Esta antología de cuentos relata algunas de las situaciones vividas diariamente por la gente en situación de calle, que apoyados con una investigación plasmada al final de cada historia, se apegan a la realidad.
es la suma de muchas vivencias compartidas por nuestros jóvenes en los barrios y ciudades del país, y pretende ser un llamado de atención sobre la responsabilidad que nos atañe a todos, para llevar el mensaje de que el dinero fácil es un camino difícil que solo conduce a la muerte física y espiritual.
Resumen: Hola, me llamo Juan y soy la única persona del mundo, es más, aseguraría que de todo el universo, que ha cumplido diez años y todavía no tiene móvil. ¡QUIERO UN MÓVIL! Y claro, si tienes diez años y no tienes móvil, tampoco tienes amigos. Eso es así, es una verdad absoluta, como que si no tienes amigos al final tus amigos son aquellos que tampoco tienen amigos. ¡QUÉ LÍO! La historia que os voy a contar es un tanto peculiar. Acompañadme con mis amigos Rob y Lisa y lo comprobaréis.Os aviso, ¡cuidado con los tecno-zombis!
José Vicente Sarmento es ingeniero industrial y profesor de instituto. Antes de esta obra ha publicado Tienes una solicitud de amistad. Su novela Juan sin móvil no habría sido tan atractiva sin la colaboración del ilustrador José Antonio Bernal (reconoceréis su estilo en ilustraciones de revistas como El Jueves). Juan sin móvil es un libro infantil y juvenil de ficción contemporánea.
Lo primero que tengo que decir es que la novela me ha sorprendido gratamente: ¡es mucho mejor de lo que me esperaba! La historia y las ilustraciones enganchan de una manera que no es normal. De hecho, esta misma mañana me ha llegado el paquete y en un par de horas ya me lo había leído. Y es que a parte de ser una historia actual, y por tanto, tener un argumento con el que el lector puede sentirse identificado, tiene un lenguaje muy sencillo y claro. Está escrito en primera persona desde el punto de vista del protagonista Juan, de diez años, que relata lo dura que es su vida sin tener móvil. Aunque tiene 157 páginas la letra es muy grande y hay muchas ilustraciones.
El libro cuenta con doce capítulos y una guía para padres que da consejos sobre cómo controlar el acceso a la tecnología por parte de los hijos. Al principio de cada capítulo hay una página con palabras actuales relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. También tenemos las correspondientes ilustraciones de cada historia. La imagen es fundamental en este libro (como lo es, paradójicamente, en los nuevos medios) y me han gustado hasta las ilustraciones del marcapáginas.
En cuanto a la moraleja del libro, yo diría que es hacer un uso correcto de las tecnologías, ni abusar ni prescindir de ellas, sino utilizarlas en su justa medida y en el momento adecuado. Por otro lado, también se hace una mención sobre el bullying, pues Juan se vuelve un marginado al no tener móvil y los niños lo ignoran e incluso se llegan a meter con él. Una lección fundamental del libro viene dada por la madre de Juan, que le dice que los amigos no te quieren por lo que tienes sino por lo que eres. Por último, en cuanto a valores positivos, decir que Lisa, la mejor amiga de Juan y la chica que le gusta, es descrita como una chica guapa, pero también muy lista, la más inteligente de la pandilla, y eso es precisamente lo que hace que Juan esté pillado por ella. Me ha recordado un poco a Hermione Granger de Harry Potter a la española.
Primera parte
"Bienaventuradas las personas que reconocen humildemente sus necesidades espirituales, porque de ellas es el reino de los cielos! ¡Bienaventuradas las que lloran, porque serán consoladas! ¡Bienaventuradas las mansas, porque el mundo entero les pertenece! ¡Bienaventuradas las personas que tienen hambre y sed de justicia, porque la obtendrán! ¡Bienaventuradas las bondadosas, las misericordiosas, porque alcanzarán misericordia! ¡Bienaventuradas las de limpio corazón, porque verán a Dios! ¡Bienaventuradas las que luchan por la paz, porque serán llamadas hij@s de Dios! ¡Bienaventuradas las que sufren persecución por ser justas, porque el reino de los cielos les pertenece! Cuando alguien los ofenda o persiga por mi causa, ¡maravilloso! ¡Alégrense! porque en el cielo les espera gran recompensa!."
Mateo 5:3-12
es la suma de muchas vivencias compartidas por nuestros jóvenes en los barrios y ciudades del país, y pretende ser un llamado de atención sobre la responsabilidad que nos atañe a todos, para llevar el mensaje de que el dinero fácil es un camino difícil que solo conduce a la muerte física y espiritual.
Resumen: Hola, me llamo Juan y soy la única persona del mundo, es más, aseguraría que de todo el universo, que ha cumplido diez años y todavía no tiene móvil. ¡QUIERO UN MÓVIL! Y claro, si tienes diez años y no tienes móvil, tampoco tienes amigos. Eso es así, es una verdad absoluta, como que si no tienes amigos al final tus amigos son aquellos que tampoco tienen amigos. ¡QUÉ LÍO! La historia que os voy a contar es un tanto peculiar. Acompañadme con mis amigos Rob y Lisa y lo comprobaréis.Os aviso, ¡cuidado con los tecno-zombis!
José Vicente Sarmento es ingeniero industrial y profesor de instituto. Antes de esta obra ha publicado Tienes una solicitud de amistad. Su novela Juan sin móvil no habría sido tan atractiva sin la colaboración del ilustrador José Antonio Bernal (reconoceréis su estilo en ilustraciones de revistas como El Jueves). Juan sin móvil es un libro infantil y juvenil de ficción contemporánea.
Lo primero que tengo que decir es que la novela me ha sorprendido gratamente: ¡es mucho mejor de lo que me esperaba! La historia y las ilustraciones enganchan de una manera que no es normal. De hecho, esta misma mañana me ha llegado el paquete y en un par de horas ya me lo había leído. Y es que a parte de ser una historia actual, y por tanto, tener un argumento con el que el lector puede sentirse identificado, tiene un lenguaje muy sencillo y claro. Está escrito en primera persona desde el punto de vista del protagonista Juan, de diez años, que relata lo dura que es su vida sin tener móvil. Aunque tiene 157 páginas la letra es muy grande y hay muchas ilustraciones.
El libro cuenta con doce capítulos y una guía para padres que da consejos sobre cómo controlar el acceso a la tecnología por parte de los hijos. Al principio de cada capítulo hay una página con palabras actuales relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. También tenemos las correspondientes ilustraciones de cada historia. La imagen es fundamental en este libro (como lo es, paradójicamente, en los nuevos medios) y me han gustado hasta las ilustraciones del marcapáginas.
En cuanto a la moraleja del libro, yo diría que es hacer un uso correcto de las tecnologías, ni abusar ni prescindir de ellas, sino utilizarlas en su justa medida y en el momento adecuado. Por otro lado, también se hace una mención sobre el bullying, pues Juan se vuelve un marginado al no tener móvil y los niños lo ignoran e incluso se llegan a meter con él. Una lección fundamental del libro viene dada por la madre de Juan, que le dice que los amigos no te quieren por lo que tienes sino por lo que eres. Por último, en cuanto a valores positivos, decir que Lisa, la mejor amiga de Juan y la chica que le gusta, es descrita como una chica guapa, pero también muy lista, la más inteligente de la pandilla, y eso es precisamente lo que hace que Juan esté pillado por ella. Me ha recordado un poco a Hermione Granger de Harry Potter a la española.
Primera parte
"Bienaventuradas las personas que reconocen humildemente sus necesidades espirituales, porque de ellas es el reino de los cielos! ¡Bienaventuradas las que lloran, porque serán consoladas! ¡Bienaventuradas las mansas, porque el mundo entero les pertenece! ¡Bienaventuradas las personas que tienen hambre y sed de justicia, porque la obtendrán! ¡Bienaventuradas las bondadosas, las misericordiosas, porque alcanzarán misericordia! ¡Bienaventuradas las de limpio corazón, porque verán a Dios! ¡Bienaventuradas las que luchan por la paz, porque serán llamadas hij@s de Dios! ¡Bienaventuradas las que sufren persecución por ser justas, porque el reino de los cielos les pertenece! Cuando alguien los ofenda o persiga por mi causa, ¡maravilloso! ¡Alégrense! porque en el cielo les espera gran recompensa!."
Mateo 5:3-12
Charlie tiene 15 años y se ha quedado solo tras el suicidio de su mejor amigo. Vive con sus padres, su popular y guapa hermana y un hermano mayor que es una estrella del fútbol americano y que está a punto de comenzar la universidad. Su profesor de lengua está convencido de que Charlie posee una gran capacidad intelectual. Tras conocer a Sam y Patrick empieza a comprender lo que es ser un adolescente, y comienza un viaje hacia la madurez que le llevará a recorrer caminos nuevos e inesperados. Con ellos descubre nueva música, empieza a beber, fumar y coquetear con drogas, cambia de amigos ¡Hasta que se convierte en un joven de verdad!
Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...JAVIER SOLIS NOYOLA
El Mtro. JAVIER SOLIS NOYOLA crea y desarrolla el “ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE 1ER. GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024”. Esta actividad de aprendizaje propone retos de cálculo algebraico mediante ecuaciones de 1er. grado, y viso-espacialidad, lo cual dará la oportunidad de formar un rompecabezas. La intención didáctica de esta actividad de aprendizaje es, promover los pensamientos lógicos (convergente) y creativo (divergente o lateral), mediante modelos mentales de: atención, memoria, imaginación, percepción (Geométrica y conceptual), perspicacia, inferencia, viso-espacialidad. Esta actividad de aprendizaje es de enfoques lúdico y transversal, ya que integra diversas áreas del conocimiento, entre ellas: matemático, artístico, lenguaje, historia, y las neurociencias.
3. Gael Dávila López 3°B N.L. 5
2
La pobreza es la privación de bienestar de manera
pronunciada, es decir, la falta de acceso a capacidades
básicas para funcionar en la sociedad y de un ingreso
adecuado para enfrentar necesidades de educación, salud,
seguridad, empoderamiento y derechos básicos.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) tres
perspectivas deben considerarse al evaluar si un individuo
está en situación de pobreza: si su ingreso está por debajo
de una línea de pobreza, si posee los servicios básicos
necesarios, y si tiene las suficientes capacidades básicas
para funcionar en sociedad.
La pobreza puede definirse en términos absolutos o relativos:
Pobreza absoluta.
Se define con respecto a una cantidad de dinero necesario
para satisfacer necesidades básicas (comida, vestido, etc.)
sin incorporar conceptos de calidad de vida
Pobreza relativa.
Se define con respecto a un estándar de vida dado en una
sociedad, es decir, se determina al comparar un individuo con
el estatus económico de otros miembros de la sociedad. Así,
la pobreza relativa puede aumentar aún si el estándar de vida
de los pobres aumenta en términos reales.
El Banco Mundial considera como pobre extremo a la
población que vive con menos de $1.25 dólares al día
4. Gael Dávila López 3°B N.L. 5
3
Tengo frío y un poco de hambre. Me llaman las cuidadoras
del albergue Luis. En realidad me decían Güicho en la cuadra,
donde a pesar de la adversidad, de tener más hambre y que
para quitarme el frío me metía en cajas, disfruté de dicha
residencia.
Aquí me dicen que no tengo no tengo padre y mucho menos
madre. Aquí tengo que suplicar por unos papás. Ahora me
dicen rezagado, que no tengo posibilidad de ser adoptado,
que antes era más tierno y no lo entiendo ya que apenas
tengo diez años y conozco a personas con papás que tienen
ochenta años.
Dicen que dentro de ocho años me sacarán.
Creo que haré lo mismo que Pato, él salió y jamás volvió a
entrar por aquella puerta de cristal cuya trasparencia te
permite ver la hermosura del mundo fuera de esta cárcel, de
esta prisión, de este orfanato en donde se ven cosas
horribles, cosas que ni un adulto merece ver.
Pásame el trapo – gritó Pepe –. Esta sopa sabe peor que la
carne misteriosa de la semana pasada.
Cierto – dije con seguridad -. Sabe incluso peor que las habas
con atún. Y, ¿qué vamos a comer?
-Lo de siempre.
-No me gusta la tortilla con chicharrón y queso.
-Pues es lo único que hay y te lo tienes que comer.
Después de comer, Güicho y Pepe se reunieron con Alfonza
en la cuadra de Emilio Carranza. Ahí comieron y platicaron
hasta tener sueño e irse a dormir.
5. Gael Dávila López 3°B N.L. 5
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Al día siguiente desperté con mucho frío y me tapé con unas
planchas de cartón. Pepe se levantó y se fue para trabajar en
un crucero de limpiaparabrisas. Alfonza por el momento me
dió de comer y me dijo que no platicara con extraños. No se
porqué no se debe confiar en extraños si son personas como
nosotros.
Esa fue mi rutina durante varios años hasta que un día Pepe
llegó con ronchas a la cuadra, todos decían que era salpullido
pero había algo extraño con eso. Él al día siguiente amaneció
muy débil y Alfonza ahora tenía que trabajar. Nadie me decía
nada. Nadie se procuró por mí, con mi papá enfermo y mi
mamá trabajando, yo tenía que subsistir con mis propios
medios.
Hoy cumplí 8 años, pero nadie me felicitó, es más que tontería
aquella de los cumpleaños, solamente son un gastadero de
dinero por algunos caprichos, si eso es, nadie necesita de un
regalo cuando este no te da de comer o te hace un techo para
vivir. En este día están llegando muchos policías, pero no
tienen ese uniforme que los caracteriza, espero que nadie
haya salido herido ya que se escuchan gritos en muchas
casas. ¡Mamá! ¡Papá! – Grité - ¿A dónde me llevan? ¿Por
qué me dejan ir papás? Esa noche no pude parar de llorar,
me metieron a un cuarto muy limpio, pero sin mis papás.
Tiempo después llegó un doctor y una señora diciendo algo
de Lepra y que me tenían en condiciones infrahumanas. No
sé lo que sea la lepra o infrahumano, pero sea lo que sea eso
fue lo que me separó de mis padres.
Llegó un señor muy amable que empezó a jugar conmigo y
preguntó: ¿Tienes hambre? – Yo le respondí – No, acabo de
comer.
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-Niño, ¿Cómo te llamas?
-Güicho – sonriendo el señor me respondió – Güicho no es
un nombre
-Entonces, ¿qué es?
-Es una forma cariñosa de decir Luis
-Pero, yo me llamo Güicho
-Como sea, se te tendrán que hacer unos estudios para poder
llevarte a un lugar mejor. Para los estudios se te va a sacar
sangre.
-¿Y cuándo podré ver a mis padres?
-Pronto, pero no serán los que conoces, sino otros mejores y
que además te can a consentir.
-Pero yo quiero ir con mis papás – exclamé
-Lamentablemente eso no es posible, irás a un orfanato,
porque tu papás ya dijeron que así fuera, es por tu bien.
En ese momento recordé a Pato, un chico que escapó de ahí
y que lo describía como el infierno en la Tierra, con señoras
que te menosprecian y no se preocupan por ti. Con
compañeros que te roban la ropa, tus sábanas, cobijas y
comida, que con mucho esfuerzo pudiste conseguir. Con
amigos traicioneros que te apuñalan por la espalda por
simple gusto, que te lastiman y golpean sin razón aparente o
lógica.
Terriblemente así lo es. Señoras que te hacen sentir basura
y compañeros que piensan tener el derecho de agarrar las
cosas ajenas cuando les plazca por el sencillo hecho de tener
una relación similar con un amigo o hermano. Compañeros
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que no se esfuerzan en las clases obligatorias ya que según
ellos van a ser herreros, carpinteros o carniceros, que
equivocados están. En este lugar no he podido hacer amigos
a pesar de llevar aquí más de dos años, me he estado
juntando con los más tranquilos de mi edad y a pesar de ser
simpáticos, no me terminan de agradar.
No he sonreído desde que llegué, aunque he mejorado mis
calificaciones con el tiempo. No sé si es por la alimentación o
por poner atención. De todas maneras el día de hoy recordé
a Pato y creo que voy a seguir sus pasos.
Cuando entraron unos adultos, yo los empujé y salí corriendo
de ese lugar lo más rápido y lejos que pude y llegué a un lugar
parecido a la cuadra. Aquí me aceptaron y me ofrecieron
alimentos y vivienda. Creo estar mejor que en el orfanato.
Me despertaron y me dijeron que fuera a una casa hecha de
cobijas, láminas y cartón en un parque cercano, llegué al
lugar y me golpearon. Ahora tengo que regresar donde antes.
Al llegar me recibieron con una cama improvisada hecha con
cobijas simulando el colchón y cartón simulando la base,
Desperté al día siguiente ya casi sin sentir dolor y me dijeron
que tenía que trabajar y obtener doscientos pesos diarios. Al
ser un niño, me dijeron que pidiera limosna en ciertas zonas
con establecimientos de comida que huelen a gloria después
de varias horas de jornada.
Hoy recolecté más los doscientos pesos que me pidieron y lo
guardaré por si me llega a faltar otro día. Llegué a la “Nueva
Cuadra” y le dije a mis compañeros, esto pareció disgustarles,
pero no me importa. A lo mejor puedo comprarme algo de
comida pues no he comido nada sabroso desde que llegué a
ese horrible orfanato.
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-El Jefe te llama - me dijo un compañero del cual no se ni su
nombre - ¿Para? – Pregunté - Tú ya sabes – me respondió
de mala gana.
Seguí su orden y al entrar El Jefe me preguntó si tenía un
poco de dinero que le prestara, yo al verlo necesitado le dije
que sí y este me recibió con una bofetada que me tiró, luego
empezó a gritarme mientras me golpeaba – A mí me tienes
que dar todo el dinero que ganes, entendido. Los que piensas
que son tus amigos, son tu competencia y te traicionarán por
un simple pedazo de pan, ¿¡Entiendes!? – Poco a poco
empecé a escuchar menos y las imágenes se difuminaban.
Pronto perdí el conocimiento y desperté en una de esas
camas improvisadas. Me desmayé de la golpiza.
Paco, un amigo que me ayudó el primer día a recolectar la
cuota, me dijo que El Jefe esta vez se había pasado y que
pensó que me había matado. Que cuando vio que respiraba
el suspiró y lo mando a él a que me cargara a la cama. A Paco
ya le debo varios favores, sin embargo jamás me los ha
reprochado.
Después de dos días en cama comiendo el caldo que sobraba
de la fonda de un lado, me sentí bien y pude por fin pararme.
Ese mismo día fui a trabajar y me nuevamente volví a ganar
más dinero, no sé si es por los golpes o porqué me esforcé,
de todos modos ahora solo le conté a Paco. Yo sé que él es
de confianza.
Al día siguiente El Jefe no me dijo nada. Yo sabía que Paco
no me iba a traicionar.
Un día Paco me pidió dinero y yo con gusto se lo di, me dijo
que era para completar la cuota, pero me lo pidió ansioso y
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con desesperación, por lo que decidí seguirlo. Paco le dio el
dinero a un señor y este le dio una botella con algo parecido
al agua. Cuando llegara le iba a reclamar el dinero ya que me
había dicho que era para completar la cuota, ya que si no la
completaba le iba a propinar una golpiza tal como les hacía
El Jefe a todos aquellos que no reunían los doscientos pesos
o los que se guardaban el dinero, pero decidí no cobrarle por
todos sus favores y este fue el peor error de mi vida.
Pronto Paco me empezó a pedir más dinero con mayor
frecuencia. “La Nueva Cuadra” empezó a oler a algo extraño.
Paco empezó a inhalar y el día en que me quedé sin dinero
éste se enojó, yo pensé que era un enojo pasajero, pero el
día en que gane más de doscientos pesos y le comenté, Paco
fue de soplón y me acusó de todo el dinero que le había
escondido, El Jefe me pegó incluso más fuerte que la vez
pasada, pero yo esta vez ya tenía catorce años, por lo que no
me desmayé pero si me desplomé. Volvió a ayudarme Paco.
Una vez recuperado me dijo que oliera una clase de jerga
más bien parecida a la estopa. Olía horrible y lo tiré al suelo,
Paco se lanzó sobre mí y me preguntó porque había hecho
eso. No tuve ni tiempo para contestarle, en su lugar le solté
un puñetazo que logró despegármelo.
¿Por qué me golpeas? – Grité - ¿Por tirarme mi tesoro? –
contestó
-¿Eso es un tesoro?
-Para mí lo es, me lleva a un lugar del que nadie me puede
sacar y en el que soy feliz.
-Entonces he trabajado como burro y he robado comida nada
más para esto.
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-Le dicen mona y sí, hemos trabajado para esto, para mi
felicidad.
-Eres un egoísta, te he mantenido fuera de los puños de El
Jefe solo para drogarte.
Ese día comprendí que no hay verdaderos amigos y que
trágicamente El Jefe tenía razón con los amigos. Es mejor
vivir por tu cuenta sin depender de alguien más. Si quiere
drogarse Paco, muy su problema pero que no me involucre
en sus problemas existenciales.
Ahora doy todo el dinero al Jefe, no quiero tener más
problemas por el dinero. El Jefe ahora está sorprendido por
mi desempeño y soy su favorito, ya que me da de comer el
doble que los demás.
Parece que ya se han solucionado los problemas, ya no paso
hambre y ya me acostumbre al frío. Ya sé que lugares son los
más rentables para mendigar, los lugares en los que por
lástima, empatía o solidaridad me dan comida, los lugares en
donde los vendedores de droga venden su mercancía, donde
se juntan las pandillas, en fin conozco esta colonia como la
palma de mi mano.
Ahora el que me preocupa es Paco, que está cada vez más
delgado y cada vez le dan más caro ese thinner que se puede
conseguir en cualquier tienda de pinturas, haciéndole creer
que el que le venden es de mejor calidad. Sin saber que es
disolvente que solo le está haciendo daño, pero allá él.
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Los inhalantes son un grupo de sustancias comunes que se
encuentran en el hogar y se ubica dentro de las sustancias
más mortales y populares de las que abusan los jóvenes. Se
pueden definir como sustancias inhalantes a todas aquellos
vapores químicos que al respirarlos o aspirados por la boca
producen efectos psicoactivos. En su mayoría son
compuestos derivados del petróleo conocidos como
disolventes orgánicos. Podemos encontrarlos haciendo parte
de los llamados "thinner", barnices, aerosoles, adhesivos,
pegamentos, en forma líquida o gaseosa.
Este abuso consiste en inhalar o aspirar por la nariz y/o la
boca productos domésticos comunes tales como:
quitaesmaltes, líquido de limpiar, gasolina, aerosoles,
sustancias pegamentos, entre otras. Existen más de 1000
productos comerciales disponibles en tiendas, ferreterías y
supermercados que pueden ser inhalantes. Los jóvenes son
los más propensos a abusar de estos debido a su
disponibilidad y bajo costo. Cabe mencionar que en algunas
ocasiones puede producirse una inhalación no intencional,
como en el caso de los trabajadores industriales o
artesanales que requieren su uso ya que estas sustancias
son compuestos activos de diversos productos utilizados en
estos oficios.
Los signos y síntomas pueden ser muy variados,
dependiendo del tipo de sustancia química y de la cantidad
inhalada o aspirada. En la mayoría de personas, el abuso de
los inhalantes produce un efecto eufórico inmediato similar al
que producen las bebidas alcohólicas, que se acompaña de
mareo, alteraciones visuales, incoordinación, marcha
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inestable y temblores. Además, las prácticas inhalatorias
ocasionan inflamación crónica de las vías respiratorias altas.
La inhalación crónica puede causar daño irreversible en
varios órganos con notable pérdida de peso. Así, afectan
principalmente al hígado, los riñones, el corazón, los
pulmones y pérdida de la audición
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Ya no estudiaré más – gritó Bertha – No lo necesito, con lo
que tengo he tenido lo suficiente para vivir cómodamente.
Con la panadería hemos subsistido toda la vida desde que tú
naciste. Si tu papá te dio esto, porqué el mío me ha de
impedirlo.
Basta – contestó Juan, su papá – mientras vivas bajo mi
resguardo, harás lo que yo diga, acatarás todo lo que te
ordene y ahora digo que acabes una carrera. Si tienes la
oportunidad de estudiar hazlo, yo ya hubiera querido saber
todas las ventajas de estudiar una carrera, comenzando con
lo que más te gusta: “descansar”. Lo que hubiera dado por
tener unas míseras vacaciones, ser panadero conlleva
muchas obligaciones.
Y yo las cubriré – contestó – No son necesarias vacaciones
para poder tener a cargo una panadería. Yo te he visto
muchas veces sentado, sin hacer nada.
Porque estaba cansado y necesito un respiro entre tantas
tareas que me tienen ocupado – regañó Juan a Bertha – Yo
tuve que apoyar a tu abuelo para fundar esta panadería, tenía
que trabajar de lo que fuera: vendiendo dulces, escupiendo
fuego e incluso haciendo malabares y piruetas. Mi vida no ha
sido fácil y yo he intentado por todos los medios para
hacértela más placentera, con lujos y sin necesidades
básicas faltantes por cubrir.
Yo lo sé, y no te he reclamado nada de lo mucho que me has
dado, yo lo que no quiero es estudiar más, puesto que no me
gusta y soy una estúpida en el estudio, no sirvo para eso por
más que lo intente. – Dijo Bertha – me hacen bullying en la
escuela por no saber leer con fluidez, por no saber hacer las
operaciones básicas, por ser una tonta.
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Lo entiendo, pero estás cometiendo el peor error de tu vida –
Dijo Juan seriamente- Es más, haz lo que quieras, pero este
día lo recordarás por ser aquél en el que una niña de
secundaria perdió un futuro inimaginablemente fructuoso y lo
reemplazo por uno de mediocridad.
Lo que quieras, pero yo ya he tomado una decisión – contestó
Bertha con determinación.
A partir de mañana empieza tu entrenamiento – contestó su
papá.
Y así fue, una niña que paulatinamente aprendía a hacer
panes, a limpiar, a lavar y a acomodar. Por insistencia de su
padre ella no iba a la Central de Abastos ya que decía iba a
ser muy incómodo para ella.
Empezó a sonar el teléfono, Bertha contestó la llamada y sin
decir una solo palabra salió corriendo de ese pequeño hogar.
Fue a un lugar donde había mucho tráfico, ella no sabía que
pensar y cuando llego a ese horrible cruce ahí lo vio, a su
papá tirado, a su papá siendo cargado por dos hombres y a
su papá siendo envuelto en una bolsa de tela color negra. Era
la Cruz Verde.
Bertha sin palabras fue a la morgue a recoger el cuerpo, el
cual le fue entregado, ella sin tener auto. Caminó cargando al
cadáver de su propio padre durante más de media hora y
cuando llegó a su casa sorprendida no vio a nadie. Ella no
tenía familia y los pocos amigos que tenía ni se habían
enterado de la desgracia.
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Esperó una noche rezando un rosario y nadie apareció, fue
en ese momento cuando ella comprendió que nadie, a pesar
de los favores que él había hecho por ellos, ellos no le
apoyarían ni con dinero para una sepultura digna de aquel
gran hombre que siendo papá y mamá al mismo tiempo, llevó
a dos personas dignamente a una posición mucho más
elevada a la que él pertenecía en un principio.
Después de nueve noches de rosarios y de no esperar a
nadie, fue al cementerio para poder comprar un lugar para
enterrar a su padre. Encontró ella un lugar a 2,000 pesos y
ahí ella misma enterró a su progenitor.
Triste y derrumbada se dirigió a su casa, donde empezó a
lamentarse por no haber tratado a su papá como debía.
Los días pasaron y ella apenas se levantaba para comer y
hacer del baño. Ella no quería saber nada de nadie hasta que
empezó a quedarse el refrigerador vacío. En estos momentos
solo tenía un litro de leche y unas pocas naranjas. Ella más
por necesidad que por convicción se levantó a buscar dinero
en la ropa de su papá, el cual encontró y fue al mercado a
comprar la despensa, disfrazando su carencia de alimentos
con una valentía, honor y convicción para tener una vida
normal ante los ojos de los demás, actuando normalmente
pero estándose pudriendo por dentro por la puñalada por la
espalda que ni siquiera ella recibió.
Los días pasaban y Bertha seguía encontrando dinero en la
ropa y cartera de su padre, hasta que los saqueó
completamente. En ese momento tuvo que recurrir a los
ahorros que él había juntado durante toda su vida en caso de
contingencia, dinero que estaba guardado en la alacena el
cual del mismo modo que de su cartera despojó.
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En este momento se dio cuenta que tenía que trabajar y ella
sin materia prima ni apoyo de nadie tuvo contra voluntad
propia empeñar aquellas alhajas de su madre que con tanto
cuidado había guardado y protegido, ya que era la cosa de
valor máximo que en el mercado se aceptaba.
Una vez obtenido el dinero compró los ingredientes
elementales para la fabricación de pan: leche, huevos,
mantequilla, azúcar, harina, polvo para hornear, chocolate,
queso y levadura. Ese mismo día se dispuso a preparar pan
con las recetas registradas por su padre en una libreta que
ella le había regalado unos años atrás.
Empezó y trabajó arduamente, midiendo con gran precisión
los ingredientes para dicha elaboración, pero la primera serie
de bísquets le quedaron deformes y aguados, la masa de los
bolillos grumosa y el pan de muerto batido. En esos
momentos se dio cuenta de su inutilidad en la panadería, se
percató que nunca había ayudado a su padre en aquél oficio,
se enteró que nunca practicó y después de bastantes
intentos, prendas empeñadas e innecesarios esfuerzos pudo
hornear un cuernito decente, con buen sabor y textura.
Posteriormente pudo hornear más panes decentemente.
Abrió la panadería después de tres meses, pero nadie se
acercó, todos habían pensado que cerraría ese local color
rosado para siempre después del deceso de su papá. No
podían tener una idea más errada.
Vendió muy poco, obteniendo un balance negativo. Tiempo
después fue a la bancarrota y sin darse cuenta ella vació la
casa paulatinamente hasta que quedó sin pertenencias,
recuerdos, ni patrimonio.
17. Gael Dávila López 3°B N.L. 5
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En esos momentos tuvo que buscar otro trabajo pero nadie la
contrataba por ser menor de edad. Llegó el momento que no
tenía que comer ni a quién recurrir, por lo que se dispuso a
abandonar su casa y emprender un viaje a la calle.
Ahí fuera encontró gente sin techo muy amable que le
ofrecieron comida y un catre. Ella sin titubear lo aceptó. Y ahí
durante unas semanas vivió.
Cuando quiso regresar a casa se halló con la sorpresa de que
estaba siendo ocupada por algunas personas que la
insultaron y amenazaron cuando intentó entrar.
Un vagabundo que vivía donde ella residió las últimas
semanas le explicó que su casa al estar en el centro de la
ciudad era muy cotizada y personas conocidas como
“paracaidistas” ven únicamente casas que apropiarse y al ver
esa casa tan valiosa abandonada por unas semanas, que al
parecer se habían convertido en meses, y se adueñaron de
ella.
Al ver su casa usurpada por éstos paracaidistas, decidió
acudir a la estación de policía, donde la vieron con
despectivamente. Se dirigió a la recepción y ahí le dijeron que
esperara sentada durante un rato. Esperó durante más de
dos horas y habló nuevamente con la recepcionista que le
contestó de mala gana que esperara otro rato.
Bertha no podía pensar en nada más que en esa casa que le
pertenecía a su único compañero de confianza. Observó que
la recepcionista se levantó de su lugar y se acercó a un
hombre robusto vestido de traje, después le apuntó con el
dedo y regresó a su lugar.
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La recepcionista ahora le dijo a Bertha que pasara con el
licenciado Álvarez, ella se dirigió a aquel hombre robusto el
cual afirmo ser el licenciado Álvarez. Ambos pasaron a una
oficina y empezaron a charlar:
Tome asiento – dijo el señor - ¿Qué se le ofrece?
Bueno, unos hombres entraron a mi casa y se apropiaron de
ella, sin que yo me diera cuenta y sin permiso alguno –
respondió Bertha – Esa casa era lo único que me quedaba
después de la muerte de mi padre, por favor ayúdeme.
Lo siento señorita, pero por lo que veo es menor de edad y
siendo así no puede presentar este tipo de denuncia hasta
que compruebe que es su casa. Lo más que puedo hacer en
estos momentos por usted es mandarla a un orfanato. –
Afirmó el policía.
Gracias por nada – contestó Bertha furiosa.
Espera, quiero aclarar que no es culpa mía, sino que ninguna
persona quiere entrometerse en el asunto de los
paracaidistas. Todos lo consideran un suicidio y por eso hay
tantas trabes en estos procedimientos – comentó el señor.
Al escuchar eso, Bertha salió de la estación de policía
llorando de rabia dirigiéndose al lugar donde vagabundos le
dieron una mejor recepción que unos policías.
Ahí se estableció durante los siguientes días, donde le
ofrecieron comida, agua y refugio. Allí se sintió muy cómoda,
hasta que los vagabundos le reclamaron ser una carga a para
ellos, que únicamente consumía recursos y no generaba
ninguno. Dispuestos se ofrecieron a enseñarle algunos de los
oficios que ellos ejercían.
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Al día siguiente le pidieron que observara a lo lejos como
pedían limosna. Ella observó cuidadosamente como ellos
agitaban una lata con algunas monedas dentro y una vez un
poco llena la lata, escondían la mayor parte de las ganancias.
Pasados unos quince minutos se acercaron estos
vagabundos, de nombre todavía desconocido, a ella para que
hiciera lo mismo durante el resto del día. Así lo hizo y pidiendo
limosna agitando una lata y escondiendo el excedente de
monedas para simular una supuesta miseria ganada a lo
largo del día.
Con las piernas entumidas, con frío, hambre y sed, ella se
propuso no dejar aquél lugar, que decían sus nuevos amigos
ser privilegiado por sus jugosas ganancias. Después de cinco
o seis horas, ella por fin abandonó el lugar, buscando a sus
recientes compañeros.
Después de un largo rato de caminata, los encontró y no los
hayo contentos, más bien disgustados. Ella desconcertada
les preguntó el motivo por el cual se encontraban de ese
modo. La respuesta le asombró, ya que le dijeron que la
jornada de trabajo era una mínima de nueve horas para
mujeres y ella sólo había cumplido con seis. Además no había
recaudado una suma tan cuantiosa como la que ellos decían
obtener. Sorprendida ella empezó a contar el dinero, el cual
no llegaba a los doscientos pesos y decepcionada se disculpó
con ellos, perdonándola por ser nueva en el oficio y dándole
consejos para acrecentar sus ingresos.
En esos momentos los vagabundos vieron un negocio
increíble con ella para no tener la necesidad de ser
dependiente de un trabajo.
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Con el tiempo Bertha mejoró en el negocio recaudando hasta
quinientos pesos en un día. Sin embargo cada vez se
compraban menos productos, cosa rara ya que se tenían más
ingresos.
Bertha cada vez adelgazaba más y sus colegas cada vez
engordaban más. No se tardó en dar cuenta que sus
compinches compraban despensa debajo del agua. A pesar
de que esta situación se le ocultó, ella no se molestó porque
ellos les habían dado la oportunidad de subsistir.
Ella empezó a guardar unos veinte pesos para poder comprar
pan o tortillas y un refresco para no padecer más hambre
como la que había sentido los últimos días. Con el pasar de
las semanas ella empezó a recuperar peso y sus colegas no
lo vieron de buen modo, así que empezaron a esculcar las
pertenencias de Bertha sin su autorización y encontraron su
morralla, se enfadaron y la regañaron al extremo de soltarle
varias bofetadas y azotarla contra la pared hasta que perdiera
el conocimiento. Ella no tardo en caer dada su limitada
alimentación y tardo horas en volver en sí.
Ella despertó en el catre, pero se sentía diferente a todos los
días. Notó que su ropa estaba desacomodada y pensó lo
peor, pero no creía que sus compañeros fueran capaces de
hacerle eso.
Se levantó y ellos estaban jugando al domino, decidió
sentarse y esto sucedió:
¿Qué pasó anoche? – Preguntó Bertha - ¿Por qué tenía la
ropa tan desacomodada?
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Nada, solo nos divertíamos nosotros dos mientras tú dormías
como un angelito – contestó uno de los vagabundos – Nos la
pasamos muy bien.
Entonces – dijo Bertha desconcertada – ¿abusaron de mí?
No, solo demostrábamos nuestro amor que tenemos hacía ti
– contestó en tono irónico.
¿Cómo pudieron desgraciados? – gritó Bertha.
¡Ay, ya!, tarde o temprano lo ibas a hacer con alguien y talvez
ese alguien fuera peor que nosotros. – Comentó enojado el
otro vagabundo.
Bertha únicamente salió, sin expresión en la cara, con un
nudo en la garganta, con la mente en blanco y los ojos
mirando hacia el vacío. Sin saberlo llegó a la esquina y estuvo
a punto de cruzar la avenida con el semáforo en rojo,
reaccionó a tiempo y se detuvo.
Se desvió y debajo del puente empezaron a lanzarle piropos
y chiflarle. Ella únicamente camino sin hacer caso y
nuevamente sin uso de razón llegó al lugar donde unos
momentos atrás había sido violada.
A partir de ese día vivió sin quererlo, si la violaban poco le
importaba, si no comía también, si se hacía una herida ella la
agrandaba.
Ahora sus compañeros la obligaron a prostituirse, a ella ya no
le interesaban las enfermedades que podía contraer, si
estaba embarazada y el único momento en el que sintió
miedo fue aquella ocasión en la que la llevaron a una casa y
no la dejaron salir sin antes ser violada por enésima ocasión.
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Nunca la trataron como una dama, siempre como un objeto
al que podían golpear, asaltar y violar. Cuando le pagaban
ella no sentía alivio, ya que el próximo cliente le podía robar
y utilizar sus servicios sin pagar. En la calle todos la veían con
malacara y repulsión. Ella fue obligada y ahora mantenía a
tres personas, estaba con ellos probablemente porque sentía
que era una familia, fueron los que le dieron hogar o
simplemente ya había perdido la esperanza de vivir.
Pronto cayó enferma y acostada en la cama recordó aquella
vez en la que discutió con su padre acerca de su futuro
académico, recordó a todos sus maestros y compañeros que
le dieron la espalda. Nunca había estado tan enferma y tan
contenta de estar así. Después de unos minutos cerró los ojos
sabiendo que no iba a tener un entierro, ni siquiera uno tan
indigno como el de su padre.
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Mujeres de alrededor de 18 años de edad que se encuentran
en situación de calle, inhalan solventes y ofrecen su sexo
servicio a plena luz del día.
Un hombre las acompaña, las vigila y les quita el poco dinero
que ellas piden para “un refresquito”.
La Ciudad de México encabeza la lista con el mayor número
de personas en situación de calle con una cifra de
aproximadamente 4 mil.
Además, dos de cada tres personas que viven en la calle
consumen algún tipo de droga, principalmente alcohol y
solventes.
Primero se deben atender a los niños y niñas,
garantizándoles primero su acta de nacimiento, su
identificación, y después esquemas para dejar la situación de
calle que puedan tener las mujeres.
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Mamá, ¿qué es esto? – Preguntó curioso Jesús – Tiene un
sabor delicioso.
Es conejo hijo - contestó su madre.
Sabe muy rico – dijo entusiasmado Jesús – ¿Por qué nunca
me lo habías dado a probar?
Lo que pasa es que el patrón nos lo dio en la comida después
de haber trabajado y me dio permiso de llevarme un poco más
para dártelo de comer – respondió su madre.
La realidad no podía ser más incorrecta. Ella había trabajado
durante diez horas recolectando maíz y a la hora de comer
guardo la mitad de lo que le correspondía con tal de dárselo
a sus tres hijos. Sus hijos tenían que crecer para poder
trabajar y tener la posibilidad de tener una vida mejor a la de
ella.
Después de que disfrutaran de aquel animal, durmieron y al
día siguiente comieron lo de siempre. Tortilla con sal y salsa.
Todos odiaban aquella comida pero era lo que Matilde, la
madre de esos tres chiquitines, les había dado desde que
recuerdan.
Tenían un terreno que no excedía los cien metros cuadrados
y que ella no podía cultivar por falta de herramientas, de
semillas, mano de obra y por la limitante de sus hijos.
Criaturas que no llegaban ni a los cinco años de edad. El
primero tenía cuatro años, la segunda dos y el tercero tres
meses de nacido.
La escuela más cercana estaba a unos cuarenta kilómetros
así que era le imposible a una madre soltera llevarlos a la
escuela. Madre soltera que había perdido a su esposo unos
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meses atrás al accidentarse con una máquina en una
empaquetadora de verduras.
Nunca fueron a la escuela y Matilde con el paso del tiempo
ahorró lo suficiente para comprar una pala, un azadón y
algunas semillas, lo suficiente para poder cultivar ese
pequeño terreno que al cabo de medio año empezó a dar
maíz de buena calidad. El hijo mayor tenía en estos
momentos ocho años y le ayudó a su mamá a recolectar las
mazorcas. Matilde no compró durante tres meses comida ya
que solo llevaba al molino su maíz a que nixtamalizara y
hacer tortillas. Durante esos tres meses Matilde pudo
comprar otro juego de herramientas para su hijo Jesús, el
mayor, con el propósito de ayudarle en la siembra.
Al año siguiente incrementó la cantidad de maíz y no tuvo que
comprar durante cuatro meses comida, subsistían
únicamente con tortillas de maíz con sal.
Ésta vez no trabajaría únicamente Matilde, sino también
Jesús, el mayor. Aunque le pagaron aún menos que a su
madre, que a su vez le pagaban menos que a un hombre.
Ahora la entrada de dos ingresos permitió a Matilde comprar
en una ocasión plátano para dar a probar a sus hijos. Ellos le
agradecieron con mucho gusto. Con regaños y una
alimentación insuficiente vivieron los cuatro durante toda su
niñez.
Al cabo de dos años Matilde obligó a su hija, Isabel, a trabajar
por un sueldo menor a la mitad de un salario mínimo, era una
grosería y ella no aceptó el trabajo. Su mamá al enterarse de
esto la castigo severamente, calentando en una fogata una
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varilla con la cual le golpeó en repetidas ocasiones hasta que
imploró tregua por el dolor que esto le causaba.
Matilde le hizo entender por la mala a su hija la necesidad que
tenían para que ella aceptara esa miseria de paga, sin saber
que irrumpía sus derechos, su libertad y la denigraba como
ser humano.
Después de aquella golpiza propinada por su madre, Isabel
suplicó al terrateniente que le diera el trabajo que con
anterioridad ella había rechazado. El terrateniente,
abusivamente, le explicó que tenía su plantilla de
trabajadores completa y que por este motivo le resultaba casi
imposible contratarla a menos que aceptara un sueldo aún
más reducido al que le había ofrecido previamente.
Ella por temor a ser castigada por su madre aceptó. Días más
tarde tuvo Isabel que enfrentarse a la penosa vida laboral que
se vive en el campo diariamente. Trabajó durante más de diez
horas, cargo en promedio unos diez kilos y terminó con las
manos despellejadas, sangrándole no recibió atención alguna
llegando así a su casa donde su mamá únicamente le cubrió
las heridas con una playera sucia la cual amarró con fuerza a
cada mano de Isabel.
Tiempo después empezó a quejarse de un dolor que
emanaba de su mano, todos ya sabían lo que era, menos ella.
La llevaron al médico del pueblo, quien amablemente aceptó
curarla sin ningún costo. El médico se notaba preocupado por
la situación de las manos de Isabel. Sin anestesia el doctor
se dispuso a limpiar las heridas de Isabel, únicamente con
una gasa y alcohol.
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Jesús al escuchar los gritos de su hermana únicamente se
tapó los oídos y cerró los ojos, tratando que su imaginación
no sobrepasara un límite el cual era representado con algún
método de tortura, una violación o un asesinato.
Salió de la consulta incapaz de sostener algo en sus manos,
llego a su casa sintiéndose impotente al ver a su madre hacer
de comer, cortando hierba o cavando una zanja. Era una
inepta por su lesión, sin embargo ella se sentía torpe.
Después de una semana con el vendaje, fue con el mismo
doctor para que quitarse el vendaje. Al ver el doctor se quedó
sorprendido por el avance y decidió darla de alta. El doctor le
sugirió otra semana de reposo para evitar cualquier
complicación, pero al llegar a su casa e informar a su madre
sobre las indicaciones, esta pensó que era una excusa para
evadir las responsabilidades del campo.
Matilde la obligó a lavar la ropa. Para esto tenía que cargar
toda la ropa con un peso aproximado de diez kilos, que
contemplando sus ocho años de edad era demasiado. Tenía
que cargar toda esa ropa en un trayecto que superaba los dos
kilómetros y medio para poder llegar a la fuente de agua más
cercana: un río. Al llegar al río debía de tallar con todas sus
fuerzas las prendas y cobijas, las exprimía y normalmente su
mamá le ayudaba a cargar la ropa de regreso dado que el
peso incrementaba con la absorción del agua. Pero esta vez
el último paso se incumpliría, como parte de otro de los
interminables castigos que su mamá le hacía sufrir.
Poco a poco se empezó a poner morada la mano derecha de
Isabel. Ahora toda esperanza había muerto, el doctor se
había trasladado a la ciudad y nadie sabía curar heridas.
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Aunque en la ciudad parezca algo primitivo, en el campo son
más comunes las infecciones.
Con el tiempo parecía Isabel mejorar, sin embargo nunca
pudo recuperarse al cien por ciento. Vivió con su madre
subsistiendo con unas cuantas tortillas diarias, un poco de
agua y esporádicamente una fruta, las cuales disfrutaba
mucho.
Con doce años Isabel pudo conocer un tulipán, una flor tan
bella que quiso quedársela, inconvenientemente su madre no
traía dinero. Únicamente pudo tocarla con su mano arrugada
y con grandes lunares que la cubrían casi en su totalidad.
Ya se había salvado de dos infecciones Isabel, y sus otros
dos hermanos todavía no sufrían ningún accidente. Todo
durante esos cuatro años fue felicidad. Toda esa pasividad
acabo cuando ofrecieron a Jesús trabajo en la ciudad, con la
promesa de una buena remuneración. Tuvo que aceptar para
poder ahorrar junto a su madre lo suficiente para tener una
vaca lechera y posteriormente un toro.
Cuando Jesús cumplió dieciocho años estaba en la ciudad y
se enteró que su hermana tenía embarazada unos meses. Él
se emocionó mucho y con un dinero extra del destinado para
la vaca y el toro, fue al campo donde conoció a su sobrino.
Este sobrino fue el primero del linaje en nacer en hospital y al
momento que las asistentes pidieron los datos del papá y
mamá todos se bloquearon, viendo la necesidad de ir a
registrarse todos a un Registro Civil.
Matilde ya era vieja y huraña, por lo que no acompañó a sus
hijos. Cuando llegaron al Registro Civil los separaron y a la
hora de comparar las actas de nacimiento de cada quien, la
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primera tenía los dos apellidos de la madre: Galindo
Hernández; las otras dos tenían los apellidos de papá y
mamá: Romero Galindo, solamente que invertidos una de
otra. Lo tomaron como una experiencia graciosa, pero lo que
importaba realmente era el registro del único nieto de Matilde.
Isabel junto a su futuro esposo, Enedino Dávila Romero,
decidieron el nombre, se llamaría: Sergio Dávila Romero.
En estos momentos Isabel comprendería que le daría una
vida mucho mejor a la suya. Ahora que vivía con un hombre
con licenciatura todo su futuro se veía asegurado. Su hijo
creció bajo circunstancias más favorables que las que ella
vivió.
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Cada vez son más alarmantes los informes sobre el campo,
en los diversos frentes. Ya se trate de la inatajable
depredación de las riquezas naturales o de la desatención a
la salud de los habitantes rurales; de la inseguridad o el
abandono en que se debaten, lo cierto es que la creciente
pobreza del campesino ha determinado su incontrolable
emigración masiva a las urbes mayores, a donde llega solo a
aumentar el cinturón de miseria que ya las ahoga. En estos
aspectos los estudios de entidades especializadas y serias,
francamente asustan.
En Latinoamérica hay 100 millones de campesinos pobres.
Pero no se trata solamente de pobres que, con grandes
esfuerzos, sobreviven; sino que el 60 por ciento de los ya se
encuentran prácticamente en la indigencia.