Las polis griegas se caracterizaban por su urbanismo irregular adaptado a la topografía, con murallas de protección y palacios en lugares públicos. Los accesos a la ciudad pasaban por puertas de control militar y las viviendas civiles estaban conectadas por patios. Los templos jerarquizaban las ciudades y los espacios públicos como plazas eran importantes para encuentros religiosos.