún en la década de los cincuenta del siglo XX. Ambos, pues, resultaron los fundadores del periodismo nacio- nal. Rivas, conservador y ecuánime; Cabezas, liberal y exal- tado; mas los dos próceres intelectuales, a pesar de que Cabe- zas conspiraría frustradamente contra el Gobierno del doctor Cárdenas, participando en el movimiento del 15 de agosto de 1884 y siendo expulsado el 7 de noviembre del mismo año. En Guatemala, país gobernado por el dictador liberal Justo Rufi- no Barrios, ejercería de nuevo el periodismo fundando otro diario: El Pueblo, de corta duración. En el número 2 de ese órgano, que circuló el 26 de julio de 1885, Cabezas expresó uno de sus principios: el anti-militaris- mo. «Todo se resiente -escribía a los 25 años- con ese ejército, representante genuino de la fuerza; resiente el erario público, se resienten las instituciones republicanas... El cuartel ha sido hasta hoy el receptáculo de todas ineptitudes, de todas las iner- cias, de todas las hambrientas desesperaciones». Y agregaba: «Tiene mil y mil inconvenientes el militarismo; y es cierto que es el alma del despotismo, y que con él se oprime impu- nemente». Pensamientos como éstos, de contenido democrático y confor- madores de una moral pública, abundan en sus artículos y en- sayos, con los cuales podría completarse un volumen capaz de ratificarlo como el escritor de primera calidad que fue; volu- men que se debiera comenzar a formarse con los cinco folletos que dio a luz. Mas él conciliaba la facilidad de la pluma y el espíritu de aventura y acción. Vivió en México, Estados Uni- dos y Cuba. Romántico social, impartía charlas a operarios de –40–
  • 41. Periodistas que iluminan nuestra historia haciendas y a miembros de la Sociedad de Artesanos de Masa- ya, escenario de su historia sentimental con Josefa Plata. Opositor al gobierno del doctor Roberto Sacasa, tomó partido el 11 de julio de 1893 con el liberalismo de León y el capita- lino de J. Santos Zelaya; de manera que tuvo amplia acogida en el régimen del último, lo que le permitió ejecutar el aconte- cimiento más importante de nuestra Nación-Estado durante el siglo XIX, después de la Guerra Nacional Anti-filibustera. Me refiero a la consolidación de la soberanía nicaragüense en todo el territorio, el cual fue un proceso remontado a los pioneros del Atlántico y a la política de los últimos presidentes de los «Treinta años», tuvo su momento significativo en la toma mi- litar de Bluefields el 12 de febrero de 1894, su confrontación directa en julio y el hecho culminante el 20 de noviembre del mismo año. En esa fecha, los delegados de la Asamblea Mosquita reco- nocieron –en una convención- la soberanía nicaragüense, quedando <<bajo el amparo de la bandera de la República>>, exentos del servicio militar, con derecho del voto y el ejercicio de cargos públicos, la autonomía económica y la exención de impuestos. Este mutuo reconocimiento fue obra del régimen de Zelaya, pero se debe originalmente a la iniciativa de Rigo- berto Cabezas y de Carlos Alberto Lacayo, al esfuerzo de José Madriz y otras personalidades de la época. En conclusión: la vigencia de Rigoberto Cabezas está a la vis- ta: prócer -es decir, constructor- intelectual y político. Y tam- bién patriota a carta cabal, amigo de la verdad y practicante de la honradez. –41–
  • 42. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua BIOGRAFÍA DE RIGOBERTO CABEZAS Ignacio Briones Torres Originarios de Rivas y Masaya respectivamente, los esposos Francisco Cabezas y Asunción Alvarado se instalaron en Ri- vas el año de 1835. De este matrimonio nació don Diego Ca- bezas quien posteriormente se trasladó a Cartago, Costa Rica, en donde contrajo matrimonio con Josefa Figueroa. Ahí en Cartago nació Rigoberto, hijo de Diego Cabezas y Jo- sefa Figueroa, el 4 de agosto de 1860. Su Fe de Bautismo indica que su nom-bre completo era Rigo- berto Domingo de los Dolores. Teniendo solamente 13 años de edad fundó una “sociedad se- creta” al estilo de las Logias Masónicas de la época, deno- minada “Friendship”, redactando él mismo los estatutos cuyo primer artículo establecía que quienes ingresaban a esa socie- dad debían mirarse como her-manos. En 1881, Rigoberto Cabezas se traslada a vivir a Guatemala. Quienes le conocieron lo describen como un joven de “frente amplia y despejada, con el cabello partido por el lado izquier- do; boca regular, nariz aguileña, ojos vivos y escruta-dores. En Guatemala gobierna el general Justo Rufino Barrios, consi- derado un adalid de la Unión Centroamericana. Rigoberto lee a Rosseau, Voltaire, Diderot; pero su ídolo es Robespierre. A finales de 1881 se traslada a El Salvador, y de ahí, en 1882 llega a Masaya. Desde esa ciudad escribe a don Anselmo H. Ri- –42–
  • 43. Periodistas que iluminan nuestra historia vas proponiéndole la publicación de un periódico diario...”Un periódico -dice- que eduque al pueblo, que estudie los múlti- ples problemas que se presentan en el país que informe de lo bueno y lo malo que proceden los gobiernos, que haga oposi- ción honesta y respuesta”. Don Anselmo le da una respuesta favo-rable; pero confiesa carecer de dinero para la empresa. Entonces Rigoberto se da la tarea de obtener los fondos y da cima a su propósito. Tiene 24 años de edad. DIARIO DE NICARAGUA aparece por pri- mera vez el 10. de marzo de 1884. Pronto surgirían diferencias entre Rivas y Cabezas, especial- mente motivadas por ciertos ataques que el segundo formula en contra del ex-presidente Vicente Cuadra. Rigoberto explica la situación en el último número del Diario, correspondiente al 29 de junio de 1884. Inmediatamente se da a la tarea de publicar otro periódico, aunque no diario, que se llamó “La voz del Pueblo”. En este periódico abre una dura pelea contra la administración del doctor Adán Cárdenas, quien termina expulsándolo de Nica- ragua/ El gobierno de Cárdenas hace publicar en “La Gaceta” del 25 de octubre de 1884 los motivos de la expul-sión. El 14 de diciembre de ese mismo año, Rigoberto escribe a don Adán Cárdenas: “Mi expulsión fue un golpe dado a la libertad de imprenta, porque como Nicaragua entera lo sabe, lo que se que-ría conseguir era la desaparición absolu-ta del “Diario de Nicaragua”. Por su parte, don Anselmo H. Rivas ha decidido seguir con el diario; pero le cambia el nombre, poniéndole El Diario Nica- ragüense. –43–
  • 44. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua Del exilio guatemalteco, Rigoberto Cabezas es también expul- sado a México por el gobierno del general Lisandro Barillas, quien sucedió a Barrios en la presidencia. De México, Cabezas viaja a Estados Unidos y luego a Cuba, en donde hace amistad de manera especial con el escri-tor cu- bano José María Marchand. Regresa a Nicaragua en 1887 y consa-gra su tiempo a la for- mación de una organización de obreros, a quienes dicta char- las sobre política, economía e histo-ria . A los obreros les dice: “Ya es hora de despertar, de pensar, de adquirir con-ciencia de vuestra fuerza, de tener un propósito y de ir adelante”... En -1888 el país comienza a agitarse enfrentado al régimen de Roberto Sacasa. Entretanto trata de dedicarse a la agricul-tura y la ganadería, Rigoberto Cabezas conspira. Así transcurren los años que van entre 1890 y 1893. Convertido en Jefe revolucionario toma Boaco el 29 de abril de 1893. Luego trata de apartarse a la vida privada; pero no lo consigue. Herido en Boaco es trasladado a Granada, donde convalece. Su segundo al mando es el general Carlos Alegría, combatien- te de San Jacinto. El 11 de Julio de 1893, toma el poder el jefe liberal José San- tos Zelaya. Este nom-bra al señor Carlos Alberto Lacayo como Comisario de la Reserva Mosquitia en la Costa Atlántica. La- cayo acepta el nombra-miento condicionando su aceptación a que Rigoberto Cabezas sea nombrado su Secretario. Rigoberto es nombrado Inspector de Armas de la Costa, el 23 de octubre de 1893. El 20 de noviembre de ese mismo año –44–
  • 45. Periodistas que iluminan nuestra historia firma de decreto de reincorporación de la mosquitia, enfren- tándose de inmediato a un ultimátum inglés. En 1895 funda en la imprenta “Bluefields Menssenger” -”La Gaceta del Norte”, que él mismo dirige. El periódico tiene como lema: constitución, trabajo, probidad. Ese mismo año, deja la Costa víctima de intrigas. Se instala en Masaya, reti- rándose de la política. Adquiere una pequeña finca a la que nom-bra “El Aventino” Ahí contrae el tétano y muere el 21 de agosto de 1896, a los 36 años de edad. UN HISTÓRICO DISCURSO El 22 de agosto de 1896, el Dr. Manuel Coronel Matus, pe- riodista, diplomático y político pronunció un discurso en los funerales del General Rigoberto Cabezas en Masaya, publica- do por La Gaceta del 26 de agosto de 1896, No. 21, de la cual tomamos el texto. “El país está todavía bajo la impresión dolorosa que ha causa- do la prematura muerte del notable escritor distinguido patrio- ta, ocurrida en Managua el 21 del corriente. No nos detendremos a narrar los méritos sobresalientes del señor Cabezas, porque son demasiados conocidos dentro y fuera de Nicaragua y porque á continuación reproducimos el discurso oficial pronunciado por el señor Doctor don Manuel Coronel Matus, Ministro de Relaciones Exteriores é Instruc- ción Pública, en el entierro del ilustre difunto, discurso que condensa las brillantes cualidades y altos merecimientos del ciudadano cuya pérdida lamentamos. Queremos sí consignar que el Gobierno ha reputado como duelo nacional la muerte del General Cabezas, por los impor- –45–
  • 46. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua tantes servicios que prestó a la Nación, en su calidad de Ins- pector General de la Costa Atlántica. Comisario y Gobernador é Intendente, y porque en él cifraba todavía Nicaragua, mu- chas legítimas esperanzas. Ha muerto de treinta y seis años, en pleno vigor físico, moral é intelectual, y ya había rendido copiosa labor patriótica; era pues fundado esperar de él nue- vos y más valiosos servicios. El señor Presidente se hallaba en Granada, de paseo, cuando fue avisado de la muerte del señor Cabezas, é inmediatamente dispuso asistir con su Gabinete á los funerales, que estos se hi- ciesen de cuenta del Gobierno, y que los honores de ordenanza los tributara su Guardia de Honor. El 22 se trasladó el Presidente á la ciudad de Masaya; hizo con sus Ministros la visita de pésame á la familia, y enseguida se organizó la procesión fúnebre, en el orden siguiente: el féretro llevado en hombros por los amigos del joven Cabezas, que se disputaban la honra de conducirlo a la última morada; los Secretarios de Estado, llevando los listones que pendían del ataúd; el Presidente de la República y los familiares del escla- recido muerto, presidiendo el duelo; una numerosa y distin- guida concurrencia á continuación; y cerrando la marcha, una Compañía de la Guardia de Honor con el Pabellón enlutado, y una pieza de artillería con su correspondiente escuadra. Así desfiló el cortejo desde la casa mortuoria hasta la plaza de armas, en uno de cuyos portales hubo necesidad de suspender y disolver la procesión, por causa de la lluvia. Presentamos el pésame a la familia del General Cabezas, en nombre del Gobierno y de la Nación que representa, y en tes- timonio de ello enlutamos las columnas del Diario Oficial. Es –46–
  • 47. Periodistas que iluminan nuestra historia este también nuestro deber como periodistas, en recuerdo del diarismo nicaragüense y del brillante escritor de pluma can- dente engarzada en piedras finas. No queremos terminar estas pocas líneas sin hacer mención de dos notas simpáticas en el cuadro lúgubre de la muerte de Cabezas. Primera, el desinterés, solicitud y consagración con que el Doctor Horacio Guzmán, Vice decano de la Facultad de Medicina, disputó á la muerte su ilustre víctima. Segunda, el interés que despertó en la sociedad de Masaya la enfermedad y asistencia de Rigoberto Cabezas, no obstante el retraimiento en éste que vivía, y la consternación general que causó su fa- llecimiento. Esto honra á Masaya, porque demuestra que sabe apreciar el mérito y la virtud, y le rinde desinteresado culto”. DISCURSO Leído por el Doctor Manuel C. Matus, comisionado por el Poder Ejecutivo, en los funerales del General Rigoberto Cabezas. SEÑORES: La patria por gratitud, el gobierno por deber vienen á honrar la memoria del General Rigoberto Cabezas; y tócame á mí en nombre de aquella y por comisión del segundo, hacer el elogio fúnebre de este ciudadano eminente, que supo con su energía y su talento ser el digno intérprete de la actual Administración para devolver á Nicaragua una rica parte de su suelo, que es emporio de comercio y puerta abierta sobre los mares para la comunicación universal. Pocas palabras bastan á lamentar la pérdida de ese carácter en- tero al que sólo pudo quebrantar la muerte; de esa inteligencia –47–
  • 48. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua superior que brilló como un sol tropical desde los primeros albores de la vida; de esa alma generosa que amó el deber y sacrificó en aras de la libertad; de esa constancia que recorrió todas las esferas del trabajo y no conoció los límites de la la- boriosidad; de esa virtud, humilde en el hogar, tierna al recla- mo de la madre, dócil a la voz paternal; pero altiva, soberbia y ruda en presencia de los despotismos ó cuando contemplaban la corrupción de las sociedades, la vileza de los hombres. Su pluma fue azote, divino como el rayo, como él brillante y aniquilador. Lucía como la fúlgida luz de las nubes preñadas de electricidad; más hería siempre como el acero del ángel esterminador colocado á la entrada de ese otro paraíso, el de la verdad, la justicia, el derecho y la moral. Dar grandeza al pensamiento, novedad á la forma, brillo á las frases, sonoridad al lenguaje, ira á la al palabra, fecundidad al discurso y elo- cuencia al dicterio, era el don sobrenatural de Rigoberto Cabe- zas, escritor sin segundo en este género de la prensa política, después de la muerte de Juan Montalvo. El ilustre ecuatoriano heredó de Cicerón la pluma de las Catilinarias; Cabezas la he- redó del autor de los Siete Tratados. Desde niño se encaró con los tiranos y vibró sobre sus frente la cólera de Dios. Por eso sufrió persecuciones sin cuento y castigos sin nombre; pero ni las unas ni los otros fueron capa- ces de mellar el temple acerado de su espíritu, que se mostró como el de José Mármol, Julio Arboleda, Ismael Cerna y otros tantos hombres indomables, en horas de amarga prueba, se- reno y fuerte para sobrellevar el martirio, sufrir la miseria y soportar la cárcel y el destierro. Sólo no pudo el bronce de su alma resistir al egoísmo social, á la abyección de los pueblos, á las tramas de insecto de los mendaces, á los rencores de la –48–
  • 49. Periodistas que iluminan nuestra historia envidia, á las mordeduras aleves de la calumnia; y por eso muere apartado del bullicio del mundo, como un misántropo, sin más hogar que el de sus padres, sin más sociedad que la del campo, sin más amigos que sus libros, sin más religión que la del trabajo, sin más ideal que el desengaño. ¡Pobre amigo! Fuiste un atleta para lucha por la libertad y de- jas tu nombre como ejemplo á Centro América; fuiste valeroso y enérgico para legarle á tu patria un pedazo de sus entrañas, asociando tu nombre á un hecho culminante de su historia, la Reincorporación de la Mosquitia; más no pudiste sobrepo- nerte á la ola de las pasiones que te arrojó a la yerta playa del aislamiento, en medio de la cual has caído en el sepulcro, separado por la maledicencia de los que como yo te quisieron y admiraron. Poco son los hombres como Rigoberto Cabezas, y por esa he- rencia fatal de la humanidad, de que lo bueno acaba pronto, perece en mitad de su carrera. De él podemos decir como un poeta indio de América: “le anocheció en la mitad del día”. Era de la raza de los fuertes. Aquella breve campaña de 1894, en que derrotado improvisa en Ciudad Rama, una columna á la que infunde su bravura y con la que hace por el río una travesía inverosímil, toma por sorpresa El Bluff y por amago á Bluefields, le vuelve acreedor al grado de General sin haber sido soldado. Pero sus verdaderas batallas las ganó en la prensa. Casi niño flajela a un tirano y da comienzo á su vida de periodista, si agitada, fecunda, de enseñanzas. Recordemos que es el fundador del diarismo en Nicaragua, cuando no tenía veinticinco años de edad. –49–
  • 50. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua En el cumplimiento de la ley divina que obliga al hombre á regar la tierra con el sudor de su frente para comer el pan, tuvo iguales, no tuvo superiores. Asiduo, infatigable, hizo con sus propias manos toda clase de labores, sin desdeñar á veces ni los instrumentos del artesano, ni el hacha del leñador, ni la azada del labriego, la muerte misma lo ha sorprendido en hu- milde cortijo pastando ganado y recogiendo su leche. Digno modelo para la juventud ese joven pobre que se ilustra por su propio esfuerzo, que ama la libertad, padece y sufre por ella, que mantiene alta la frente, rígido el carácter é irrepro- chable la conducta, y que muere entregado á las más modestas faenas de la agricultura, como hijo amoroso, honrando la ve- jez de los padres, y como buen patriota, habiendo prestado á Nicaragua servicios relevantes. La patria enluta su bandera en la que luce hoy una estrella co- locada por el ciudadano que lloramos; la prensa orlará de ne- gro sus columnas por el escritor sobresaliente que ha perdido; la amistad regará flores sobre la tumba temprana que se abre ahora; el Gobierno tributa honores á la memoria del patriota y nuestros anales los recogerán para recordarlo en la posteridad, que es el galardón de los buenos. Masaya, 22 de Agosto de 1896. –50–
  • 51. Periodistas que iluminan nuestra historia JUAN RAMÓN AVILÉS Y SU LEGITIMIDAD LIBERAL Jorge Eduardo Arellano S i hubo un periodista que mantendría, a lo largo de su existencia, la legitimidad de los principios liberales, ese fue Juan Ramón Avilés. Fiel a la causa de su partido, desde joven abordó asuntos históricos, sociales y econó- micos, influyendo notable- mente en la opinión pública del país. De ahí que se le haya reconocido como uno de los más altos valores de su generación. Nació en el barrio San Juan de Masaya el 7 de junio de 1886. Estudió en su ciudad natal, donde hizo circular un periódico manuscrito: «El alfiler». En 1905 pensaba editar una revis- ta literaria y establecer una biblioteca pública. Pero no logra sus propósitos y se dedica a diversos oficios como carpintería, hojalatería y tipografía, sin reprimir sus impulsos literarios, firmando versos y prosas con el seudónimo de El duque de alba. A los veinte años se traslada a Managua para empeñarse «en la cimentación de la concordia, intelectual y sincera, de la ju- ventud», como lo escribía a Rubén Darío e1 21 de enero de 1907. Y esa labor la realiza con la fundación de importantes publicaciones periódicas: Letras (1914) y La Noticia ilustrada (1915). Desde el primero de julio de este año hasta su muerte –51–
  • 52. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua dirige La Noticia, diario que mantuvo la hegemonía -durante varias décadas- en el periodismo nicaragüense. Según su biógrafo Humberto Osorno Fonseca: «...de todas partes le llegaban mensajes de felicitaciones por sus artículos; en todas las ciudades y pueblos por donde pasaba lo saluda- ban con aplausos; era el invitado de honor de las fiestas de los obreros; las muchachas bellas de la sociedad gustaban tener en sus álbumes un pensamiento de oro y rosa con su autógrafo; era también el más entusiasta amigo de los deportistas». En un editorial, escribió Avilés:«Los primeros años de La Noticia los consagramos a cooperar con la mayoría del pueblo a dos objetivos determinados: liberar a la Patria de la intervención militar extranjera y liberar al pueblo de la dominación de una oligarquía reaccionaria que se conservaba en el poder contra la voluntad en potencia de la mayoría por la complicidad de esa intervención ...». Liberal doctrinario, Juan Ramón Avilés justificó el pacto Sti- mson-Moncada e incomprendió la lucha de Sandino; pero no dejó de expresar un franco pensamiento anti - intervencionis- ta. Así lo refleja su ensayo «El caso de Nicaragua ante la con- ciencia de América», aparecido en Repertorio Americano (14 de Enero, 1928) de Joaquín García Monge, quien le tenía alta estima intelectual. En cuanto a su labor de difusión cultural, fue uno de los impulsores fundamentales de las promociones modernistas durante las tres primeras décadas del siglo XX. Como creador se le conoció calidades de prosista literario; in- cluso Rubén Darío, en El Viaje a Nicaragua, advirtió el decoro bizarro de sus prosas. «El desorden, la amenaza contra el ciudadano, la guerra des- atada por la ambición, es lo que ha formado el cuadro en que –52–
  • 53. Periodistas que iluminan nuestra historia la vida nicaragüense se ha movido. Y desde este punto de vis- ta, el ciudadano debe luchar contra toda opresión, virilmen- te, hasta lograr que las libertades públicas sean consagradas, porque mientras el despotismo no se elimine, no podrán orga- nizarse las fuerzas ciudadanas para la nueva independencia». Pero Avilés, al mismo tiempo, creía en otro deber: la defensa de la patria en la paz, con el trabajo, la posesión y el cultivo de la tierra. Sólo ellos, para él, eran «prenda de nacionalismo y promesa de prosperidad». Fundador en México del movimiento «Acción Iberoame- ricana», nacido para contrarrestar el panamericanismo que promovían los Estados Unidos, Avilés fue testigo del interés norteamericano por la explotación de nuestros recursos natu- rales y por la intervención misma. Pero aceptó su cooperación para establecer en Nicaragua la paz y el sufragio, base de la democracia. Finalmente, Juan Ramón Avilés resumió su pen- samiento en estas líneas:«Para acometer la obra de libertad de la patria tenemos antes que lograr la libertad individual y para la soberanía nacional lograr antes la garantía humana». Y Osorno Fonseca afirmó: «No se hizo rico, pero tampoco vivía pobre, así tenían que ser las cosas, porque su alma, su trabajo y su dinero los había consagrado para el culto del liberalismo». –53–
  • 54.
  • 55. Periodistas que iluminan nuestra historia GABRY RIVAS: PERIODISTA NATO Y REPRESENTATIVO Jorge Eduardo Arellano PERIODISTA nato, Ga- bry Rivas encarnó el tipo aventurero y picaresco del nicaragüense: listo, ávido e inteligente, dispuesto a em- prender iniciativas osadas. En 1910 editó el periódico manuscrito Si te pica y lue- go El Quetzal, ya impresos, ambos en Chinandega, don- de había nacido el 31 de enero de 1890. Estudió en el colegio del cubano José María Izaguirre de Managua y en el Instituto Nacional de Occidente, sin llegar a bachillerarse; no obstante, obtuvo una beca para estudiar en Chile. Allí, en compañía de otros nicaragüenses, practicó la inevi- table bohemia, conoció a Vicente Huidobro (fundador de la corriente poética de vanguardia: el creacionismo) y preparó un libro de versos: Sobre el sendero. Trabajó, al mismo tiempo, de reportero y cronista social. Pero se trasladó a California, donde fundó periódico. En Nicaragua, ya de regreso, participó activamente en las filas más tradicionales de su partido, ocupó una silla en el Congreso Nacional y luchó en la prensa, con excepcional energía, por la causa del mismo. E1 2 de marzo de 1926 fundó La Prensa con Pedro Joaquín Chamorro Zelaya y Pedro Belli. Luego fue nombrado cónsul de Nicaragua en Buenos Aires. A su retorno, fue procesado –55–
  • 56. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua por un acto político que protagonizó el 28 de agosto de 1925, permaneciendo 70 días en la Penitenciaría de Managua; con- dena que le fijó la Corte de Apelaciones de Granada. Salió libre, pues, el 5 de julio de 1928. Por mantener su beligerante actitud conservadora, fue expulsado con otros opositores en octubre de 1929, habiendo llegado a la Bahía de San Francisco con el fin de residir en los Estados Unidos. Desde entonces, data su ingreso al cine en Hollywood que comprendió su participación en más de diez películas, inter- pretando papeles secundarios como empleado de hotel, chofer y preso. Al respecto, dejó escrito que en su entrevista con el productor cinematográfico que le dio trabajo, éste le preguntó si tenía experiencia como actor. «Mucha» -le respondió Gabry con aplomo-. «¿Dónde?» -le replicó el magnate-. «En Nicara- gua. Fui diputado durante tres legislaturas», terminó de desar- marlo el «nica» obteniendo una sonora carcajada de su nuevo patrón. En 1932, ya en Managua, fundó el diario La Nueva Prensa que dirigió durante 19 años, desempeñando una importante labor periodística y consolidándose como una de las personalidades gestoras de opinión pública. Esa labor incluyó la edición en los 40 de un semanario humorístico que hizo época y no ha sido aún superado (Los Lunes de la Nueva Prensa), por contar con el equipo más brillante que hemos tenido en el siglo, enca- bezado por su hermano Gonzalo Rivas Novoa (GRN), Joaquín Pasos, el caricaturista Toño López, José Francisco Borgen y Manolo Cuadra. Pese a sus oscilaciones políticas en relación con el dictador Anastasio Somoza García, se convirtió en uno de los perio- distas más representativos. Pero, por dificultades económicas, –56–
  • 57. Periodistas que iluminan nuestra historia tuvo que vender La Nueva Prensa al Partido Liberal Naciona- lista y obtener el nombramiento para ejercer un segundo con- sulado en México. En el Distrito Federal estuvo dos años. Enseguida retornó al periodismo, pero no al escrito sino al radial, fundando en Chinandega la Radio Panamericana. Para entonces, la lucidez y el dinamismo de su talento lo utilizaría únicamente -ya trasladado a Managua- para el florilegio oca- sional en sus programas radiales y los actos en que aparecía como maestro de ceremonias. El Gabry de los recuerdos y viajes revividos en amena prosa íntima, el polémico y combativo, el comentarista penetrante de situaciones nacio-nales, el recreador de su propia y cercana realidad había desaparecido. Y sólo quedaba salvado, litera- riamente, en dos series unitarias: los artículos de 1942 a raíz de un viaje a México para tratarse unos pólipos en la cuerdas vocales y los comentarios de su único libro publicado: El Ser- món de la montaña (1945). Los textos anteriores reducen la personalidad de Gabry Rivas, falle-cido en 1969 mientras ocupaba el consulado de Nica- ragua en Bélgica, cuyo desprendimiento humano opacó sus miserias también humanas y cuya generosidad hizo de él un amigo insustituible, de acuerdo al unánime testimonio de sus colegas. –57–
  • 58.
  • 59. Periodistas que iluminan nuestra historia JOSÉ FRANCISCO BORGEN: UNA VIDA A LA ORILLA DE LA HISTORIA Jorge Eduardo Arellano L a mayoría de los hom- bres pasamos a la ori- lla de la historia, pero al- gunos tienen el privilegio de hacerla y otros de revi- vir sus propias existencias inmersas en ella. Este fue el caso de José Francis- co Borgen, un periodista caballeroso y de estatura moral, que logró en sus úl- timos años escribir y publicar sus memorias. Chepe Chico -hipocorístico con que se le trataba cariñosamen- te-- nació en Masaya el 19 de marzo de 1909. Estudió con los hermanos de las Escuelas Cristianas en la Escuela Graduada No. 1 que regentaban junto al Instituto Pedagógico de Mana- gua. Mas su verdadera escuela fue la vida intelectual y bohe- mia de la capital de Nicaragua entre finales de los años 20 y principios de los 30. A raíz del terremoto de Managua en 1931, trabajaba en el dia- rio La Nación, dirigido por Leonardo Montalbán, como co- rrector de pruebas y cronista de béisbol. Luego edita con Víc- tor Velarde La Semana y, más tarde, colabora en «Los Lunes de La Nueva Prensa», donde mantuvo secciones permanentes: –59–
  • 60. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua «Historia de Nicaragua relatada a los chavalos nicaragüenses» y «Clínica de las musas». También, entre otros diarios, laboró en La Estrella de Nicara- gua y en una emisora: La voz de la América Central. En 1941 editó el folleto Rubén Darío: radio-charlas para el pueblo. Para Pablo Antonio Cuadra, Chepe Chico fue «un larguísimo diálogo de kilómetros y kilómetros de amistad: encuentros con uno de los pioneros de la radio, tertulias juveniles con un inquieto lector de literatura nueva, con un humorista, con el compañero de bohemia de Manolo Cuadra, con el amigo de Joaquín Pasos y de Toño López, con el comentador, con el gustador y, no pocas veces, excitado por la amistad y el licor, con el recitador de la voz reposada y sonora que reza para los amigos aquellos poemas de vanguardia». En 1954 se incorpora a La Prensa, encargándose de la pági- na editorial que tamiza, equilibra y controla, convirtiéndose -desde entonces- en la tribuna y el baluarte más importante del periodismo nacional. Al mismo tiempo, crea una sección de «Ayuda al necesitado» que en 1956 le mereció el premio «Margenthaler» y mantendría durante varias décadas. Miem- bro del consejo editorial de La Prensa, falleció en Managua el 11 de abril de 1982. A José Francisco Borgen, sin embargo, no le bastó la lucha diaria del cronista ni ejercitar tanto su fino instinto poético como su pasión por la música. Y decidió dejar testimonio au- tobiográfico: Una vida a la orilla de la historia que dejó de ser pasado para convertirse en perdurable presente. Sobre esta obra anotó Fidel Coloma: «no todo es crónica polí- tica en este libro singular. También está la pequeña historia, la –60–
  • 61. Periodistas que iluminan nuestra historia del tiempo largo. Ahí está su prolífica familia, que se proyecta en la figura admirable de don Max Borgen. Allí esas costum- bres provincianas de la capital, de pasear a caballo, de hacerle la visita a la novia, de cultivar músicas en tertulias, de cele- brar cumpleaños. Allí las costumbres populares, sobre todo de Masaya, otro de los grandes amores de Chepe Chico. Tiene unas páginas de antología, equiparables a la que José Coronel Urtecho dedica a las comidas nicaragüenses». Y su colega Mario Alfaro Alvarado comentó: «Chepe Chico nos ofrece una visión viva, palpitante, del pasado inmediato, de lo que él vio y observó. Experiencias que hace llegar al lector con palabra fluida y prosa elegante, como un maestro de la palabra escrita; como verdadera testitura a nivel de en- tusiasmo, que a veces es inspiración y a veces nostalgia; pero siempre pensamiento lozano, narración honesta de los hechos, evocación emocional que toca el alma». Es decir, un testimo- nio propio de hombre cordial que siempre fue José Francisco Borgen. –61–
  • 62.
  • 63. Periodistas que iluminan nuestra historia BIOGRAFÍA DE LEONARDO LACAYO OCAMPO MAESTRO Y FORJADOR DE PERIODISTAS N acido el 3 de enero de 1908 en la ciudad de León, Nicaragua. Sus pa- dres fueron Manuel Jeró- nimo Lacayo Balladares y Carmen Ocampo Rojas. Casado con Ofelia Escobar Zuniga. Sus hijos son Sofía, Leonardo, Paulo Emilio, Lucrecia, Rafael y Ofelia. Antes de laborar en Nicara- gua había sido corresponsal en Chicago, Illinois de el “Grafico de Managua” y colaborador de “Noticia Mundial” un semana- rio editado en español en esa misma ciudad en 1927. Comenzó a trabajar como redactor deportivo de “La Prensa” de Managua el 23 de marzo de 1931, iniciando en el periodis- mo nacional con una pagina diaria de deportes donde escribía bajo el seudónimo de “DON”. Después de esas columnas fue él quien bautizo al Boer con el nombre de los “Indios”. Des- pués fue columnista de ese mismo periódico, estableciendo la columna “Al Compás de la Hora”, que se publico en primera pagina hasta diciembre de 1939. El primero de enero de 1940 fundó como Jefe de Redacción, junto con Alejandro Bermúdez hijo y Adolfo Altamirano Browne, propietario del diario “La Estrella de Nicaragua” . –63–
  • 64. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua En 1942 entro a formar parte del cuerpo de Redacción de “La Flecha” donde fue después sub-director y columnista. En 1946 volvió como subdirector de la “Estrella de Nicara- gua”, hasta 1949, cuando entro en igual cargo a “Novedades” el primero de febrero de 1949. También trabajó para el diario “La Noticia”, Fue también columnista de “Los Lunes de La Nueva Prensa” y colaborador activo en el diario del mismo nombre dirigido por Gabry Rivas y colaborador en diversos periódicos durante muchos años. Asistió a varios congresos de La Sociedad Interamericana de Prensa y El Congreso de Redactores Deportivos durante los años 40. Cubrió como redactor deportivo las Olimpiadas de San Salvador en 1935 y Panamá en 1938, así como la Serie Mundial de Baseball Amateur efectuada en Caracas en 1944. Fue el primer periodista que le dio la vuelta al mundo visitan- do China y Cuba en la época turbulenta de 1956, entrevistán- dose con varias personalidades y recibiendo varias condeco- raciones. Fue condecorado por el Gobierno del Brasil, Orden Estado del Sur de periodismo, con la orden Eloy Alfaro de Ecuador, de la Cruz Roja de Cuba y de la dirección de depor- tes de la Republica Dominicana. Escribió el libro “Alas de Emocion” en 1962 donde coleccio- no sus crónicas sobre el viaje alrededor del mundo. Fue columnista del diario “New York en Español” y fundó varios rotativos de Nicaragua. Fungió como Vice-Cónsul de Nicaragua en Los Ángeles, California y Nueva York, en los años 50. –64–
  • 65. Periodistas que iluminan nuestra historia Trabajo primero para International News Service (INS), com- pañía que luego paso a United Press, convirtiéndose en United Press Internacional donde fue corresponsal durante 35 años. Fue catedrático de la Universidad Nacional de Nicaragua (UNAN),donde fue profesor de varios periodistas como Ange- lita Saballos, Alvaro Montoya, Bayardo Arce, William Mon- tiel y Peña, Thelma Nidia Guerrero, Eligio Alvarez, Esperanza Bermúdez, Mario Fulvio Espinoza, Emigdio Suarez, Agustín Fuentes, Juan Maltez, Filadelfo Martínez, Trinidad Vásquez Chinchilla, El “teacher” Bonilla y muchos buenos periodistas. También fue maestro de los Talleres de Periodismo que estuvo situado del antigua Teatro Salazar media cuadra arriba. Lacayo Ocampo fue el primer periodista que utilizó una rotati- va en Nicaragua, lo mismo que el teletipo y radio foto en UPI. En 1955 fue el primero en transmitir el servicio de noticias por televisión y por radio el baseball de las grandes ligas de los Estados Unidos. También tuvo destacada actuación en la guerra de los San- dinistas y la Guardia Nacional. El alto ejecutivo de la UPI le reconoció con mención especial. Fue también reportero de la toma del Palacio Nacional en 1978. Creó las “Notas de Interés Humanos” transmitidas por Radio Mil. Hasta el año 1985 fue corresponsal de la United Press Interna- cional (UPI) donde pasó a retiro por jubilación, siendo susti- tuido por su colega periodista Oswaldo Bonilla. En 1980 le fue amputada una pierna por diabetes y desde su silla de ruedas continuó escribiendo y destacándose como un decano del periodismo. –65–
  • 66. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua Durante 64 años se destaco como un periodista de alta ética profesional. Lacayo Ocampo repetía: “El periodista es como el lente de una cámara que capta lo que tiene que dar, la infor- mación es totalmente objetiva”. El gran periodista, profesor de generaciones recibió el honor de haber sido declarado un año; “El mejor profesor de la Es- cuela de Periodismo” y recordaba con suma satisfacción la promoción que le dedico un grupo de estudiantes de perio- dismo, el diploma siempre lo conservó y exhibió con mucho orgullo. Ya en su retiro forzado el maestro siempre meditaba sobre lo que es la Libertad de Expresión, decía: “Esta no es una gracia sino un derecho inalienable del pueblo”. “La Liber- tad de Expresión no es para alcahuetear a los gobiernos sino para decides la verdad”, enseñaba el maestro. Lacayo acampo siempre lucho contra la hora del cierre inclu- so el cierre de la propia vida. “No sabemos cuando llegara la hora del cierre. Esa ultima edición que es cuando se apaga la vida”. “La vida de un periodista esta ciertamente llena de sorpresas, emociones e inquietudes”. “Nos mantenemos en la batalla. Nos imaginamos ser un extraño domador de olas que salta encima de una tabla, que flota contra la rompiente y des- liza, zigzagueando de tumbo en tumbo con una sola pierna en la cresta de la ola”. Padre ejemplar, hombre valiente, único y maestro de muchos, que inspirado siempre por su familia lucho por la vida y anheló dejar un legado imborrable en los corazones de los que lo conocieron así como fueron sus inquietudes en el campo de las letras. Falleció el primero de Octubre de 1991. –66–
  • 67. Periodistas que iluminan nuestra historia SALOMÓN BARAHONA LÓPEZ (CHILO) Mario Barahona Salomón Barahona Ló- pez, (CHILO): periodis- ta, escritor, artista, bohemio y sobre todo caricaturista, fue el menor de cuatro hi- jos: del matrimonio de doña Adelaida López Espinoza oriunda de Managua y don Cecilio Barahona Brenes, de Diriamba. Se casó con doña Zoila Portocarrero y fue padre de 11 hijos. “Chilo” como se le conoció popularmente por ser hijo de Ce- cilio (Chilo), nació en el viejo barrio de San Sebastián de Ma- nagua el 21 de Diciembre de 1904.Su formación educativa la tuvo en el colegio de los Hermanos Cristianos de la Salle y desde temprana edad manifestó vocación por el dibujo artís- tico que lo condujo a su consagración como uno de los cari- caturistas más grandes de su época en Nicaragua y América Latina. El don de la caricatura lo manifestó de temprana edad, pues desde pequeño le gustaba observar los rasgos característicos de las personas para dibujarlos en forma caricaturesca. Una vez, en el colegio se vio en problemas de disciplina con un hermano cristiano, profesor suyo, porque una caricatura que le hizo despertó el hazmerreír de sus compañeros de clase y el –67–
  • 68. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua inesperado resentimiento del maestro. En 1921, a los 17 años, “Chilo” publica sus primeras caricatu- ras en el periodiquito “El Field” de Santos Ramírez. En 1922, el poeta Salvador Ruiz Morales lo llama a trabajar como cari- caturista en la revista Los Domingos y posteriormente La Di- rección del diario La Noticia lo invita a quedarse trabajando como caricaturista de planta y posteriormente como reportero de ese prestigioso rotativo. Al respecto “Chilo” recordaba esa experiencia diciendo: “En mayo de 1925 don Ángel Maria Pérez y don Horacio E. Pérez, Gerente y Administrador respectivamente del diario “La No- ticia”, en ese tiempo, me dejaron como caricaturista de planta de ese diario, ganando cuarenta córdobas(oro en ese tiempo) con derecho a trabajos particulares. En esa época empezamos publicando una caricatura dominical, depues jueves y domin- go, hasta que establecimos la caricatura diaria, mas o menos en 1932 (1)... “Por esa época publiqué varios libros de carica- tura Eso fue por allá por los años 30. Escribí sobre la historia de la caricatura en Nicaragua y la Historia de la Ciudad de Managua”.(2) Posteriormente, junto con su hermano Ernesto, que también era periodista, publicó la revista Pantalla, y en ella publicaba cari- (1) Salomón Barahona, Historia de la Caricatura en Nicara- gua , Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documenta- ción. Pág. 75, Febrero- Abril, 1989. Biblioteca Armando Joya Guillén. (2) pinceladas de la vieja Managua, Revista el País, Pág. 28, año III No. 27 –68–
  • 69. Periodistas que iluminan nuestra historia caturas de temas variados. Esa revista pronto fue cerrada por el gobierno por sus posiciones combativas en contra del fascismo y de la dictadura del gobierno de Anastasio Somoza García. El origen de “Panchito y la Rana” “Chilo” y el director del Diario La Noticia, Juan Ramón Aviles estaban interesados en la creación de un personaje caricatures- co que encarnara el pensamiento y la opinión del nicaragüense popular, para poner en él los comentarios críticos humorísticos del acontecer nacional e internacional y fue así que “Chilo” se inspiró en la precocidad y fisonomía de un muchachito de diez años de nombre Emigdio Mendoza que al parecer era una especie de Mafalda de Quino y el nombre de “Panchito” lo tomó del personaje popular «Panchito Managua», que había hecho historia en la ciudad capital. Posteriormente surgió el deseo de tener una pareja femenina para que actuara con “Panchito” y la idea del nombre le llegó del dicho popular “picar la rana” y de una anécdota del humor popular que le ocurrió al propio “Chilo” en una fiesta en que sacó a bailar a una muchacha que cargaba el mote familiar de «las ranas», por lo cual los observadores de la calle riendo le gritaron que estaban bailando «Panchito y la Rana.» Así surgieron de “Chilo” y del humor popular esos celebres personajes de la caricatura nicaragüense que por 42 años, fue- ron la referencia de la noticia de interés del periodismo ni- caragüense y los que marcaron la trascendencia popular de Salomón Barahona López. “Chilo” continuó trabajando en la Noticia después de la muer- te de Juan Ramón Aviles hasta que el Dr. Leopoldo Navarro –69–
  • 70. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua asumió el control de dicho diario y se puso a trabajar en su Editorial Chilo donde para cada Semana Santa editaba su pe- riodiquito El Testamento de Judas. La versatilidad de su personalidad Caricaturista, artista, escritor, historiador y bohemio Como caricaturista Chilo se distinguió por su gran habilidad de dibujante del rasgo esencial de la forma, de la simpleza vi- gorosa de la línea que define el carácter, la expresión, el alma y la fisonomía del personaje que es evidenciado en lo mas sobresaliente de su ser. La caricatura de Salomón Barahona era breve, rápida, fina, picante, incisiva, aguda, sin caer en la vulgaridad o la irre- verencia. En toda su obra se imponía el mensaje de denuncia en la forma desolada o desnuda, dicho en pocas palabras, o el “santo y seña” mudo incisivo, al mejor estilo chaplinesco. Al respecto el poeta Gullermo Rothschuh Tablada dice: “Los breves editoriales de Juan Ramón Aviles incomodaban al dic- tador que lo ha mandado a espiar y a matar. Pero le incomoda- ban más las fisgas cotidianas de “Panchito y la Rana” De su gran habilidad para captar de primera impresión los ras- gos característicos de sus personajes, vale destacar el articulo del redactor de la Noticia en Corinto, Rigoberto Gutierrez a propósito de como hizo “Chilo” la caricatura del Comandante del Buque americano “Denver”, Capitán Wyman. De sus obras de caricaturas se tiene toda la colección de los KariKatos de Panchito y la Rana que produjo durante mas de 42 años, los libros: PERSONAJES NICARAGÜENSE, publi- cado en 1955 y REUNIÓN DE PRESIDENTES EN PANA- –70–
  • 71. Periodistas que iluminan nuestra historia MA que fue publicado en Managua un año después. También escribió el ensayo HISTORIA DELA CARICATURA EN NI- CARAGUA. Como artista “Chilo” fue un excelente grabador en madera, antes del fotograbado sus “Karikatos” los grababa con buril en madera de madroño y de sus creaciones magistrales, el mu- seo del arte latinoamericano de Washigton tiene una muestra del personaje “la vaquita” de nuestro folklore.. También practicaba el dibujo artístico y en los años 60, en compañía de sus amigos pintores Ernesto Brown, Munkelito, Pérez Carrillo, Fernando Saravia, Anibal Garcia, César Ca- racas y otros, tenía un estudio llamado “Eda Prím” ubicado en el segundo piso del edificio de la Farmacia Managua, de la vieja Managua. Ese mismo estudio le sirvió de aula a los alumnos de la Escuela de Arquitectura de la UNAN para sus clases de dibujo de modelos vivos. A inicio de los años 50, en ocasión del primer centenario de ser Managua capital de la República Incursionó como histo- riador de dicha ciudad, haciendo el libro HISTORIA DE MA- NAGUA, con la colaboración del periodista Cesar Vivas R. Perteneció al circulo de notables que la Alcaldía de Managua conformó en los años 80 como Asociación de Historiadores de Managua. En su vida social y hasta una edad muy avanzada cultivó la tertulia intelectual y bohemia, tanto con sus colegas, como con poetas, escritores, escultores, pintores, y músicos. De esos gru- pos podemos recordar a Manolo Cuadra, Cesar Vivas,Ernesto Brown, Rodofo Arana Sandigo, Juan Aburto, Francisco Gur- dian, Emilio Quintana, Nieve Andino, Edith Grón, Fernando –71–
  • 72. Centro de Historia Municipal. Alcaldía de Managua Saravia, Fernando García «Duende Rojo», el maestro Luis A. Delgadillo, Emilio Rothschuh, Lolita Soriano, Julián N. Gue- rrero, Chabelita Palacios y otros. En esos círculos destacaba además de su amenidad de palabra, su caballerosidad con las damas, y sus cualidades para preparar comidas y bebidas espi- rituosas, siendo famoso su original y refinado cóctel o asados de criadillas o huevos de toro y sus tragos de aguardiente, cu- rados con hollejo de naranja dulce y ciruela. Como gran gourmet de la comida típica nicaragüense era un buen conocedor de los restaurantes, comiderías, bares y can- tinas mas famosos de la Managua de sus tiempos y en las en- trevistas que como leyenda de la Managua del siglo pasado le hacían los periodistas del presente él recordaba: “Existia la costumbre de que después de las grandes fiestas sociales o particulares la gente iba a comer nacatamales donde « las Pijonas ». La mesa era la acera y ahí se sentaban a devorar el apetecible y siempre deseado bocado.”... después vinieron otros restaurantes famosos como el de la « Chumila »... ¡Ahí si que se comía bien! Estaba también el restaurante de Pedro « tuco»... servía muy buenas bocas. Las patitas de chancho que ofrecía Mario «Patón» eran tan suaves y gelatinosas que se les desbarataban a uno en la boca La mondonguería de la « Romualda » siempre estaba llena, si querías consumir un buen mondongo, ella era la mejor opción” Por su prestigio internacional, en 1957 fue seleccionado por el gobierno de Los Estados Unidos de América como uno de los siete mejores caricaturistas de América Latina para hacer un recorrido de honor por los Estados de los Estados Unidos de Norte América, y tener un intercambiar de experiencias con los más notables dibujantes ( Cartoonistas) incluyendo a –72–