Las redes de corrupción de menores operan a nivel internacional para explotar sexualmente a niños y niñas, vendiendo fotografías y videos de abuso. La prostitución infantil nunca es voluntaria y somete a los menores a miedo, hambre y drogas. Los proxenetas golpean y violan a las niñas para que no sean vírgenes cuando reciban a su primer cliente. Los menores que caen en estas redes tienen pocas posibilidades de escapar y pueden terminar siendo vendidos en el extranjero.