Conferencia sobre cinco poetas centroamericana, brindada por la escritora hondureña Melissa Merlo en un encuentro de escritores que se llevó a cabo en Punta del Este, Uruguay.
5. No.
No tengo la cintura de la Cindy Crawford
Ni ese vientre perfecto, liso y ligeramente cóncavo,
con el ombligo deslumbrante en el centro.
Alguna vez lo tuve. Alguna vez presumí de esa región en mi anatomía.
Fue antes de que naciera Camilo,
antes de que él decidiera apresurarse a nacer
y decidiera entrar al mundo de pie
antes de que la cesárea me dejara cicatriz”
Y siguen las comparaciones:
“Por último y como las más pesada evidencia,
no tengo el trasero de Cindy Crawford
pequeño, redondo, cada mitad exquisitamente delineada.
El mío es tenazmente grande, ancho,
ánfora o tinaja, usted escoja.
No hay manera de ocultarlo
y lo más que puedo es no tenerle vergüenza,
sacarle provecho para leer cómodamente sentada
7. SUMA
Amo en ti
a todos los amantes que pasaron
—rostros en la sombra
del negado sueño a los recuerdos—
viento fugaz y sin huellas
sobre mi territorio intacto.
En ti, amo
también,
a los que conmigo ardieron
y se quemaron sobre mi piel
hasta volverse ceniza.
Polvo de recuerdo
desmenuzado.
9. Palabras de la nueva mujer
Como abeja obstinada
exploro inefables reinos
que desconoces
y al entrar en la memoria de tu corazón
señalo parajes virginales.
¡Aquí la eternidad
modificando nuestro minuto!
No puedo ser abismo:
con la luz se hacen viñedos
11. Yo quisiera ser niña
Yo quisiera ser niña
para acoplar las nubes a distancia
(Claudicadoras altas de la forma),
Para ir a la alegría por lo pequeño
y preguntar,
como quien no lo sabe
el color de las hojas
¿Cómo era?
13. Deseos irreverentes
Cómo me hubiera gustado
estar en la cama con Walt Whitman,
beber en las cantinas de Malcom Lowry
o “Bajo el Volcán”.
Procesar a mi manera a Franz Kafka.
Observar sigilosa y detenidamente
a Francis Bacon.
Estar con Salvador Dalí
en una tarde de toros
y tocarle el trasero
mientras pensara en Gala
o en Federico García Lorca.
Cantarle a Pablo Neruda
mis poemas de amor
y otras canciones desesperadas,
repetirle “De Profundis”
con todos mis secretos sexuales
a Oscar Wilde y a su amante maldito.
Cómo quisiera estarme riendo
junto a Baudelaire
con mis quince años en su cama.