Una maestra en Nueva York honró a cada uno de sus estudiantes que se graduaban diciéndoles cómo habían hecho una diferencia. Les dio cintas azules que decían "Quien Soy Hace Diferencia" y les pidió que continuaran honrando a otros. Uno de los estudiantes honró a su jefe, quien a su vez honró a su hijo diciéndole que era importante para él. El hijo había considerado suicidarse pero la acción de su padre lo hizo cambiar de opinión.