Este pasaje describe la necesidad de perseverar en la fe y la disciplina espiritual para alcanzar la corona incorruptible de la vida eterna. Pablo exhorta a los corintios a correr hacia la meta de la salvación de tal manera que obtengan el premio, absteniéndose de todo lo que los desvíe de Cristo, y sometiendo sus cuerpos para predicar el evangelio a los demás.