El anciano le da respuestas diferentes a dos jóvenes que preguntan sobre la gente que vive en el lugar. Al primer joven, que describió a la gente de su pueblo como egoísta y malvada, el anciano le dice que encontrará lo mismo allí. Pero al segundo joven, que dijo que la gente de su pueblo era honesta y amigable, el anciano le asegura que encontrará gente así también. Cuando otro hombre pregunta por las respuestas contradictorias, el anciano explica que cada uno ve en los demás un reflejo de sí mismo.
1. “¿Qué clase de personas viven en este lugar?”.
Cuenta una historia que un joven llegó al borde de un oasis
contiguo a un pueblo y acercándose a un anciano le preguntó:
2. En respuesta, el anciano le preguntó:
“¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde vienes?”
“Oh, un grupo de egoístas y malvados”, replicó el joven,
“estoy encantado de haberme alejado de allí”.
3. A lo cuál contestó el anciano:
“Lo mismo habrás de encontrar aquí”.
Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua
al oasis y viendo al anciano preguntó:
“¿Qué clase de personas viven en este lugar?”.
4. El anciano respondió con la misma pregunta:
“¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde vienes?”.
“Un magnífico grupo de personas, honestas,
amigables, hospitalarias, me duele
mucho haberlas dejado”, dijo el joven.
“Lo mismo encontrarás aquí”, replicó el anciano.
5. Un hombre que había oído ambas
conversaciones, preguntó al anciano:
“¿Cómo es posible dar dos respuestas
tan diferentes a la misma pregunta?”
6. A lo cuál el anciano respondió:
“Cada uno lleva en su corazón
el medio ambiente de donde vive.
Aquél que no encontró nada
bueno en los lugares donde estuvo,
no podrá encontrar otra cosa aquí.
Quien encontró amigos allá,
podrá encontrar amigos aquí,
porque, a decir verdad, lo que
ellos han visto en los lugares
donde han estado, no es más
que el reflejo de ellos mismos”.
Autor: Milena Rojas
Publicado en la WEB DE LA IGLESIA DE CRISTO EN SEVILLA – http://www.idcsevilla.org