Los españoles inicialmente se enfocaron en la extracción de oro utilizando mano de obra indígena para explotar los yacimientos conocidos. Aunque la cosecha de oro no fue muy abundante, les permitió comerciar con la metrópoli y obtener ganado y semillas. Más tarde, los relatos sobre las fabulosas minas de plata en México desataron una "fiebre de la plata" que impulsó la colonización española.