Un líder no nace siendo uno, sino que se desarrolla a través de las experiencias de vida y del entorno. Un buen líder debe ser extrovertido, sabio, estudioso y capaz de ganarse el respeto de un grupo a través de su habilidad para expresarse y tomar decisiones. Un líder verdadero guía a un grupo sin necesariamente asumir un cargo, dejando espacio para la democracia, pero también está dispuesto a intervenir si las cosas empiezan a salir mal y garantizar el buen funcionamiento del grupo.